Una buena
autoestima, autonomía, empatía y un entorno familiar afectivo son claves para
desarrollar la resiliencia, una cualidad necesaria en estos tiempos de crisis
sanitaria. Silvia Arribas, Joana Jauregizar e Itziar Kerexeta, profesoras de la
Universidad Pública del País Vasco y colaboradoras de airea-elearning, ahondan
en el significado y claves de este concepto.
El concepto de ‘resiliencia’ procede
de la palabra latina ‘resilio’ (Kotliarenco, Cáceres y Fontecilla, 1997), que
significa volver atrás o rebotar. Se trata de un concepto originariamente
utilizado en el ámbito de la física para hacer referencia a la capacidad de un
material para recobrar su forma original o su resistencia a un golpe, choque o
percusión. Posteriormente, el concepto fue adaptado a las ciencias sociales
para hacer referencia a la resistencia al sufrimiento y a la capacidad de,
además, salir fortalecido de dichas experiencias de sufrimiento.
Así, el origen del
estudio de la resiliencia en el ámbito de la Psicología y Psiquiatría se centró
en investigaciones que trataban de entender por qué algunos niños que vivían en
contextos muy adversos (enfermedades mentales de los padres, problemas
perinatales, abandono, abuso, guerra, hambre…) no desarrollaban problemas
psicológicos.
Precisamente, fue
en uno de estos contextos extremadamente adversos en el que vivió Boris
Cyrulnick, autor de múltiples publicaciones sobre la temática, que fue testigo
del holocausto nazi durante su infancia. Nacido en Burdeos en 1937 en una
familia judía, Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de
concentración nazi del que logró huir cuando sólo tenía 6 años. Tras la guerra,
deambuló por centros de acogida hasta acabar en una granja de la beneficencia.
Por suerte, unos vecinos le inculcaron el amor a la vida y a la literatura y
pudo educarse y crecer superando su pasado.
Resiliencia en tiempos del COVID-19
Sin caer en la
ingenuidad y siendo conscientes de que las situaciones traumáticas o las crisis
globales como la que estamos atravesando a raíz del COVID19 afectan en mayor medida a personas
más vulnerables, vemos en el ejemplo de Boris Cyrulnick una llamada a la esperanza y a creer en lo
positivo de estos procesos.
Existen algunos
factores personales que favorecen la resiliencia como es una buena autoestima,
la orientación y motivación al logro, la conciencia de la auto-capacidad para
la superación, la autonomía y la empatía. A nivel socio-cultural también será
de ayuda contar con una buena red de apoyo, una figura o tutor de resiliencia y
un entorno familiar cohesionado y afectivo.
Pero, ¿qué es un
tutor de resiliencia? Es una persona que, siendo consciente de ello o sin
percatarse, es investido de una influencia orientadora sobre la persona que
vive alterada su seguridad después de un trauma. En palabras de Boris Cyrulnik
(1999), “un tutor de resiliencia es alguien, una persona, un lugar, un
acontecimiento o una obra de arte que provoca un renacer del desarrollo
psicológico tras el trauma. Casi siempre se trata de un adulto que encuentra al
menor y que asume para él o ella el significado de un modelo de identidad, el
viraje de su existencia. No se trata necesariamente de un profesional”. Un
encuentro significativo puede ser suficiente “para permitir a la persona
desarrollar sus fortalezas internas, su capacidad de resolver problemas y de
entablar relaciones con los demás”, añadiría Grotberg (2006), “desarrollándose
de manera óptima a pesar de su vulnerabilidad”.
¿Recuerdas quién
pudo jugar este papel de tutor de resiliencia para ti cuando eras menor? ¿Crees
que estás siendo el modelo de alguno de tus alumnos menores con los que te
relacionas?
Por
EDUCACIÓN 3.0
Fuente
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