domingo, 13 de diciembre de 2020

Menos información, más comunicación

Entrevista a Javier Di Salvo

Docente y asesor en Educación y TIC. Secretario de Innovación Educativa y Director del Proyecto TECJoven – Universidad Nacional de Luján. Experto en E-learning. UNLu, UNIPE, OEI, Aprende Virtual.



 —¿Por qué “menos es más” a la hora de planificar y dar actividades?

—Podemos caer en la trampa de creer que los estudiantes no están aprendiendo de la misma manera que en la presencialidad y cargarlos de información o tareas, pero, en realidad, desconocemos sus realidades y la de sus familias. Por eso, es necesario tener en claro lo que deben saber y, en lugar de darles diez capítulos, brindarles dos fundamentales y asegurarme que las actividades no sean repetitivas, sino que requieran creatividad y permitan que los contendidos se transformen en aprendizajes significativos. 

Con los recursos pasa lo mismo; cuantos menos, mucho mejor, por la diversidad y el agotamiento de los docentes, y para no agregar más capas de complejidad en lo tecnológico y en lo pedagógico. Pueden ser murales colaborativos, un simulador de laboratorio, trabajar en Canva o en un Genially, narraciones o historias en audios de WhatsApp, videos grabados con el celular… En fin, menos herramientas y más propuesta pedagógica.

 

—¿Cómo deberían ser estas propuestas?

—Nada de esto es fácil. Ya el docente tradicional vive una situación traumática al encontrarse en esta forma de tener que enseñar. A eso le sumamos que tiene que tener en cuenta la situación de cada estudiante, ver de qué manera hacer que todos aprendan, realizar su tarea en dos o tres turnos, enseñar en su hogar, con sus hijos y quizás sin conectividad o recursos. Atravesando todo esto, lo psicológico vinculado al encierro. Hay diferentes ecosistemas educativos y esta no es una situación de aprendizaje virtual sino de aprendizaje en la emergencia en aislamiento. 

Un docente debería acostumbrarse a planificar en la incertidumbre. Lo hacemos ya en la presencialidad cuando damos clases en diferentes escuelas o cursos con otras características. Pero el aislamiento puso barreras que perjudicaron mucho las propuestas; deja al descubierto fallas que se tendrían que haber resuelto con anterioridad.

 

¿Cuáles son esas fallas que revela este contexto de pandemia?

—Hay tres brechas que son claves. La primera es la económico-social, poder o no acceder a este tipo de educación, por cuestiones económicas o porque se vive alejado de la ciudad, donde la conexión no es buena. La segunda tiene que ver con las características de aprendizaje; no todos pueden aprender de manera autónoma o cuentan con una familia que los ayude. Y la tercera brecha es la comunicacional: estamos muy acostumbrados a la comunicación oral, pero cuando uno utiliza otros medios, hay que valerse de otros recursos. Y los docentes netamente presenciales no tenían por qué dominar esa forma de comunicación que se daba en la virtualidad. 

 

—En este contexto, ¿qué recursos podrían entonces servir para planificar una clase virtual?

—Se puede hablar de recursos sincrónicos, como una videoconferencia, o asincrónicos, como una actividad por aula virtual, una guía didáctica escrita para que sea “la voz del docente” o un foro… No es algo general, depende de cada institución y de cada aula en particular. Es una situación muy compleja y creo que la continuidad pedagógica se tiene que dar, pero acorde a las realidades. Y en ello es fundamental la empatía. 

En las clases presenciales no se usa un solo medio de comunicación, los docentes no solo hablamos, también escribimos en el pizarrón, damos actividades, respondemos consultas o dudas, dejamos documentos para leer en la fotocopiadora, les indicamos qué tienen que leer. En la virtualidad es lo mismo, hay que utilizar diferentes recursos para lograr el aprendizaje, no solamente un canal. Lo que debería funcionar en lo presencial y en lo virtual es la red de colaboración de docentes, ya que enriquece la práctica pedagógica. 

 

¿Qué plataformas son mejores para determinados objetivos?

—El mayor reto es de qué manera llegamos a esos estudiantes a quienes no les vemos sus movimientos, sus rostros, sus expresiones de duda cuando estamos explicando.  Al principio, los docentes tenían que ver cómo se comunicaban con ellos. Muchos utilizaron Edmodo y Google Classroom, porque en la mayoría de los casos las instituciones no tenían una plataforma. También mails, software de videoconferencias o WhatsApp. De a poco, se han ido incorporando las aulas virtuales, que yo considero son importantísimas en cualquier nivel del sistema educativo, porque es el contexto en el cual docentes y estudiantes tienen una comunicación formal. Además, creo que los juegos son muy importantes, principalmente en inicial y primaria; hacer que los chicos aprendan con cosas que puedan adquirir con facilidad, para que contextualicen el aprendizaje. 

 

—Crear aulas disfrutables, aun en esta complejidad…

—Si para desarrollar un tema se busca un video como recurso, habrá que buscar uno que sea atractivo visualmente, breve, en el que los estudiantes se sientan identificados o desafiados. Habrá que preguntarles si alguna de las temáticas trabajadas la han visto en YouTube o jugando algún videojuego. Consultarles qué series ven, qué libros leyeron y si pueden relacionarlos con la materia. La creatividad del docente es fundamental, ayuda a tender un puente entre mi asignatura y la cultura del estudiante. Si se puede, también trabajar con su comunidad, que sienta que lo que hace tiene sentido y se relaciona con sus intereses. Cuando uno planifica actividades, no tiene que hacerlo con sus ojos, sino con la mirada de los chicos, porque de esa manera hay empatía, acercamiento y motivación para que el tema pueda ser entendido y aprendido. 

 

¿Cómo humanizamos la virtualidad?

—Es una cuestión comunicacional. Hay actividades que comienzan con un enunciado así: “Realice las siguientes preguntas, adjúntelas y envíelas al siguiente mail”. Esa fue la comunicación. Pero podría ser: “Hola queridos estudiantes, ¿cómo están? Espero que la estén pasando bien. Nuevamente me estoy comunicando con ustedes, ahora con una nueva actividad. Les dejo las preguntas y después las pueden adjuntar al siguiente mail. No duden en consultarme lo que necesiten, saben que estoy para acompañarlos en este camino. Mucha fuerza y a seguir adelante”, y les pongo un emoji de sonrisita. No es lo mismo. Y eso tiene que ver con la empatía y con cómo comunico. El estudiante debe saber que está acompañado. 

 

¿Qué aprendizajes podemos rescatar de esta experiencia y cómo podemos capitalizarlos al momento de volver a las clases presenciales?

—La educación tiene que seguir con aulas virtuales e implementar metodologías activas, que el estudiante no sea un mero receptor, sino ponerlo en un rol de creador. No llenarlos de contenido e información, sino que aprenda mientras está haciendo, que pueda crear podcast, filmaciones, cuadros conceptuales, un blog o sitio donde pueda realizar un tipo de diario de cursada y aprendizajes, trabajar con líneas de tiempo, con nubes de palabras… Menos herramientas, pero adecuadas. Lo que hace la diferencia es la creatividad del docente. Por eso, no me gusta recomendar una batería de recursos, prefiero hacer hincapié en compartir actividades, que se propongan experiencias creativas y significativas. 

 

 

 

 

 

Entrevista a Javier Di Salvo

Docente y asesor en Educación y TIC. Secretario de Innovación Educativa y Director del Proyecto TECJoven – Universidad Nacional de Luján. Experto en E-learning. UNLu, UNIPE, OEI, Aprende Virtual.

Fuente

https://revistasaberes.com.ar/2020/10/menos-informacion-mas-comunicacion/

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