domingo, 31 de mayo de 2020

Neuroeducación para motivar al alumnado en las clases a distancia


Con experiencia como docente online, Alba Pérez Campillos, profesora interina en el CIFP Escuela de Educadores y Educadoras de Pamplona, propone incorporar cuatro elementos a las clases virtuales para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje y mantener al alumnado motivado durante la época de estudio desde los hogares.


Son muchos los avances realizados en el campo de la neurociencia que nos aportan una valiosa información sobre cómo funciona el cerebro y cómo podemos mejorar y potenciar el proceso de enseñanza y aprendizaje en nuestra práctica profesional. 

No olvidamos que las relaciones interpersonales y las emociones son aspectos clave en este proceso, pero mientras no volvamos a las aulas, ¿por qué no incorporar nuevos elementos, ahora que inevitablemente hemos de adaptarnos a otro tipo de enseñanza?

Cuatro claves
Con este objetivo en mente, cito a continuación cuatro aspectos que, desde mi experiencia como profesora online, puede ser interesante incorporar en las nuevas adaptaciones de nuestra programación.

1. Acercarnos a la realidad y a los intereses del alumnado
Se trata de aprovechar aquello que interese al alumnado e incluirlo en el proceso de aprendizaje, persiguiendo que se identifique y se emocione con ello. Ya conocemos el papel que juega la emoción en el proceso de aprendizaje, tengámoslo en cuenta ahora también.
Además, es necesario que el alumnado sea consciente de la aplicabilidad de lo aprendido; para ello, podemos añadir toques de realidad a las actividades planteadas, conectándolas a la situación actual.
A modo de ejemplo, los alumnos del Ciclo Formativo de Grado Superior en Educación Infantil del grupo donde imparto clases, están ahora elaborando campañas de salud ‘caseras’ (aprovechando las aplicaciones gratuitas de diseño y edición de vídeos) que van dirigidas a niños. En ellas comparten consejos sobre cómo reducir al máximo el riesgo de contagio ahora que ya pueden salir a la calle. En este caso, sus productos se emitirán en Navarra TV, lo que ha aportado un extra de motivación al grupo.

2. Visión lúdica de la enseñanza
Las metodologías de aprendizaje mediante el juego tienen efectos muy positivos, puesto que el juego despierta la curiosidad y permite descubrir y practicar nuevas habilidades útiles, además de aumentar la autoestima, la motivación para aprender y las relaciones interpersonales. Pero, ¿puede ser lúdico el aprendizaje online?
Hay muchas y variadas formas de incluir el juego en la enseñanza. Desde pequeñas píldoras como serían concursos online (tipo Kahoot o Quizziz) hasta juegos adaptados (un Trivial con preguntas sobre la materia), retos o misiones en los que se trabajen las competencias de la etapa educativa o, incluso, juegos reales sin modificación alguna. Hay muchísimos ejemplos que seguro pueden adaptarse a la realidad de cada grupo.

3. El error como parte del aprendizaje
Quizá no ha habido un mejor momento que ahora para convencernos de que el error es parte del proceso de aprendizaje. El error no penaliza, no separa; al contrario, es parte inherente al propio proceso, una herramienta que abre puertas a nuevos aprendizajes.
¿Cómo evaluamos entonces? La evaluación formativa es aquí nuestro mayor aliado. Podemos centrarnos en qué aspectos se pueden mejorar y no en calificar o en resaltar aquello que está ‘mal’. Algunas de las herramientas que se pueden utilizar son: diarios de aprendizajerúbricas de auto y coevaluación, pequeñas preguntas al finalizar actividades, sesiones o bloques de contenidos (¿qué he aprendido?, ¿en qué aspecto necesito ayuda?, ¿qué cuestión no me ha quedado clara?, ¿qué me ha sorprendido?, etc.) y muchísimos recursos más.

4. Creatividad.
Hablamos de una de las competencias más útiles para el desarrollo profesional y personal a lo largo de la vida. Casi cualquier actividad puede desarrollarse de un modo creativo. Desde mi experiencia, puede ser útil presentar las tareas a modo de retos para el alumnado: tenemos este problema, ¿cómo lo resolvemos? No se aportan soluciones a ‘copiar’ o instrucciones a seguir, sino que la solución se debe crear y es, inevitablemente, única.
Por otro lado, se pueden plantear pequeñas actividades que trabajen la creatividad para despertar la curiosidad del alumnado. Un buen ejemplo sería sorprender a los estudiantes con acertijos relacionados con el pensamiento divergente o sobre los propios conocimientos de cada materia.
Estos cuatro ejemplos me están ayudando a mantener la motivación de los alumnos en esta última etapa del curso, en la que probablemente más necesitamos sentirnos parte de ese grupo de clase que el coronavirus nos ha robado.



EDUCACIÓN 3.0

sábado, 30 de mayo de 2020

LA ESCUELA DEL CUIDADO MUTUO COMO ANTÍDOTO EDUCATIVO


La crisis sanitaria, económica y educativa ha puesto en el primer plano las prioridades que nos humanizan: el cuidado de los cuerpos, de las relaciones familiares y de los vínculos con las personas, con quienes nos relacionamos y a quienes queremos. Esto se ha vuelto primordial.
Vivimos una esperanzadora explosión de reclamaciones y reconocimientos del trabajo de los cuidados de la vida, de la solidaridad y del compartir, que se concretan en la atención a las personas más frágiles. La crisis sistémica que vivimos pone de relieve que o aprendemos el cuidado de la vida o estamos abocados a nuestra autodestrucción.


Todos esos valores se pueden incluir en uno que los incorpora necesariamente: el apoyo y el cuidado mutuos, que en la actualidad, como nunca antes, se ha mostrado fundamental para el sostenimiento de la existencia. Este valor se expresa en los cuidados sanitarios, en la atención de las familias por sus hijos y sus mayores, en la dedicación del profesorado con su alumnado, en la inquietud por quienes viven circunstancias dramáticas al perder su trabajo ya precario o en la preocupación de la población en general por que las políticas sociales y económicas de los estados garanticen ese bienestar. Todo lo que estamos viviendo no es más que la muestra de la experimentación del cuidado que todos necesitamos dar y tener. La crisis sanitaria, económica y educativa ha puesto en el primer plano las prioridades que nos humanizan: el cuidado de los cuerpos, de las relaciones familiares y de los vínculos con las personas, con quienes nos relacionamos y a quienes queremos. Esto se ha vuelto primordial.

Lo sorprendente de todo esto es que tenemos que aprender lo que ya somos. Desde que nacemos, somos cuidado y vamos conociendo que eso es lo que nos constituye como seres humanos. Dice Heidegger que el cuidado es nuestro modo de ser esencial y Leonardo Boff asegura que sin cuidado el ser humano se volvería inhumano. También los mitos de la antigüedad clásica apuntan en esa dirección, y ahora podemos constatarlo en nuestra experiencia cotidiana.

Sin embargo, los intereses economicistas sobre nuestras vidas, sometidas al rendimiento y la competitividad del modo capitalista de producción y consumo, nos han hecho olvidar lo que somos. Hemos envilecido el cuidado sacándolo de nuestras vidas y lo hemos expulsado de nuestro ser. Lo hemos “confinado” en determinadas personas (mujeres en general) y hemos despreciado su trabajo, remunerado o no. Eso nos ha empobrecido. No habíamos llegado al homo sapiens que decimos ser y ya queríamos ser el homo deus (Yuval Noah Harari) de un poshumanismo desprovisto de cualquier atención por la vida, que se quiere anclado en la inmortalidad.

Cuando nos planteamos construir una nueva realidad, que no normalidad, proponemos pasar de la sociedad egoísta e indiferente al sufrimiento ajeno a otra basada en la atención y el apoyo mutuos. La mayor parte de la publicidad futura querrá mantener la vieja normalidad que nos trajo hasta aquí, pero nuestra acción ha de ir dirigida al cuidado de la vida, y a la práctica constante del cuidado mutuo como elemento central de una convivencia basada en el asentamiento de la “cuidadanía”. “Cuidarnos es la nueva revolución” (M. Garcés). Es la única posibilidad de que nadie se quede atrás y de que no haya excluidos de la vida digna. En todo ello tiene mucho que decir el modelo de escuela pública comunitaria donde todos aprenden el cuidado de sí mismos para poder cuidarse todos entre sí.

En el ámbito de la educación, ahora más que nunca, es necesario desplazar la atención, casi obsesiva en muchos sectores de la comunidad educativa, de lo académico y de los aprendizajes curriculares hacia la educación integral de la persona. Es esa concepción de la enseñanza la que nos preocupa y nos ocupa. “Ahora es el momento de resaltar (en la escuela) los valores que estamos aprendiendo como la solidaridad, la empatía, la generosidad, la afectividad, el apoyo y el cuidado mutuo, la cooperación… porque hoy toca hacer pedagogía y primar esos valores más humanizadores.”

Estos valores no es posible desarrollarlos en una escuela competitiva, basada en el éxito de unos pocos, en el rendimiento y los resultados académicos. Por eso la escuela basada en el cuidado es la que tiene en cuenta siempre a los demás y, sobre todo, a los más débiles, y que acoge y cuida a los distintos, a los que tienen mayores carencias y viven situaciones de penuria mayor. Implica aprender a cuidar a todos y a lo que es de todos, lo colectivo, lo común, por encima de los intereses basados en el egoísmo y en el individualismo. Es construir el paso de la ciudadanía, con la tarea del cuidado mal distribuida como ahora, a una “cuidadanía” ciudadana en la que todos asumamos nuestra responsabilidad de cuidar y saberse necesitados de cuidados. No solo se trata de salir al balcón, aunque sea necesario en determinados momentos, a aplaudir a los que nos cuidan, sino de que todos salgamos a la vida como cuidadores mutuos. Solo así podremos construir una vida digna de y para todos.

El cuidado es lo esencial para mantener la vida y para mantener la educación como promoción del desarrollo de las potencialidades humanas en cada uno de los que se educan. En otro momento he hablado de la necesidad de construir la escuela de lo colectivo. En ella es donde hemos de colectivizar el cuidado. Esa es la escuela comunitaria que queremos hacer realidad. Sencillamente porque todas las vidas son dignas de ser cuidadas y esa escuela lo hace posible.

La escuela del cuidado mutuo educa en la perseverancia y la paciencia a ritmo lento y pausado. Pone especial atención en el aprendizaje relevante, la reflexión, la voluntad y la memoria. Sitúa en el centro de la relación pedagógica, el diálogo-conversación y sabe que educar es aprender a pensar críticamente por sí mismo y a sentir la generosidad del compartir, poniendo en el primer plano la empatía, la compasión (pasión común por la vida) y la construcción de la fraternidad. Esta escuela genera, necesariamente, sensibilidad por la vida, por el cuidado de las personas frente a la insensibilidad y el olvido de los pequeños y grandes problemas de la humanidad y de quienes son víctimas de ellos. Es en la educación donde se da el encuentro con la vida, ya que hay una clara identificación entre vivir, conocer, aprender y producir (Maturana y Varela). Y, hoy más que nunca, educar es cuidar y defender la vida de todos y cada uno de los aprendientes (Hugo Assmann). En esta escuela es muy relevante la calma, el tacto, la presencia, el acompañamiento, la espera, el respeto, la atención, la confianza, la crítica fraternal, la reciprocidad afectiva y normativa, la ternura y, en definitiva, el amor.

En esa comunidad de cuidado, el alumno y la alumna son considerados en su singularidad, acogidos, queridos e impulsados en la aventura de construirse a sí mismo como sujetos en un proceso de crecimiento permanente. Implica la convivencia y la relación positiva entre el alumnado desde el respeto mutuo y la gestión de los conflictos. En el centro de la relación educativa se sitúa el trato cordial, cercano y cargado de humanidad entre profesorado y alumnado. Profesor y alumno se cuidan entre sí y se respetan profundamente.

Es una escuela que promueve el desarrollo humano y profesional del docente. Le acoge y le mima para que él pueda acoger y mimar la relación educativa con todos los demás. Se genera un clima relacional que hace posible el trabajo en equipo, los proyectos compartidos y la comunicación sincera. Así se hace posible una relación entre el profesorado que entraña el apoyo mutuo, el encuentro y el diálogo afable donde es posible la regeneración de las energías que se consumen en la acción educativa que es compleja, conflictiva con frecuencia, cargada de incertidumbre…

La relación con las familias se cuida de forma especial pues son parte esencial de la comunidad de cuidado que es la escuela. Es una relación de apoyo mutuo en la tarea común de acompañar a la infancia y a la adolescencia. También se cuida la relación de las familias entre sí como miembros activos de la comunidad educativa.

Es una escuela que cuida la relación colaborativa con el entorno social, cultural y natural donde está ubicada. Pone todo su potencial y compromiso en la construcción de la comunidad local en el espacio de ciudad educadora.

Se hace cada día más urgente la construcción de la escuela pública como comunidad educativa donde se educa, se aprende, se practica la convivencia positiva y se incluye toda la diversidad humana en el cuidado mutuo. Ese es el objetivo y el contenido de la propia acción educadora del espacio y el tiempo escolar. Sabemos que la realidad que estamos viviendo apunta indudablemente a la necesidad de fortalecer la dimensión colectiva de vida humana y eso solo es posible en la consolidación de lo público. La sociedad del cuidado y de los cuidados nos exige prestar el máximo apoyo a la escuela pública comunitaria, que es la única capaz de garantizar el derecho de todos a la educación. Su cuidado, por parte de las políticas educativas públicas, adquiere una significación especial en los tiempos que vivimos. Por ser la escuela de todos debería ser la mejor tratada.

Sin embargo, constatamos con demasiada frecuencia un maltrato planificado de la enseñanza pública. Hay un abandono del deber de cuidarla por parte de todos, cuando no luchamos lo suficiente por hacerla realidad. Pero, sobre todo, de la Administración pública: desprestigio premeditado con políticas de desinversión, precariedad, recursos insuficientes, centros descuidados, construcciones de centros en varios años, profesorado maltratado…

Estamos tomando conciencia de que el actual sistema capitalista de producción y consumo y su sistema educativo son insostenibles. Y vamos sabiendo que la nueva realidad educativa se ha de sustentar en una escuela basada en el cuidado de la vida y del ser humano en su integralidad, como se propone en el “Manifiesto por otra educación en tiempos de crisis”.

Ojalá esta pandemia nos contagie la toma de conciencia del ineludible aprendizaje del cuidado mutuo, porque es lo único que nos dará alguna certidumbre para sobrevivir a la actual catástrofe y a las que se avecinan.




Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/11/la-escuela-del-cuidado-mutuo-como-antidoto-educativo/
Por: Julio Rogero

viernes, 29 de mayo de 2020

Carta a las maestras y maestros por la pandemia


  • El reto más trascendente no es concluir el ciclo escolar o agotar los programas de clases. Es más profundo: aprendamos de las circunstancias, trabajemos juntos, aprovechamos los recursos y valoremos el privilegio de la vida.

Cuando preparo las notas para esta colaboración leo que los rectores de las universidades públicas y privadas de México decidieron que el actual ciclo escolar no volverá a las aulas. Acordaron también que cada institución decidirá estrategias para la conclusión y evaluar a los estudiantes, atendiendo a las condiciones diversas en sus posibilidades de acceso a tecnologías y equipos; heterogéneas en un país enorme y asimétrico, con más de la mitad de la población en pobreza y miseria. Recientemente, el gobernador del Estado de Jalisco, uno de las más importantes por demografía, economía y política, decretó el fin del año escolar presencial.

Decirle adiós a las aulas es un acto responsable. Las escuelas son espacios donde explotan las ideas, la inspiración, donde se desarrollan los lenguajes, el pensamiento y la belleza, pero también son focos inigualables de infección en situaciones como las que ahora sufre el mundo.

Decirle adiós a las aulas es un gesto aplaudible cuando todavía siguen creciendo los infectados y las muertes se acumulan dramáticamente. Pero tenemos que seguir aprendiendo. Los maestros debemos procurar las estrategias, contenidos y actividades relevantes (subrayo, relevantes) para que los estudiantes consigan aprendizajes. Pero solos no pueden; el trabajo docente es siempre en equipo, hoy está más claro que nunca.

Los retos son colosales: México perdió décadas con experimentos fallidos en distintos gobiernos federales. La inversión millonaria tendría que haberse reflejado en mejores resultados. Si así hubiera sido, la pandemia nos habría tomado un poco menos desprovistos. Pero no hay tiempo para lamentos ni reproches, no ahora; solo nos queda intentar un esfuerzo inusitado para que los niños y jóvenes individualmente, y las instituciones y sistemas educativos aprendamos de la contingencia. La oportunidad de aprendizajes es extraordinaria.

Es posible educar en cuarentena, nos contaban en un seminario web hace algunas semanas dos expertos: Mariano Narodowski desde Argentina, y Mariano Fernández Enguita, desde España.
Un peligro que nos acecha es tratar de trasladar la rutina del aula a la casa. La casa no es el aula, y la experiencia del aprendizaje en casa no puede equipararse a la rutina de la escolarización. Educar en contingencia sanitaria es un desafío pedagógico inédito.

El primero de los retos que tenemos enfrente es el del acceso al mundo digital. El baile de cifras respecto al equipamiento tecnológico revela las disparidades entre niños, familias y escuelas. Si no todos tienen acceso a computadoras e internet, ¿cómo circularán las tareas, los contenidos, los programas de la casa de las maestras y maestros a la de los niños? Pero también entre los maestros hay desiguales accesos y usos.

Entonces se vuelven importantes dos tecnologías que en México se habían olvidado de la buena educación, en general; la radio y la televisión. Televisión y radio pueden jugar un papel crucial, que no sustituirá al mundo dominante de las otras tecnologías, pero podría ser un puente para que unos niños no se queden varados en la otra orilla.

El gran reto, para mí el más importante, es pedagógico. El proyecto educativo. La Secretaría de Educación Pública lanzó una estrategia nacional de educación a distancia sin probarse previamente, montada sobre dos gigantes del mundo tecnológico: Google y YouTube. ¡Quién diría que serían los vehículos sobre los que oficialmente se acercaría la instrucción a los niños mexicanos que tengan esa posibilidad!

Seguramente la experiencia tendrá buenos resultados en algunas escuelas; en otras, menos buenos, y en algunas, inevitablemente, malos o desastrosos. Dependerá de distintos factores. A la tecnología y al proyecto debemos sumar dos ingredientes: la actitud y preparación de los maestros, así como la voluntad y posibilidades en el hogar.

La pandemia es campo para aprendizajes de otra naturaleza, esos que llamaríamos “para la vida”, que es así como tendría que ser toda la educación. Porque la educación siempre tendría que prepararnos para la vida, porque las matemáticas, la historia, la literatura, la educación física o las ciencias tienen ese sentido final.

Cambio de tema para soñar un poco.
Quisiera pensar que cuando pase la cuarentena el campo pedagógico no quedará como las playas después del tsunami; o las casas, luego del terremoto.

Quiero imaginar que la pandemia desafió lo mejor de las maestras y maestros; que no lo vieron como más trabajo, sino como oportunidad para aprender enseñando, y mientras enseñaban, dándose cuenta de su ignorancia, trataron de remediarla.

Deseo que las maestras y maestros que habían perdido la ilusión que los llevó a una escuela por primera vez, la recuperen ante la necesidad de lograr que sus estudiantes, lejos, en otro lugar, sin muchos recursos, puedan aprender de forma significativa.

Me gustaría que los maestros en la secundaria o el bachillerato descubrieran que estudiar biología, química o ciencias puede despertar más interés ahora, para entender el funcionamiento del cuerpo humano, de las enfermedades, de las vacunas, del trabajo científico.

Que es un buen momento para entender la geografía, la historia de China y universal, o las disparidades delirantes en el país más poderoso del mundo, cuyo centro financiero, Nueva York, se derrumba por un bicho invisible.

Es un buen momento, también, para estudiar con las palabras generadoras de Paulo Freire, a partir de las cuales se analice una realidad y se aprenda uniendo textos y contextos; palabras como virus, solidaridad, globalización, transmisión, tecnologías, salud, cambio climático, humanidad.

Es el momento más apremiante que nos tocó a las generaciones de hoy. Un momento que nos exhibe en nuestra vulnerabilidad y que hace tener más claro que nunca, que los pueblos de la tierra, por encima de banderas y fronteras, nos necesitamos para la sobrevivencia.

Que es el mejor momento para desarrollar las emociones y valores de la solidaridad, la generosidad, el cuidado del otro, la responsabilidad por lo colectivo, la alegría, la resiliencia, el amor.
El reto más trascendente no es concluir el ciclo escolar o agotar los programas de clases. Es más profundo: aprendamos de las circunstancias, trabajemos juntos, aprovechamos los recursos y valoremos el privilegio de la vida.

La cuarentena no debe ser pretexto para que profesores y directores llenen reportes y evidencias para informes institucionales inútiles. O para recargar de tareas y tareas y tareas a los estudiantes.

Hoy más que nunca resuenan potentes aquellas palabras del maestro Paulo Freire: la educación tienen que ser una aventura, un desafío, no una canción de cuna, ni la tortura que perjudicará a los que menos tienen y más necesitan.



Por
Juan Carlos Yáñez
Fuente

jueves, 28 de mayo de 2020

Ser docente (online) en tiempos de COVID-19


Amaia Arroyo Sagasta, maestra de Educación Especial y doctora en Comunicación y Educación en Entornos Virtuales, reflexiona sobre el cambio radical y forzado que ha supuesto la crisis del COVID-19 en el sistema educativo y ofrece algunos consejos para ayudar al profesorado a adaptarse a la formación online.



“¿Dónde estás que no estás compartiendo recursos de todo lo que supuestamente sabes sobre la integración de herramientas digitales en los procesos de enseñanza-aprendizaje? ¿Dónde está tu aportación, ahora que tanto se necesita? Pensaba que harías lo correcto y serías solidaria con los docentes”. Eso es lo que mi conciencia pedagógica me dice una y otra vez estos días de confinamiento, repitiéndolo como un mantra.

Resulta que hemos pasado de la resistencia y el rechazo general al uso de las tecnologías digitales en la educación a una educación ‘online’ forzosa para todo el sistema: desde Infantil hasta la etapa universitaria. Esta situación ha supuesto una avalancha de solidaridad docente online: en las redes sociales, cada miembro está aportando su granito de arena y el todo es enorme. Quizá demasiado… Videotutoriales, decálogos de decálogos, herramientas y más herramientas, artículos de personas defendiendo: “¿ves? ya lo decía yo”…

Cambio radical
Este cambio de modalidad es realmente abrumador. Lo es para las profesionales que ya estábamos familiarizadas con la tecnología educativa, así que no quiero pensar qué está suponiendo para el colectivo resistente. Sin embargo, desde mi punto de vista, el llamamiento no debería ir en clave tecnológica puramente instrumental. Y es que, en este momento tsunami de docencia online, estoy totalmente de acuerdo con Fernando Trujillo: debemos retomar el sentido común pedagógico y centrar nuestros esfuerzos en el cuidado. ¿De quién? Rosa Ortega, a partir de un tuit del mismo autor, plantea preguntas interesantes sobre el estado emocional del alumnado y las familias, los recursos de los que disponen según la situación socio-económica de las familias… Todas cuestiones indispensables, por supuesto, que están explicitando posibles medidas de cara a la vuelta a las clases, tales como el aprobado general y la promoción automática de curso.

Asimismo, subraya la necesidad de pensar en el profesorado: ¿cómo nos estamos coordinando? ¿Disponemos de los recursos necesarios? ¿Cómo nos sentimos y cómo afrontamos todo esto? Las preguntas relacionadas con nuestro cuidado también deberían ser vitales, porque somos el pilar que mantiene el sistema (online) este momento. Otra pregunta interesante es sobre cuál es o debería ser nuestra prioridad como docente online, en este momento.

Linda Castañeda explica claramente que, después de una fase de supervivencia (instrumental, subrayaría), es momento de que emerjan asuntos más relacionados con el aprendizaje de nuestro alumnado. Esto, traducido al quehacer docente, nos sitúa ante una coyuntura que no priorice largas listas de tareas, sino las competencias de nuestro alumnado para afrontar el aprendizaje y la motivación para que este emerja, sea cual sea la situación.

Algunas recomendaciones
Sin dejar todo eso de lado, desde la humildad, me gustaría lanzar un mensaje de apoyo a toda la comunidad docente. Traduzco ese apoyo en pequeños consejos que espero sean útiles:
1.      Prioricemos: aunque tengamos la presión de los contenidos, no podemos caer en la banalidad. En este momento, nuestro alumnado, el bienestar común, la conciencia de solidaridad… son elementos que van a alimentar el aprendizaje. Más que muchos de los contenidos propuestos en el currículum.
2.      Actuemos en equipo: aunque no depende solo de nosotras, es importante la unión. Los estudiantes no necesitan una larga lista de tareas, sino directrices para aprender de esta situación.
3.      Conquistemos los entornos virtuales: quizá nunca nos haya ‘tocado’ ejercer como docente online; pero, simplemente, deberíamos entenderlo como un espacio más al servicio de nuestras decisiones pedagógicas, sin perdernos en el cacharreo.
4.      Compensemos: sabemos que no todos tienen acceso a la red o los dispositivos. Hablemos con nuestro centro para poder ofrecer alternativas viables.
5.      Respiremos: esta situación es complicada (y compleja). Estamos dando todo lo que podemos, pero no podemos morir en el intento.

Como docente, siento mi responsabilidad en este momento y la asumo; pero no soy solo docente; soy hija, hermana, pareja, madre… persona. No deberíamos olvidarnos de nosotras mismas. Deberíamos cuidarnos; porque, si no, tampoco podremos ser docentes… Nuestro alumnado y el  #claustrovirtual nos necesita, sin ninguna duda; pero nuestros seres queridos también. No los olvidemos en estos momentos tan duros para todas. Que no se me malinterprete: sigo defendiendo que debemos estar al pie del cañón; solo intento que el mundo entienda que el profesorado es también persona.



Por
EDUCACIÓN 3.0
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miércoles, 27 de mayo de 2020

Coronavirus: cómo es la vuelta a clases en el mundo


Una escuela sin compañero de banco. Distanciamiento social señalizado en el piso. Sin reuniones en ingresos y salidas. Una escuela con la obligación de lavarse las manos frecuentemente y de usar tapabocas. Regresos segmentados por grupo y con cupo máximo de alumnos por clase. Formularios médicos completados mediante aplicaciones. Control de temperatura antes de ingresar. Transición paulatina entre modalidad virtual y presencial. Restricciones para la interacción en grupos. Prohibiciones para ello, incluso.


Una escuela de Zheijiang, China, donde los niños usan sombreros de cartón, con varillas a los costados para el distanciamiento. 

Así es la escuela de la pandemia, según lo que muestran las medidas que se han ido tomando en Europa y Asia en este inédito contexto. Medidas que pueden parecer tan lógicas desde lo sanitario como impactantes desde lo humano, casi de ciencia ficción. Las clases presenciales se retoman, pero transformadas de manera radical, luego de que se interrumpieran para más de 1235 millones de jóvenes del mundo, el 70,6 por ciento de los estudiantes, de acuerdo a cifras de la UNESCO. Debido al coronavirus cerraron establecimientos de 186 países. La enseñanza se mudó a la virtualidad exponiendo la brecha digital. Ahora América del Sur es epicentro de la pandemia. Las clases en la región sólo tienen fecha de inicio concreta y próxima en Uruguay.

El regreso en la Argentina
La covid-19 repercutió en la dinámica de más de 10 millones de estudiantes y casi 900 mil docentes de los niveles inicial, primario y secundario en el país. Cuenta Pedro Cahn que cada tanto lo llama el ministro de Educación, Nicolás Trotta, y le hace la pregunta del millón: ¿Cuándo? ¿Cuándo será posible el regreso a las aulas? "No lo sabemos", se sincera el infectólogo, integrante del equipo que asesora al Presidente. La única variable de la que depende la respuesta es la evolución de la pandemia.

"No tenemos claridad de fechas ni queremos apurar ninguna decisión", confirma Trotta a Página/12, después de confirmar que el ansiado retorno no será posible antes de agosto. Sus ojos están puestos en lo que sucede en Europa. Se conecta por videollamada con sus pares. "Recién llevan una semana o dos de regreso, hay que esperar para ver el impacto epidemiológico. Ojalá puedan sostener ese regreso hasta mediados o fines de julio: sería una buena noticia para nosotros. Hubo retrocesos, cierres, como pasó en Francia, pero no de una cantidad importante (de instituciones)", agrega. 

Tampoco hay todavía certezas en torno a las medidas que se adoptarán en el país. Las alternativas están en estudio mientras se elaboran protocolos. El "concepto básico" es "distanciamiento social", con abordaje en "cuatro momentos": aulas, espacios comunes, ingreso, transporte público. Este último es un ítem fundamental según Cahn, quien opina a título personal, pues el comité de expertos no participa todavía de esta discusión puntual. Sucede que la actividad escolar impacta en un 20 por ciento en el uso de transporte público, y será fundamental evitar superposiciones entre trabajadores y estudiantes.

Las alternativas ya se conocen. Trotta las repasa y confirma: segmentación geográfica, comenzando por las zonas menos afectadas; regreso escalonado por nivelesasistencia rotativa. Más que de un esquema dual de virtualidad y presencialidad, habla de un formato "a distancia": trabajos que se plantean en el aula y se desarrollan en las casas. Un aspecto que despertó polémica fue la posibilidad de que funcionen escuelas de verano, que el funcionario descartó, aunque sí es probable que se habiliten "módulos específicos" para garantizar el cierre de ciclos de quienes estén terminando un nivel. "No va a haber una única solución. No todas las escuelas tienen la misma cantidad de estudiantes, metros cuadrados por aula e infraestructura", manifiesta, y añade que "es y seguirá siendo prioridad" la garantía de conectividad para los estudiantes. 

Roberto Baradel, secretario general adjunto de Ctera y titular de Suteba, comenta que los docentes están pidiendo que se los incluya en la entrega de computadoras y la liberación de datos móviles para ellos y estudiantes, a la vez que discuten las regulaciones del teletrabajo, en un contexto de "sobrecarga laboral". El dirigente cree que en el regreso deberían tener prioridad los chicos que están terminando niveles y los que no tuvieron posibilidades de conectividad o no accedieron a cuadernillos pedagógicos. También plantea que "hay una necesidad muy grande" de reparación de escuelas, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Al respecto, Trotta indica que en la provincia se están llevando adelante 700 obras de infraestructura y que acondicionar los espacios a las condiciones que exige la pandemia será uno de los ejes para la etapa que viene.

Escuelas del mundo
Un informe del Observatorio Argentinos por la Educación describe que en Europa y Asia se registran posturas dispares. Países como Italia o India no se encauzan hacia la reapertura, mientras que otros, como Dinamarca -primero de la Unión Europea en abrir guarderías y escuelas- o China, recomenzaron en gran parte de su territorio. En América y Africa hay cierta homogeneidad en un cierre generalizado. En Estados Unidos, tres estados continúan su ciclo lectivo. Paraguay pospuso el regreso hasta diciembre. El presidente peruano Martín Vizcarra aseguró que no habrá clases presenciales por varios meses, "hasta que no haya tratamiento o vacuna". "En el medio de estos extremos, la mayoría de los países no se ha comprometido con fechas concretas”, postula el documento de Gabriela Azar, directora de Educación de la Universidad Católica Argentina.

Pese a las diferencias hay medidas comunes: la obligatoriedad del uso del tapabocas y los pupitres individuales con la distancia recomendada por la OMS (1,8 metros). Las restricciones en la interacción aparecen en tres países: Dinamarca (tres alumnos como máximo), Alemania (dos), en Israel directamente se prohíbe. Francia tiene un cupo máximo de 15 alumnos por clase y, como Uruguay, prioriza a alumnos de zonas rurales. China sumó la medición de temperatura durante el horario escolar, no sólo en el ingreso como otros países asiáticos. El lavado de manos es obligatorio en China, Vietnam, Burkina Faso, Uruguay y Dinamarca. En Serbia guarderías y jardines abren sólo para niños cuyos padres presenten justificativos de empresas; Croacia dispuso lo mismo para escuelas primarias. 
A continuación, un repaso por algunos casos paradigmáticos, con sus medidas y complejidades, en la previa y el desarrollo:

Corea del Sur: Miles de estudiantes regresaron a la escuela el miércoles después de dos meses. Hicieron fila para controles de temperatura y recibieron desinfectantes para lavarse las manos al ingresar. Los maestros los saludaban con el codo. Al interior de las escuelas se les pide a los chicos que limpien sus escritorios y se sienten separados. En este país, como en otros de Asia, en algunos cursos se instalaron mamparas de plástico entre pupitres. Cualquier escuela que reporte infecciones se cerrará de inmediato, advirtió el ministro de Educación y, en efecto, ocurrió: fue en Inchon, en el límite con Seúl, donde 66 instituciones debieron cerrar poco después de la llegada de alumnos. Dos recibieron diagnósticos positivos. En un país obsesionado con la educación, sólo los estudiantes del último año (a los que espera la universidad) asisten a la escuela todos los días. Los más jóvenes alternan clases presenciales y virtuales.

 Uruguay: el presidente Luis Lacalle Pou anunció el jueves el reinicio en todos los niveles educativos para junio. Es el primer retorno en la región. Será gradual, en tres etapas, y voluntario. En la primera fase reabrirán escuelas de educación especial junto a centros rurales -ya estaban funcionando 879- y los últimos años de bachillerato del interior. A mediados de mes continuarán primarias y secundarias, a excepción de las de Montevideo, y centros de educación inicial. El proceso se completará el último lunes del mes. Los científicos se mostraron a favor del reinicio. Consideraron que la evidencia disponible es que el impacto del cierre sobre el desarrollo de la enfermedad "es muy bajo". Darío Greni, maestro y director de la escuela rural 88, ubicada en Las Violetas (Canelones), detalla que hay dos protocolos para los establecimientos: uno para reintegro y permanencia de los chicos y otro para limpieza y desinfección. "Tenemos lineamientos generales para trabajar. Nosotros nos reintegraremos el 1° de junio. Nuestra inspección departamental nos da libertad para adaptar el horario y los espacios de acuerdo a la cantidad de alumnado", añade. En este caso, el regreso será con días alternados y reservarán los miércoles para la desinfección. En todo el proceso tiene mucha participación la comisión de padres. Greni destaca también la búsqueda de suplentes para cubrir los puestos de trabajadores que integran el grupo de riesgo.

Reino Unido: hay conflicto porque el gobierno dispuso la reapertura para el 1° de junio y se oponen científicos (consideran que es pronto) y padres. También la mayoría de las autoridades municipales que mediante una encuesta de la BBC manifestaron que no pueden garantizar que las primarias abran en la fecha dispuesta, porque precisan tiempo para implementar medidas que garanticen el distanciamiento.

China: el escenario escolar despliega las nuevas tecnologías. Los alumnos de Pekín volvieron a las aulas hace poco más de 15 días con brazaletes electrónicos que dan alertas en caso de fiebre. En tal caso los profesores tienen que avisar a la Policía, según publicó el Diario de Pekín. El dispositivo se prueba en cinco distritos. Por otro lado, en China se les toma la temperatura a todos los estudiantes antes del ingreso a la escuela. Particularmente en Beijing deben completar formularios mediante una aplicación que calcula el riesgo de infección. Hay videos que muestran a los chicos desinfectándose el calzado, tirando el tapabocas que traían de la calle y lavándose las manos antes de entrar a los edificios. También se ven empleados desinfectándoles la ropa. El dato de color surgió en una escuela de Zheijiang, al este: los niños usan sombreros de cartón, al parecer obligatorios, con varillas a los costados para el distanciamiento. Imitan los de la Dinastía Ming y son decorados por ellos mismos.

Francia: Desde París, el corresponsal de Página/12 Eduardo Febbro narra que con el argumento de "justicia social" el gobierno decidió reabrir escuelas y colegios a partir de mediados de mayo en regiones donde la pandemia estuviera controlada y con un régimen de voluntariado de los padres. El protocolo del Ejecutivo incluye distancia social, máscaras obligatorias, cupo de 15 alumnos por clase y bancos individuales. En total hay una distancia de 4 metros cuadrados entre alumnos. En los recreos se prohíben los juegos con pelota y cualquier otro de contacto, también el uso del tobogán y hasta el intercambio de lápices, lapiceras y juguetes. Febbro registró incertidumbre, miedo, preocupación de padres y entusiasmo en los chicos, "hartos de ver la realidad desde una ventana". Desde el 12 de mayo se detectaron 12 casos positivos entre las 40 mil escuelas que reanudaron los cursos y unas 50 volvieron a cerrar. Aunque el 90 por ciento de las comunas retomaron la actividad -85 por ciento del total de los establecimientos-, miedo y prudencia dictaron el comportamiento de padres: según cifras de Educación, el 70 por ciento de los alumnos siguen las clases desde las casas.
Caroline Béhague tiene 41 años. Vive en el norte, en zona roja, por lo que su hijo más grande aún no volvió a la escuela. Su hija más chica, de 4 años, vuelve este lunes al jardín después de dos meses. "Dudamos un poquito con mi marido. Ella tenía ganas de ir. Estamos intranquilos porque todas las medidas de precaución son complicadas para los más chiquitos, es mucha disciplina: no acercarse a los demás, no compartir juguetes. Es angustiante también para ellos. Pero el teletrabajo ya no se puede más. Decidimos intentar a ver cómo era y si ella aguanta". Hernán, su esposo, argentino, define al recomienzo como "frágil": "Hay mucha preocupación: un solo caso genera un cierre general. Estamos inquietos por cómo va a tomar nuestra hija la situación, pero a la vez no podemos seguir toda la vida así. Nos jugamos e iremos viendo sobre la marcha".

Finlandia: Los chicos retomaron las clases el 14 de mayo, desde jardín a noveno grado, sólo por dos semanas y media porque ya terminan. "Van sin barbijo", cuenta Agustina Lagormasino, argentina que vive allá. En el país no es obligatorio el uso del tapabocas. Además, sostiene Agustina, "es imposible que el chico esté sin toquetearlo durante las cuatro horas de clase". "El distanciamiento es prácticamente imposible. Las aulas son pequeñas. Y pedirles a los chicos que no se toquen es algo sin sentido. Me da intriga más que miedo. La diferencia más marcada es que se lavan más veces las manos y que durante el almuerzo sólo pueden compartir mesa con un compañero. Ya no se sirven ellos la comida sino un maestro", describe.

La grieta mercado-salud
Según una nota de Joëlle Garrus para AFP, los partidarios de la apertura de establecimientos alrededor del mundo se apoyan en estudios según los cuales los chicos no corren riesgos de contagio, pero no convencen a los que temen consideraciones económicas por sobre la salud. En algunos países, incluso, los padres sospechan que sus hijos pueden ser tratados como "conejillos de indias" para "probar la inmunidad colectiva" (Dinamarca, Portugal).

"Hay países que intentan forzar la vuelta a la escuela porque los empresarios han hecho lobby: si los chicos están en las casas los papás no pueden trabajar", postula Baradel. Es una hipótesis que circula en el ambiente. De hecho, está en sintonía con la reciente declaración del Comité Regional de la Internacional de la Educación América Latina (IEAL), que definió al gobierno argentino como una excepción en la región por establecer un diálogo con los sindicatos a diferencia de los demás. A su vez, señaló que los "intereses económicos" presionan por un pronto regreso a las aulas "sin considerar la seguridad y la salud" de trabajadores y niñes. "Los gobiernos de la región, salvo pocas excepciones, han pretendido privilegiar la actividad económica por encima del aislamiento."

Todavía es temprano para conclusiones, pero ya se registran algunas de las complejidades y dificultades del proceso. Aquellas presiones, el miedo de los padres. Habrá que ver, también, la efectividad y el impacto de las medidas en los chicos. En sus comportamientos y vínculos. ¿Cómo es, además, volver a las aulas después de tantos días de incertidumbre y sobrecarga? ¿Qué pasará en las escuelas de la región, que no cuentan con los mismos recursos que las del primer mundo? Un dato: la Argentina, por ejemplo, está entre los países de mayor cantidad de alumnos por metro cuadrado, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo. Lo que queda claro es que la de la pandemia es una escuela muy distinta, en un mundo distinto.




Por María Daniela Yaccar


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