¿A qué llamamos
“Inteligencia”? ¿Se relaciona sólo con lo racional? En el ámbito educativo
existe cada vez más preocupación por el desarrollo emocional, y la aceptación
de las inteligencias múltiples es un hecho, por lo que cabe preguntarnos ¿En
qué consiste la
“Inteligencia emocional”?
Hace poco más de veinte años que se habla de inteligencia
emocional, término que introdujeron Peter Salovey y John Mayer en su artículo
Emocional Inteligence en 1990, y que en su momento pasó desapercibido por la
sociedad hasta que el psicólogo norteamericano David Goleman publicó, unos años
más tarde, en 1995, un libro con el mismo título, Inteligencia Emocional. Éste
fue un gran éxito internacional y marcó un punto de inflexión en la forma de
concebir las emociones, dándoles un mayor valor.
¿Y porqué hasta finales de los noventa no se habló de
inteligencia emocional en el ámbito educativo? Porque tradicionalmente, la educación
formal se ha focalizado en el desarrollo cognitivo, intelectual y racional,
donde la importancia educativa se ha centrado en la adquisición de
conocimientos teóricos de carácter acumulativo, y en menor medida en la enseñanza
de capacidades relacionadas con el desarrollo de destrezas y habilidades de
tipo procedimental, es decir, la educación ha entendido que aquello susceptible
de ser enseñado y aprendido tenía que ver con las capacidades intelectuales, aquellas
que eran medibles a partir de los test de inteligencia, entendida la
inteligencia como una única y inamovible.
Esta concepción de la inteligencia única ha ido
evolucionando en las últimas décadas. En la actualidad, se contempla como fin
último de la educación el promover el desarrollo integral de las personas, y
eso incluye tanto las capacidades cognitivas como las físicas, afectivas,
sociales y emocionales. Todavía, sin embargo, no se acaba de dar la misma
importancia a cada una de estas dimensiones, primando unas por encima de otras,
cuando en realidad, es en la complementariedad de todas ellas que se consigue
el pleno desarrollo de la personalidad del individuo.
Así, se exponen a continuación, los diferentes modelos
teóricos que tienen la inteligencia emocional como principal paradigma, así
como la evolución de dicha conceptualización, la de la inteligencia emocional,
hacia un ámbito educativo, donde desde la intencionalidad pedagógica se
pretende el desarrollo de las competencias emocionales dadas en los contextos
familiar y escolar.
Modelo de Salovey y
Mayer:
La inteligencia emocional es un concepto que hasta la década
de los noventa no empezó a concebirse como tal, ya que la emoción era
considerada como algo separado de la inteligencia cognitiva y no eran conceptos
que se hubieran asociado hasta entonces, fue introducido por los psicólogos
norteamericanos Peter Salovey y John Mayer en 1990, que definieron la
Inteligencia emocional como “la habilidad
de manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar
estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones”.
Estos autores han ido redefiniendo y ajustando el concepto
en sucesivas aportaciones, una de las que se toman como referencia es la
siguiente, de 1997:
La inteligencia
emocional incluye la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con
exactitud; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento,
la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional, y la
habilidad para regular las emociones promoviendo un crecimiento emocional e intelectual.
Su modelo se estructura en cuatro bloques:
1) Percepción
emocional: La percepción emocional se refiere a la capacidad o habilidad de
identificar, reconocer y expresar, tanto las propias emociones y sentimientos
como las de las demás personas que nos rodean. Ésta habilidad implica saber descifrar
los signos fisiológicos que acompañan a los estados emocionales, propios y
ajenos, así como, saber discernir adecuadamente el grado de sinceridad en la
expresión de las emociones ajenas.
2) Facilitación emocional
del pensamiento: Se refiere a la influencia que las emociones ejercen en
nuestros pensamientos y a la hora de razonar, también así en la toma de
decisiones. Así, en función del estado emocional de uno, se modula la forma de
concebir un problema, de relativizarlo y en consecuencia, en la forma de tomar
las decisiones al respecto, acorde con ese estado de ánimo.
De esta manera, se entiende que nuestras emociones pueden
influir de forma positiva en la forma de pensar, incluso mejorando el
pensamiento divergente y creativo.
3) Comprensión emocional:
Se refiere a la capacidad y habilidad de analizar y comprender los matices de
los diferentes signos que se dan en las emociones, ponerles nombre y clasificarlas,
conociendo qué combinaciones emocionales implican determinados estados de ánimo
y generan unos sentimientos concretos; A la vez, saber cómo evolucionan estos
estados de ánimo, pasando de unos sentimientos a otros, además de reconocer la
vivencia de sentimientos contradictorios de forma simultánea.
4) Regulación
emocional: Se refiere a la habilidad de gestionar las propias emociones así
como de ser capaz de regular las ajenas. También implica la capacidad de
aceptar la vivencia de los diferentes estados emocionales, sean de carácter
positivo como negativo, así como saber profundizar en la reflexión acerca de
dichas emociones para poder extraer la información más relevante que permita
darle un uso práctico y adecuado.
Estos autores conciben las emociones desde una perspectiva
funcional, ya que éstas facilitan y permiten la adaptación al entorno físico y
social, además de conceptualizar la inteligencia emocional como un conjunto de
habilidades, capacidades y competencias que se hallan conectadas al pensamiento
racional y a la conducta.
Modelo de Daniel
Goleman:
El punto de vista de Goleman probablemente sea el que se
haya difundido más. Goleman recogió lo que Salovey y Mayer postularon en 1990,
y a partir de éstas aportaciones, expuso propio modelo, considerando la
inteligencia emocional como un constructo de habilidades que implican:
1) Conocer las
propias emociones: Se refiere a la propia conciencia de las emociones que
uno siente, siendo capaz de identificar un sentimiento o emoción en el momento
en el que uno lo está viviendo.
2) Manejar las
emociones: Se refiere a la capacidad y la habilidad para saber gestionar los
propios sentimientos y emociones, una vez identificados, saber expresarlos de
la forma más adecuada y concreta posible. Se basa en la capacidad de ser
consciente de las emociones de uno mismo.
3) Motivarse a sí mismo:
Ser capaz de dirigir las emociones sentidas, hacia una motivación positiva, enfocada
a conseguir determinados objetivos que la persona se proponga, siendo capaz de
auto motivarse para lograr dichas metas.
4) Reconocer las
emociones de los demás: Ésta se refiere al concepto de empatía, y supone
conocer, ya no las propias emociones, sino saber reconocer e identificar, a
partir de los signos que los demás dejan entrever, aquello que los demás
necesitan o quisieran. La empatía es la base del altruismo.
5) Establecer
relaciones positivas con los demás: Saber relacionarse con los demás requiere
ser hábil con las propias emociones, así la competencia social, o inteligencia
interpersonal, requiere de la intrapersonal o propia. La persona que es capaz
de gestionar con efectividad sus propias emociones y a la vez las competencias
sociales, sabe establecer relaciones adecuadas y positivas con los demás.
Los postulados de Daniel Goleman suponen concebir la
inteligencia emocional como una capacidad, referida a las emociones y
sentimientos propios como a los de los demás, con lo que esto implica, ser
hábil socialmente. Así, estas competencias emocionales son susceptibles de ser
desarrolladas a partir de la educación emocional.
Extraído de
Universidad Internacional de La Rioja
Facultad de Educación
Las competencias emocionales
Familia y Escuela
Trabajo fin de grado presentado por: Ana Serra Jorro
Desarrollo intelectual que no se conecta con la realidad del ser, y es cierto que se lleva por un camino de teorías acumulativas, agregaría sin provecho, al igual que la utilización de palabras como: cognitivo, paradigma, físicas, emocionales, afectivas, un mar de verborragia intelectiva del ser, para demostrar un saber, que no se asocia con la realidad. Una vida plena va de la mano con un “No Mente”, lo cual no quiere decir no pensar, ya que la Inteligencia bien concebida viene de la mano con una mayor Concentración, y a mayor concentración, mayor inteligencia.
ResponderEliminarAhora puedo entender el por qué de una vida sin forma, donde los seres simplemente arremeten unos contra otros, como no hacerlo cuando al referirse a Inteligencia se manejan con expresiones encadenantes como lo son:
“Manejar los sentimientos y emociones”, “expresar emociones con exactitud”, “habilidad de analizar y comprender los matices de los diferentes signos que se dan en las emociones, ponerles nombre y clasificarlas”, “habilidad de gestionar las propias emociones así como de ser capaz de regular las ajenas”, “ser hábil socialmente”.
Un mar intelectual sin provecho y que encadena a las personas en lugar de liberarlas, para poder llegar a entenderse a si mismo es necesario fluir en armonía con el todo, y cómo hacerlo si se debe analizar, gestionar, regular las emociones propias y las ajenas, un trámite burocrático inexistentes en el plano emocional el cual es dirigido por un reflejo medular y no mental, si tengo hambre como, si tengo sed bebo agua, si tengo ganas de ir al baño voy, si me pongo analizar sobre la defecación tengo que ponerme pañales ya que llegaré tarde al baño. A MI TO FO