Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la Salud, OMS.
El año 2020 ya está en el tramo final. Este período
se ha dejado sentir con fuerza en los diferentes sectores y actores de la
sociedad, tanto en el mundo como en el ámbito local. En general, ha sido una
etapa compleja y aleccionadora. Su complejidad viene dada, especialmente, por
la presencia de la pandemia COVID-19. Esta enfermedad ha generado, y continuará
provocando, cambios sociales personales, locales y mundiales; institucionales y
culturales. Ha sido un tiempo en el que, sin quererlo, hemos tenido que
empezar a pensar y a actuar violentando tradiciones y prácticas habituales que
nos llenaban de gozo, de satisfacción. En el 2020, muchas tareas sufrieron
cambios drásticos: se han reducido las fiestas de familias extensas; los
encuentros y fiestas sociales; el diálogo con expresiones libres de
mascarillas; los abrazos y la proximidad física. El virus del año ha
restringido la diversión nocturna; y la libre circulación vespertina y
nocturna. De igual modo, ha urgido a dialogar en tono bajo, para evitar la
expansión del contagio y la letalidad.
El año que finaliza no ha sido un tiempo fallido.
Ha posibilitado el avance en muchos aspectos. A nivel mundial, se celebra la
celeridad con la que se han obtenido vacunas para enfrentar el impacto del
coronavirus. A nivel local, hemos de celebrar el inicio de una fase en la que
parece que el Poder Judicial se respetará a sí mismo y actuará conforme a los
dictados de la Constitución de la República y los principios de los derechos
humanos. En este 2020, a nivel local, hemos de destacar el fortalecimiento de
la conciencia y corresponsabilidad ciudadana, cuyo indicador más relevante se
vincula con la vigilancia permanente del curso de acción de la corrupción y de
la impunidad en la República Dominicana. Es un seguimiento inteligente y
crítico, para controlar a los depredadores del Estado Dominicano. Ha sido el
año de la educación preuniversitaria virtual y de la educación superior
híbrida, despertando capacidades dormidas; movilizando la creatividad de los
docentes y de los estudiantes. Este año ha propiciado oportunidades para
repensar la práctica; sustantivar lo esencial; priorizar la vida y acentuar el
cuidado personal y colectivo. El 2020 ha sido una época de reaprendizaje
continuo y de búsqueda del sentido trascendente de la realidad pandémica.
Por otra parte, el año 2021 presenta retos, cuya
atención es impostergable. Requieren voluntad política del Gobierno dominicano
y corresponsabilidad ciudadana. Cabe destacar el reto de una mayor y mejor
observancia de la normativa del Ministerio de Salud Pública, MSP; de la
Organización Panamericana de la Salud, OPS y de la Organización Mundial de la
Salud, OMS. Si continúa el cumplimiento discrecional por parte de los
ciudadanos de las medidas sanitarias, la República Dominicana afrontará
problemas graves, con repercusión para los que respetan la normativa y para los
que las violan de forma sistemática. Asimismo, el año entrante nos presenta el
reto de una educación virtual más consistente, fundamentada e incluyente. Este
reto demanda, al mismo tiempo, atención especializada a la salud, al trabajo; y
a la persona de los estudiantes y de los maestros, quienes han de renovar sus
aprendizajes, para no reproducir de forma instrumental y rutinaria acciones y
procesos básicos en el acto de enseñar.
El nuevo año también nos reta, personal y
colectivamente, para que aprendamos a priorizar lo esencial. Nos reta, para que
posibilitemos un bienestar común, a alejarnos del afán de parecer, negando la
posibilidad de ser y de compartir los valores que poseemos. El país requiere un
compromiso sostenido de cada ciudadano, para que entre todos potenciemos el
desarrollo educativo, social, económico y cultural. En esta tarea nadie tiene
vacaciones; es una responsabilidad ineludible desde el ámbito en el que nos
desenvolvemos. Para actuar en esta dirección, es necesario una toma de
conciencia colectiva de la necesidad del esfuerzo compartido, si queremos que
la nación avance y, al mismo tiempo, favorezca la humanización de la sociedad y
de sus instituciones. Acojamos el año 2021 como una ocasión nueva para aportar
lo mejor de nosotros mismos, al tiempo que valoramos las potencialidades de las
personas con las que damos pasos para buscar y construir el bien personal y
social.
Por: Dinorah García Romero
Fuente: https://acento.com.do/opinion/balance-de-2020-y-retos-de-2021-8896375.html
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