El valor del rol docente, la necesidad de la escuela para reducir desigualdades, la urgencia de eliminar la brecha digital, la apuesta por el trabajo colaborativo y la evaluación formativa, la prioridad de los vínculos… Esta nota repasa 21 aprendizajes de 2020 para recuperar en 2021.
CRÉDITO: Geralt
@Pixabay
El año 2020 planteó desafíos inéditos, que dejaron varios aprendizajes
para repensar la escuela en 2021. A partir de las notas que publicamos el año
pasado, repasamos algunos de los aprendizajes que nos sirven para encarar el
ciclo lectivo que empezará en unos días.
1. Sin escuela se profundizan las desigualdades. “Si hay
algo que la pandemia desnudó fue la desigualdad en las condiciones de vida de
los hogares y cómo eso impacta en la educación de los chicos. La crisis
sanitaria nos está dejando como consecuencia la ampliación de esa desigualdad
que ya teníamos y que se hace más grande todos los días”, sostiene Melina Furman en el documento Educar para el país que queremos
ser.
2. La brecha digital es una brecha educativa. “Las principales causas de
abandono escolar tenían que ver con que los jóvenes necesitan salir a trabajar,
con el embarazo adolescente y con el cuidado de hermanos menores o de
familiares. Con la pandemia, todo esto se agrava por la falta de dispositivos
electrónicos o problemas de conectividad para poder seguir las clases de manera
virtual”, explica Angela Tanaka, de Asociación Conciencia.
3. Poner el foco en el bienestar integral de los estudiantes. Frente a la pandemia, varias escuelas
hicieron hincapié en acompañar a los alumnos más allá de lo pedagógico. Así lo
piensa Gabriela Cartolano, del Colegio Tolkien: “Creo que esto vino
para quedarse y para crecer. Una educación diferente, en la que se prioriza el
estado integral del alumno, no solo sus capacidades cognitivas, sino todo su
ser: espiritual, emocional y físico”.
4. Prever espacios para la escucha. Contar con instancias específicas para poner
en común cómo se sienten estudiantes y docentes fue una estrategia valiosa ante
la incertidumbre. María Serrano, directora del Colegio Ikastola, ejemplifica:
“Organizamos mateadas virtuales con los alumnos, a veces en horario de clase a
la mañana y a veces a la tarde. Fueron espacios para charlar, para ver cómo
estaban y alentarlos a que no bajaran los brazos”.
5. El aprendizaje depende de un vínculo afectivo. “El docente propone a sus
estudiantes un vínculo afectivo, pedagógico y profesional. Este vínculo no es
obvio y no sucede en todas las clases. Tiene que ser intencionado, y tiene un
propósito evidente: acompañar en el proceso de aprendizaje. Cuando ese vínculo
está, los estudiantes empiezan a ‘cruzar’ el puente, se involucran y participan
más”, reflexiona Oscar Ghillione.
6. Las tutorías son una herramienta clave para sostener las
trayectorias. El rol de los tutores fue fundamental para hacer el seguimiento
personal y académico de cada estudiante. En el Taller Escuela María
Asunción Guglielmi, por ejemplo, “cada docente asumió tutorías con grupos
pequeños, de unos diez estudiantes, a quienes seguía semanalmente y con quienes
fue generando un vínculo más estrecho”, explica el director, Marcos Roca.
7. Una oportunidad para revalorizar la tarea docente. El 86% de las familias valora
el esfuerzo que hicieron los docentes para acompañar a los estudiantes durante
la pandemia, según los resultados de la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad
Pedagógica, a cargo del Ministerio de Educación. Otras encuestas
arrojaron resultados similares durante 2020: pese a la preocupación por los
aprendizajes, las familias reconocen el trabajo de los maestros.
8. Madres y padres se involucraron como nunca. “La pandemia nos hizo abrir los
ojos: independientemente del nivel socioeconómico de cada uno, de si nuestros
hijos van a escuela estatal o privada, del lugar del país donde vivimos o de
nuestras ideologías, necesitamos trabajar juntos, con los docentes y la
comunidad educativa, para poder brindar a nuestros hijos la educación que
merecen”, plantea la declaración Familias por la Educación.
9. El trabajo conjunto entre escuela y familia potencia los
aprendizajes. Madres y padres fueron protagonistas, como nunca antes, de los
procesos de aprendizaje de sus hijos. Sofía De Tezanos Pinto, maestra de primaria, recuerda: “Yo
grababa videos para los chicos y para los padres, explicándoles cómo
explicarles a los chicos. Fue fundamental enseñarles a los padres cómo
queríamos que acompañaran las actividades”.
10. La comunicación construye comunidad. El 2020 obligó a repensar la
frecuencia y los modos de comunicarse. “Antes solo nos comunicábamos con las
familias cuando pasaba algo, por ejemplo si un chico no asistía a clases. En
2020 lo hemos tenido que hacer con el 100% de nuestra matrícula. Eso nos sirvió
para vincularnos desde otro punto de vista y desde otros canales con las
familias”, señala Flavia Ricci, directora de una escuela secundaria.
11. La innovación depende de la mirada docente, no de las
herramientas. “La innovación está en la mirada de los docentes y en sus creencias. Por
ejemplo, ¿creemos que tenemos que trabajar en equipo? ¿creemos que todos
nuestros estudiantes pueden aprender? Por supuesto que hacen falta recursos.
Pero mientras llegan los recursos, también tenemos que hacer cosas”,
afirma Pepe Menéndez,
referente en procesos de transformación escolar.
12. La tecnología está al servicio de la pedagogía. En 2020 quedó claro el valor de la
tecnología, pero también la prioridad de la intención pedagógica: “Se
discute sobre cómo incorporar tecnología en las aulas (o en casa), pero poco se
discute sobre cómo las tecnologías pueden ser un acelerador de pedagogías para
mejorar los aprendizajes, reducir disparidades y empoderar a los docentes y
estudiantes”, plantea un informe del BID.
13. Fomentar la autonomía. La educación remota evidenció la necesidad de
potenciar la autonomía de los alumnos. “En el contexto actual, la autonomía es
clave, por ejemplo para saber organizarse para estudiar, o para que cada
estudiante comprenda mejor de qué manera aprende”, sugiere Agustina Blanco, y resalta la importancia de los
procesos metacognitivos y de ayudar a los estudiantes a explicitar sus
aprendizajes, “haciendo visible el pensamiento”.
14. Seleccionar contenidos y habilidades prioritarios. La sobrecarga curricular es un
desafío común a varios sistemas educativos: a medida que se suman las demandas
hacia la escuela, se acumulan presiones por enseñar cada vez más contenidos y
habilidades. La pandemia puso en evidencia la necesidad de priorizar, sin
perder de vista el valor de la currícula como herramienta para construir “un
horizonte común”.
15. Aprovechar las TIC para personalizar la enseñanza. Las plataformas permiten hacer
un seguimiento individualizado de cada estudiante, e incluso proponerles tareas
diferenciadas. “La pandemia visibilizó herramientas pedagógicas que pueden
potenciar la tarea docente, y que lo liberan de algunas tareas administrativas
para enfocarse en la personalización de los aprendizajes”, destaca Carla Gamberini, directora regional de Mangahigh.
16. El ABP ubica a los alumnos como protagonistas. Varias escuelas aprovecharon la
desestructuración de 2020 para trabajar por proyectos. Especialistas en
ABP, Josefina Arrighi y Marisol Maña enumeran algunos rasgos clave:
“El alumno como protagonista activo, el docente como guía, la indagación como
camino central del aprendizaje, la integración de los contenidos, la evaluación
formativa constante y el uso flexible del tiempo y el espacio”.
17. Una buena clase virtual tiene momentos claramente diferenciados. “Algo que funcionó fue planificar
las clases online para que tuvieran momentos bien marcados: un momento de inicio
en el que se conversa con los chicos para ver cómo están, luego el momento de
clase con un soporte visual, otro momento para conversar con ellos, y
finalmente el cierre”, cuenta Alejandra Vatrano, directora de primaria.
18. La evaluación formativa se basa en la retroalimentación. Elena Barberà, especialista de la Universidad Abierta de Cataluña,
subraya el valor de una evaluación basada en “la retroalimentación y el
aprovechamiento que de esta realizan los alumnos y los mismos profesores”. Esta
forma de evaluar coloca en el centro el diálogo entre profesor y alumnos en
torno al contenido: un intercambio orientado siempre a avanzar en el
conocimiento.
19. El trabajo colaborativo favorece la innovación. “Planificar juntos no es fácil
pero hay que intentar aunar ideas y trabajar por proyectos. Aprovechar la
reducción curricular para amplificar las dosis de interdisciplina. Armar buenas
preguntas y poner a los chicos a investigar, conectar temas, hacer propuestas
frondosas que se recorren en varios días, no actividades sueltas que se
evaporan”, propone Axel Rivas en Pedagogía de la excepción.
20. Acompañar y cuidar a los chicos en el mundo digital. Frente al grooming, el
ciberbullying y otros riesgos que se agudizaron con la mayor exposición a las
pantallas, los chicos necesitan de nuestro cuidado. “Aunque nos confunde a
veces ver que los chicos se manejan muy naturalmente en el mundo digital, necesitan
de los adultos para cuidarlos. Muchas veces los cuidamos en un montón de temas,
y nos olvidamos de este”, reflexiona
Sebastián Bortnik.
21. Es hora de priorizar la educación. La campaña #ALasAulas, lanzada a fines del
año pasado, convocó a todos los argentinos a comprometerse para priorizar la
educación en 2021, con clases presenciales siempre que las condiciones
epidemiológicas y sanitarias lo permitan. “Mientras más gente tome conciencia
del gran desafío que tenemos, más soluciones vamos a poder construir entre
todos”, afirman los impulsores de la iniciativa.
Por Alfredo Dillon
Fuente https://agendaeducativa.org/21-aprendizajes-para-la-escuela-de-2021/
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