La oposición entre clases presenciales o a distancia es reduccionista, afirma Magdalena Fernández Lemos en esta columna. La directora de Enseñá por Argentina propone “convertir las tribunas en puentes y las posiciones enfrentadas en cooperación innovadora”.
Argentina es un país de pasiones devenidas en hinchadas, de extremos que
muchas veces se traducen en enfrentamientos, de posturas irreconciliables que
llevan a conflictos sin solución. El mundo escolar de pandemia también dibujó
sus propias fronteras: clases presenciales o a distancia. Hay que
elegir y sostener la posición. Sin embargo, si salimos de los límites estrechos
que impone la tribuna y prestamos atención a lo que sucede dentro del campo de
juego, fácilmente advertimos que lo más probable (y sensato) es que la
realidad no se dispute entre esos polos.
Por supuesto, el anhelo colectivo es el de un retorno pleno a la
presencialidad, el de la superación total de la emergencia sanitaria. Pero
sabemos que eso no será posible de un día para otro. Esta fantasiosa
encrucijada entre presencialidad o virtualidad, lo único que trae son
consecuencias gravísimas en el mundo real. En este escenario, es imprescindible
que tengamos conversaciones con voces diversas que nos lleven a acciones
comprometidas, contemplando lo transcurrido en 2020 para definir la agenda que
marque el pulso de este año que acaba de comenzar.
Por supuesto, el anhelo colectivo es
el de un retorno pleno a la presencialidad. Pero sabemos que eso no será
posible de un día para otro
Hoy no es aceptable escudarse detrás de la sorpresa y la falta de protocolos,
porque la educación no es un juego pero lo que está en juego es demasiado. Y si
la pregunta sigue siendo presencialidad o distancia, estamos siendo obtusos e
irresponsables. Debemos prepararnos para distintas circunstancias,
contemplar un abanico de posibilidades amplio y poner en la balanza
momentos y lugares para tomar las mejores decisiones, tanto educativas como
sanitarias.
Vivimos una cotidianidad marcada por la inestabilidad y los desafíos
complejos. En pandemia pero también antes y seguramente después. Frente a un
contexto cada vez más incierto y desafiante, el sistema educativo hacía lo
imposible para mantener su estructura, para afirmarse en su propia trinchera,
corriéndose milimétricamente. Y 2020 pasó factura.
Desde Enseñá por Argentina trabajamos junto a las comunidades educativas
sobre el concepto de mundo VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo.
Desde ese lugar, reimaginamos nuestra práctica como docentes y directores,
nuestro acompañamiento como familia, y nuestro rol como estudiantes. El
paradigma es otro, tenemos que prepararnos y ejercitarnos para habitarlo.
Desde Enseñá por Argentina trabajamos
junto a las comunidades educativas sobre el concepto de mundo VICA: Volátil,
Incierto, Complejo y Ambiguo
El mundo VICA (hace rato) llegó para quedarse. Y solo si comprendemos
las dificultades que supone podremos responder de manera acorde: haciendo
preguntas sin prejuicios, escuchando distintas posturas, balanceando
alternativas y contemplando soluciones creativas por fuera del fanatismo
reduccionista. Por eso, proponemos construir desde una visión con
propósito, desde la escucha con comprensión, desde las acciones claras, y
desde la flexibilidad y posibilidad de adaptarnos a los cambios. Proponemos convertir
las tribunas en puentes y las posiciones enfrentadas en cooperación
innovadora. La alternativa ya la conocemos: una sociedad cada vez más
fragmentada y menos tolerante, estudiantes que no pueden estudiar y partidos
que se juegan sin público visitante.
Fuente
https://agendaeducativa.org/presencial-versus-distancia-una-falsa-encrucijad/
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