¿A qué se llama “nativos
digitales”? ¿Quiénes son los “Inmigrantes digitales”? ¿Es la población tan
homogénea, que permite la existencia de esas categorías? ¿Cuál es el lugar de
la escuela, según esas caracterizaciones? En todo caso ¿No debería pensar la
escuela, sin esos prejuicios?
Existe un número importante de rótulos y etiquetas que en
los últimos tiempos han intentando dar cuenta de la particular relación de los
jóvenes con las nuevas tecnologías. La categoría de “nativos digitales” fue
utilizada por primera vez por Marc Prensky, un experto norteamericano
interesado en los vínculos entre educación y nuevas tecnologías. En nuestro
país fue Alejandro Piscitelli quien la hizo conocida, al punto que muchos le atribuyen
a éste su creación.
Prensky parte de una diferenciación generacional que da
origen a la categoría que opone nativos digitales a inmigrantes digitales. El
primer conjunto se haya integrado por individuos que han nacido y se han
socializado en el mundo globalizado de las nuevas tecnologías. Según Prensky,
este colectivo de jóvenes ha transformado de manera radical nuestro sistema
educativo moderno tradicional en cuanto su utilización de las nuevas
tecnologías ha producido modificaciones en los “patrones de pensamiento”. El
autor sostiene que este grupo de jóvenes comparte ciertos intereses y
comportamientos que los identifica como tal y señala las siguientes
características descriptivas:
- Reciben información de un modo muy rápido.
- Realizan procesos en paralelo por lo cual pueden realizar múltiples tareas al mismo tiempo.
- Prefieren los gráficos antes que el texto escrito.
- Prefieren los procesos aleatorios (propios de la hipertextualidad).
- Funcionan mejor en red.
- Prefieren los juegos al trabajo “serio”.
Prensky ha preferido utilizar la categoría de nativos
digitales para describir a los jóvenes como “hablantes nativos del lenguaje
digital de las computadoras, los videojuegos e Internet”. Los inmigrantes
digitales en cambio, tienen relación con las nuevas tecnologías pero conservan
su “acento de origen”. Esta oposición resulta indispensable según el autor,
para pensar en las relación docente/alumno en el contexto escolar actual; al
respecto en una publicación reciente propone trabajar en las aulas a partir de
una pedagogía de la “coasociación”, donde usar la tecnología sería tarea de los
alumnos y los profesores no deberían aprender a utilizarla. Parte de la
afirmación de que los adolescentes al salir de la escuela trabajan duro
aprendiendo y adquiriendo un conocimiento informal (internet, You Tube, video
juegos, móviles, telefonía celular) que los convierte en expertos durante el
proceso; sostiene además que “cuando
aprenden algo fuera de la escuela lo pueden aplicar de manera inmediata a una
situación real.” (Prensky).
Siguiendo con las metáforas del autor, podríamos
caracterizar esta relación como un vínculo intercultural en el que se cruzan
los saberes y prácticas culturales de agentes situados en temporalidades
diferentes.
El énfasis en la diferencia que imponen estas categorías se
sitúa en la variable generacional. De allí surge al mismo tiempo la idea tan
extendida de brecha digital entendida ésta como una oposición entre aquéllos
que poseen un saber con respecto al uso de las nuevas tecnologías y aquellos
que no. Al igual que en muchas de las conceptualizaciones actuales, nativos
digitales parte de una suerte de cronocentrismo que supone por un lado, la
existencia de una época signada por la singularidad de la novedad que
impondrían las nuevas tecnologías y, por otro, por un fuerte protagonismo del
colectivo juvenil en el escenario mediático.
Luego de reflexionar sobre la propia experiencia creemos que
la categoría de nativos digitales constituye una idealización que termina
cayendo en una homogeneización que olvida no sólo las distinciones de clase y
el problema de la desigualdad en el acceso a las nuevas tecnologías por parte
de los jóvenes sino también las diferencias que provienen de las diversas
motivaciones, los contextos y las valoraciones que realizan los que sí tienen
acceso a las mismas sean o no jóvenes.
Como se desprende del análisis de caso realizado, las
valoraciones y los usos de las nuevas tecnologías son cruzados: No todos los
adultos perciben negativamente a la tecnología y carecen de saberes para su
utilización ni todos los jóvenes son sus usuarios natos, como tampoco son
capaces de hacer transposiciones de lo aprendido “fuera de la escuela” a la
tarea allí propuesta, ni tienen una mirada positiva sobre ella.
Esta idea que coloca a los jóvenes como expresión de una
cultura mediática o tecnológica ha funcionado como fundamento de muchos de los
proyectos entusiastas de inclusión de las nuevas tecnologías en el aula. Ahora
bien, ¿cuál es el lugar que se le adjudica a la escuela y al docente desde
estas conceptualizaciones? En primer lugar, el docente es situado en la
comunidad de los inmigrantes digitales y, como tal, su función se limita a
hacer explícito y convertir en “práctica escolarizada” los saberes que los
niños y jóvenes ya poseen. “En otras
palabras, la noción de nativos digitales suele colocar en los jóvenes la
iniciativa, el dinamismo y también la responsabilidad por las dinámicas que
generan los nuevos medios, y suele exculpar y poner a un costado lo que pueden
hacer los adultos para promover usos más ricos, más relevantes y más
desafiantes de esas tecnologías”. (Buckingham).
En esta visión, la escuela reduce sus intervenciones a la
educación sobre los riesgos de las nuevas tecnologías y los usos adecuados de
las mismas.
Extraído de
¿Nativos digitales?:
Una reflexión acerca de las representaciones docentes de los
jóvenes-alumnos como usuarios expertos de las nuevas tecnologías.
Análisis de una experiencia de inclusión de las TIC en la
escuela.
Autoras
María Luisa Bossolasco
UNT Virtual - Universidad Nacional de Tucumán
Paula Storni
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad Nacional de
Tucumán
En
RED. Revista de Educación a Distancia. Número 30
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