Incertidumbre. Los grandes países europeos y Estados Unidos se
debaten en cómo rematar el actual curso, si hacerlo por vía telemática o
abriéndolas unas semanas. En Rusia los alumnos ya recibieron las notas
y están de vacaciones. En Italia habrá aprobado general. En un
segundo horizonte los distintos gobiernos ya piensan en el siguiente curso:
cuándo empezará y, sobre todo, en qué circunstancias.
En Alemania, la desescalada escolar está en manos de los 16 länder
(estados federados), titulares de las competencias educativas, si bien la labor
de coordinación ejercida por la canciller Angela Merkel condujo
a un pacto para un reinicio común el 4 de mayo. Aunque algunos länder incluso
retomaron algunas clases antes, la mayoría arrancó ese día con alumnos de
determinados cursos y en grupos reducidos. Los exámenes del Abitur (selectividad)
se han realizado con relativa normalidad. El regreso escalonado aún no ha
concluido; de hecho, hoy vuelven a las aulas en Schleswig-Holstein los
alumnos de 1.º a 3.º de Primaria y los de 8.º, 9.º y 10.º de Secundaria. Pero
todo indica que de aquí a fin de curso –que termina entre finales de junio y
finales de julio, según el calendario de cada land– se alcanzará la voluntad de
las autoridades de que cada menor vaya un día a la semana a la escuela.
Son, con todo, clases presenciales anómalas: un solo día a la semana,
unas tres horas, solo asignaturas troncales (alemán, matemáticas e inglés), en
grupos reducidos, y con estrictas reglas de higiene y distancia interpersonal
(1,5 metros). De esta forma, los alumnos no pueden moverse de su pupitre ni
salir del aula salvo para ir al baño. No hay deporte ni canto ni, claro, tareas
en grupo.
Aunque en Alemania la mascarilla es obligatoria en el transporte público
y dentro de las tiendas, no lo es para los escolares en clase. Algunos länder
sí obligan a que la lleven en los pasillos y en el baño, y la mayoría de
profesores se la ponen y la recomiendan.
Durante las siete semanas de cierre total por el coronavirus, imperó la
enseñanza por vía digital, con resultados desiguales, pues Alemania tiene aún
graves carencias en digitalización. También hubo quejas de las familias por la
sobrecarga de deberes, mientras madres y padres estaban también teletrabajando.
A estas alturas, parece claro que en el próximo curso no habrá
normalidad escolar. Todo apunta a que seguirán los grupos reducidos y solo las
asignaturas clave, el resto se hará vía internet. Pero el curso comenzará,
dependiendo del calendario de cada land, entre primeros de agosto y primeros de
septiembre.
Francia decidió reabrir sus escuelas de manera gradual y voluntaria
a partir del 11 de mayo, con un estricto protocolo higiénico y de distancia
social. Los departamentos catalogados como verdes , los menos
afectados por la pandemia, han podido ir más rápido que los rojos ,
la región parisina incluida. Los padres han tenido libertad para mantener a sus
hijos en casa si lo preferían. Las clases de primaria y de la escuela
intermedia han sido las primeras en reanudar la actividad. Los últimos serán
los institutos. La capacidad de las aulas se ha limitado a 15 alumnos (10 para
los más pequeños), lo que ha obligado a la rotación y a proseguir, en paralelo,
las clases por internet. La casuística ha sido muy variada según el municipio.
Los alcaldes han retrasado la reapertura de centros en virtud de las
circunstancias. El retorno a la escuela ha provocado mucho debate, sin
unanimidad, entre las ampas y los sindicatos de los docentes. El Gobierno ha
creído necesario dar el paso para reinstaurar una cierta normalidad. Una de las
prioridades era que volvieran a la escuela los alumnos de estratos sociales más
humildes, pues para ellos era más complicado seguir el curso por vía telemática
durante el confinamiento. No tenían ni la vivienda adecuada ni los mejores
medios para hacerlo. Según el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer,
siempre es importante ir a la escuela, pero más en un periodo de crisis.
Las escuelas y universidades no abrirán hasta septiembre. Así lo decidió
el Gobierno, a finales de abril después de que todos los escenarios previstos
por el comité de técnicos y científicos que lo asesoraba dibujaran “riesgos muy
elevados de contagio” en el caso de una eventual reapertura.
Todas las aulas están cerradas desde el 4 de marzo, y los estudiantes
tienen que seguir clases desde sus domicilios, ayudados por internet. El
Ejecutivo ya tenía previsto que, de no volver a abrir las aulas todos los estudiantes
pasarán de curso automáticamente con el fin de terminar con éxito el año
escolar . La recuperación del programa perdido se hará desde septiembre. Para
ayudar a los padres a volver a sus trabajos presenciales el Gobierno ha
dispuesto permisos extraordinarios y ayudas.
Un 43% de los padres de niños de primaria, y un 54% de los de
secundaria, tienen miedo al regreso a las aulas y consideran que es prematuro,
según las encuestas, y la reticencia es aún mayor entre los profesores, los
sindicatos que los representan, y las autoridades municipales. Pero aun así el
primer ministro Boris Johnson sigue adelante con sus planes de una
reanudación parcial de las clases el próximo dia 1 de junio.
El plan del Gobierno está cogido con alfileres. Solo parte de los
alumnos de primaria reanudarán las clases in situ, y ello si sus padres quieren
enviarlos al colegio, los profesores aceptan correr el riesgo de ir en
transporte público a las escuelas y estar en contacto con decenas o centenares
de niños, y los municipios dan el visto bueno. Más de mil quinientos centros
educativos han advertido que no piensan atenerse por el momento a las
instrucciones oficiales, y que van a seguir cerrados. Downing Street no
les impondrá sanciones.
El Gobierno está ansioso de que los niños vayan a clase para que sus
padres puedan volver a ir trabajar y la economía repunte, y usa el argumento
del enorme daño educativo que sufren los alumnos más vulnerables. Las familias
acomodadas, que se pueden permitir pagar tutores, son más reticentes a mandar a
sus hijos al colegio. Las de clase trabajadora se muestran más favorables a la
idea. En Escocia no habrá clases hasta el nuevo curso escolar que
comienza a mediados de agosto.
La educación es una cosa de estados. Los gobernadores son los que tienen
la llave en Estados Unidos para el regreso de universidades y
escuelas a la actividad.
Todo depende de la relajación de las medidas de distancia social, que
más o menos han iniciado los 50 estados que componen el país. En los
territorios donde la pandemia ha tenido menos impacto, la vuelta de los
colegiales se producirá a partir de agosto. Pero el sistema escolar
estadounidense más grande, el de la ciudad de Nueva York, con más de
1.100.000 niños y adolescentes, todavía no ha concretado si realmente las
puertas se abrirán a partir de septiembre.
La Gran Manzana ilustra a la perfección quién tiene las competencias. El
alcalde Bill de Blasio se resistió en marzo a cerrar. Pero el jefe
superior, el gobernador Andrew Cuomo, tomó la decisión. Los estudiantes no
pisan las aulas desde el 16 de marzo. A las semanas, De Blasio anunció que el
curso presencial se daba por acabado. Al momento salió Cuomo y, en un ataque de
celos, dijo que esa decisión la debía tomar él y que aún no había decidido. A
los quince día, Cuomo informó que no habría más clases físicas este curso.
La vuelta a la nueva normalidad ha llevado a anuncios concretos.
En Indiana, la Universidad de Notre Dame, institución privada
dependiente de la iglesia, ha comunicado que reabrirá el campus el próximo 10
de agosto, dos semanas antes de lo previsto.
La idea generalizada es que las aulas universitarias volverán en otoño,
pero no queda claro en que condiciones.
Con la excusa del buen tiempo y las dachas, el curso escolar de primaria
y secundaria suele terminar a finales de mayo. El coronavirus ha adelantado un
poco más el final, y el pasado 15 de mayo ya estaban puestas las notas. Ahora
el Gobierno confía en recuperar el ritmo normal el próximo curso. Se prevé
comenzar, como es habitual, el 1 de septiembre y de forma presencial,
abandonando el sistema online del último trimestre, que quedará recomendado
para casos especiales. La decisión final queda en manos de los gobiernos
regionales en función de la situación epidemiológica local, aunque la agencia
de la salud pública estatal, Rospotrebnadzor, cree que habrá escuelas que
retrasen el regreso.
Uno de los motivos de ese posible retraso es que, por exigencias de la
pandemia, las nuevas medidas no estén listas en todos los centros. Además de
las normas sanitarias y de desinfección, Rospotrebnadzor quiere llevar a la
enseñanza el distanciamiento social. Uno de los momentos más esperados por los
alumnos, el recreo, ya no será lo que era. La agencia recomienda elaborar
horarios individuales para cada grupo de alumnos, de forma que no coincidan en
los pasillos ni en el patio con los de otras clases, y que tampoco tengan
contacto ni a la entrada ni a la salida del centro. Además, cada clase tendrá
que reducir el número de alumnos y recibir sus lecciones siempre en una misma
aula, algo habitual en primaria, pero no así en secundaria. La pandemia ha
retrasado también la selectividad, de finales de mayo hasta finales de junio.
El contrapunto lo aporta Suecia, que ha mantenido las aulas
abiertas durante toda la crisis del coronavirus, excepto las de los dos últimos
cursos de secundaria y las universidades, que a mediados de marzo iniciaron la
enseñanza a distancia y la mantendrán al menos hasta final de curso. Ante
algunas voces críticas que reclamaban al Gobierno sueco medidas más
restrictivas, la Agencia de Salud Pública, organización independiente que
ha liderado la gestión de la epidemia, ha argumentado desde el principio que
cerrar las escuelas no habría tenido ningún efecto, o un efecto muy limitado,
en la propagación de la infección, a la vez que habría obligado a muchos
trabajadores esenciales a quedarse en casa para cuidar de sus hijos o a poner
en riesgo a los abuelos. Las autoridades recomiendan, eso sí, que alumnos y
empleados no vayan al colegio si tienen síntomas de la Covid-19, por leves que
sean. Suecia se ha desmarcado de sus vecinos: tanto Dinamarca, como Noruega y Finlandia cerraron
las aulas a mediados de marzo, aunque los tres ya han empezado a reabrirlas de
forma gradual.
Texto elaborado por: MARÍA-PAZ LÓPEZ, EUSEBIO VAL , ANNA BUJ, RAFAEL RAMOS , FRANCESC
PEIRÓN, GONZALO ARAGONÉS Y NÚRIA VILA
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