Recientemente se
hacía viral el vídeo de un niño de 9 años llorando desconsoladamente mientras
explicaba que no quería seguir viviendo. El motivo no era otro que el acoso
escolar que lleva soportando durante años. Su madre, desesperada ante la
situación, decidió plasmar el momento y compartir su dolor para concienciar al
mundo sobre la gravedad del bullying en la sociedad actual y las consecuencias
tan sumamente graves que tiene en aquellos que lo padecen.
Poco tiempo después,
el vídeo daba la vuelta al mundo, acaparaba noticias y telediarios de varios
países y miles de personas se unían al sufrimiento de la familia, preguntándose
repetidamente cómo pueden ocurrir cosas así.
Cuando esto pasa,
las dudas que rápidamente nos vienen a la mente son: ¿cómo puede haber niños
capaces de hacer esto, que no sienten ni padecen ante el dolor de los demás?
¿qué están haciendo mal los padres? ¿por qué no actúan mejor los profesores?
Vamos a pararnos un segundo a pensar y vamos a enfocarlos en la principal
pregunta de todo esto: ¿qué podemos hacer para que, simplemente, esto no
ocurra? ¿dónde está la clave en la Educación y cómo podemos
desarrollarla para concienciar a aquellos que fomentan el acoso?
El acoso escolar se
ha convertido en uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y es que,
un total de 1.054 casos fueron denunciados en
2017 en España, según datos recogidos por el Cuerpo Nacional de
Policía, Guardia Civil y cuerpos de Policía Local. Sin duda, unas cifras
realmente alarmantes.
¿Cuál es el papel de los padres y profesores ante esta situación?
Sin ninguna duda,
ellos juegan una posición fundamental en este aspecto y lo más importante se
centra en el corazón de la educación: formar en valores a los niños, dándole a
la Inteligencia Emocional una
importancia primordial desde sus primeros años de vida.
En el sector de la
educación, incluir la formación en valores como pilar básico dentro del
proyecto educativo, con el fin de formar a niños emocionalmente inteligentes es
realmente importante, para conseguir formar a personas capaces de controlar sus
emociones, desde la felicidad absoluta hasta la ira y, sobre todo, personas
cien por cien capacitadas para identificar y comprender las emociones de los
demás. Ahí está la clave de todo.
Los pilares de la Inteligencia Emocional
El psicólogo Daniel
Goleman, el gran teórico de la Inteligencia Emocional, señala que los
principales componentes que integran la misma son:
·
El autoconocimiento y el autocontrol emocional
·
La automotivación
·
El reconocimiento de emociones en los demás
·
Las habilidades sociales
Si educamos a los
niños teniendo estos puntos como primordiales en todo aquello que deben
aprender sobre el entorno que les rodea, conseguiremos formar a personas que
sean capaces de identificar el dolor ajeno de forma inmediata y, en ese preciso
instante, estaremos formando a personas que se sensibilizarán y que empatizarán
con cualquier estado emocional que experimenten aquellos que están a su
alrededor. Por tanto, si construimos una sociedad donde la empatía sea uno de
los puntos más fuertes, los niños no podrán soportar el dolor ajeno y, de este
modo, podremos unir fuerzas frente a situaciones realmente graves y
perjudiciales a nivel psicológico, como el bullying, el maltrato animal o
cualquier otra circunstancia que afecte de forma negativa a aquellos que nos
rodean.
Prevenir e intervenir
En el caso del
bullying, hay un punto muy importante a tener en cuenta: identificar al
acosador, bien sea en el entorno familiar o en el escolar, y actuar
proactivamente, previniendo sus conductas y, sobre todo, actuando frente a las
mismas cuando el acoso ya ha comenzado. Además, existen programas implantados
en algunos centros educativos de nuestro país, incluido el Colegio Europeo de
Madrid desde hace cuatro cursos, como KiVa, un programa contra el acoso escolar desarrollado por
el Ministerio de Educación de Finlandia. Este programa, que ha evaluado a más
de 30.000 alumnos, ha demostrado que reduce de manera significativa los casos
de acoso. ¿Cuáles son las claves para conseguirlo?
En primer lugar,
prevenir las situaciones de acoso influyendo en los grupos para que sean los
propios niños quienes no las fomenten y sean capaces de corregirlas. Y en
segundo lugar, interviniendo con acciones específicas cuando ya se está
produciendo una situación de acoso y elegir, además, a un pequeño grupo del
entorno de acosador y víctima para que el mismo ofrezca apoyo a la víctima y
todos juntos corrijan la situación.
La Comunidad de
Madrid, desde la Consejería de Educación, también es especialmente sensible a este
tipo de maltrato entre escolares y ha desarrollado una guía para mejorar la convivencia en
los centros escolares y un protocolo de denuncia y actuación ante estos casos.
Otras ventajas de la Inteligencia Emocional
En conclusión, está
más que demostrado que los niños que crecen con una educación, tanto en el
entorno familiar como en el escolar, donde se da prioridad a la Inteligencia
Emocional, están más preparados para afrontar cualquier obstáculo con el que se
encuentren y para saber cómo alcanzar cualquier meta que se propongan o se les
presente, ya sea personal o profesional. Por ello, quienes son más inteligentes
emocionalmente suelen afrontar los problemas con positividad, se sienten
seguros de sí mismos, intentan rodearse de gente que les hacen felices y alejan
a aquellos que puedan resultar tóxicos para su vida cotidiana.
La Inteligencia
Emocional, además, tiende a incrementar la creatividad, a afrontar los cambios
con interés, crea a personas más fuertes y estas no encuentran ningún tipo de
dificultad a la hora de expresar sus sentimientos de manera adecuada, algo
imprescindible en cualquier momento de la vida de todo ser humano.
Cuando alguien
tiene tan cubiertas todas estas partes de su vida, ¿realmente necesitará
recurrir a la violencia física o verbal para sobreponerse a los demás o, por el
contrario, se rodeará de aquello que le hace feliz y simplemente se alejará de
lo que no, sin necesidad de hacerle daño a nadie? ¿Un niño emocionalmente
inteligente será capaz de hacer sufrir a otro sin ningún tipo de remordimiento
o dolor? ¿Podrá ver cómo les hacen daño a otros sin actuar frente a ello? Por
supuesto, no.
Por
EDUCACIÓN 3.0
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