sábado, 16 de diciembre de 2017
¿Aumentan los casos de Bullying escolar?
Adriana Puiggrós, especialista en educación, habló en el programa La Mañana de NTN24 sobre el aumento del acoso en Argentina. Aseguró que “el ‘bullying’ existió siempre, lo que ha crecido afortunadamente es la denuncia”.
jueves, 14 de diciembre de 2017
NUEVAS VIOLENCIAS SOCIALES, ¿QUÉ DICE LA ESCUELA?
En nuestra sociedad, la sociedad neoliberal de rendimiento, el
sujeto de rendimiento parece libre, ejerce violencia sobre sí mismo y se
autoexprime hasta límites insospechados.
La violencia escolar, plasmada en el acoso, el ciber-acoso, las
agresiones físicas, la disrupción en el aula y en otras formas visibles, hoy se
hace intolerable para el conjunto de la comunidad educativa y para la sociedad.
Cada vez que se hace público algún hecho de este tipo en los medios de
comunicación la repulsa colectiva es generalizada. Todos reconocemos que muchas
de estas violencias en la escuela son reflejo de las que se dan en la sociedad
de forma habitual. Pero no son esas las que quiero considerar en este breve
artículo. Hay otras violencias un tanto invisibles, poco analizadas y sobre las
que la sociedad actual y la escuela dicen muy poco o nada, pero son
protagonistas en ellas. Esas provienen del exterior de nosotros mismos o que
nosotros mismos provocamos sobre otros.
Aunque la violencia parece que permanece constante, cambia en
sus manifestaciones. Hemos pasado por diferentes estados a lo largo de la
historia: el de la violencia de las sociedades arcaicas basada en la muerte; la
sociedad donde los soberanos ejercen la violencia sangrienta como castigo a los
súbditos por transgredir la ley; en la modernidad la violencia brutal se va
retirando y haciendo cada vez menos visible, “se esconde pudorosa”, a la vez
que se completa con el asentamiento de las sociedades disciplinarias y sus
medios de represión y control. En nuestra sociedad, la sociedad neoliberal de
rendimiento, el sujeto de rendimiento parece libre, ejerce violencia sobre sí
mismo y se autoexprime hasta límites insospechados.
Son muchos los autores que analizan hoy las características de
este tipo de sociedad con su violencia invisibilizada, que en la “sociedad de
rendimiento” produce el “sujeto de rendimiento” (Byung-Chul Han), responsable
único de su propio éxito o fracaso, empresario de sí mismo, autoexplotado en la
máxima precariedad, que se asiente en el sistema capitalista en su fase de
neoliberalismo extremo. Es importante tenerlo en cuenta, porque sus
manifestaciones se dan de forma similar en la institución escolar, como veremos
más adelante.
Hasta hoy, la violencia física, que ha sido dominante, establece
una relación dialéctica entre yo y el otro, el amigo y el enemigo, el igual a
mí y el diferente-distinto, que lleva con frecuencia a la anulación-eliminación
del otro. Hoy la violencia se centra en la modificación de nuestra
subjetividad; ya no es material, es anónima; no es física es psíquica; no es
negativa es positiva, es anónima, sistémica y coincide con la propia sociedad,
por eso se hace oculta. Es una violencia autoproducida en el interior de la
subjetividad humana, mucho peor que cualquier otra porque no se tiene
conciencia de ella y, lo peor, la víctima se cree libre.
Estas formas de violencia predominan en la denominada “sociedad
de rendimiento” neoliberal donde lo importante son los resultados. En ella se
da la exigencia de permanecer en el éxito constante a través de mecanismos que
llevan a sentirse requeridos a ser triunfadores, de competir con los demás a
base de sacar lo máximo de sí mismo y autoexigirte para, siendo empresario de
ti mismo, cubrir las expectativas del rendimiento social que se te exige. Los
efectos son las enfermedades psíquicas del siglo XXI, entre otras están el
agotamiento, el estrés o la depresión con sus efectos, con la autoagresión que pueden
producir hasta llegar al suicidio. Un titular de hace unos días d’El Diari de
l’Educació nos decía que el 42% de los ingresos en las urgencias psiquiátricas
de en el Hospital San Joan de Déu (Barcelona) en 2015 son por conductas
autolesivas.
Esta violencia aparece invisibilizada porque es estructural y
sistémica. El sistema de vida producido en el seno del capitalismo salvaje
actual lleva consigo la pulsión de muerte, que incorpora a sí mismo todas las
formas de violencia, hoy también las internas ejercidas sobre nosotros mismos.
Es un orden simbólico impuesto que la invisibiliza para que se perpetúe la
dominación y la sumisión. Así se hace muy difícil que las víctimas tomen
conciencia de esa violenta relación de dominio y lleva a la producción de la servidumbre
voluntaria en las que se acepta acríticamente la sumisión al poder, al amo, a
la autoridad, al sistema, al mercado o como quiera que lo denominemos, en sus
viejas y nuevas formas de sometimiento.
También se manifiesta en la violencia que produce el miedo.
Somos las víctimas de un miedo bien producido y administrado por el poder para
clavarlo en nuestra subjetividad y en la vida cotidiana para que le pidamos que
garantice nuestra seguridad a costa de nuestra libertad. El miedo hoy es un
entorno que todo lo envuelve. Forma parte del medio en que vivimos. Es el miedo
al fracaso, el miedo a no encontrar un trabajo digno, el miedo a no poder tener
una vivienda en condiciones, el miedo a envejecer porque no se sabe qué será de
las pensiones, miedo al otro (al vecino desconocido, al diferente, al
inmigrante…), a una vida precaria, a no dar la talla, miedo a un futuro
incierto, a no saber competir, a no tener un currículo competitivo, a caer en
la pobreza, a no poder dar a los hijos lo que necesitan, el miedo al cambio
climático, al colapso de una sociedad en quiebra, el miedo a nosotros mismos…
Se aprovechan de todas las posibles amenazas para inculcar e inocular el miedo
en nuestro interior. El desmantelamiento premeditado del Estado del bienestar
está produciendo un malestar permanente ante las incertidumbres de un estado
permanente de precariedad vital. Así hemos entrado, dice Paul Virilio, en el
“nuevo gobierno de la inseguridad social”, y que “la gran violencia producida
por el miedo es que impide vivir y ese es el peor de los asesinos”.
No pretendo hacer un desarrollo exhaustivo, pero nos quedan
muchas violencias que presentar y analizar. Entre otras están: la violencia que
niega los derechos humanos más básicos, cuyas víctimas son los más débiles de la
sociedad; la violencia de género, que hay que combatir cada día con más
decisión; y la violencia ecológica con sus correspondientes efectos de la
violencia que el ser humano ejerce sobre la naturaleza: catástrofes naturales,
extractivismo, agotamiento de los recursos. Ante un futuro tan incierto, la
infancia es la máxima víctima de la violencia ecosocial.
Queda pendiente la pregunta sobre la respuesta que da la escuela
a este tipo de violencias invisibles que, sin duda, también se dan en el ámbito
educativo escolar. Algunos creemos que es donde se aprenden y así se modula el
“sujeto neoliberal de rendimiento”. Es posible que no se sea consciente de
ellas o que queden en un segundo plano ya que las que nos importan son las
violencias visibles (acosos de todo tipo y otras) que nos escandalizan a todos
y en las que todos hemos puesto nuestro máximo empeño en erradicar. Pero de
esto hablaremos más adelante.
Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/14/nuevas-violencias-sociales-que-dice-la-escuela/
Por: JULIO
ROGERO
Maestro de educación primaria, miembro del Movimiento de
Renovación Pedagógica Escuela Abierta de la Federación de MRP de Madrid. Ha
pasado por todas las etapas del sistema educativo. Los diez últimos años en
programas de Garantía Social con jóvenes en riesgo de exclusión social.
Colabora con diversas revistas educativas
sábado, 18 de noviembre de 2017
6 APLICACIONES PARA ESTUDIANTES EXITOSOS
Una de las características más resaltantes de internet y de la
tecnología en general, es su versatilidad ya que es tan amplia que podría rayar
incluso en lo risible por la gran diversidad de temas que puedes encontrar
entre sus páginas. Por esta razón, es muy común que se pueda perder el enfoque
al estudiar mientras navegamos por sus turbulentas aguas. Si sufres de esto,
mira estos ejercicios de concentración para ser más productivo en Gananci.com
Sin embargo, esa misma característica que a veces podría ser la que nos
lleve a desconcentrarnos puede volverse una aliada, ya que si sabes buscar
efectivamente en la tienda de tu sistema operativo no solo encontrarás
aplicaciones geniales para procrastinar, sino también herramientas que te
ayudarán a apalancar tu éxito estudiantil.
No esperes más, sácale provecho a tu teléfono, tablet o dispositivo
favorito descargando las siguientes aplicaciones que sin duda, marcarán una
pauta en tus asuntos académicos.
1.- Khan Academy: esta es una plataforma genial sin fines de
lucro, creada para impartir educación gratuita de diferentes asignaturas como
matemáticas, economía/ finanzas, ciencias y computación. Como estudiante,
tienes la opción de repasar cada una de estas materias en una aplicación
bastante amigable e intuitiva.
Lo mejor de todo esto es que está disponible en más de 35 idiomas
diferentes, lo cual la hace muy completa. En Khan Academy encuentras
videos explicativos acerca de infinidad de temas y puedes usarla para reforzar
tus clases formales, o para aprender aún más.
2.- Audible: si eres de esos estudiantes que no disfrutan
leer, sino que esto más bien se convierte en una tortura por obligación, esta
aplicación se volverá tu amiga fiel, ya que al descargarla tendrás a disposición
miles de audiolibros (en distintos idiomas) para escuchar.
Hay audiolibros gratuitos y otros que deberás descargar (de pago)
gracias al convenio que tiene esta maravillosa aplicación con Amazon. Eso sí,
debes usar tu poder de concentración para enfocarte en lo que escuchas,
ya que tiene muchas opciones de podcasts y otros contenidos interesantes que
quizás te saquen del camino que habías trazado. Está disponible para iOs y
Android.
3.- Unplugged: esta herramienta es algo que definitivamente
te ayudará en tu productividad, ya que bloquea las notificaciones de tu
teléfono por un tiempo determinado para que puedas concentrarte en tus
tareas sin que el celular se convierta en una distracción incómoda. Básicamente
te ayuda a que no sucumbas a la tentación de revisar tu teléfono.
4.- Coursera: esta aplicación disponible para iOs y Android
te ofrece una gran cantidad de cursos online gratuitos provenientes de algunas
de las mejores universidades del mundo, tales como Standford, Yale y más.
La diversidad de temas que podrás encontrar en esta app va
desde música hasta programación computacional, pasando por temas referentes a
la psicología, mercadotecnia, nutrición y muchísimos más.
5.- EasyBib: esta herramienta está en esta lista porque a
decir verdad me hubiese encantado que existiera durante mi paso por la
universidad. Con ella, puedes generar citas bibliográficas de una manera
extremadamente sencilla.
Lo único que hay que hacer es ingresar los datos del libro que
necesitas citar manualmente o escaneando el código de barras y ¡Voilá! la
aplicación generará la cita automáticamente utilizando el formato que elijas de
entre APA, MLA, ente otros.
6.- Wunderlist: algo que no podía faltar en un listado de
aplicaciones para mejorar la productividad de estudiantes, es una que contenga
la opción de administración de horarios. Con Wunderlist (disponible para
Android y iOs) podrás asegurarte de que no se te escapen las actividades que
tengas pendientes.
Es decir, no solo dependerás de ti y tu memoria, sino que podrás apoyarte
en esta aplicación para planificar tu agenda, registrar diligencias, y que nada
te quede por fuera ni por accidente.
Por: Edith Gómez Benítez
Fuente: http://www.redem.org/6-aplicaciones-para-estudiantes-exitosos/
viernes, 10 de noviembre de 2017
El COMPUTADOR EN NUESTRA VIDA
Pertenezco a una generación que tuvo que empezar a usar el computador
como herramienta de trabajo para calcular, antes que como reemplazo de la
máquina de escribir.
Para quienes estudiamos la carrera de Matemáticas, antes de la
masificación de las herramientas informáticas, el acceso y la adaptación al
computador fueron enormes retos, pues con él se superaba al fin esa dificultad
que servía de excusa para no tener que completar la solución a los problemas
realizando los aburridos cálculos que siempre se dejaban planteados con algo de
desprecio por ese trabajo mecánico final. También, porque a partir de esta
nueva y poderosa máquina calculadora, la aproximación numérica, como respuesta
a muchos problemas sin solución exacta, que no pueden resolverse con
herramientas exclusivas del análisis matemático, se convertía en una importante
nueva alternativa.
Esta herramienta nos cambió las preguntas cuando creíamos que sabíamos todas
las respuestas. Para los matemáticos se volvió importante ya no sólo la
demostración del teorema, sino también el método y la implementación de muchas
de las tareas frecuentes del cálculo diferencial e integral, las ecuaciones
diferenciales o el álgebra matricial. Asimismo se acentuó el interés por el
balance entre la precisión y la velocidad del cálculo.
Mucho antes de la aparición de la internet, el computador se metió poco
a poco en las empresas y en los hogares, y con el tiempo dejó de ser de uso exclusivo
para tareas de cómputo, hasta convertirse en herramienta imprescindible para
prácticamente todas las actividades.
Fui uno de los primeros profesores de matemáticas que se maravillaron
con ese fantástico y enorme computador IBM 360 que despertaba nuestra
curiosidad por comprender la aritmética de máquina y el manejo automático del
redondeo con 11 cifras de precisión. Fui también uno de los primeros docentes
que para sus clases hicieron uso de la recién adecuada sala de cómputo del
Departamento de Matemáticas y Estadística de la Universidad Nacional, con un
solo computador que ocupaba buena parte del espacio y 20 pantallas disponibles
para los estudiantes.
Mi primer computador “casero”, como se llamó inicialmente al computador
personal, fue un TRS-80 Radio Shack modelo 2, de 16 K de memoria. Funcionaba
con lenguaje Basic y venía provisto de una grabadora para poder guardar los
trabajos en los casetes de música. Por aquella época (1982) tuve que ahorrar
muchísimo para adquirirlo, si se tiene en cuenta que ganaba unos $24.000
mensuales y el computador costó $80.000. No era común tener computador en casa
y recibía frecuentemente visitas que sólo querían conocer el computador.
Aquel primer aparato no tenía mouse y su pantalla en
blanco y negro ofrecía 64 caracteres por fila y 16 líneas para trabajar.
Recuerdo que si al escribir se cometía un error, por ejemplo, escribir con la
letra c una palabra que debía llevar la s, para corregirlo había que dar la
instrucción de ir a la línea X y reemplazar en la columna Y la c por la s.
Después vinieron el Commodore 64 y el Amiga 500, de extraordinarios
avances con la inclusión de disquetes para almacenar información hasta de 360
KB. En Alemania fue muy popular y económico el computador Atari 65, con
disquetera de 3.5 para almacenar hasta 1.44 megas de información, pero carente
de disco duro.
Hay que decir que la ausencia de discos duros en los computadores
obligaba al desarrollo de algoritmos de gran eficiencia y economía. La memoria
era un bien muy apetecido a la hora de programar. Recuerdo, por ejemplo, el
gran esfuerzo que hacíamos para que los resultados parciales de procesos
iterativos pudieran almacenarse en un disquete 3.5 que habría de usarse luego
con esos datos, como si fueran iniciales, en las siguientes iteraciones.
De la misma forma, quienes usábamos el computador principalmente para
hacer cálculos teníamos que aprender diversos lenguajes de programación que
eran, como hoy, herramientas indispensables: Cobol, Algol, Pascal, Modula 2,
Fortran 77, C, entre otros.
El lenguaje Fortran, por ejemplo, preferido por los físicos, era
fantástico, pues incluía la aritmética de números complejos, y el Pascal, mi
favorito, permitía una programación ordenada de rutinas y funciones que se
podían usar en diversos programas.
Las limitaciones iniciales que tenían los computadores y la necesidad de
mejorar la rapidez de convergencia de las soluciones han contribuido al
desarrollo de métodos matemáticos que se han implementado con algoritmos
eficientes que hoy son de uso común y universal. Naturalmente, aun cuando
actualmente se dispone de mucha memoria y procesadores muy rápidos, hay
infinidad de problemas que requieren de nuestro ingenio para que las máquinas
puedan ayudarnos. A manera de ejemplo, si intentásemos calcular por el método
directo tradicional el determinante de una matriz —no singular— de 20×20 con un
computador tipo Cray 2, capaz de realizar mil millones de operaciones
aritméticas por segundo, se necesitaría de un poco más de 77 años para obtener
la respuesta.
Mediante el método de factorización LR, propuesto por Gauss hace cerca
de 200 años, el resultado puede obtenerse en tan sólo un segundo con ese mismo
computador. En esa magnitud es que puede optimizarse un cálculo gracias al
mejoramiento del método para calcular.
Con lo anterior espero reflejar la inmensa satisfacción que siento de
poder celebrar la apertura en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los
colombianos, del primer programa de Ciencias de la Computación.
La generación que ingresa el próximo semestre a esta carrera, la primera
abierta en 50 años en la Facultad de Ciencias en Bogotá, ya no tendrá que
lidiar con todas las limitaciones de antes, pero deberá responder a los retos
de los cambios tecnológicos que plantea el mundo contemporáneo para incorporarlos
en las abundantes aplicaciones de las matemáticas computacionales.
Cada sociedad y cada tiempo traen su propio reto, y nuestro propósito
como profesores es formar a las personas que puedan responder a los permanentes
desafíos de la innovación.
Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/el-computador-en-nuestra-vida-columna-721494
Por
Rector de la Universidad Nacional de Colombia.
sábado, 28 de octubre de 2017
“INCONCEBIBLE”, TRES AÑOS SIN RESPUESTA POR AYOTZINAPA: CIDH
A más de tres años de la desaparición de 43 estudiantes de la escuela de
maestros de Ayotzinapa, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y
familiares de los jóvenes exigieron este martes al Estado mexicano respuestas
sobre su paradero.
“Ya son tres años de dolor. Queremos verdad y justicia”, expresó Blanca
Nava, madre de uno de los jóvenes estudiantes, durante el 165 período de
sesiones de la CIDH que se desarrolla en Montevideo. Además dijo que debería
dar “vergüenza” a los representantes del Estado mexicano la falta de resultados
en las investigaciones del caso.
“Han fallado” y “están obstaculizando la investigación”, lanzó de su
lado Emiliano Navarrete, padre de otra de las víctimas.
En tanto, desde la CIDH, el comisionado Luis Ernesto Vargas estimó “casi
inconcebible” que haya pasado tanto tiempo sin establecer responsabilidades en
la órbita del Estado.
El último fiscal designado para el caso, Alfredo Higuera, sostuvo que
los familiares “tienen razón. Tres años es mucho” tiempo. El funcionario, que
calificó el caso de “dramático y grave”, pidió a los familiares poder “trabajar
cerca, unidos en lo posible” para saber “a ciencia cierta lo que les pasó a sus
hijos”.
La audiencia, que tuvo lugar en el Congreso uruguayo en una sala
repleta, es parte del seguimiento que la CIDH hace de esta desaparición masiva.
El caso de los 43 estudiantes, desaparecidos en Iguala, en el estado de
Guerrero (sur) la noche del 26 de septiembre de 2014, cimbró a México con
multitudinarias manifestaciones, además de desatar una condena general al
gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
La fiscalía general concluyó que los estudiantes, que esa noche habían
secuestrado autobuses de transporte para sus movilizaciones, fueron detenidos
por policías corruptos que a su vez los entregaron a narcotraficantes, quienes
los habrían asesinado y luego habrían incinerado sus restos que arrojaron a un
río.
El grupo de expertos de la CIDH ha venido cuestionando esta conclusión
al entender que no se sostiene en evidencia suficiente, y recomendó profundizar
en otras líneas de investigación.
Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/inconcebible-tres-anos-sin-respuesta-por-ayotzinapa-cidh/
lunes, 16 de octubre de 2017
NO DELATARÁS: ¿QUÉ HACER ANTE LAS MALAS PRÁCTICAS DOCENTES?
Lo que más hace que me cuestione mi
trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis.
¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas
prácticas?
Los motivos para que alguien se plantee, e incluso decida, ser maestro,
maestra, pueden llegar a ser muy dispares. Hay quienes fantasean con una clase
en silencio, espaldas erguidas y ojos bien atentos al docente. Se imaginan a
ellos mismo paseándose por la clase, dando un discurso que automáticamente se
refleje en los cuadernos o en la resolución de una batería de ejercicios. Hay
quienes visualizan un escenario totalmente antagónico: una clase en ebullición,
donde el alumnado ha tomado el control de la clase, donde estos se mueven de un
lugar a otro, accediendo a todos los rincones de la clase, gestionando y
llevando a cabo el trabajo de manera autónoma. Otros se decantan por las risas
frescas y espontáneas de los pequeños, por sus juegos y sus descubrimientos.
Hay quienes han puesto su mirada en aquellos con más dificultades, aquellos a
quien les tiembla la voz cuando se le hace una pregunta, o aquellos otros a
quienes se les escapa la mirada por la ventana porque las paredes del aula y el
retumbar de las voces en un espacio cerrado no les convence o agrada.
En las expectativas iniciales de cualquier profesor, es la relación
(unilateral, bidireccional, etc.) con los alumnos lo que nos empuja hacia esta
profesión. Son los alumnos y solo ellos, quienes están presentes en nuestro
imaginario. Pero una vez dentro de la escuela, uno se da cuenta de que la
realidad dista mucho de esto. Ser profesora o profesor implica por igual el
contacto con estudiantes que con adultos, pero esto pocas veces se piensa,
pocas veces se enseña o se explica.
¿Y qué implica esto? Implica muchas cosas; por ejemplo, que hay
que consensuar el trabajo que se haga en el aula, la metodología,
los contenidos, incluso los materiales. No existe una enseñanza “mía”, en tanto
que, generalmente, hay que acordarla con lo que llamamos un “paralelo” (el
profesor o profesora de la otra clase). Por no hablar de otros muchos más
acuerdos que implican la línea general de una escuela. Con ello quiero decir
que ningún profesor es totalmente “libre” ni dueño de la
enseñanza que ejerce. En ocasiones puede ser beneficioso: trabajar al lado de
alguien con quien se tiene afinidad, de quien se aprende y descubren cosas
interesantes. Otras veces, sin embargo, nos encontramos trabajando, codo a
codo, con la antítesis de nosotros mismos; con el antagonista de nuestras
ideas, metodología e incluso principios.
El trabajo con los alumnos puede ser agotador: estar a su nivel de
energía, estar en disposición y capacidad de manejar los distintos ritmos en el
aula, resolver y afrontar los conflictos, problemas o dificultades que cada una
de las personitas que habitan el aula puedan tener. Pero, personalmente, el
desgaste más corrosivo al que me he enfrentado ha sido el de lidiar con
compañeras y compañeros que me colocan ante disyuntivas morales y éticas que
raramente se manifiestan o se abordan entre el profesorado.
¿Qué hacer cuando eres testigo de prácticas en el aula más que dudables?
¿Qué hacer cuando somos conocedores de actitudes que van en contra de la
integridad y el respeto hacia los alumnos? Existe un pacto tácito de no
delatar, de no acusar a un compañero/a; algo así como una “camaradería”
entre profesores (también las existe en otros colectivos, como médicos o
políticos, por ejemplo.), que te obligan a mantener en secreto cosas que te
corroen por dentro; en pro de ese supuesto “respeto” que se deben entre sí los
docentes.
Acusar a un compañero/a de estar haciendo cosas intolerables o, si más
no, cuestionar su manera de tratar a los alumnos, por ejemplo, está mal visto
en nuestra profesión. De todos modos, aunque una lo quisiera hacer, tampoco hay
muchas alternativas. Dirigirse a dirección a contar lo visto es ser un delator.
Si esto trasciende entre el claustro, serás apartada y mirada con recelo.
También se te podrá tachar de altiva (¿quién se ha creído que es?). Dirección
está, en este contexto, atada de manos: siempre será su palabra contra la tuya.
Eso, si no se da el caso de que hacen aquello tan practicado entre nuestra
sociedad: hacer la vista gorda. Al fin y al cabo, nadie es perfecto, este docente
tiene plaza fija (habría que redactar un informe bien feo y desagradable, y eso
es ser un traidor)… En fin, que nadie quiere enredarse en estos berenjenales.
La única (tampoco definitiva) opción, es que los alumnos hablen con la
familia y que esta haga llegar sus quejas a dirección o inspección. En este
caso, el profesor/a puede recibir un aviso. Pero seamos realistas, estamos
hablando de trato, por lo que muchas veces ni los propios alumnos son
conscientes de que están siendo menospreciados. Decirle a una alumna o alumno,
literalmente, que su trabajo es una mierda, llamar idiota, vago, corto a
alguno, preparar un mal examen y culpar al alumnado de su fracaso en vez de
asumir las culpas, reñir a gritos… Si una da vueltas por las escuelas, se
encuentra con cosas de estas.
Lo más desgastante y frustrante de mi trabajo es enfrentarme a toda la
injusticia y al encubrimiento de esta que rodea el mundo de la infancia; a todo
el abuso, digámoslo claramente. Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son
los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis.
¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las
buenas prácticas?
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/09/no-delataras-que-hacer-ante-las-malas-practicas-docentes/
miércoles, 30 de agosto de 2017
El promocionismo: Sus caras y sus tiempos
“Había una gran dicotomía, ¿qué era peor?, promover a un estudiante que
no lo merecía, o propiciar que muchos jóvenes salieran del sistema regular de
educación con la posibilidad real de engrosar las filas de quienes no estudiaban
ni trabajaban”.
Hace varios meses escribí sobre algunas palabras con sufijo ismo que
enferman la palabra y la acción, entonces tenía en la lista la del
promocionismo y varios lectores me pidieron que lo abordara. El promocionismo
adopta varias caras, aunque en este artículo me centraré en una de las más
conocidas, la referida al pase de grado de los estudiantes como meta, no como
consecuencia de haber demostrado el dominio de los contenidos y las habilidades
mínimas inherentes.
Intentaré describir un marco teórico elemental que nos ayude a enfocar
el tema para debatir y aprender.
La palabra promoción tiene varias acepciones:
·
Promoción 1/ Acción de promover. 2/ Conjunto de individuos que han
obtenido un grado o empleo al mismo tiempo.
·
Promover 1/ Crear y fomentar alguna cosa. 2/ Elevar a alguien a un
empleo o dignidad.
Se entiende por Promoción, la situación final del proceso de aprendizaje
cursado por el estudiante, en el año lectivo correspondiente y que puede
arrojar como resultado que el alumno repita o pase de curso.
Es muy difundido el concepto de promoción asociado a la mercadotecnia.
Por ejemplo: “Campaña publicitaria que se hace de un determinado
producto o servicio durante un tiempo limitado mediante una oferta atractiva”.
Otro ejemplo, cuando alguien dice: “La promoción de ese producto fue
excelente y ahora se está vendiendo mucho más que antes”.
También es muy usado para denotar la designación a un cargo de mayor
jerarquía. Por ejemplo: “A Betina lo promovieron a Directora General del Grupo
Empresarial INNOMAX”.
A los efectos de este artículo la promoción es entendida como el avance
de estadios en un programa curricular determinado, tanto en la enseñanza
general (primaria, secundaria y preuniversitaria) hasta la universitaria; así
como en la de postgrado en su sentido más abarcador.
La promoción de los estudiantes está ligada con el de la evaluación y el
modelo docente educativo.
Entonces el promocionismo lo interpreto como el predominio de la
decisión de promover sin que se hayan vencido los requisitos mínimos acordados.
Saltaré la enseñanza primaria, ya que nunca tuve la oportunidad de
ejercerla, a no ser en el rol lego de padre cuando mi hijo transitó por ella.
La enseñanza secundaria y preuniversitaria si la viví intensamente como
profesor y dirigente, por más de 10 años en la Escuela Vocacional Lenin, y en
otras responsabilidades asignadas por el MINED y por el Comité Nacional de la
UJC del que fui miembro desde 1972 hasta 1982.
Es posible que muchos de ustedes recuerden aquella batalla por alcanzar
el 100 por ciento de promoción en las escuelas secundarias y en el
preuniversitario. Se generó una emulación en que el indicador principal era el
por ciento de promoción.
La evaluación del profesor estaba directamente vinculada a la promoción
de sus alumnos. Esto generó algunos males, afortunadamente detectados y
combatidos con energía y eficacia como el fraude en sus diversas
manifestaciones. Fraude al permitir que los alumnos se fijaran de sus
compañeros, o que llevaran anotaciones (los llamados chivos) a los
exámenes; fraudes de los profesores al repasar el día antes de la prueba un
texto muy similar al que pondría, o de calificar como aprobado a un alumno que
no lo merecía, o la filtración de la prueba elaborada centralmente.
En varias ocasiones discutimos estos problemas en reuniones de órganos
colectivos de dirección de la UJC en diferentes instancias (municipio,
provincia y nación). Muchos nos cuestionábamos aquellos 100 por ciento de
promoción generalizados. Recientemente en ocasión de la velada solemne en la Plaza
de la Revolución en que rendimos homenaje póstumo a nuestro Comandante en Jefe,
coincidí con un querido y destacado dirigente juvenil y luego del PCC en La
Habana (Orestes Gispert) y rememorando aquellos tiempos supe de sus discusiones
a muy alto nivel sobre este asunto del promocionismo.
En 1979 en una reunión del Comité Nacional de la UJC presidida por
Fidel, se trató el asunto y tuve la oportunidad de expresar mis criterios.
Había una gran dicotomía, ¿qué era peor?, promover a un estudiante que
no lo merecía, o propiciar que muchos jóvenes salieran del sistema regular de
educación con la posibilidad real de engrosar las filas de quienes no
estudiaban ni trabajaban y serían caldo de cultivo para la delincuencia
juvenil.
Recordemos que se había producido una explosión en la matrícula de
secundaria básica y faltaban maestros, lo que originó el surgimiento del
Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, al que le rindo mi homenaje
desde este espacio. Conocí y tuve el honor de contribuir a la educación de
decenas de magníficos jóvenes que dieron el paso al frente al llamado de Fidel.
En los tiempos que corren el conflicto de la promoción docente se
repite, pero como nadie se baña dos veces en el mismo río, las aguas son
diferentes. Faltan maestros y algunos tienen una preparación deficiente. En
algunas asignaturas se concede el aprobado sin haberla cursado, ya que no han
tenido profesor como en el caso de idioma inglés. Tales decisiones son
discutibles. Ya el MES adoptó una decisión a mi juicio sensata, aunque también
discutible: que el aprendizaje del idioma sea una tarea del alumno y que en el
momento requerido demuestre su dominio para alcanzar la promoción o titulación
correspondiente.
Como en los tiempos en que Fidel hizo público el problema del fraude,
durante su discurso en la inauguración de la Escuela Vocacional Federico Engels
de Pinar del Río, hemos sido testigos de nuevas batallas sobre ese flagelo de
la moral estudiantil y profesoral en los años recientes.
En el caso de la Universidad y en la enseñanza tecnológica, en que el
graduado debe ir a ejercer la profesión estudiada, el promocionismo puede tener
consecuencias muy graves cuando está en juego la vida de una persona o la
seguridad de una construcción por citar dos ejemplos notables.
En estos casos se debe ser muy riguroso en la entrega del diploma que
acredita la culminación de los estudios en los respectivos niveles.
También resulta de gran importancia la promoción en la educación de
postgrado, principalmente en aquellas acciones que culminan en un diplomado,
maestría, especialidad o doctorado.
Un asunto que debemos profundizar es el relativo a la cantidad creciente
de egresados universitarios que promueven en la educación postgraduada y la
solución efectiva y duradera de los problemas que enfrentan.
Sería interesante y espero que útil analizar los resultados diferidos en
un tiempo prudencial. De esta manera estaríamos evitando que el promocionismo
ataque a la educación de postgrado, cuyo principal objetivo ha de ser poner los
conocimientos, habilidades y valores en función del desarrollo sostenible de
nuestra sociedad, a la vez que propicie una vida plena en lo material y lo
espiritual de cada trabajador.
Vale recordar la tríada del buen hacer: “Para hacer bien las cosas hay
que saber, poder y querer hacer bien las cosas”.
El tema de la evaluación daría para un nuevo artículo, es algo en lo que
considero debemos realizar una reingeniería consecuente en casi todos los
niveles educacionales. Debemos concebir y aplicar un sistema evaluativo que viva
de la filosofía de enseñar para que el educando aprenda y aplique, y no
principalmente para que apruebe un examen.
Estoy consciente que hay varias aristas no abordadas, pero en aras de la
brevedad y teniendo la certeza que ustedes como de costumbre enriquecerán mi
análisis, aquí termino por ahora.
Por: Néstor del Prado
Director de formación y difusión del
conocimiento de GECYT (Empresa de Gestión del conocimiento y la Tecnología).
lunes, 21 de agosto de 2017
EL GRAN NEGOCIO DE LAS EMOCIONES
Aunque hoy la agresividad publicitaria se empeña en vendernos
su uso del “deep learning” como nueva Biblia de las ventas, se trata de
un mecanismo de control tan viejo como la lucha de clases. Hoy se
publicita como el milagro de los sensores digitales que, por
ejemplo, registran movimientos musculares del rostro para detectar “emociones”
que interpreta con algoritmos, es una historia que recorre los sótanos más
ignotos de la inteligencia militar -de todos los tiempos- y la inteligencia
corporativa del espionaje empresarial y del reino de latifundistas del clero.
Merece una indicación aparte la burrada mercantil que pretende obtener
conclusiones lineales de un fenómeno tan completo y diverso como es el espectro
emocional en las culturas más diversas. En todo caso es ese el pecado originalrepetitivo,
hasta la náusea, en el negocio de publicistas urgidos de igualarlo todo para
dar lugar a la uniformidad cuantitativa de las mercancías. O dicho de otro
modo, es la lógica del vendedor que necesita muchos compradores enamorados de
la misma mercancía repetida, por y para las ganancias, más allá de la Cultura y
más allá de los individuos.
Para vender (muy cara) su lógica publicitaria han hecho todo género de
experimentos y todo tipo de malabares tecnológicos. Se trata de vender su “gran
poder” cognitivo y su destreza mercadológica para imponernos cualquier cosa con
el “argumento” de que ellos pueden saber qué piensa y qué siente “la clientela”.
Y sin soslayar su cinismo de espionaje (implícito y explícito) hacen de su
oferta también una mercancía que es realmente un delito al que se suma el
secuestro de información sin consultar y sin autorización de los involucrados.
Las leyes brillan por su ausencia porque la única ley que vale es la del
mercado.
Quieren que creamos, por ejemplo, que las expresiones humanas tienen
comunes denominadores emocionales estándar y legibles en puntos específicos del
rostro. Quieren que creamos que una sonrisa tiene iguales o similares cargas
emocionales sin explicar dónde ocurre en el espectro de todas las desigualdades
económicas, sociales, culturales e históricas. Tendrían que explicar su
“muestra”, su marco teórico, sus fundamentos y sus objetivos o intereses de fines
y de principios. Y deben hacerlo a la vista de todos porque la información
sobre el comportamiento de los “compradores” no les pertenece.
Especialmente el interés de los publicistas por las emociones tiene la
frontera del poder adquisitivo. Poco importa qué siente quien no tiene
capacidad de compra. Tampoco importa el que no tiene capacidad para decidir
sobre el presupuesto familiar. Se diga lo que se diga. Eso deja al universo de
los intereses por la emociones de mercado margen reducido de la población
mundial y con un descarte de género proclive al machismo. El capitalismo en
persona.
No es lo mismo “big data” que “deep learning” y estos no
se confunden con otros “paquetes” en el inventario posmoderno del relato
mercantil. Cada uno es sometido por la diversidad de intereses que desemboca en
uno solo que es el control de las masas al servicio de su esclavitud feliz,
creativa, rentable y hereditaria. Por “sæcula sæculorum”.
Así que no hay razón para creerles ni hay causales para rasgar las
vestiduras creyendo que estamos en un Apocalipsis por la dominación mediática
de “última generación”. Millones de personas todavía se confiesan en las
iglesias y millones van al psicoanálisis que no son menos mercado de emociones
que otros muchos. Con sus excepciones valiosas. No se trata aquí de negar
a ultranza los logros manipuladores conquistados por el “big data” y
todos los sucedáneos con su tecnología espectacular, ni de esconder
sus ventas o “prestigio”. Se trata de esclarecer en qué lado de la lucha de
clases opera para no llegar al equívoco de que se trata de un aporte noble y
“asexuado”
Así pues, algunos venden la “big data” o el “deep learning”
como si se tratase de verdades reveladas para seducir anhelos de dominación
conductual, ideológica y emocional. Sueño añejo de toda dictadura. Venden la
idea de que lo saben todo y de que ese saber es una llave maestra con la que,
así nomas, linealmente se puede dominar a las masas. Y han hecho todo tipo de
experimentos. Fundamentalmente mercantiles.
Algo similar a los que fue y es el recopilador histórico de información
llamado “confesionario”. Algo similar a los métodos de espionaje barrio por
barrio, taxi por taxi… La clase dominante lo ha sido también porque ha sabido
apropiarse y controlar la información en todas sus escalas cualitativas y
cuantitativas mientras los pueblos han sido sometidos a todo género de
chantajes, miedos y extorsiones para que provea “datos” sobre lo que son,
hacen, sienten, anhelan y sueñan. Desde el confesionario hasta el
psicoanálisis.
Pero el discurso tecnológico en su fase digital embriaga a muchos y los
convierte en clientes de falacias a granel. Hacen pasar por saberes “avanzados”
viejas manías de archivo cuya conquista principal es la facilidad para mover
masas se información a gran velocidad. Pero eso no las convierte el
irrefutables. Por más seductor que suene un “estudio” que hubiere
registrado a gran velocidad movimientos musculares en los rostros de 4 millones
de personas, el hecho cuantitativo no es suficiente para obtener de ahí conclusiones
verdaderas. Menos si las hermenéuticas están infectadas de origen por la lógica
de la mercancía y su plusvalía. Muchos espejitos de vidrio no son la realidad
por más que brillen bonito a los ojos de los mercaderes.
El universo emocional de los seres humanos ha sido ambicionado por todo
tipo de audacias “controladoras”. El modelo de dominación recurrente ha sido la
inducción de miedo en variedades insondables y los éxitos reportan resultados
desiguales y combinados. Miedo a lo visible y a lo invisible, miedo a lo
subterráneo, lo terrenal y lo extraterrestre. Miedo al mar, al cielo y a
los desiertos. Miedo al microcosmos y al macrocosmos. Miedo al yo interior y
miedo a todos los seres humanos. Miedo en todas sus presentaciones y
dosificaciones. Miedo pasado, presente o futuro. Miedo, incluso, por las dudas.
Miedo a la clase trabajadora consciente y organizada.
Y desde luego las emociones humanas también ofrecen filones mercantiles
muy jugosos porque uno de los miedos burgueses -por antonomasia- es no poder
controlar lo que piensan y sienten los pueblos. Por eso proliferan los inventos
tecnológicos y la saliva para venderlos. Por eso cunden los nuevos mitos del
“ultra poder” de la cibernética en la fase en que se nos presenta como el nuevo
demiurgo armando con ultra-sensores capaces de saber, a mañana, tarde y
noche, dónde estamos, qué hacemos y qué nos place o displace. Eso incluye a los
teléfonos “inteligentes”, los ordenadores de nueva generación, los televisores
inteligentes y las cámaras de vigilancia.
Para que ese mito mercantil funcione a plenitud publicitaria, y se cobre
mucho dinero por eso, ha sido necesario legitimar de facto el espionaje. “Big
brother”, cámaras de vigilancia, organismos de inteligencia… y todo género
de intromisión en la vida nuestra hasta llegar al punto de una nueva adicción
narcótica basada en espiar a todo mundo mientras somos espiados con en buena
parte de las redes sociales. Hay que expropiar integralmente toda esa
estrategia de recolección y ofensiva con la información; desnudar sus mitos de
mercado y producir una Revolución Ética (como proponía Adolfo Sánchez
Vázquez) y a la vista de todos reelaborar sus aportes y sirva como herramienta
para conocernos mejor en igualdad de oportunidades y principalmente de condiciones.
La próxima vez que llene usted un formulario de trabajo, de escuelas o
de bancos. La próxima vez que responda a encuestas telefónicas breves o largas…
la próxima vez que ponga “like” o “emoticones” sonría “lo están
filmando” para hacer negocio con toda la información que uno provea. Eso no
implica que ya tengan dominada a toda la especie humana. Grandes Revoluciones
están en marcha.
Por: Fernando Buen Abad Domínguez
Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/El-gran-negocio-de-las-emociones-20170517-0003.html
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