La realidad del abuso sexual infantil está oculta
Noemí Pereda es
profesora titular en la Universidad de Barcelona y participa del grupo de
investigación en Victimització Infantil i Adolescent (GReVIA). Lleva años
trabajando sobre la victimización de la infancia a través del abuso sexual.
Hablamos con ella de una realidad oculta que afecta a entre el 10 y el 20 % de
toda la infancia.
Hablar de violencia
contra la infancia es algo complicado. Cuando esta violencia es sexual, la
dificultad aumenta exponencialmente. Se mezclan cosas que nos resultan tabú:
sexo, infancia y familia. Una triada en la que es complicado entrar. Noemí
Pereda es una de esas personas que intenta desentrañar una realidad compleja
que suele pertenecer a un pasado más o menos lejanos.
En la actualidad está
realizando una investigación con chicas y chicos de 14 a 17 años, a gran
escala. La primera que se hace en España desde 1994.
¿Cuál es la realidad
de la violencia sexual hacia la infancia en España?
La violencia sexual es
un problema bastante más frecuente de lo que querríamos creer. Estamos hablando
de entre un 10 y un 20% de los niños y niñas. Naturalmente esto no equivale a
penetración o a violación, que serían los casos más graves y que son una
minoría. Pero sí se producen tocamientos de las partes íntimas, que es lo más
frecuente.
El Consejo de Europa incluso ha llevado a cabo una campaña, que se llama Uno de
Cada Cinco, donde se intenta alertar y sensibilizar a la población respecto a
algo que es, repito, más frecuente de lo que querríamos creer, y que es un tema
tabú. Y cuanto más tabú es más difíciles de detectar, más difícil es que los
niños lo identifiquen como algo que pueden explicar al adulto, con lo cual se
crea aquí un contexto muy favorable para que siga produciéndose.
¿Existen diferencias
en cómo es el abuso según la edad de la víctima, su género?
El autor que marca de
algún modo el contexto de la violencia contra la infancia y que crea una teoría
explicativa de los factores de riesgo específicos, de las consecuencias, es
David Finkelhor. En el año 2005 propone, la Teoría de la Victimología del
Desarrollo. En función de la edad se dan formas de victimización distintas, así
como en función del género. Y es importante tenerlas en cuenta para hacer una buena
prevención.
En función de la edad
nos encontramos, por ejemplo, que el victimario es distinto. Cuando los niños
son pequeños y dependen de su familia, el agresor estará muy vinculado a este
entorno cercano. Otra cosa es en la adolescencia, cuando entran, no
desconocidos sino conocidos que ya no son del núcleo familiar cerrado.
Hablaríamos de un entrenador, de un profesor, del novio de una amiga…
Son figuras distintas
en función de la edad, así como las formas de victimización. Por ejemplo, el
abuso sexual es más frecuente que se dé en edades prepúberes, es decir, siete,
ocho, nueve años.
Ahora bien, siempre la
perspectiva tiene que ser interseccional. ¿Por qué? Porque interactúa con el
género también. Es decir, en niñas es en edades prepúberes, pero nos encontramos
que en niños el abuso sexual suele darse en lo que se denomina efebofilia, no
pedofilia. Son niños que ya están desarrollándose y que entran en la
adolescencia. En niños nos hemos encontrado, sobre todo en el entorno
eclesiástico, que eran más adolescentes, más que niños pequeños, las víctimas
de este tipo de abuso en este contexto determinado.
Tienes que tener muy
en cuenta estos contextos de riesgo en función de edad y género, sobre todo que
son dos variables muy importantes.
¿Por qué hay esas diferencias
en cuanto a las edades?
Generalmente el
abusador busca niños que empiezan a desarrollarse, o niñas, me da igual;
empiezan a desarrollarse sexualmente, pero aún tienen las características y los
rasgos de la infancia. Esto sería lo característico. Por esto, no son niños muy
pequeños, generalmente, tampoco adolescentes mayores, sino que estamos hablando
de esta prepubertad. Este inicio de una mayor autonomía, ya no hablan tanto con
los padres, tienen 9, 10 años…
No se conocen bien tampoco los motivos, pero sí que está este plus de aún es un
niño, aún es alguien que puedo manipular, estoy en una posición de poder, pero
ya empieza a tener una cierta inquietud, un cierto interés por el tema
afectivo-sexual, etc. Este grupo de edad sería en el que se iniciarían los
abusos en la mayoría de casos.
Pero no sabemos qué
ocurre antes del preescolar. Hasta los 6 años va a ser muy difícil que, si se
ha producido una situación de este tipo y ha parado en esas edades, el niño
luego la recuerde bien, con lo cual los datos pueden estar sesgados. Hay
autores que dicen “cuidado con los preescolares, que no sabemos qué ocurre
ahí”. Dependemos de lo que diga la víctima, solo tenemos eso, porque no hay un
testigo, no hay señales claras. Es una experiencia, y como experiencia cada
niño o niña la vive de forma distinta, puede recordarla o no, puede tener unos
síntomas de malestar o no tenerlos. No es nada sencillo de detectar si no es a
partir de lo que diga el propio niño.
La realidad del abuso
sexual en los niveles sociales más altos queda muy oculta, está muy marcada por
este silencio
Por aclarar, ¿Hay
diferencias en cuanto a clase social?
No. Se da en todas;
hablamos de abuso de poder y sexo, ¿de acuerdo? Se da en todos los contextos
sociales. Ahora bien, el número de denuncias sí relaciona con niveles sociales
más bajos, porque es más sencillo para el profesional encontrarse con una
familia que puede que ya esté en contacto con servicios sociales. Es más fácil
que empezar una denuncia de una familia de la que no tenemos nada. Suele
correlacionar. Pero la notificación no es la realidad del abuso sexual. Nunca.
La realidad del abuso
sexual en los niveles sociales más altos queda muy oculta, está muy marcada por
este silencio, porque ni tan siquiera los profesionales tenemos acceso a estas
familias. Con lo cual hay que siempre relativizar esto porque, si no, acabamos
creyendo que las denuncias son la realidad del abuso sexual. Y, en España se
denuncian menos de un 10 % de los casos que hay. Es decir, nos queda un 90 % de
niños y niñas sin denuncia. Esto es un dato que se corrobora desde los años 90,
y nosotros lo corroboramos hace poco. Publicamos en el 2016 un artículo en el
que veíamos cuántos casos se habían denunciado entre quienes nos decían que
habían sido víctimas de abuso y nuevamente eran menos de un 10%. Las denuncias
nunca son la realidad del abuso sexual, la realidad del abuso está oculta.
Esto que me dices de
que está oculta se refleja también mucho en el volumen de estudios a gran
escala sobre las violencias sexuales en la infancia. Está el del año 94…
Sí, el único estudio
que hay de alcance nacional, atendiendo a víctimas de abuso sexual de toda
España. Es de Félix López de la Universidad de Salamanca. Es un estudio
retrospectivo, es decir, preguntó a adultos sobre sus experiencias de abuso
sexual en la infancia. Con lo cual es un estudio que nos está dando datos de
los años 60-70, imagínate si es antiguo. Porque claro, son los adultos de los
90, del 94.
Luego se han hecho
estudios, en Cataluña, el País Vasco, Andalucía, sobre experiencias de abuso
sexual en estudiantes universitarios que muestran el mismo porcentaje, el 10 y
el 20%.
Ahora estamos haciendo
un estudio a nivel nacional que finalizará la recogida de datos en junio de
este año y que se presentará probablemente a principios del año que viene. Un
estudio sobre abuso sexual y otras formas de violencia en adolescentes de 14 a
17. Es decir, les preguntábamos por sus experiencias. Todos los datos que
tenemos hasta el momento van en la misma línea siempre, de 10-20%.
No estamos hablando,
como te decía, de un porcentaje bajo, sino que es un porcentaje importante de
la población. Es una prevalencia alta, pero no es más alta que en el resto de
países europeos. Los estudios que se han hecho en otros países de Europa
muestran el mismo porcentaje.
Lo que se demuestra
con estos estudios es que no se invierte en prevención a nivel nacional
Esta prevalencia a lo
largo del tiempo, y no solo aquí en España, no varía. ¿Cómo es posible?
Es muy difícil que un
problema social al que no se atiende y en el que no se invierten recursos de
prevención pueda modificarse. Lo que se demuestra con estos estudios a lo largo
de los años en España concretamente es que no se invierte en prevención a nivel
nacional; naturalmente siempre hay centros educativos, hay familias, pero
necesitamos algo estandarizado, aplicado a todo el país. Esto permitiría, se
presupone, rebajar estas cifras. Ahora bien, también es cierto que necesitamos
estudios que se hagan bien, anualmente como mínimo, para poder ver los cambios.
Comparar los datos de
Félix López con los de estudiantes universitarios de Euskadi, con los que vamos
a obtener de adolescentes se hace complicado porque, al final, son fotografías
estáticas de una realidad determinada.
Necesitamos que España
haga estos estudios de forma sistemática, igual que se hacen de otras formas de
violencia, como la de género para ver si hay cambios en función de programas de
prevención, de campañas de sensibilización que implementemos, etc.
El estudio de Félix del
94 estaba avalado por algún ministerio, si no recuerdo mal. Pero el vuestro lo
financia la Caixa con apoyo del Ministerio de Derechos Sociales…
Exacto, lo subvenciona
la Fundación La Caixa con apoyo oficial del Ministerio de Derechos Sociales.
Nos hubiera gustado que surgiera de la administración pública, sí, por una
cuestión básica que es que, al final, es un tema de salud pública, de educación
pero bueno. La verdad es que estamos contentos de, al menos, haber conseguido
una carta de apoyo de Derechos Sociales. Lo más importante para nosotros, de
todas maneras, es el apoyo de las entidades.
Buscamos el apoyo de
todas las entidades que trabajan en España con víctimas, en prevención de la
violencia, como FAPMI, Plataforma de Infancia, Save the Children, Unicef.
Tenemos apoyo de todas, más las pequeñas, Fundación Vicky Bernadette, ACIM,
ACASI. Tenemos realmente apoyo de todas. Esto nos da mucha fuerza, porque
queríamos que los datos no se queden en un cajón.
Se publica mucho en
España sobre este tema y hay un interés por parte de la investigación, pero
luego no se transforma en políticas públicas, no se transforma en cambios
basados en la evidencia. Queremos que haya cambios, por eso los datos se
facilitarán a las entidades sociales, así como al Ministerio, para que se hagan
cambios reales, para que se replanteen cuestiones o se vea hacia dónde tenemos
que orientar la prevención.
Quizá tenemos que
invertir más en temas de explotación, que es otro tema: la explotación sexual
está muy poco estudiada en nuestro país. Porque hasta hace poco lo vinculábamos
con trata y con estos niños que vienen de países en vías de desarrollo y ahora
vemos que lo tenemos aquí y que son niños y niñas que viven aquí y que están en
situaciones vulnerables donde hay un intercambio, como ellos dicen, de sexo por
objetos materiales, dinero, obsequios. Esto es una realidad.
Muchos de estos niños
y niñas no se identifican como víctimas, dicen que están haciendo un
intercambio. No hay ningún intercambio, es explotación
¿Podrías adelantarnos
algo del estudio?
Es pronto, pero hay
temas que me preocupan; uno es el de la explotación, por eso me sale. Creíamos
que era un problema muy vinculado a mafias, y está más vinculado con acciones a
través de Internet, de abusadores que conectan con niños y niña. No es el abuso
sexual más claro, sino que es “te doy algo a cambio de”, con lo que te estoy
corresponsabilizando. Y muchos de estos niños y niñas no se identifican como
víctimas, sino que te dicen que están haciendo un intercambio. Esta palabra es
perversa. No hay ningún intercambio, es explotación.
También es muy
preocupante el cambio que hemos visto desde los últimos estudios sobre la
violencia en las relaciones de pareja adolescente. Son relaciones muy
violentas. La teoría de género no explica totalmente este fenómeno, porque
nuevamente hablamos de menores de edad. Aquí no hay una dependencia económica
de estas chicas, por ejemplo, no hay hijos, no hay una propiedad, no pierden la
casa. Se trata de una interacción muy violenta entre ambos, basada
probablemente en modelos sociales, donde estamos usando la violencia de forma
continuada. No quiere decir que vayan a convertirse en agresores futuros, así
lo indica la evidencia, pero en algunos casos sí van a seguir en una relación
violenta durante mucho tiempo.
Probablemente el foco
de la prevención no ha sido del todo correcto por lo que estamos viendo. Habría
que enfocarlo más a relaciones sanas, interacciones de equidad entre
chico-chica pero también hacia la chica como posible victimaria en algunos
casos. Esto puede generar que el otro te responda con violencia, y las
consecuencias, eso sí que está demostrado, son más graves siempre, o casi
siempre, para la chica. El enfoque de culpabilización del varón como agresor ha
generado mucho rechazo en los adolescentes. Se trata de un tema muy complejo.
Me gustaría que las personas que trabajan en violencia en el entorno de la
pareja partieran de estos datos, para ver cómo podemos enfocar esto, porque es
bastante preocupante.
Es como lo de la
explotación, hemos hecho un enfoque atractivo del sugar daddy, el
planteamiento de la prostitución que lleva a muchas de estas mujeres a querer
ser sugar babies. Es explotación, pero socialmente creo que hay que
hacer una reflexión hacia dónde vamos y no podemos pedir a los chicos y chicas
cosas que como sociedad admitimos. Si blanqueas el pornografía, la
prostitución, la sexualización del adolescente, no puedes esperar que no haya
un problema como el que estamos viendo de explotación.
El 90% de los casos de
violencia sexual se dan en el entorno familiar
Te quería preguntar
por los ámbitos en los que se produce la violencia sexual, tenemos en la cabeza
a la iglesia por el trabajo del Defensor del Pueblo y también el ámbito escolar
y en el del deporte a lo mejor…
No, no, según nuestra
experiencia y según todos los estudios, es el entorno familiar en primer lugar;
de hecho se habla de que cerca del 90% de los casos de violencia sexual se dan
en el entorno familiar.
La figura del
coordinador de bienestar no es solo para prevenir que ocurra en la escuela,
sino para hacer una buena detección de lo que ocurre en las familias. Creo que
se está desvirtuando un poco, porque se dice que lo necesitamos para detectar
casos de bullying; no, no es solo para esto, el coordinador tiene
que detectar por qué este niño está aislado, por qué ha pegado un bajón en el
rendimiento, por qué no quiere volver a casa. Necesitamos también que sean
figuras externas, que detecten situaciones que se están produciendo en la
familia, si no, es imposible de detectar. Las escuelas deben ser entornos de
bienestar y protección, pero naturalmente no son el principal lugar en el que
se da violencia sexual, ni violencia en general contra la infancia, sino en el
entorno familiar.
Es verdad que en un segundo punto tenemos aquí a las personas que, sin ser
familiares, tienen una relación de vínculo y de confianza: puede ser un
maestro, un sacerdote, un entrenador. Pero esto siempre será en un segundo
término; el primer término es la familia, y es en ella donde hay que intervenir
y donde hay que empezar la prevención.
El hecho de que esta
violencia contra la infancia esté tan imbricada en el entorno familiar
dificulta mucho la prevención pero, ¿cómo y dónde crees que debería
desarrollarse la prevención?
La prevención tiene
que empezar desde la familia, es decir, tenemos que tener una comunicación
fluida con el niño o niña para que sienta que puede hablar de todo. Para que si
ocurre algo, pueda contárnoslo. Si no hay comunicación no va a ser posible la
detección. Necesitamos enseñarles la privacidad de sus partes íntimas, y esto
se enseña cuando lo bañas, cuando estás con él y le pones el pijama, es algo
muy natural.
Otras posibilidades
son los programas estandarizados que hay para trabajar la prevención en el
ámbito educativo, por ejemplo. Tenemos que integrar de alguna manera la
educación afectivo-sexual sana, porque siempre se habla del abuso sexual y, en
realidad, es una excepción y no lo podemos olvidar. Hay gente que quiere que
vayas a hacer una charla o un curso sobre el abuso sexual y lo que es el sexo
normal y sano, pero no podemos dirigir a los niños mediante la excepción. Hay
que hablar de la sexualidad y de la afectividad en un contexto positivo. A
partir de aquí, sí se puede explicar a los niños que hay situaciones a las cuales
pueden decir que no, que pueden comunicarlas; que si una persona no les hace
caso pueden buscar a otro adulto con el que tengan confianza. Pero partir
siempre de algo positivo, el cuerpo es tuyo, tienes derecho a protegerlo, y a
que nadie lo mire si no quieres, a que nadie te toque si no quieres. Siempre el
mensaje irá de lo más sencillo a lo complicando, como hacemos con otros temas.
Para los niños es
mucho más fácil de lo que parece; somos nosotros quienes tenemos nuestros
fantasmas
Existen muchísimos
materiales para trabajar desde infantil. Tenemos un cuento del Consejo de
Europa que se llama Kiko y la mano, que es gratuito, está colgado
en internet y básicamente parte de la idea de que las manos son para cuidar y
no para tocar las partes íntimas cuando no es necesario; es muy básico. Hay
otro cuento muy bonito que se llama Ni un besito a la fuerza, que
también está online y que viene a hablar de que los besos son
maravillosos, pero siempre que tú quieras, que tienes derecho a decir que no. Esto
sería como muy básico, para infantil. A partir de ahí vas complicando porque el
niño también va aprendiendo
Pero hay que tener en
cuenta siempre que el origen debe ser la familia y la familia es con quien
debemos de algún modo intentar crear esta prevención. Si la familia no lo hace,
tendremos esta segunda parte una vez el niño esté escolarizado, o deberíamos
tenerla, con programas ya más estructurados. No es tan difícil como parece
porque al final es enseñarle al niño a comunicar aquellas cosas que no le
gustan, que tiene derecho sobre su propio cuerpo y sobre su intimidad y que
nadie tiene derecho a violar esta barrera. No hablamos de consentimiento hasta
que es más mayor. No es difícil, lo que pasa es que un tabú, es sexo y el sexo
ya en sí mismo es un tabú; imagínate si lo mezclamos con infancia. No es
sencillo de trabajar, pero por parte de los adultos, porque para los niños es
mucho más fácil de lo que parece; somos nosotros quienes tenemos nuestros
fantasmas.
Esto no puede
limitarse a una iniciativa de un maestro que está súper sensibilizado; tiene
que ser algo que tenemos que poder hablar. También entiendo que la escuela lo
asume todo, la prevención de accidentes de tráfico, de trastornos de la
alimentación, suicidio… Entiendo que es difícil, que no se puede hacer todo,
pero algunas sesiones de educación afectivo sexual serían muy buenas la verdad.
¿Por qué crees que
genera siempre tanta polémica esto la educación afectiva sexual?
Es que el sexo sigue
siendo tabú. Aunque cada vez menos, creo que vamos a mejor. Los autores dicen
es que hay tres pilares en el abuso sexual que en sí mismos ya son tabú: uno es
el sexo, obviamente; otro es la infancia, esta creencia que necesitamos de la
infancia feliz, aunque feliz, feliz no toda lo es, pero necesitamos creerlo. Y,
tercero, la familia que también es intocable. Justo el abuso sexual tocas los
tres pilares, porque se da en la familia con niños y sexo. Fíjate que no es lo
mismo hablar de maltrato físico que de abuso sexual. Aunque es una forma de
victimización también; tiene otra connotación. Hay muchos valores morales,
mucho desconocimiento de lo que se va a trabajar con los niños.
Hay que decirle a la
gente que no todos los niños son felices, que hay familias que no protegen y
esto duele, duele mucho y hay gente que lo rechaza y que no quiere saberlo.
Incluso hay profesionales que no quieren oír hablar de esto, que les genera
malestar y esto aún es más grave.
Para terminar, quería
preguntarte sobre la Lopivi, sus las luces y las sombras…
No ha mejorado, tampoco
ha empeorado. Es un marco normativo, que es siempre necesario, sobre todo para
sustentar y dar más seguridad al profesional, que sepa que está trabajando de
acuerdo a unas directrices nacionales. Esto es bueno. Incluye figuras como el
coordinador de bienestar, que me parece fundamental, es clave si se aplica bien
y aquí viene la parte más oscura. Si se aplica, ¿con qué recursos? Es una ley
que se publica sin recursos, no hay detrás una financiación, necesitamos
recursos. Si queremos que las cosas se hagan bien, este coordinador de
bienestar tiene que estar formado, especializado y para ello se requiere que
haga cursos, que pueda ir a un congreso, que pueda leer, necesitamos dinero.
Sé que siempre es lo
mismo, que siempre pedimos financiación. Habrá escuelas que lo harán mejor y
peor, pero esto es justo lo que tendríamos que evitar, que haya lugares donde
se implementa mejor y peor en función de las características de ese espacio en
concreto. Necesitamos que sea una directriz general y que todo el mundo tenga
el recurso para hacerlo bien. Creo que esta es la clave, si no, vas a coger una
figura de la escuela y le vas a añadir el rol de coordinador de bienestar sin
una formación detrás y esto tampoco es justo para esa persona.
Creo que como marco la
Lopivi está muy bien, que hay muchas iniciativas que también están muy bien,
pero que tenemos que dotar de recursos a esta ley para que realmente pueda
llegar a ser todo lo que es.
Periodista
especializado en educación. Director de El Diario de la Educación. Antes en
Periódico Escuela
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/2023/05/17/noemi-pereda-la-realidad-del-abuso-sexual-infantil-esta-oculta/
No hay comentarios:
Publicar un comentario