Entrevista a Javier Di Salvo
Docente y asesor en Educación y TIC. Secretario de Innovación Educativa y Director del Proyecto TECJoven – Universidad Nacional de Luján. Experto en E-learning. UNLu, UNIPE, OEI, Aprende Virtual.
—¿Por qué “menos es más” a la hora de planificar y dar actividades?
—Podemos caer en la trampa de creer que los estudiantes no están
aprendiendo de la misma manera que en la presencialidad y cargarlos de
información o tareas, pero, en realidad, desconocemos sus realidades y la de
sus familias. Por eso, es necesario tener en claro lo que deben saber y, en
lugar de darles diez capítulos, brindarles dos fundamentales y asegurarme que
las actividades no sean repetitivas, sino que requieran creatividad y permitan
que los contendidos se transformen en aprendizajes significativos.
Con los recursos pasa lo mismo; cuantos menos, mucho mejor, por la
diversidad y el agotamiento de los docentes, y para no agregar más capas de
complejidad en lo tecnológico y en lo pedagógico. Pueden ser murales
colaborativos, un simulador de laboratorio, trabajar en Canva o
en un Genially, narraciones o historias en audios de WhatsApp,
videos grabados con el celular… En fin, menos herramientas y más propuesta
pedagógica.
—¿Cómo deberían ser estas propuestas?
—Nada de esto es fácil. Ya el docente tradicional vive una situación
traumática al encontrarse en esta forma de tener que enseñar. A eso le sumamos
que tiene que tener en cuenta la situación de cada estudiante, ver de qué
manera hacer que todos aprendan, realizar su tarea en dos o tres turnos,
enseñar en su hogar, con sus hijos y quizás sin conectividad o recursos.
Atravesando todo esto, lo psicológico vinculado al encierro. Hay diferentes
ecosistemas educativos y esta no es una situación de aprendizaje virtual sino
de aprendizaje en la emergencia en aislamiento.
Un docente debería acostumbrarse a planificar en la incertidumbre. Lo
hacemos ya en la presencialidad cuando damos clases en diferentes escuelas o
cursos con otras características. Pero el aislamiento puso barreras que
perjudicaron mucho las propuestas; deja al descubierto fallas que se tendrían
que haber resuelto con anterioridad.
—¿Cuáles son esas fallas que revela este contexto de pandemia?
—Hay tres brechas que son claves. La primera es la económico-social,
poder o no acceder a este tipo de educación, por cuestiones económicas o porque
se vive alejado de la ciudad, donde la conexión no es buena. La segunda tiene
que ver con las características de aprendizaje; no todos pueden aprender de
manera autónoma o cuentan con una familia que los ayude. Y la tercera brecha es
la comunicacional: estamos muy acostumbrados a la comunicación oral, pero
cuando uno utiliza otros medios, hay que valerse de otros recursos. Y los
docentes netamente presenciales no tenían por qué dominar esa forma de
comunicación que se daba en la virtualidad.
—En este contexto, ¿qué recursos podrían entonces servir para planificar
una clase virtual?
—Se puede hablar de recursos sincrónicos, como una videoconferencia, o
asincrónicos, como una actividad por aula virtual, una guía didáctica escrita
para que sea “la voz del docente” o un foro… No es algo general, depende de
cada institución y de cada aula en particular. Es una situación muy compleja y
creo que la continuidad pedagógica se tiene que dar, pero acorde a las
realidades. Y en ello es fundamental la empatía.
En las clases presenciales no se usa un solo medio de comunicación, los
docentes no solo hablamos, también escribimos en el pizarrón, damos
actividades, respondemos consultas o dudas, dejamos documentos para leer en la
fotocopiadora, les indicamos qué tienen que leer. En la virtualidad es lo
mismo, hay que utilizar diferentes recursos para lograr el aprendizaje, no
solamente un canal. Lo que debería funcionar en lo presencial y en lo virtual
es la red de colaboración de docentes, ya que enriquece la práctica
pedagógica.
—¿Qué plataformas son mejores para determinados objetivos?
—El mayor reto es de qué manera llegamos a esos estudiantes a quienes no
les vemos sus movimientos, sus rostros, sus expresiones de duda cuando estamos
explicando. Al principio, los docentes tenían que ver cómo se comunicaban
con ellos. Muchos utilizaron Edmodo y Google Classroom,
porque en la mayoría de los casos las instituciones no tenían una plataforma.
También mails, software de videoconferencias o WhatsApp.
De a poco, se han ido incorporando las aulas virtuales, que yo considero son
importantísimas en cualquier nivel del sistema educativo, porque es el contexto
en el cual docentes y estudiantes tienen una comunicación formal. Además, creo
que los juegos son muy importantes, principalmente en inicial y primaria; hacer
que los chicos aprendan con cosas que puedan adquirir con facilidad, para que
contextualicen el aprendizaje.
—Crear aulas disfrutables, aun en esta complejidad…
—Si para desarrollar un tema se busca un video como recurso, habrá que
buscar uno que sea atractivo visualmente, breve, en el que los estudiantes se
sientan identificados o desafiados. Habrá que preguntarles si alguna de las
temáticas trabajadas la han visto en YouTube o jugando algún
videojuego. Consultarles qué series ven, qué libros leyeron y si pueden
relacionarlos con la materia. La creatividad del docente es fundamental, ayuda
a tender un puente entre mi asignatura y la cultura del estudiante. Si se
puede, también trabajar con su comunidad, que sienta que lo que hace tiene
sentido y se relaciona con sus intereses. Cuando uno planifica actividades, no
tiene que hacerlo con sus ojos, sino con la mirada de los chicos, porque de esa
manera hay empatía, acercamiento y motivación para que el tema pueda ser
entendido y aprendido.
—¿Cómo humanizamos la virtualidad?
—Es una cuestión comunicacional. Hay actividades que comienzan con un
enunciado así: “Realice las siguientes preguntas, adjúntelas y envíelas al
siguiente mail”. Esa fue la comunicación. Pero podría ser: “Hola queridos
estudiantes, ¿cómo están? Espero que la estén pasando bien. Nuevamente me estoy
comunicando con ustedes, ahora con una nueva actividad. Les dejo las preguntas
y después las pueden adjuntar al siguiente mail. No duden en consultarme lo que
necesiten, saben que estoy para acompañarlos en este camino. Mucha fuerza y a
seguir adelante”, y les pongo un emoji de sonrisita. No es lo
mismo. Y eso tiene que ver con la empatía y con cómo comunico. El estudiante
debe saber que está acompañado.
—¿Qué aprendizajes podemos rescatar de esta experiencia y cómo
podemos capitalizarlos al momento de volver a las clases presenciales?
—La educación tiene que seguir con aulas virtuales e implementar
metodologías activas, que el estudiante no sea un mero receptor, sino ponerlo
en un rol de creador. No llenarlos de contenido e información, sino que aprenda
mientras está haciendo, que pueda crear podcast, filmaciones,
cuadros conceptuales, un blog o sitio donde pueda realizar un
tipo de diario de cursada y aprendizajes, trabajar con líneas de tiempo, con
nubes de palabras… Menos herramientas, pero adecuadas. Lo que hace la
diferencia es la creatividad del docente. Por eso, no me gusta recomendar una
batería de recursos, prefiero hacer hincapié en compartir actividades, que se
propongan experiencias creativas y significativas.
Entrevista a Javier Di Salvo
Docente y asesor en Educación y TIC. Secretario de Innovación Educativa
y Director del Proyecto TECJoven – Universidad Nacional de Luján. Experto en
E-learning. UNLu, UNIPE, OEI, Aprende Virtual.
Fuente
https://revistasaberes.com.ar/2020/10/menos-informacion-mas-comunicacion/
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