Esperamos todos la llamada “normalización” y
miramos, esperanzados, las tentativas de salida de crisis en los países que nos
han precedido en la cuarentena con la conciencia de que cada gobierno ha tenido
su gestión nacional de la pandemia dentro de los parámetros de la OMS y que
cada país sale del confinamiento según su propia idiosincrasia.
Ayer habló el presidente de una reapertura gradual
que, de primera impresión, deja las puertas abiertas a algún nivel de
confusión. Si no hemos sido capaces de controlar las medidas de aislamiento
social y el toque de queda a cabalidad, ¿qué posibilidad tendremos de controlar
la “covidianidad” sin dar pie a un cierto caos?
El encierro en casa ha provocado que una gran parte
de la población ha tenido que habituarse a una realidad desconocida. Una
situación nueva a la que se le está haciendo frente y a la cual la sociedad
dominicana ha respondido de manera diferente según los estratos sociales y las
diferentes condiciones de vida.
Este confinamiento ha desencadenado graves
preocupaciones sobre el futuro de la economía local y global, a la par de las
angustias sanitarias.
Estos temores no se acabarán con la llamada
normalización y parte de ellos tienen que ver con el peligro real que seguirá
existiendo en ausencia de una vacuna y de remedios efectivos contra el
COVID-19.
Al salir a la calle no sabremos si la persona que
está cerca está contagiada o si un objeto que estamos agarrando ha estado en
contacto con el virus.
En el futuro inmediato por forrados que estemos con
lentes, viseras, máscaras y guantes, y aunque guardemos el distanciamiento
físico de dos metros, lo que se vislumbra es que encararemos a los demás con
algo de paranoia o, por lo menos, con temor y desconfianza.
Esto ha conllevado que en España y Francia se hable
en estos días del “síndrome de la cabaña”, que hace que la gente en el momento
de la liberalización tenga miedo a hacer contactos con otras personas fuera de
la casa, a trabajar fuera del hogar, a relacionarse, etc. y muchos prefieran
quedarse encerrados todavía.
Pero cuando hablamos de normalización, lo que más
nos debería interpelar es saber hacia dónde nos dirigimos con esta nueva etapa.
¿Será posible volver a la misma vida que teníamos
hace dos meses, a una sociedad regida por un capitalismo puro y duro, a un
individualismo despiadado y a un modelo neo liberal de sálvese quien pueda, o
se vislumbrará la posibilidad de establecer una sociedad que tendrá como ejes
la cooperación y la solidaridad de todos con todos, donde no se
estigmatice por rumores infundados y no se discrimine por motivos de
nacionalidad, religiosos o étnicos?
Como lo señaló el secretario general de la ONU,
Antonio Guterres, al conmemorar el aniversario del final de la Segunda Guerra
Mundial y el nacimiento de las Naciones Unidas, el mundo debe «recordar las
enseñanzas de 1945 y, unidos, buscar la forma de acabar con la pandemia y de construir
un futuro de paz, seguridad y dignidad para todos».
La crisis del Covid 19 nos recuerda que la
atención médica es un derecho humano universal que no podemos desatender como
es lo característico en los modelos neo liberales, que los estados deben regular
los mercados, y que debemos hacerle frente a la racionalidad económica con un
sentido social y ecológico.
¿En qué mundo queremos vivir cuando todo esto
termine? Esa es la pregunta clave. La pandemia nos ha permitido
darnos cuenta en tiempo real de nuestra interdependencia planetaria: ricos,
pobres, blancos, negros, jóvenes y ancianos, así como de nuestra fragilidad
individual y colectiva.
A este respecto, he recogido aquí y allá algunas
ideas sueltas que dejo para la reflexión.
Recordemos que, si partimos de los derechos
humanos, esto nos ayudará a responder a las prioridades inmediatas mientras
desarrollamos, al mismo tiempo, estrategias con visión de futuro.
No es encerrándonos en nuestras ideas preconcebidas
que contribuiremos al cambio social, sino abriéndonos y participando con
voluntad de servicio.
Coloquemos la solidaridad por encima de la
eficiencia, obviando un consumo desenfrenado que, al destruir el planeta,
conduce a la pérdida de la humanidad.
Por: Elisabeth de Puig
Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8819108-que-sera-la-normalizacion/
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