Las emociones tienen un papel fundamental en
nuestras vidas, pero muchas veces se lo negamos o lo ignoramos. Entrevistamos a
Silvia Álava y Ruth Castillo sobre el papel que tienen y cómo familias y
docentes pueden aprender de ellas para mejorar la inteligencia emocional de
niñas y niños.
Hablamos con Silvia Álava, doctora en Psicología
Clínica, y Ruth Castillo, doctora en Psicología de la Educación, sobre la
importancia de las emociones en la vida de niñas y niños, de adultos también.
Qué podemos aprender de ellas, cómo gestionarlas y mejorar nuestra relación con
los demás. Ambas han colaborado con el proyecto Aprendemos juntos del BBVA en
su reto ‘Hechos
de emociones‘
que quiere dar herramientas y conocimiento a familias y profesorado sobre
inteligencia emocional para que puedan desarrollarla junto a niñas y niños.
¿Vivimos en un mundo que prima lo racional, que
castiga la vertiente emocional de las personas?
Silvia Álava: Vivimos en mundo en el que
la formación ha ido dirigida a la parte racional, a generar contenidos y a
memorizar datos. Desde pequeños en las escuelas a los niños se les enseña a
leer y a escribir, pero las emociones tradicionalmente han quedado fuera de las
aulas. Cuando llegamos al mundo adulto, tratamos a los trabajadores como si
fueran máquinas, sin pararnos a valorar su parte emocional, sin percatarnos de
que esta nos acompaña en cada día de nuestra vida, y que la mayor parte de los
conflictos laborales suelen ocurrir por temas emocionales. Si no aprendemos a
relacionarnos de forma sana con nuestras emociones, podemos enfermar e,
incluso, perder el equilibrio físico y emocional. Por eso es importante que
cada vez la educación emocional esté más presente en todas las esferas de la
sociedad.
Ruth Castillo Gualda: Más que
castigar el ámbito emocional, yo diría más bien que los adultos tenemos todavía
muy arraigada la idea de que las emociones nos hacen vulnerables. ¿Cuántas
veces nos han aconsejado que deben esconderse determinadas emociones para no
mostrar debilidad? Esa mentalidad está compuesta por las pautas educativas, las
ideas que nos han inculcado, nuestro autodiálogo a la hora de tomar decisiones,
la sociedad o la cultura en la que hemos vivido. Todas estas ideas las llevamos
grabadas a fuego muchos de los adultos (papás o maestros) que somos
responsables actualmente de la educación emocional de los niños. Por eso, la
educación emocional invita a romper esa creencia, a transformar la opinión que
tenemos acerca de que las emociones como aspectos que pueden entorpecer o
hacernos más vulnerables. En cambio, debemos verlas como mensajes, como una
información más a la que debemos atender cuando queremos dar una respuesta
efectiva. La inteligencia emocional nos ayuda a entender que mostrar las
emociones puede ser un símbolo de valentía y de coraje y que escuchar las de
los demás nos hace más efectivos y más empáticos.
Hoy día la neurociencia nos da algunas claves sobre
la importancia de las emociones a la hora de, por ejemplo, guiar nuestro
aprendizaje, cómo se fija el conocimiento que adquirimos…
Silvia Álava: Así es. Las emociones forman
parte de nuestra vida, podemos utilizarlas a nuestro favor para facilitar el
aprendizaje o ignorarlas y entorpecer los procesos de aprendizaje. Hoy en día
tenemos ya superado el refrán “la letra con sangre entra”, de hecho, sabemos
que cuando los alumnos sienten emociones desagradables como el miedo, su
aprendizaje se ve afectado. El miedo no va a favorecer procesos claves del
aprendizaje como son la atención a los que dice el profesor, el razonamiento
lógico, la capacidad de memorización… Más bien todo lo contrario, nos bloquea y
no nos deja pensar con claridad. Otro ejemplo con el que seguro que casi todos
nos hemos visto reflejados es la ansiedad. Cuando los alumnos están muy
estresados merma su capacidad de aprendizaje y fallan en los exámenes. Sin
embargo, emociones como la curiosidad, favorecen el aprendizaje porque incitan
a que al niño le apetezca aprender. Las emociones mantienen la curiosidad y
favorecen el interés por descubrir lo nuevo.
Nadie nunca recibió demasiada información sobre
cómo funcionan las emociones. Familias y docentes tampoco. Esto complica mucho
romper con la sensación de que hay cosas que es mejor no sentir, ¿no?
Silvia Álava: Es importante que tanto las
familias como los docentes estén formados en inteligencia emocional. Lo
primero, porque ellos serán el modelo que sus hijos y alumnos seguirán. Si no
regulan bien sus emociones será complicado que pidan a los menores que lo
hagan. Tenemos que perder el miedo a sentir, a sentir todas las emociones,
tanto las agradables como las desagradables. Porque las emociones son
información y nos dicen lo que nos está pasando. Cuando no escuchamos nuestras
emociones no tomamos bien las decisiones. Y cuando las negamos, estas vuelven
con más fuerza e, incluso, si lo hacemos durante un periodo largo de tiempo,
puede desembocar en enfermedades somáticas. Es decir, el dolor es el mismo,
pero la causa no es orgánica sino emocional. Por ejemplo, molestias gástricas
que no están causadas por una intoxicación o un virus, sino por los nervios; al
igual que los dolores de cabeza, las erupciones en la piel…
Ruth Castillo Gualda: El problema de
esta idea es que nos encontramos con gente adulta que tiende a reprimir o negar
sus emociones. Las emociones que se bloquean pueden conllevar a importantes
problemas de salud mental, como la ansiedad o la depresión. Es precisamente esa
discrepancia entre lo que se siente y lo que se muestra, la principal fuente de
estrés y consumo de recursos en una persona. Además, esto no atañe solo a la
población adulta. Según informes recientes realizados por la OMS, los
trastornos emocionales como la depresión, están siendo la principal causa de discapacidad
entre niños de 10 a 19 años. Por ello, la educación emocional se convierte en
una herramientas preventiva en la que el centro educativo, los iguales y los
adultos con los que se relaciona el niño, representan un elemento clave. Si a
los niños, desde pequeños, se les enseñan habilidades para gestionar
correctamente sus emociones se pueden evitar problemas físicos y mentales de
por vida, y en psicología, como en otras disciplinas, prevenir siempre es más
efectivo que solucionar.
Siempre se dice que hay emociones buenas y malas.
¿Cómo lo veis desde vuestro conocimiento?
Silvia Álava: No existen emociones buenas
ni malas. Todas las emociones son buenas porque nos dan información. Sin
embargo, hay emociones que llamamos agradables o positivas que a todos nos
gusta experimentar, como puede ser la alegría, la calma, la tranquilidad… Y
otras son emociones desagradables o negativas porque no nos gusta sentirlas,
como puede ser el miedo, el enfado, el asco, la frustración… pero que son
igualmente necesarias porque nos dan información sobre lo que nos ha pasado y
podemos utilizarlas para resolver la situación. Por ejemplo, si me he enfadado
por la conducta que un compañero de trabajo ha tenido conmigo, puedo utilizar
la energía de la emoción del enfado para decirle de forma asertiva, que cuando
hizo algo en concreto yo me sentí decepcionada, o enfadada porque no me ha
gustado y me gustaría que para otra vez me pidiese o hiciese lo que en ese
momento me hubiese gustado recibir.
Ruth Castillo Gualda: Una persona
con inteligencia emocional no es aquella que vive en un mundo happy,
entusiasmado o relajado todo el tiempo. Eso es una idea irreal y poco acertada
desde de mi punto de vista. La paternidad no es lo que nos contaron, en la que
todo sale como esperamos, en la que nos sentimos pacientes todo el tiempo.
Tampoco los alumnos en clase están siempre dispuestos a aprender y motivados
con las tareas. Pero en ambos casos, como educadores, sí podemos contagiar
emociones, es más, las emociones son muy contagiosas y tanto en casa como en
clase, estamos continuamenteo co-regulando emociones con los demás. Lo que yo
haga y cómo lo haga va a influir en el comportamiento y las emociones del otro,
y viceversa. Por ello, nuestra labor es fundamentalmente emocional. Y desde lo
emocional podemos activar y despertar muchos procesos cognitivos complejos. Es
decir, la educación emocional promueve las habilidades para gestionar o generar
las emociones más útiles con el objetivo de dar una respuesta adecuada a la
tarea que estamos realizando o al objetivo que perseguimos. Por eso, implica
reconocer la utilidad de todas las emociones. La frustración, la decepción o la
preocupación pueden ser experiencias muy acertadas en determinadas ocasiones.
¿Por qué las emociones negativas, las que nos
resultan desagradables, son más fáciles de recordar?
Silvia Álava: Cuando sentimos una emoción
se activa una parte del cerebro que se llama el sistema límbico o cerebro
emocional, y los acontecimientos se fijan más en la memoria cuando esa parte
está activada. Por eso decimos que el aprendizaje asociado a las emociones es
más difícil de olvidar, sobre todo cuando se activa el hipocampo, que es donde
se registra la memoria de lo percibido y aprendido. Tradicionalmente, por la
forma en la que nos han educado y por nuestras vivencias, ponemos mucho más el
foco en lo que nos pasa negativo que en lo positivo. Algunas investigaciones
sugieren la activación o el choque de una emoción desagradable, la cual puede
igualar o superar el de tres de emociones agradables. Por ello, sería
conveniente esforzarnos en tener el triple de experiencias positivas que
negativas, y lo ideal sería que las quintuplicasen.
¿Cómo pueden las familias y el profesorado atender
a las emociones de niñas y niños?
Ruth Castillo Gualda: ¿Cuántas veces
pedimos a nuestros hijos que manejen o controlen su rabia o sus celos, cuando
ni siquiera saben que se sienten así, cuáles son sus pensamientos o qué detonantes
han provocado esa emoción? Les pedimos “empezar la casa por el tejado”.
Actualmente, existe mucha conciencia de la importancia de la educación
emocional pero poca estructura sobre cómo trabajarlo. A través del reto ‘Hechos
de emociones’ del programa educativo ‘Aprendemos juntos’ de BBVA, se
proporciona organización sobre cómo abordar y trabajar cada una de las
habilidades relacionadas con la inteligencia emocional. En primer lugar,
proponemos y diseñamos ejercicios para trabajar la percepción e identificación
de las emociones, posteriormente la comprensión y el vocabulario para describir
las emociones, y por último, la regulación efectiva de las mismas. Todo esto
tanto a nivel personal como a nivel social. Por tanto, con este reto ofrecemos
pautas prácticas y estructuradas para trabajar con los niños de manera
progresiva y/o adaptada a su nivel de desarrollo madurativo, desde la etapa de
primaria hasta la adolescencia, y en dos ámbitos sumamente relevantes, como son
eleducativo y el familiar.
¿Por qué es importante que chicas y chicos conozcan
sus emociones, sepan identificarlas y gestionarlas?
Ruth Castillo Gualda: Mi carrera
investigadora ha estado fundamentalmente centrada en demostrar la efectividad
de la educación emocional. Cuando aplicamos programas de educación emocional
estructurados y correctamente implementados, las resultados muestran que los
alumnos tienen mayor salud mental, es decir, reportan menos problemas de
estrés, ansiedad, somatizaciones o depresión. La calidad de las relaciones entre
los alumnos mejora, la respuestas agresivas disminuyen y tienen más conductas
empáticas, en comparación con clases que no reciben educación emocional.
Además, el impacto de la educación emocional no se limita únicamente al
alumnado, los adultos pueden beneficiarse de muchas maneras. Los profesores,
tienen mayor capacidad para responder a las demandas del alumnado, saben cómo
conectar con sus emociones, validarlas y atenderlas, siendo un buen modelo de
gestión emocional. Los profesores que integran herramientas de educación
emocional en su pedagogía para enseñar poseen mayores niveles de motivación,
manejan mejor el estrés, así como mayor satisfacción y compromiso en su labor
docente. En definitiva, la manera en que los educadores gestionen sus propias
emociones, así como la forma en la que se relacionen con las emociones de los
niños, será el elemento clave y diferenciador para promover en ellos un
desarrollo óptimo y saludable.
Fuente:
https://eldiariodelaeducacion.com/extraeducacion/2019/11/07/si-a-los-ninos-se-les-ensenan-habilidades-para-gestionar-correctamente-sus-emociones-se-pueden-evitar-problemas-fisicos-y-mentales-de-por-vida/