miércoles, 10 de junio de 2015

Consecuencias de una mala gestión de las emociones: la indefensión aprendida.

En esta publicación, el autor se refiere a la “Indefensión aprendida” ¿En qué consiste? ¿Qué implicaciones tiene para la praxis docente ¿Qué podemos hacer?


En un currículo cargado de contenido, muchos de los docentes se centran en el desarrollo del mismo olvidando aspectos tan importantes como el enseñar al alumnado a desarrollar habilidades y destrezas para el aprendizaje social y emocional, a ser creativos, a creer en ellos mismos y a ser competentes en la sociedad actual. En definitiva, potenciar su desarrollo integral. De lo contrario nos encontramos con lo que llamamos la indefensión aprendida.

Cambiar un sistema que ha estado muy centrado en la reproducción de los contenidos de unas materias para ir a otro que enseñe a los alumnos a pensar, a aplicar de forma creativa lo que saben, en el que se deje de decir a los profesores qué tienen que hacer, qué tienen que enseñar, para articular en su lugar lo que los alumnos deben ser capaces de hacer y que los docentes decidan qué y cómo enseñar para llegar a conseguirlo.

El término indefensión adquirida fue introducido por Martin Seligman en 1975 (investigador de la Universidad de Carolina del Norte, y ex presidente de la American Psychological Association EEUU).  El mismo expresa un estado psicológico en el que un sujeto se cree incapaz de modificar, mediante sus conductas, la situación displacentera en la que está inserto. Esta condición refleja la convicción de la falta de control sobre el ambiente. Trasladado al mundo educativo, encontramos diferentes situaciones donde se da este estado psicológico debido sobre todo a las siguientes causas:

         Falta de motivación. Los alumnos que adoptan una indefensión aprendida no tienen expectativas ni intereses sobre el resultado de sus tareas. El alumno está desmotivado, pasivo, paralizado ante los procesos de enseñanza-aprendizaje.

         Desinterés por el conocimiento: el alumno pierde el interés por lo que está aprendiendo ya que el resultado de lo aprendido no es algo prioritario para él. El alumno siente que su aprendizaje no tiene ninguna utilidad ni le va a servir para nada.

         Falta de autoestima: el alumno tienen un autoconcepto de si mismo negativo, ha perdido la confianza (en si mismo).

         Miedo: la indefensión aprendida provoca miedo en el alumnado ante la realización de tareas, miedo por hacer mal las cosas o porque los resultados no sean satisfactorios.

Estas causas muchas veces son  extrínsecas al  propio individuo y aparecen en el proceso de enseñanza-aprendizaje suscitado por el propio docente. 

Cada vez es más frecuente encontrarnos a  alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo.  Este alumnado, dadas sus características, es el más propenso a desarrollar  indefensión aprendida en el aula. Se encuentran en una situación de desventaja respecto al resto y los docentes en muchos casos no tienen  las estrategias adecuadas para  dar respuesta a sus necesidades.  Alumnos que tienen un rendimiento inferior a los demás y/o  son incapaces de seguir el ritmo de aprendizaje que exige el docente.  Se establecen situaciones que llevan al fracaso escolar, a la desmotivación, a la frustración frente a tareas que cada vez son más difíciles de realizar y que en muchos casos es debido  a la metodología empleada por el docente que induce a desarrollar la indefensión aprendida en el alumnado. La desesperanza creada en estos alumnos les lleva a abandonar los estudios antes de tiempo y a lo que es peor, a sentirse inferiores respecto a sus compañeros, a ser mal vistos, a ser considerados los torpes del grupo e incluso los que retrasan el avance de los demás.

Pongamos un ejemplo concreto, alumno que presenta una disgrafía catalogada en el DSM IV como un trastorno en la expresión escrita. Este alumno recibe la burla de los demás ya que no se entiende lo que escribe. A lo largo de su escolarización se le han intentado aplicar varias  medidas correctoras. La metodología utilizada y la evaluación siempre ha sido la tradicional, centrada en los resultados.  Se ha pensado por parte de los docentes que su dificultad impedía la adquisición de los objetivos establecidos sin haber tenido en cuenta la posibilidad de un cambio metodológico y del tipo de evaluación. 



Extraído de:
LA IMPORTANCIA DE GESTIONAR LAS EMOCIONES EN LA ESCUELA: IMPLICACIONES EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE.
ANDRÉS ALAGARDA MOCHOLÍ.


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