COVID-19 nos toca a todos no solo como individuos
sino de forma estructural: la seguridad, la salud, la educación, la economía,
las instituciones y la gobernanza nacional y global. Como mínimo la crisis está
afectándonos en los actos cotidianos que dábamos por sentado. El confinamiento
y la distancia física están en el lado opuesto de la libertad de moverse, de
relacionarse, de adquirir bienes y servicios de los que habíamos disfrutado sin
hacernos preguntas. Incluso en el contexto de la emergencia, los gobiernos han
tomado medidas extraordinarias que restringen a efectos prácticos
libertades, pesos y contrapesos, y la transparencia necesarios para el
funcionamiento de cualquier sistema que se llame democrático. El coronavirus no
discrimina, pero nuestra cobertura de salud y la capacidad económica y
educativa para responder a la emergencia a nivel individual sí. Todos podemos
contraer COVID-19, pero algunos están
más expuestos que otros, y muchos no pueden hacerse las pruebas o recibir
atención sanitaria porque no tienen seguro médico. El 91% de niños y
jóvenes en todo el mundo están hoy fuera de las aulas, pero sólo algunos
siguen aprendiendo porque muchos carecen de la infraestructura física y
tecnológica en sus casas, combinada con padres que puedan apoyar los
aprendizajes y el acceso a plataformas y docentes preparados para aprender y
enseñar de forma remota. La crisis pone de manifiesto de forma mucho más
palpable las diferencias socioeconómicas ya existentes entre
estudiantes.
Si bien es cierto que nadie estaba preparado para
una disrupción así, algunos países lo estaban más que otros, probablemente en
parte, porque ya habían pasado por circunstancias parecidas antes. Mientras en
Corea o China, por ejemplo, el cierre de escuelas no ha implicado parar los
aprendizajes, en otros sistemas sí, afectando particularmente a los estudiantes más
vulnerables y ampliando así las brechas ya existentes. Sabemos que la
desigualdad es generalizada y aumenta con la edad y la escolaridad, y se
manifiesta tanto en las habilidades básicas, como las habilidades
sociales, la motivación y las aspiraciones educativas y
profesionales de los jóvenes.
¿Qué está pasando en América Latina y el Caribe?
Los países
de la región están haciendo un gran esfuerzo por restaurar los servicios
educativos, dentro de las capacidades existentes, tratando de llegar a los más
vulnerables. Sin embargo, la crisis sanitaria está teniendo
repercusiones económicas sustanciales y viene a agravar la emergencia educativa
que la región ya tenía. Antes de COVID-19, en todo el mundo 263 millones de
niños, adolescentes y jóvenes no estaban yendo a la escuela; de esos 12.7
millones estaban en América Latina y el Caribe, y la mayoría de esos abandonos
ocurrían en la educación secundaria. Hoy en todo el mundo, más de 1.500
millones de estudiantes están fuera de la escuela por la pandemia (UNESCO), y de esos
aproximadamente 154 millones están en la región.
¿Qué puede representar la disrupcion escolar del
COVID-19 en terminos de aprendizaje? Escuelas, centros educativos y de
formación, y universidades tienen un efecto equalizador y tienen el potencial
de contribuir a corregir parte del efecto que el origen familiar tiene en las
oportunidades y trayectorias académicas y laborales de niños y jóvenes. Ese
efecto equalizador se desvanece cuando desaparece la escuela como espacio de
trabajo y el aprendizaje pasa al entorno familiar, porque se vuelve dependiente
de los recursos de ese medio. Lo más cercano para estimar las posibles pérdidas
en aprendizajes es la evidencia existente sobre lo que los estudiantes pierden
durante el verano. Metaanálisis y estudios recientes confirman
que se observan pérdidas importantes durante las vacaciones y que son mayores
en matemáticas que en lectura, y mayores para los estudiantes de más bajos
ingresos. En la región, un estudio preliminar en Paraguay (coordinado por IPA y
realizado por Andrew Dustan, Stanislao Maldonado y Juan M. Hernandez-Agramonte)
midió la pérdida de conocimiento de estudiantes vulnerables durante las vacaciones
de verano y observó que la pérdida de conocimiento matemático es de 0,36 y 0,25
desviaciones estándares en los alumnos de 3° y 4° grado respectivamente.
Es decir que, en el contexto actual, los
estudiantes más vulnerables que han quedado sin acceso al servicio educativo
van perdiendo los aprendizajes ganados y no aprenden contenido nuevo, mientras
que los de entornos más favorables siguen aprendiendo, fortaleciendo lo ya
ganado. Entonces, ¿qué representa esto en términos concretos? Miremos este cálculo. Un estudiante
promedio en Estados Unidos gana a lo largo del año escolar aproximadamente 8
puntos en matemáticas (siguiendo el sistema de puntaje de las pruebas MAP) y
pierde 4 puntos durante el verano. Esto es aproximadamente lo que estarían
perdiendo durante el cierre de escuelas actual, asumiendo que sea de entre dos
y tres meses. El problema ahora radica en que hay estudiantes que continuarán
aprendiendo y ganando aproximadamente 2.7 puntos en matemáticas. Es decir que
la diferencia en desempeño entre estudiantes de altos y bajos ingresos en tres
meses podría ser de prácticamente un año escolar. Por supuesto, si el servicio
educativo no lograra restablecerse durante un período superior al equivalente a
la temporada de verano, la pérdida de aprendizaje sería aún mayor y las brechas
seguirían aumentando.
¿Por qué las #habilidades21 son tan importantes
justamente ahora en el contexto del COVID-19? Porque contribuyen no sólo a
transitar mejor la crisis, sino a prepararse para cuando la emergencia
sanitaria se termine: contribuyen a seguir aprendiendo y protegen nuestra mente
de los traumas relacionados con un entorno adverso. Un niño que ha sido
expuesto a situaciones de estrés tiene muchas mas dificultades para adquirir
habilidades y aprender, por eso es fundamental ocuparnos de lo que está pasando
en su “sistema operativo” y cuidarlo. Las #habilidades21 o transversales son
habilidades para la vida, ampliamente transferibles en distintos ámbitos, y no
específicas a un trabajo, tarea sector, disciplina y ocupación. Hace 20 años
que Heckman nos
recordaba la importancia de estas habilidades no-cognitivas y la motivación
para el éxito de los jóvenes, y por qué los programas educativos debían
intervenir desde edades tempranas e incluir mentoría y componentes
motivacionales para los adolescentes.
Desde el punto de vista educativo, ¿cuál es la
realidad a la que se están enfrentando niños y jóvenes en la región y,
particularmente, los más vulnerables? Lo primero que nos viene a la mente es
el hacinamiento en el
hogar y falta de un espacio tranquilo para trabajar o la carencia de
infraestructura tecnológica y conectividad. Pero la realidad es más compleja:
están aislados y desconectados de sus amigos y profesores; carecen en muchos
casos del apoyo de sus padres porque muchos de ellos han perdido su
fuente de ingreso y están preocupados por solucionar
necesidades básicas; requieren adaptabilidad, flexibilidad y capacidad para
ajustarse a un contexto completamente nuevo; se enfrentan a ansiedad y estrés
por lo que están escuchando sobre la enfermedad, por el miedo a contagiarse,
por lo que se imaginan que puede pasar y por lo que ven que está pasando a
familiares y seres cercanos; pueden vivir situaciones de violencia
domestica que se agraba en casos de confinamiento; carecen en ese contexto
de la motivación para hacer sus tareas; trabajar de forma autónoma requiere
también capacidad para autoregularse y perseverancia; necesitan creatividad
para poder seguir aprendiendo en un entorno diferente sin ábaco o fichas y
juguetes educativos, pero sí palos, cazuelas o piedras. Para aquellos casos más
favorables, que tienen acceso a conectividad y dispositivos electronicos como
tablets o computadoras, el aprendizaje a distancia requiere de habilidades
digitales que ni padres ni estudiantes han adquirido porque no estábamos
preparados para un corte tan brutal de la escuela. Los chicos requieren un
conjunto de habilidades cognitivas y socioemocionales que en muchos casos no
han desarrollado y que en estos contextos son clave.
El confinamiento tiene efectos en la
salud física y mental. Los niños que han sido expuestos a situaciones
traumáticas tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades mentales, tener
retrasos en el desarrollo cognitivo, y de adicciones y otros comportamientos de
riesgo. A los niños y jóvenes les afecta especialmente el entorno y, cuando
combina múltiples factores adversos, incluyendo traumas que afectan a la
comunidad como una pandemia, aumenta el riesgo de sufrir estrés postraumático y
otros desórdenes relacionados con el cúmulo de adversidades que les rodean.
En positivo, estamos aprendiendo muy rápido. Los
cierres masivos de escuelas y la abrupta transición al aprendizaje a distancia
y en línea nos han enseñado la necesidad de
establecer canales nacionales para proveer apoyo socioemocional, no solo a los
padres y educadores, sino también a los niños. De otras epidemias como el Ébola
sabemos que programas de artes enfocados en salud mental pueden
reducir considerablemente los síntomas de estrés psicológico en niños. Sabemos
también que necesitamos ampliar el trabajo con padres para desarrollar
habilidades de comunicación que les permitan asegurar canales de interacción
con sus hijos, identificar cualquier problema físico o psicológico, y que les
conforten emocionalmente, para ayudarles a ser resilientes y creativos,
a aprender autodisciplina, a regular la ansiedad, etc.
Por la urgencia y la importancia, queremos iniciar
un diálogo alrededor de estos temas y escuchar diferentes voces. Por eso,
creamos un espacio para compartir una serie de blogs en el que invitamos a
participar a actores del mundo de la educación que, desde diferentes
posiciones, están ayudando a navegar esta coyuntura desde la reflexión y la
acción. En octubre 2019 en Panamá, lanzamos una Coalición de
diferentes organizaciones del ámbito público y privado que decidimos unir
esfuerzos para impulsar el desarrollo de las habilidades del siglo 21 en
América Latina y el Caribe. A la fecha, más de 25 organizaciones forman parte
de esta Coalición y muchas de ellas estarán contribuyendo a generar
información, ideas y conocimiento a través de esta serie de blogs.
¿Cuál es el contenido de la serie? Abordaremos la
relevancia de las #habilidades21 precisamente en un contexto de crisis sin
precedentes. Es en situaciones en las que las personas están bajo condiciones
de estrés, cuando las habilidades transversales como la resiliencia, la
adaptabilidad, la capacidad de aprendizaje, mindfulness, la
compasión, la empatía o la solidaridad son más necesarias y pueden marcar la
diferencia. Además, ahora que los estudiantes, los maestros y las familias
necesitan hacer todo a distancia porque no podemos tener interacciones
sociales, es cuando nos damos cuenta de cuántas personas realmente están
luchando porque no tienen las habilidades necesarias para navegar un mundo
digital. Brindaremos un espacio para aportar ideas concretas sobre cómo debería
ser un buen modelo de respuesta a la crisis; qué herramientas
educativas y de apoyo al “sistema operativo” de niños, jóvenes y adultos se
pueden utilizar durante la pandemia; cómo aumentar la motivación de los
estudiantes que están trabajando remoto o en línea para reducir el ausentismo; qué pueden
aportar los programas de deportes y música a la salud física y mental; o qué
herramientas pueden ayudar a prevenir la violencia de género durante
el confinamiento en contextos vulnerables.
Hoy la crisis nos brinda una oportunidad. La crisis
ha venido a evidenciar la profunda transformacion que necesitan los sistemas
educativos. Porque como decía un maestro argentino “tenemos que empezar de
cero” los maestros, los padres, los estudiantes, y todos tenemos que colaborar
para mantener abiertas las escuelas incluso en periodos como este: no los
edificios físicos, sino el proyecto educativo. Y para eso se necesita algo más
que lenguaje, matemáticas y ciencias. Lo que pase ahora seguramente va a
redefinir un mundo que ya no va a volver, y probablemente era necesario.
Lamentablemente, hay cosas que no podremos hacer durante esta crisis para
llevar la educación a los más vulnerables. Pero debemos asegurarnos de estar
listos para la próxima. Y de eso vamos a hablar aquí.
Si te interesan las #habilidades21 y quieres saber
más sobre cómo aprovechar el confinamiento y prepararte mejor para la vida
pos-COVID-19, te invitamos a participar y seguir nuestra serie de blogs
sobre educación y #habilidades21 en tiempos de coronavirus. Descárgate
también nuestro informe
y estate atento a las novedades!
Fuente de la Información:
https://blogs.iadb.org/educacion/es/habilidades21/
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