miércoles, 4 de marzo de 2020

EDUCACIÓN BANCARIA/EDUCACIÓN PROBLEMATIZADORA

EDUCACIÓN BANCARIA/EDUCACIÓN PROBLEMATIZADORA

Freire, partiendo de la idea de liberar a los oprimidos de su condición de “cosas”, al mismo tiempo en que ve esa posibilidad en la educación, expone su certeza de que no será por medio de la educación protagonizada por la élite que se podrá llegar a la liberación. Comienza entonces a modelar su propuesta de educación, buscando caracterizar la educación bancaria, fuertemente entrañada en los procesos educativos de la época y, de forma concomitante, delimitar una propuesta de educación liberadora, esto es, que posibilite liberar a los sujetos de las amarras de la opresión. Al teorizar una propuesta de educación problematizadora, Freire resalta que la liberación no consiste en una donación o bondad de las capas dominantes, sino que ella puede concretizarse como resultado de la construcción de la conciencia.


La producción de la conciencia, como también aborda Gadotti, se realiza en la lucha de clases, en el antagonismo que se manifiesta por ejemplo, entre los intereses de la clase dominante y los de la clase trabajadora. En referencia a la educación, hay una fuerte contradicción y los pensadores liberales detentan el discurso de que en el ámbito político y en el ámbito pedagógico no se debe considerar la lucha de clases (GADOTTI). Tanto Freire como Gadotti probaron suficientemente que el acto pedagógico, esencialmente es un acto político, se desarrolla en un determinado momento histórico, situado, atravesado por intereses de clase, por lo tanto no inconexos, desinteresados y neutros. 

De acuerdo con Freire, los presupuestos de la educación bancaria se asientan en la narración alienada y alienante. O sea, hay la perspectiva de educar para la sumisión, para la creencia de una realidad estática, bien comportada, compartimentada, para la visión de un sujeto acabado, concluido. En ese sentido, la educación bancaria repercute como un anestésico que inhibe el poder de crear de los educandos, camuflando cualquier posibilidad de reflexionar acerca de las contradicciones y de los conflictos emergentes del cotidiano en que se insiere la escuela, el alumno. En la perspectiva freiriana, la educación bancaria tiene el propósito de mantener la inmersión, la reproducción de la conciencia ingenua, la acriticidad.

La práctica bancaria subordina al educando, sofocando el gusto por la rebeldía, reprimiendo la curiosidad, desestimulando la capacidad de desafiarse, de arriesgarse, convirtiéndose en sujeto pasivo. En contraposición a esta tendencia, Giroux, anclado en Freire, enfatiza que el pensamiento dialéctico fortalece el pensamiento crítico, lo que representa la posibilidad de desenmascarar la idea de pensamiento acabado, de las certezas, de la realidad homogénea y estática.

Ya los presupuestos de la concepción de una educación problematizadora, según Freire (1987), están fundados en la creencia de la humanización de los educadores y de los educandos. En razón de ello, la función del educador que problematiza el objeto de enseñanza es la de posibilitar a los educandos condiciones para que se dé la “superación del conocimiento a nivel de la doxa por el verdadero conocimiento, lo que se da a nivel del logos” (FREIRE). Señalado esto, cabe también al educador “problematizar a los educandos el contenido que los mediatiza” (FREIRE), o sea, no es su función disertar, exponer, extender, entregar, dar, ya que el conocimiento no consiste en algo elaborado, formateado, acabado, estático. Para Freire, el acto de problematizar es un acto dialéctico, ya que es muy difícil que el sujeto que problematiza no se sienta comprometido con el proceso que instaura.

En la perspectiva problematizadora, la educación desafía a buscar que emerjan las conciencias, para que se dé la inserción crítica del sujeto en la realidad, facilitando la construcción de la conciencia reflexiva y politizada sobre los hilos que tejen la realidad social. Así, la educación problematizadora necesita centrar sus preocupaciones en la “profundización de la toma de conciencia que se opera en los hombres cuando actúan, mientras trabajan” (FREIRE). Sin embargo, es necesario no caer en la trampa de que teoría y práctica se diluyen una en la otra. De manera apropiada, Giroux asegura que la teoría y la práctica se encuentran interrelacionadas, y por lo tanto, son pasibles de mediaciones por medio del análisis crítico.

El perfeccionamiento del proceso de toma de conciencia en las reflexiones de Freire no constituye un mero esfuerzo de carácter intelectual  e individual. Es un proceso que se realiza en las relaciones entre el sujeto y el mundo, constituyéndose en relaciones de transformación e inaugurando la “concientización”. De este modo la educación problematizadora se constituye en el resultado de la confrontación entre el hombre y el mundo, mundo entendido aquí como la realidad concreta, la cual se descubre al educando de forma objetiva.

Para Freire, la educación problematizadora consiste en la  “fuerza creadora del aprender, del que forman parte la comparación, la repetición, la constatación, la duda rebelde, la curiosidad no fácilmente satisfecha”. Una fuerza cuidadosa que consiste en una posibilidad de reemplazar los efectos negativos de las prácticas de la educación bancaria, o sea, del falso acto de enseñar. Por medio de las prácticas señaladas en la perspectiva de la educación problematizadora, Freire cree que los seres humanos tienen la ventaja de convertirse en seres capaces de apropiarse de sus destinos, de su conocimiento, a pesar de los condicionantes a los que están sometidos, tanto de forma inconsciente como de los que provienen de las estructuras sociales que alienan.




Autor Jerônimo Sartori

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