jueves, 2 de julio de 2020

Heike Freire, educadora: "Queremos meter a los niños en una escuela monstruosa y cruel"

Fue de las primeras en dar la batalla para que los niños pudiesen salir a pasear durante el confinamiento. Ahora, Heike Freire, docente e investigadora, lucha para que las normas de seguridad por el coronavirus no impongan unas aulas deshumanizadas y traumatizantes.


Has escrito el cuento 'Caperucita y el CovidLobo'. ¿Cuál es el objetivo de esta narración?
Lo escribí sin querer poniéndome en el lugar de lo que sentiría una niña ante todo esto.

¿Les hemos inculcado demasiados miedos a los niños durante esta pandemia?
Me ha sorprendido mucho que el miedo se siga utilizando como recurso educativo. Tradicionalmente, los padres usaban el miedo para conseguir que los hijos obedecieran. Cuando era pequeña, la gente te contaba que si no te portabas bien venía el hombre del saco.

¿Y funciona?
 No es una buena herramienta educativa. La gente que tiene miedo evita tomar riesgos y desarrollar capacidades. El miedo va muy mal con el aprendizaje y, sin embargo, hay familias que, consciente o inconscientemente, lo han utilizado.

¿Qué traumas ha dejado el confinamiento en los niños?
Para ellos, estar separados de sus iguales es una de las tristezas más grandes. El ser humano se construye a través de la relación con el otro y en la infancia es algo fundamental. Hay numerosos estudios de universidades que dicen que el confinamiento ha afectado a su capacidad de prestar atención. Ahora, hay mucha más dispersión y dificultad para atender.

¿Han sufrido ansiedad?
Los niños absorben directamente las vivencias traumáticas de su entorno familiar. Si esas familias han tenido problemas económicos o han estado desbordadas por atender a la casa y a los niños, eso ha generado que muchos niños tengan cuadros de ansiedad o de depresión.

Las terrazas están a tope, pero los parques infantiles siguen cerrados.
Nosotros, en el tema de los parques, dijimos que tenían que estar cerrados porque se pensaba -aunque ahora no está tan claro- que el virus se quedaba de tres a siete días en superficies metálicas y de plástico. Por eso, promovimos la apertura de parques al aire libre, que en muchas ciudades han estado cerrados hasta hace poco. Esto ha incrementado las desigualdades sociales.

Sin embargo, en las terrazas no se ve ningún distanciamiento.
Pretenden que en las escuelas se mantenga la distancia de seguridad de dos metros entre los niños, y en las terrazas están todos sentados unos al lado de otros. Ese distanciamiento social es muy dañino para la infancia a muchos niveles. Eso de pedirles a los niños que se pongan la mascarilla y que estén a dos metros de distancia es nefasto.

Defiendes que el coronavirus no puede reinar en la escuela.
Los niños han sufrido un shock muy fuerte y lo que necesitamos trabajar ahora es su resiliencia. La escuela tiene que acogerles y ayudarles a elaborar esa vivencia traumática. En lugar de eso, quieren convertir a las maestras en comerciales de los centros de salud en una escuela terrible, desoladora y cruel con mensajes como "no te toques la nariz" o "no te acerques a tu amiguito". La escuela va a recibir a unos niños que están traumatizados y los va a retraumatizar porque son unas condiciones que no respetan ni sus necesidades ni sus derechos.

¿Cómo debería ser entonces?
Defiendo una escuela que se organice no a partir de las necesidades del Covid, sino de las necesidades de la infancia. Y su principal necesidad es aprender a cuidarse unos a otros. Ni son necesarias las distancias ni las mascarillas. Los adultos no podemos crear un entorno traumático a los niños. Tenemos la responsabilidad de crear un entorno saludable. Hay que promover que se creen grupos pequeños, siempre con los mismos alumnos, porque van a estar asustados.

Entonces, ¿estás a favor de que a la vuelta del cole no haya ni mascarillas ni distancia social?
Y que las clases se organicen al aire libre aprovechando el espacio exterior para que les dé el sol y el aire. Estamos haciendo un trabajo muy grande en muchas escuelas para transformar los patios con el fin de que tengan más naturaleza. Las maestras tendrían que dejar que los niños cuenten lo que han vivido a través del arte, la palabra o la pintura. Para que puedan ir deshaciéndose de ese trauma. Ya es hora de que empecemos a cuidar de ellos y no de hacer leyes absurdas.

En esta línea, el Ejecutivo ha reculado y ahora no hará falta mascarilla para los niños hasta los 10 años.
Sí, parece que ha reconocido que los niños no son tan contagiadores. Nosotros enviamos una carta al Gobierno, que ya han firmado más de 2.000 profesionales de la infancia, y seguimos adelante porque tenemos muchas preguntas: ¿Por qué han decidido que a partir de los 9 años ya no son niños o no necesitan socializar? ¿por qué han subido las ratios?

Algunas comunidades autónomas rechazan el plan y alegan que no se pueden modificar los espacios porque el gasto sería enorme.
¿Por qué no hablan de los espacios naturales al aire libre? Sólo se refieren a polideportivos o bibliotecas, pero todas las escuelas tienen cerca patios, jardines, bosques y playas. Con una formación adecuada para las maestras, los patios se pueden acondicionar sin demasiado coste.

¿Cómo se le explica a un niño de tres años que no puede tocar un juguete ni acercarse a sus amigos?
Es horrible. He hablado con una profesora de Perpiñán que decía que como maestra se avergonzaba de lo que tenía que exigir a los niños. Es acabar con su propia autoestima como profesionales. Los niños necesitan tocarse. La sociabilidad es un aspecto fundamental de la escuela. Pedirle a una maestra que les diga a los niños que no se acerquen es destructivo. Le están quitando a la escuela el único atractivo que tiene para la infancia que es poder encontrarse con sus iguales.

¿Cómo va a haber un recreo con distanciamiento social?
Ni en el recreo ni en clase. No todas las clases funcionan con hileras porque en muchas de ellas los niños trabajan cooperativamente en grupos. Y ahora, ¿les vamos a atar a un sitio para que no se muevan y no se toquen? Entonces, se acabó toda la innovación educativa. ¡No puede ser!

Pero sin mascarillas ni distanciamiento social se acabarán contagiando, ¿no?
Tenemos investigaciones desde mediados y finales de marzo que prueban que los niños son inmunes y no contagian. En un principio, se pensó que podían contagiar porque las escuelas suelen ser focos de infección de gripe. Se han muerto muchos más niños de bronquiolitis y jamás se ha cerrado una escuela por esto. Este virus les afecta muchísimo menos. Estamos utilizando unas medidas que están provocando unos efectos colaterales infinitamente más graves que el impacto que tiene el virus en ellos.

¿Es peor el remedio que la enfermedad?
La Asociación Española de Pediatría, el Gobierno y las consejerías de Educación deberían tomar nota de que los niños no sufren de Covid y de lo que están sufriendo ahora mismo es de los confinamientos estrictos que han sufrido. Han sido los únicos niños de toda Europa que no han podido pisar la calle durante un mes y medio. Ahora mismo queremos meter a los niños en una escuela que es absolutamente monstruosa, cruel y traumatizante.

¿De qué manera se pueden combinar las medidas de seguridad con una escuela más humana?
Hay que organizar la escuela en base a las necesidades de la infancia y no en base a una normativa que no está basada en evidencias científicas, sino en el miedo. En los colegios alemanes, lo único que han hecho son grupos pequeños con los mismos alumnos. No han dejado que se cargasen su proyecto educativo con estas normas. Cada escuela en función de su entorno y de los padres tiene que analizar los datos e informarse y, a partir de ahí, decidir lo que se puede hacer. El coronavirus no puede reinar en la escuela, porque es un espacio para que la infancia se desarrolle. No puede ser todo lo contrario.

Todo el mundo habla de las bondades de la educación online. Apenas oigo críticas.
Estoy muy sorprendida de que nadie diga nada. Es un tema en el que investigo desde hace 20 años. Mi segundo libro trata de qué sucede cuando los niños pasan demasiado tiempo mirando una realidad virtual, cuando lo que necesitan sus cerebros es tener interacciones con el mundo. Los niños tienen que contar con suficientes experiencias emocionales y sensoriales para poder crear una representación de ese mundo.

Cada vez tienen menos experiencias sensoriales, ¿verdad?
Aristóteles decía que no hay conocimiento sin experiencia. Cuando un niño tiene menos de 14 años, necesita esa experiencia con el mundo concreto y real para poder construir el conocimiento. No entiendo que los niños hayan estado tantas horas delante de la pantalla y que a todo el mundo le parezca bien. Hace tiempo que varios especialistas en Canadá y Francia ha encontrado que una parte de lo que se diagnostica como autismo se debe a un exceso de pantallas.

¿Sí?
Un bebé necesita una conexión con los ojos de su madre y es, a través de múltiples conexiones con la mirada y el rostro de la madre, donde se construye la complejidad del lenguaje humano. Cuando un bebé desde muy pequeño mira más a la pantalla de una tableta o de un móvil que a los ojos de su madre, acabará teniendo problemas de sociabilidad y corre el riesgo de que le pongan la etiqueta de asperger o autista. Es gravísimo que estemos diciendo que los niños estén tantas horas delante de las pantallas, de uno en uno, y eliminando todos los aspectos de la sociabilidad.

Al fin y al cabo, la educación online consiste en un niño solo sentado delante de un ordenador y a golpe de clic tiene al alcance sus videojuegos favoritos.
Además, se está relacionando con una realidad de segunda mano. ¿Qué es lo que hay en la pantalla? Representaciones que otra persona ha elaborado y lo que una persona necesita es tener una experiencia de primera mano del mundo. No puedes relacionarte sólo con abstracciones porque lo haces a costa de tus capacidades de inteligencia espacial, emocional... ¿Cómo vas a descubrir tus emociones si te estás relacionando con una pantalla que no tiene emociones?

Con el paso de los días, los niños están totalmente descentrados y muchos han retrocedido en conocimientos.
No sólo en conocimientos. Ha habido niños que estaban desarrollando la inteligencia espacial o temas de sociabilidad y a los que la situación de encierro les ha perjudicado.

La desigualdad entre colegios ha sido enorme.
Al principio, hubo una oleada de ejercicios didácticos, deberes y de herramientas para que los padres tuvieran a los niños entretenidos. Pero eso no era lo más importante en ese momento. A lo mejor tenías que sentarse con tu hijo y mirar lo que le estaba pasando en vez de meterle a saco a hacer ejercicios.

También ha habido muchas diferencias entre profesores: algunos se han volcado y otros han estado desaparecidos.
Ha habido profesores que se han puesto de lado de la familia y les han llamado. Han sido humanos. Y, luego, están los que han mandado los deberes y luego un mensajito para preguntar si el niño los había hecho. Muchos padres estaban perdidos, asfixiados y agobiados. Pero ha habido maestras que han hecho un trabajo brillante de acompañar a esas familias.

También denuncias el déficit de naturaleza en los niños.
Es un problema que ha ido creciendo en los últimos 30 años por el crecimiento de las ciudades, en las que vive el 60% de la población. Apenas hay espacios y los niños cada día están más encerrados con las pantallas. Cada vez tenemos más niños con problemas de neurodesarrollo.

Muchos ya no saben jugar. Los juegos antes se transmitían de manera espontánea, pero los niños de ahora no conocen el polis y cacos o el churro.
No sólo es que se hayan perdido esos juegos tradicionales. En el libro que vamos a publicar en septiembre, que se llama 'Patios vivos', desvelamos que hay un 30% de niños de Infantil que ya no quieren salir a jugar al patio porque no se les ocurre qué hacer.

Les hemos matado la imaginación.
¡Claro! La imaginación es muy importante dentro del juego. En el videojuego no usas tus imágenes, sino las del productor.

Además, en los patios del colegio, el fútbol es omnipresente y el que no juega al fútbol está marginado. ¿Por qué no se fomentan otros juegos?
Hay muchos coles que está trabajando para que en el patio haya muchas otras propuestas. En los patios donde hay más naturaleza y otras ideas, los niños desarrollan un juego más colaborativo y creativo, se resuelven los conflictos y cooperan más.

¿Estamos 'adultizando' a los niños?
Sí, al tenerlos encerrados y querer que la educación se entienda sólo como una educación bancaria. Lo que te construye de verdad como persona no es lo que has estudiado ni memorizado, sino las experiencias que has vivido. El adulto que serás mañana no tiene nada que ver con los diplomas ni las actividades extraescolares sino con las experiencias que has vivido.






Por Ana del Barrio
Fuente

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