La comunidad educativa, agentes
sociales, familias, administraciones públicas, entidades privadas deben
transmitir confianza en el sistema educativo y en sus profesionales.
“Maestros y profesores reciben elogios, la cursilería de los discursos
que exaltan la abnegada labor de los apóstoles de la docencia que amorosamente
moldean con sus manos la arcilla de las nuevas generaciones; y además, reciben
salarios que se ven con lupa”. Estas palabras de Eduardo Galeano pertenecen a
su libro Patas arribas. La escuela del Mundo al revés, cuya primera
edición es de 2005. Galeano se refiere a la enseñanza pública latinoamericana,
y a la situación de la profesión docente, pero en la actualidad sería aplicable
a otros muchos países de otros tantos continentes.
La profesión docente se encuentra ante una paradoja. Por un lado, muchas
investigaciones indican que la calidad de la educación depende en gran medida de
la calidad del profesorado. Por otro lado, los gobiernos toman decisiones
políticas que provocan la precariedad laboral y profesional del colectivo
docente; se aplican medidas que debilitan los saberes profesionales y se hacen
manifestaciones públicas por parte de los responsables políticos que
desmoralizan al profesorado, intensificando el corporativismo y
desprestigiándole ante la sociedad.
En muchos países del mundo, España no es ajena a esta tendencia, se está
produciendo una proletarización de la profesión docente. El caso español es
ilustrativo: en la actualidad el 28,61% del empleo docente público está ocupado
por personal interino y el número de funcionarios de carrera ha disminuido casi
un 10%. A esta situación hay que sumar los recortes salariales, el
empeoramiento de las condiciones laborales y la pérdida de derechos sociales.
Las investigaciones disponibles muestran que hay un gran malestar
docente relacionado con algunos factores importantes:
-Los recortes de plantillas y la falta de perfiles profesionales de apoyo a la
docencia. En España la educación pública ha perdido 10.000 docentes al año
desde la llegada al gobierno del PP. La caída del empleo ha afectado
especialmente al profesorado fijo, funcionariado de carrera. En concreto en el
período 2011-2016 se han destruido más de 41.000 plazas fijas, debido a la
política de duros recortes ejecutadas por el PP. La ampliación de la jornada
lectiva docente y otras medidas antisociales han deteriorado las condiciones de
trabajo del profesorado.
-La inestabilidad de los equipos docentes, especialmente en el sector público,
en ocasiones debido a la alta tasa de interinidad, ayudan poco los actuales
concursos de traslados, y la dificultad de consolidar equipos en torno a
proyectos pedagógicos concretos.
-La jerarquización en la escuela, que dificulta un trabajo más cooperativo y
participativo.
-El aislamiento del profesorado, especialmente del nuevo, que a menudo se tiene
que encargar de las tareas más difíciles en una escuela.
-La falta de recursos para abordar situaciones personales o sociales complejas.
-La gran diversidad en las aulas, y la distribución segregada por origen social
y según el nivel de aptitud.
-Los bajos salarios y los recortes de los derechos sociales y laborales. El
Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2016, indica que una remuneración
competitiva y unas condiciones laborales y profesionales óptimas son esenciales
a la hora de captar y retener los mejores profesionales.
-La falta de reconocimiento de las enfermedades profesionales derivadas de los
riesgos psicosociales.
-La falta de negociación colectica real y efectiva que no se respeta en muchos
países, incluido España. El profesorado ha que tener capacidad para influir en
sus propias condiciones profesionales, en la organización del trabajo y en la
organización del sistema educativo.
-El acceso cada vez más restringido a una formación continua gratuita y de
calidad.
Pero no es menos cierto que el malestar docente también está asociado a la
aparición de nuevos agentes de socialización y de cambio en los procesos de
transmisión cultural y de adquisición de conocimientos. El fuerte impacto de
los medios de comunicación de masas, y el enorme potencial de las TIC para
transmitir información y adquirir conocimientos sitúan a la escuela y al
profesorado casi en un lugar subalterno.
La disociación que se produce entre la teoría pedagógica (expertos), la
práctica educativa (docentes) y la toma de decisiones políticas (gobiernos)
provoca que el sistema educativo no esté blindado ante los vaivenes políticos,
económicos y culturales. La docencia es de las pocas profesiones, tal vez la
única, donde existe una gran distancia entre los contenidos de la formación y
las exigencias para el desempeño que impone el día a día.
Es innegable que existe relación entre la calidad de los procesos de aprendizaje
del alumnado y la calidad de la docencia, pero no existen argumentos sólidos
para concluir que el ciento por cien de la responsabilidad de los resultados
escolares se localizan en el desempeño de la profesión docente.
Construir una profesión docente de calidad y con vistas al futuro es un reto
muy importante. Y es una tarea permanente que en la actualidad se desenvuelve
en un escenario inestable, complejo y francamente desfavorable. El reto está en
responder a la pregunta ¿qué docente necesita la sociedad del conocimiento y de
la tecnología más avanzada?
Desde una nueva perspectiva el profesorado debe ser un profesional poseedor de
un saber sobre los medios de la educación y el aprendizaje, pero desde una
perspectiva complementaria será un profesional crítico. Según Emilio Tenti
“constructores de subjetividades conforme a proyectos políticos que
transcienden su identidad técnica. Desde esta perspectiva, el docente sería un
agente clave en los procesos de construcción de una sociedad más justa, libre y
democrática. Para cumplir esta función social que los transciende deben estar
en condiciones de ejercer un control colectivo sobre el sentido, los objetivos
y contenidos de su trabajo. En este sentido estricto no serían funcionarios y
funcionarias, sino intelectuales capaces de cooperar en la distribución de ese
capital estratégico en las sociedades contemporáneas, que es el conocimiento y
la cultura en las nuevas generaciones.”
El reto de construir una profesión docente de calidad tiene mucho que ver con
el gran consenso social sobre el papel estratégico que tiene un sistema
educativo público de calidad para un país. Y aquí nos enfrentamos al reto de la
confianza.
La sociedad en su conjunto. La comunidad educativa, agentes sociales,
familias, administraciones públicas, entidades privadas deben transmitir
confianza en el sistema educativo y en sus profesionales. Una confianza que
hay que construir día a día y preservar de los vaivenes políticos y económicos.
Para el buen funcionamiento del sistema educativo público y de la profesión
docente, la confianza es tan importante como para los sectores económicos y financieros.
Para el profesor Pedro Ravela “no es posible educar en un contexto en el que
las autoridades desconfían radicalmente de los docentes; los docentes
desconfían de las autoridades educativas, sean del partido que sean; las
familias desconfían de las escuelas a las que envían a sus hijos y de los
docentes que están a su cargo; la opinión pública desconfía de las
instituciones educativas en general”.
Por. Pedro Badía
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/11/los-retos-de-la-profesion-docente/