lunes, 13 de abril de 2020

La educación y el rol docente en época de coronavirus


El debate sobre el aislamiento social preventivo masivo recorre el mundo. En relación a la educación no hay mucho debate “alternativo”. Las políticas públicas oficiales que pregonan el aislamiento como única medida viable, junto al miedo y el desconocimiento, hicieron de los sistemas educativos focos de atención y se suspendieron masiva, y abruptamente, de toda la actividad en casi la totalidad de los países del planeta.


Publicó la UNESCO un informe que asegura que “casi el 80% de la población estudiantil mundial no está asistiendo a la escuela debido al COVID19”. Son 1.370 millones de estudiantes sin asistencia a las escuelas en todo el mundo, de 138 países, que como China, Italia, España Corea del Sur y Argentina han resuelto el aislamiento social preventivo . En todo el mundo las sociedades valoran el trabajo docente on line pero nos preguntamos ¿cuál es su alcance? ¿es posible que llegue a todos? ¿existe una brecha digital? A su vez los gobiernos están calculando cuánto pierden los capitalistas con la suspensión de clases. Alcances y contradicciones de la pedagogía en tiempos de Coronavirus.

En una nota en el diario The Economist, evaluaron que “Los datos sobre si los cierres de escuelas frenará a covid-19 son limitados. Los niños pueden no ser las "principales vías de transmisión", dice Michael Head, quien estudia la salud global en la Universidad de Southampton. Y los costos económicos, sociales y educativos son pesados. El 12 de marzo, Bill de Blasio, el alcalde de Nueva York, dijo que había "muchas, muchas razones" para no cerrar las 1.800 escuelas de la ciudad (aunque el 16 de marzo lo hizo, cerrando el sistema escolar más grande de Estados Unidos durante al menos cuatro semanas)”. En la historia, cuesta encontrar otros casos así.

Otro ejemplo es Cuba, donde se desplegaron medidas higiénicas en los centros escolares, como el lavado de las manos y la limpieza general del centro, sobre todo en las cocinas y comedores, pero que son acciones que resultan necesarias en cualquier etapa.Y, sobre todo, se realizaron testeos diarios de fiebre en círculos infantiles y escuelas primarias con el objetivo de que los niños que presenten síntomas no sea riesgo para los demás y son enviados a sus centros de salud correspondientes. Hasta el momento, en base a esta política en Cuba las escuelas no se pararon, con un trabajo conjunto entre salud y educación. Las universidades también continuaron con sus habituales clases y se sumaron a los planes de prevención y actuación.

Pero el avance del contagio a nivel mundial, en relación a la cuestión educativa, abre preguntas como ¿quiénes cuidan a los hijos de las trabajadoras y trabajadores de la industria y servicios esenciales como salud, servicios y transporte? ¿con quiénes pueden dejar a sus hijos las mujeres que trabajan cuidando a otras personas?, entre otras. Es que afectar el funcionamiento de las escuelas genera un “desorden” que hay que planificar y atender.

En todas partes del mundo las preguntas son similares, y entre otras definiciones y funciones, las escuelas cumplen un rol en el “cuidado de niños” a cargo de las y los trabajadores de la educación, para que las familias puedan ir a trabajar y ahorrar “este gasto” a los capitalistas, a favor de sus ganancias. Que el costo de suspender las clases tenga una relación directa con el PBI, habla de la necesidad del capitalismo y los gobiernos de mantener a los niños, de sostener el sistema educativo aún en su mínima expresión, mientras sus madres y padres son explotados en los trabajos.

Dos caras de la misma moneda
Esta función “cuidadora” se combina con esa realidad de que las escuelas públicas se convierten cada vez más en campos de entrenamiento empresarial financiados por el Estado. Lo vemos en pasantías y otras actividades que preparan para “el mundo del trabajo”, Las escuelas públicas son también espacios donde la fuerza de trabajo (del futuro trabajador) se reproduce socialmente e ideológicamente. Como en el caso de la salud pública, en la educación, el Estado desembolsa algunos fondos para la reproducción social de la fuerza de trabajo.

Lo podemos ver desde los curriculum y los estándares educativos, hasta los métodos, que se enfocan cada vez más en preparar a los niños para las demandas del mundo laboral, y menos en su desarrollo cognitivo integral y sus necesidades inmediatas. En EEUU, por ejemplo, los CEOS tecnológicos como Bill Gates y Mark Zuckerberg de facebook han defendido que se enseñe programación desde edades muy tempranas, pese a que las más prestigiosas escuelas privadas en el Silicon Valley no permiten computadoras en las aulas. También, la renombrada educación emocional y sus propuestas de “entrenamiento” y mordazas sobre sensaciones llamadas “negativas” y todo tipo de estrategias adaptativas y de regulación emocional están muy en boga. Como venimos expresando en numerosas notas en este Diario, hay una agenda impuesta por las empresas acorde a sus necesidades qué es el de las llamadas neurociencias y a lo que se están aggiornando programas y propuestas pedagógicas en todo el mundo.

Educación 2.0 ¿una brecha digital?
Pero frente a la crisis abierta por la Pandemia los programas impuestos, las directivas y las propuestas que se vienen imponiendo, podemos decir que de alguna manera se dislocaron. Y frente a la imposibilidad de la educación presencial, cara a cara, fueron los docentes de todo el mundo quienes tomaron rápidamente cartas en el asunto, y con los mismos desafíos, aunque no las mismas posibilidades,a lo largo y ancho de todo el mundo tuvieron que, creativa y solidariamente, poner en pie formas distintas de educar.

La educación argentina, que en sus diversos sistemas provinciales y hasta municipales, contiene 12,5 millones de niños, niñas y jóvenes, y 1,2 millones de docentes, pasó en 4 días de ser presencial a distancia (virtual o no, según los contextos y posibilidades), por la crisis del coronavirus. Una capacidad enorme de mutación de un sistema a otro, que si fuera realmente para todos y con presupuesto e insumos, tendría una fuerza creativa entusiasmante. Como contrapartida, se fueron vislumbrando muchas cuestiones como las debilidades materiales de la enseñanza on líne. El limite elemental es que muchos de nuestros alumnos no tienen ni la más mínima posibilidad de acceder a una computadora o celular de calidad y sobre todo a internet. Mientras los docentes están dentro de esta carrera frenética por no dejar solos a millones de alumnos, muchas empresas, proyectos y fundaciones que publicitan plataformas educativas capitalistas ven una jugosa oportunidad en medio de la crisis y asoman sus garras. Ni hablar de las aplicaciones sugeridas para aulas virtuales que son negocio de Google como HangOut, Google Classroom o Meet-up, Edmodo. Google, Microsoft, Snappet, BlinkLearning, YouTube, WhatsApp y un sinfín más de empresas buscan hace rato hacerse de las aulas y, como en toda crisis, siempre hay quien ve una oportunidad para los negocios..

En el mundo, los recursos en línea son cada vez más populares, y con esta pandemia se pusieron en juego. Pero pocos países cuentan con una infraestructura digital desarrollada para todos los estudiantes. Como muestra, solo en Estados Unidos, 7 millones de niños en edad escolar no pueden acceder a Internet en casa. En Argentina, las empresas privatizadas como Telefónica recién este martes 24 de Marzo accedieron a no cortar el servicio por falta de pago, aunque igual bajarán cantidad megas y velocidad. Difícil hacerse de una clase virtual si a veces no llega ni un, ya caduco, 3G o no se cuenta con una impresora elemental.

En Argentina se viene usando educación a distancia sobre todo en estudios superiores. Pero no es generalizado. En la educación Inicial, Primaria y Secundaria es un anhelo, aún contar con algo de conectividad. El problema presupuestario es un límite concreto. En la educación argentina, por herencia de las leyes de la última dictadura militar, las escuelas están a cargo de las provincias y no del estado nacional. Por eso, al mismo tiempo que el ministerio de Educación de la Nación desarrolló una plataforma digital, las gobernaciones fueron definiendo de qué manera van a implementar, en cada distrito, la enseñanza a distancia. 24 sistemas educativos que de un día para el otro tuvieron que aggiornarse, presentando una desigualdad muy grande entre distritos, donde, claramente las posibilidades no son iguales por zonas. Las zonas rurales no cuentan ni con contenidos pedagógicos a través de radios, que podrían llegar a la población, y que el Estado podría implementar solo con voluntad política.

Según la revista Jacobin, en EEUU, los esfuerzos de los maestros de Cambridge para asegurarse de que sus estudiantes más marginados no se queden con hambre o desconectados no son sorpresa. Los estudiantes fueron enviados a casa con paquetes de tareas, libros de la biblioteca, instrumentos musicales y un Google Chromebook para conectarse virtualmente con sus maestros durante el receso inesperado. Pero en Cambridge, como en tantas otras ciudades y pueblos de todo EEUU, no todos los estudiantes tienen acceso a Internet de banda ancha en sus hogares.

Acceso y calidad: una cuestión de clase
La clase dirigente en Argentina, desde los orígenes de la formación del Estado, ha proyectado un sistema educativo acorde a sus propios objetivos. La educación nunca estuvo ajena a los intereses de clase, a pesar de su apariencia de neutralidad y universalidad. A cada “proyecto de país”, a cada esquema de acumulación capitalista, le correspondió un determinado proyecto para “adecuar” la educación a los intereses de la burguesía nacional y extranjera. Hoy responde a nivel internacional y nacional, a las necesidades del capital de precarizar aún más la mano de obra, con millones de jóvenes entrando a trabajar al “capitalismo de plataforma” como lo es Rappy, O´Globo, Pedidos Ya y Ubber, entre otros. Y en Argentina y América Latina esto se profundiza con la injerencia del imperialismo de la mano del FMI que tiene planes de saqueo en la región.

Sin embargo, un pilar ideológico que impuso la burguesía en la estructuración de la educación, es que este está basado en una supuesta igualdad. Y allí radica la expectitiva y esperanza de millones. Esto explica la sensación de masas que “estaba todo bien hasta que vino la pandemia”. Sabemos bien que esta es una ilusión y que las condiciones materiales de existencia hacen a la diferencia a la hora de la trayectoria escolar. Pero lejos de la resignación históricamente los trabajadores de la educación de todo el país hacen esfuerzos denodados en contextos diversos, pero de expresa miseria y pobreza.

Quedaría entonces por preguntarnos, al calor de la enorme fuerza y reconocimiento que mostraron los profesores a lo largo y ancho del mundo ¿cómo podemos controlar cada vez más la información que envían y detentan las escuelas y los ministerios de educación? ¿cómo realmente se puede poner en pie una alianza indisoluble con las familias trabajadores que concurren? ¿funcionan los grupos de Whatsapp (u otras redes de comunicación) con la familias para la transmisión de la información y la consulta sobre las necesidades de estas familias? ¿Es posible pelear por la democratización total de las instituciones educativas, con funcionamientos por asambleas, cargos revocables, proyectos votados de abajo para arriba, junto a la comunidad? ¿Es válido preguntarle a los estudiantes que quieren estudiar y cuál es el mejor modo?

Pensemos por ejemplo, lo que sería si pudiéramos imponer a los gobiernos que garanticen que ninguna familia esté sin internet y sin comunicación, con la rehabilitación de todas las líneas incomunicadas o dadas de baja por falta de pago, y postergación de los vencimientos de las facturas. Redes de wi fi gratuito o módem inalámbricos donde no haya zona wi fi. Equipos y servicio de Telefonía fija y/o móvil gratuita a cargo de las empresas de telecomunicaciones. Entre otras medidas que se pueden tomar para empezar a pensar esto de la “igualdad”.

Las y los trabajadores a la cabeza
La predisposición y la organización docente (donde muchos van aprendiendo desde cómo transmitir la enseñanza en forma on line, subir materiales a una plataforma, enviar archivos y otros procedimientos) pareciera ser que a pesar de todo funcionar de alguna manera. Pero es difícil hoy hacer un balance global del impacto.

La educación pública, que viene de un proceso de degradación integral de sus aspectos estructurales, financieros, pedagógicos y las condiciones mismas laborales y de vida de docentes y estudiantes afrontó el desafío ante esta nueva crisis con basta experiencia en garantizar que la educación siga andando a pesar de la realidad material .

Lo que deja a la vista, en Argentina y en todo el mundo, el rol clave de millones de trabajadores y trabajadoras de la educación, en sus diferentes niveles, ligados íntimamente a todas las comunidades y sus realidades. El conocimiento profundo de la realidad que viven las familias que concurren a la escuela y sus vínculos estrechos, hablan de un potencial enorme. A esto se le suma la extensión territorial sabiendo que hay escuelas en cada barrio de todas las Ciudades, como en las zonas periféricas o rurales.

Las familias de la escuela
En Estados Unidos, son alrededor de 26 millones de niños en escuelas, aproximadamente la mitad de todos los estudiantes, que reciben almuerzos gratuitos o de precio reducido. Lo que acá serían las viandas o comedores escolares. Y tan solo en la ciudad de Nueva York, 22,000 niños duermen en refugios municipales. En España están en riesgo de pobreza 12,3 millones de personas, el 26,1 % de la población. Y podríamos seguir con los ejemplos que en números son más abrumadores para Latinoamérica. Debería ser una discusión mundial la situación de indefensión de la niñez. En Argentina, ya se habla de que a la salida de esta crisis (aún impredecible en su extensión y profundidad), la pobreza puede aumentar entre un 3 y 5%. Es decir que los chicos de las escuelas públicas, cuando tengan que volver, estarán peor que antes.

Sabemos que la cuarentena no es para todos igual. En 2017 se hizo el último censo de personas en situación de calle para la Ciudad de Buenos Aires, por poner un ejemplo. Lo realizaron el Ministerio Público de la Defensa y la Defensoría del Pueblo. Contaron 7000 personas en esa condición, 4400 durmiendo en la calle y 1500 en paradores. La mayoría no tenía trabajo fijo ni planes sociales, sobrevivía con changas. Los fríos números, no terminan ahí. Más de un millón de personas tienen “necesidades habitacionales”. Viven hacinados en villas, asentamientos u hoteles precarios. Según la Defensoría del Pueblo, el 70 % de las familias inquilinas de la Ciudad de Buenos Aires queda por debajo de la línea de pobreza después de cubrir los gastos de vivienda.

Sumando a estas problemáticas, hay que agregar el pésimo servicio de alimentación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que está siendo cuestionado, las miles de vacantes que faltan en la escuela pública, los precarios Centros de Primera Infancia y los otros tantos, que se han quedado sin su derecho a la educación, por no poder costear una escuela privada. Y esto se repite en todo el país, con ejemplos terribles como el de la niñez wichi en Salta, donde continúan las muertes en medio de la Pandemia o las soluciones miserables como la de Suárez en Mendoza entregando bolsones de comida que son una verdadera falta de respeto a las familias trabajadoras y de los barrios populares.

Por el otro lado el rol de las organizaciones sindicales, que de ponerse al frente de estas contiendas que exceden ampliamente el reclamo salarial o corporativo, podrían ser una palanca poderosa que mueva una enorme maquinaria de trabajadores junto a las familias, que abarca casi al conjunto de la población. En Argentina, la CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación) es uno de los sindicatos nacionales realmente existentes que organiza centenares de miles de profesores en todo el país. Estos poderosos sindicatos, en alianza con las organizaciones sociales que trabajan en los barrios y los centros de estudiantes, podrían reorganizar rápidamente la sociedad bajo otros parámetros y con medidas de seguridad e higiene que hoy no existen más que por la voluntad y acción de la clase trabajadora en la mayoría de los casos. En diversas seccionales y sindicatos docentes, dirigidos por las oposiciones antiburocráticas, se viene denunciando la falta de comida en cantidad y calidad y material de higiene, y las y los docentes se organizan para el reparto de los materiales a medidas que siguen exigiendo a los gobiernos, que alimenten a la población. Pero lo hacen a pesar de las direcciones sindicales en la mayoría de los casos.

Elementos de los bolsones de comida repartidos en las escuelas por el Gobierno de Mendoza
Pero hablando de educación, esto no es todo

Los y las docentes tienen una enorme tarea, que es la de aportar en el proceso de educación misma y a la vez en la construcción de una realidad distinta, que permita otra educación. El “éxito” de Cuba, en donde la salud y la educación tienen una importancia decisiva, es producto de una conquista del proceso revolucionario que aún perdura, a pesar del régimen político y hacia dónde va el regimen. Allí hizo falta una revolución que expropió a los expropiadores. De esa base pudo desarrollar un revolución en ámbitos como la educación y la salud.

Como socialistas sabemos que el que un verdadero acceso a la cultura, la educación, las artes, etc, no vendrán de la mano de la burguesía, ni en tiempos de relativa estabilidad, menos aún en una crisis de semejante envergadura. Somos las y los trabajadores de la educación, estudiantes y familias las que sin descanso peleamos por el derecho a la educación gratuita, pública, científica, laica. Y esto lo pensamos no solo en lo puramente escolar, sino como parte de una vida más plena.
Por eso tenemos que apropiarnos de los contenidos, de los métodos, de las formas de transmitir, de la organización misma de las escuelas, dando pelea todos los días para que la educación esté al alcance de todos. El Estado se tiene que hacer cargo de su parte, porque hablan de igualdad de oportunidades y derecho a la educación, pero sabemos que se queda en el discurso. Hace falta más financiamiento y garantía de acceso real para todos de todo.

Nosotros como trabajadorxs de la educación seguiremos ensayando distintas formas de hacer a favor de las mayorías y preparando una verdadera transformación social. Este ensayo en medio de la pandemia, de preparación de una educación a distancia, pero para todos, también nos da nos da una rica experiencia. Cada experiencia en términos pedagógicos, de organización y solidaridad que se desplieguen en este momento, son material vital para (re) pensar a las escuelas y las y los trabajadores de la educación, en organización común con la comunidad, a la ofensiva para poder idear la re organización de la sociedad bajo otros valores no capitalistas.


Por
Virginia Pescarmona
Fuente
http://www.laizquierdadiario.com/La-educacion-y-el-rol-docente-en-epoca-de-coronavirus

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