Reducir
el tamaño del número de alumnos en las clases suena a una gran idea.
Pero
un análisis internacional sobre su impacto muestra consecuencias
inesperadas: a menudo puede implicar una menor remuneración para los
docentes y no hay mucha evidencia de que
ofrezca buenos resultados para los estudiantes.
Hacer
que los grupos en la clase sean más pequeños ha sido una política popular en
muchos países, frecuentemente apoyada por padres, políticos y maestros.
Fue
una de las grandes tendencias de la última década.
El
tamaño de las clases disminuyó en promedio un 6% entre 2006 y 2014 en los años
de secundaria en los países miembros de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos (OCDE).
Esto
incluye a más de 30 de los países más desarrollados, la mayor parte de Europa
occidental, Japón, Australia y Estados Unidos.
Los sistemas educativos altamente calificados en el
este de Asia a menudo tienen clases numerosas.
Clases pequeñas,
más profesores
La
expectativa era que las aulas con menos alumnos significarían una
educación más personalizada, con mejoras en el comportamiento y el aprendizaje.
Pero
cuando se trata de invertir en escuelas, suelen aparecer también puntos
negativos, y los países solo pueden gastar su dinero una vez.
Cuando
los presupuestos en educación se centran en reducir el tamaño de las clases,
las cifras muestran que usualmente hay reducciones en otros aspectos, en
particular en el salario de los maestros.
En
todo el sistema educativo, aulas con menos alumnos representan un mayor número
de clases. Esto requiere de los servicios de más maestros, lo que a su
vez significa costos más altos.
Además
de necesitar más docentes, reducir el tamaño de alumnos por clase también puede
necesitar la construcción de más aulas y ampliación de las escuelas.
Opciones de gasto
Por
primera vez, la OCDE analizó las consecuencias de reducir la cantidad de
alumnos en las clases y su magnitud es sorprendente.
Para
compensar el costo de reducir el tamaño promedio de la clase en un solo
estudiante, los salarios de los maestros tendrían que disminuir en más de
US$3.000 por año en la mayor cantidad de países de la OCDE.
Reducir el tamaño de los estudiantes en las clases
ha sido una tendencia internacional popular en los últimos años.
En
Suiza y Alemania significaría reducir la paga de los docentes en más de
US$4.000 anuales y más de US$3.000 en países como Austria, Noruega, Estados
Unidos, Finlandia, Australia, España y los Países Bajos.
Los
sueldos de los maestros representan una parte importante del gasto escolar y
cualquier medida que vaya a aumentar el número de docentes pronto tendrá un
gran impacto en los presupuestos de Educación.
En
la actualidad, los maestros de escuela secundaria reciben un pago de
solo el 88% de lo que ganan otros trabajadores graduados.
Problemas de
reclutamiento
Si
los salarios de los docentes no son competitivos, habrá problemas de
reclutamiento, y el riesgo de que los maestros dejen la profesión para buscar
trabajos mejor compensados.
Entre
2005 y 2015, el salario de los docentes en la OCDE aumentó en promedio solo un
6% después de la inflación.
En
un tercio de los países de la OCDE, hubo una disminución de la remuneración en
términos reales.
En el país
escandinavo se está experimentando con un nuevo entorno abierto de aprendizaje.
Pueden
haber otros factores económicos en cada país que afecten el salario de los
docentes, como una crisis financiera y políticas sobre salarios del sector
público.
Pero
reducir el tamaño de las clases significará tomar dinero que podría gastarse en
otro lugar.
Existen
otras opciones. Por ejemplo, los maestros podrían trabajar durante más horas en
el aula y reducir su tiempo de preparación. O podría haber una reducción en el
tiempo de la lección.
Pero
alcanzar un equilibrio puede tener un precio alto.
En
algunos países significaría reducir el tiempo de instrucción de los estudiantes
en casi 70 horas por año para ahorrar el costo adicional de reclutar más
maestros con el objetivo de reducir el tamaño de las clases.
¿Mejores
resultados?
El costo de clases más pequeñas puede terminar en
que haya menos dinero para invertir en los maestros.
¿Vale
la pena entonces reducir el número de alumnos por clase?
No
existe un vínculo claro entre los sistemas educativos con clases más pequeñas y
un mejor aprendizaje.
Los
resultados de las últimas pruebas Pisa no muestran ninguna asociación entre el
tamaño promedio de las clases y el rendimiento de los alumnos en ciencias.
De
hecho, los países asiáticos como Singapur y China, a menudo encabezan las
clasificaciones tanto en términos de rendimiento como en clases numerosas.
Otro
dato que tal vez puede ser inesperado es que los resultados en ciencia muestran
puntajes más altos en estudiantes en clases más grandes y en escuelas con
maestros que deben enfrentar aulas más populosas.
Quizás
lo que realmente se necesita es que se produzca una reducción significativa en
el tamaño de la clase para tener un impacto positivo.
Pero
parece que cada vez que los sistemas educativos con alto rendimiento tienen que
elegir entre clases más pequeñas e inversiones en docentes, eligen lo último.
Los salarios de los docentes son frecuentemente
tema de conflicto.
Por
supuesto, pueden surgir otras decisiones políticas y económicas, como un mayor
financiamiento para las escuelas, con el objetivo de que los salarios de los
maestros reciban un incremento.
Pero
dado que los presupuestos son a menudo limitados, este estudio muestra cómo las
opciones de gasto pueden tener resultados imprevistos.
Reducir
el tamaño de la clase es una medida costosa, por lo que vale la pena
considerar sus beneficios frente a otras políticas.
Si
esta fuera una decisión financiera, ¿cómo obtendrías más por tu dinero
invertido?
¿Cómo
se compararía con gastar más en aumentar los salarios de los maestros, invertir
en la capacitación de docentes o cambiar el plan de estudios?
¿Vale
la pena, entonces, aplicar la popular política de reducción en el número de
alumnos en las clases, a costa de la calidad de la enseñanza?
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47312916
Por: Andreas
Schleicher
Director for the
Directorate of Education and Skills at the OECD. The views expressed here are
solely his.
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