Has escrito el cuento
'Caperucita y el CovidLobo'. ¿Cuál es el objetivo de esta narración?
Lo escribí sin querer poniéndome en el
lugar de lo que sentiría una niña ante todo esto.
¿Les hemos inculcado
demasiados miedos a los niños durante esta pandemia?
Me ha sorprendido mucho que el miedo se
siga utilizando como recurso educativo. Tradicionalmente, los padres usaban el
miedo para conseguir que los hijos obedecieran. Cuando era pequeña, la gente te
contaba que si no te portabas bien venía el hombre del saco.
¿Y funciona?
No es una buena herramienta
educativa. La gente que tiene miedo evita tomar riesgos y desarrollar
capacidades. El miedo va muy mal con el aprendizaje y, sin embargo, hay
familias que, consciente o inconscientemente, lo han utilizado.
¿Qué traumas ha
dejado el confinamiento en los niños?
Para ellos, estar separados de sus
iguales es una de las tristezas más grandes. El ser humano se construye a
través de la relación con el otro y en la infancia es algo fundamental. Hay
numerosos estudios de universidades que dicen que el confinamiento ha afectado
a su capacidad de prestar atención. Ahora, hay mucha más dispersión y
dificultad para atender.
¿Han sufrido
ansiedad?
Los niños absorben directamente las
vivencias traumáticas de su entorno familiar. Si esas familias han tenido
problemas económicos o han estado desbordadas por atender a la casa y a los
niños, eso ha generado que muchos niños tengan cuadros de ansiedad o de
depresión.
Las terrazas están a
tope, pero los parques infantiles siguen cerrados.
Nosotros, en el tema de los parques,
dijimos que tenían que estar cerrados porque se pensaba -aunque ahora no está
tan claro- que el virus se quedaba de tres a siete días en superficies
metálicas y de plástico. Por eso, promovimos la apertura de parques al aire
libre, que en muchas ciudades han estado cerrados hasta hace poco. Esto ha
incrementado las desigualdades sociales.
Sin embargo, en las
terrazas no se ve ningún distanciamiento.
Pretenden que en las escuelas se
mantenga la distancia de seguridad de dos metros entre los niños, y en las
terrazas están todos sentados unos al lado de otros. Ese distanciamiento social
es muy dañino para la infancia a muchos niveles. Eso de pedirles a los niños
que se pongan la mascarilla y que estén a dos metros de distancia es nefasto.
Defiendes que el
coronavirus no puede reinar en la escuela.
Los niños han sufrido un shock muy
fuerte y lo que necesitamos trabajar ahora es su resiliencia. La escuela tiene
que acogerles y ayudarles a elaborar esa vivencia traumática. En lugar de eso,
quieren convertir a las maestras en comerciales de los centros de salud en una
escuela terrible, desoladora y cruel con mensajes como "no te toques la
nariz" o "no te acerques a tu amiguito". La escuela va a recibir
a unos niños que están traumatizados y los va a retraumatizar porque son unas
condiciones que no respetan ni sus necesidades ni sus derechos.
¿Cómo debería ser
entonces?
Defiendo una escuela que se organice no
a partir de las necesidades del Covid, sino de las necesidades de la infancia.
Y su principal necesidad es aprender a cuidarse unos a otros. Ni son necesarias
las distancias ni las mascarillas. Los adultos no podemos crear un entorno
traumático a los niños. Tenemos la responsabilidad de crear un entorno
saludable. Hay que promover que se creen grupos pequeños, siempre con los
mismos alumnos, porque van a estar asustados.
Entonces, ¿estás a
favor de que a la vuelta del cole no haya ni mascarillas ni distancia social?
Y que las clases se organicen al aire
libre aprovechando el espacio exterior para que les dé el sol y el aire.
Estamos haciendo un trabajo muy grande en muchas escuelas para transformar los
patios con el fin de que tengan más naturaleza. Las maestras tendrían que dejar
que los niños cuenten lo que han vivido a través del arte, la palabra o la
pintura. Para que puedan ir deshaciéndose de ese trauma. Ya es hora de que
empecemos a cuidar de ellos y no de hacer leyes absurdas.
En esta línea, el
Ejecutivo ha reculado y ahora no hará falta mascarilla para los niños hasta los
10 años.
Sí, parece que ha reconocido que los
niños no son tan contagiadores. Nosotros enviamos una carta al Gobierno, que ya
han firmado más de 2.000 profesionales de la infancia, y seguimos adelante
porque tenemos muchas preguntas: ¿Por qué han decidido que a partir de los 9
años ya no son niños o no necesitan socializar? ¿por qué han subido las ratios?
Algunas comunidades
autónomas rechazan el plan y alegan que no se pueden modificar los espacios
porque el gasto sería enorme.
¿Por qué no hablan de los espacios
naturales al aire libre? Sólo se refieren a polideportivos o bibliotecas, pero
todas las escuelas tienen cerca patios, jardines, bosques y playas. Con una
formación adecuada para las maestras, los patios se pueden acondicionar sin
demasiado coste.
¿Cómo se le explica a
un niño de tres años que no puede tocar un juguete ni acercarse a sus amigos?
Es horrible. He hablado con una
profesora de Perpiñán que decía que como maestra se avergonzaba de lo que tenía
que exigir a los niños. Es acabar con su propia autoestima como profesionales.
Los niños necesitan tocarse. La sociabilidad es un aspecto fundamental de la
escuela. Pedirle a una maestra que les diga a los niños que no se acerquen es
destructivo. Le están quitando a la escuela el único atractivo que tiene para
la infancia que es poder encontrarse con sus iguales.
¿Cómo va a haber un
recreo con distanciamiento social?
Ni en el recreo ni en clase. No todas
las clases funcionan con hileras porque en muchas de ellas los niños trabajan
cooperativamente en grupos. Y ahora, ¿les vamos a atar a un sitio para que no
se muevan y no se toquen? Entonces, se acabó toda la innovación educativa. ¡No
puede ser!
Pero sin mascarillas
ni distanciamiento social se acabarán contagiando, ¿no?
Tenemos investigaciones desde mediados
y finales de marzo que prueban que los niños son inmunes y no contagian. En un
principio, se pensó que podían contagiar porque las escuelas suelen ser focos
de infección de gripe. Se han muerto muchos más niños de bronquiolitis y jamás
se ha cerrado una escuela por esto. Este virus les afecta muchísimo menos.
Estamos utilizando unas medidas que están provocando unos efectos colaterales
infinitamente más graves que el impacto que tiene el virus en ellos.
¿Es peor el remedio
que la enfermedad?
La Asociación Española de Pediatría, el
Gobierno y las consejerías de Educación deberían tomar nota de que los niños no
sufren de Covid y de lo que están sufriendo ahora mismo es de los
confinamientos estrictos que han sufrido. Han sido los únicos niños de toda
Europa que no han podido pisar la calle durante un mes y medio. Ahora mismo
queremos meter a los niños en una escuela que es absolutamente monstruosa,
cruel y traumatizante.
¿De qué manera se
pueden combinar las medidas de seguridad con una escuela más humana?
Hay que organizar la escuela en base a
las necesidades de la infancia y no en base a una normativa que no está basada
en evidencias científicas, sino en el miedo. En los colegios alemanes, lo único
que han hecho son grupos pequeños con los mismos alumnos. No han dejado que se
cargasen su proyecto educativo con estas normas. Cada escuela en función de su
entorno y de los padres tiene que analizar los datos e informarse y, a partir
de ahí, decidir lo que se puede hacer. El coronavirus no puede reinar en la
escuela, porque es un espacio para que la infancia se desarrolle. No puede ser
todo lo contrario.
Todo el mundo habla
de las bondades de la educación online. Apenas oigo críticas.
Estoy muy sorprendida de que nadie diga
nada. Es un tema en el que investigo desde hace 20 años. Mi segundo libro trata
de qué sucede cuando los niños pasan demasiado tiempo mirando una realidad
virtual, cuando lo que necesitan sus cerebros es tener interacciones con el
mundo. Los niños tienen que contar con suficientes experiencias emocionales y
sensoriales para poder crear una representación de ese mundo.
Cada vez tienen menos
experiencias sensoriales, ¿verdad?
Aristóteles decía que no hay
conocimiento sin experiencia. Cuando un niño tiene menos de 14 años, necesita
esa experiencia con el mundo concreto y real para poder construir el
conocimiento. No entiendo que los niños hayan estado tantas horas delante de la
pantalla y que a todo el mundo le parezca bien. Hace tiempo que varios
especialistas en Canadá y Francia ha encontrado que una parte de lo que se
diagnostica como autismo se debe a un exceso de pantallas.
¿Sí?
Un bebé necesita una conexión con los
ojos de su madre y es, a través de múltiples conexiones con la mirada y el
rostro de la madre, donde se construye la complejidad del lenguaje humano.
Cuando un bebé desde muy pequeño mira más a la pantalla de una tableta o de un
móvil que a los ojos de su madre, acabará teniendo problemas de sociabilidad y
corre el riesgo de que le pongan la etiqueta de asperger o autista. Es
gravísimo que estemos diciendo que los niños estén tantas horas delante de las
pantallas, de uno en uno, y eliminando todos los aspectos de la sociabilidad.
Al fin y al cabo, la
educación online consiste en un niño solo sentado delante de un ordenador y a
golpe de clic tiene al alcance sus videojuegos favoritos.
Además, se está relacionando con una
realidad de segunda mano. ¿Qué es lo que hay en la pantalla? Representaciones
que otra persona ha elaborado y lo que una persona necesita es tener una
experiencia de primera mano del mundo. No puedes relacionarte sólo con
abstracciones porque lo haces a costa de tus capacidades de inteligencia
espacial, emocional... ¿Cómo vas a descubrir tus emociones si te estás
relacionando con una pantalla que no tiene emociones?
Con el paso de los
días, los niños están totalmente descentrados y muchos han retrocedido en
conocimientos.
No sólo en conocimientos. Ha habido
niños que estaban desarrollando la inteligencia espacial o temas de
sociabilidad y a los que la situación de encierro les ha perjudicado.
La desigualdad entre
colegios ha sido enorme.
Al principio, hubo una oleada de
ejercicios didácticos, deberes y de herramientas para que los padres tuvieran a
los niños entretenidos. Pero eso no era lo más importante en ese momento. A lo
mejor tenías que sentarse con tu hijo y mirar lo que le estaba pasando en vez
de meterle a saco a hacer ejercicios.
También ha habido
muchas diferencias entre profesores: algunos se han volcado y otros han estado
desaparecidos.
Ha habido profesores que se han puesto
de lado de la familia y les han llamado. Han sido humanos. Y, luego, están los
que han mandado los deberes y luego un mensajito para preguntar si el niño los
había hecho. Muchos padres estaban perdidos, asfixiados y agobiados. Pero ha
habido maestras que han hecho un trabajo brillante de acompañar a esas
familias.
También denuncias el
déficit de naturaleza en los niños.
Es un problema que ha ido creciendo en
los últimos 30 años por el crecimiento de las ciudades, en las que vive el 60%
de la población. Apenas hay espacios y los niños cada día están más encerrados
con las pantallas. Cada vez tenemos más niños con problemas de neurodesarrollo.
Muchos ya no saben
jugar. Los juegos antes se transmitían de manera espontánea, pero los niños de
ahora no conocen el polis y cacos o el churro.
No sólo es que se hayan perdido esos
juegos tradicionales. En el libro que vamos a publicar en septiembre, que se
llama 'Patios vivos', desvelamos que hay un 30% de niños de Infantil que ya no
quieren salir a jugar al patio porque no se les ocurre qué hacer.
Les hemos matado la
imaginación.
¡Claro! La imaginación es muy
importante dentro del juego. En el videojuego no usas tus imágenes, sino las
del productor.
Además, en los patios
del colegio, el fútbol es omnipresente y el que no juega al fútbol está
marginado. ¿Por qué no se fomentan otros juegos?
Hay muchos coles que está trabajando
para que en el patio haya muchas otras propuestas. En los patios donde hay más
naturaleza y otras ideas, los niños desarrollan un juego más colaborativo y
creativo, se resuelven los conflictos y cooperan más.
¿Estamos
'adultizando' a los niños?
Sí, al tenerlos encerrados y querer que
la educación se entienda sólo como una educación bancaria. Lo que te construye
de verdad como persona no es lo que has estudiado ni memorizado, sino las
experiencias que has vivido. El adulto que serás mañana no tiene nada que ver
con los diplomas ni las actividades extraescolares sino con las experiencias
que has vivido.
Por Ana del Barrio
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario