En
esta publicación, el autor se refiere a la “Indefensión aprendida” ¿En qué
consiste? ¿Qué implicaciones tiene para la praxis docente ¿Qué podemos hacer?
En
un currículo cargado de contenido, muchos de los docentes se centran en el
desarrollo del mismo olvidando aspectos tan importantes como el enseñar al
alumnado a desarrollar habilidades y destrezas para el aprendizaje social y
emocional, a ser creativos, a creer en ellos mismos y a ser competentes en la
sociedad actual. En definitiva, potenciar su desarrollo integral. De lo
contrario nos encontramos con lo que llamamos la indefensión aprendida.
Cambiar
un sistema que ha estado muy centrado en la reproducción de los contenidos de
unas materias para ir a otro que enseñe a los alumnos a pensar, a aplicar de
forma creativa lo que saben, en el que se deje de decir a los profesores qué
tienen que hacer, qué tienen que enseñar, para articular en su lugar lo que los
alumnos deben ser capaces de hacer y que los docentes decidan qué y cómo
enseñar para llegar a conseguirlo.
El
término indefensión adquirida fue introducido por Martin Seligman en 1975
(investigador de la Universidad de Carolina del Norte, y ex presidente de la
American Psychological Association EEUU).
El mismo expresa un estado psicológico en el que un sujeto se cree
incapaz de modificar, mediante sus conductas, la situación displacentera en la
que está inserto. Esta condición refleja la convicción de la falta de control
sobre el ambiente. Trasladado al mundo educativo, encontramos diferentes
situaciones donde se da este estado psicológico debido sobre todo a las
siguientes causas:
Falta de motivación. Los alumnos que
adoptan una indefensión aprendida no tienen expectativas ni intereses sobre el
resultado de sus tareas. El alumno está desmotivado, pasivo, paralizado ante
los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Desinterés por el conocimiento: el
alumno pierde el interés por lo que está aprendiendo ya que el resultado de lo
aprendido no es algo prioritario para él. El alumno siente que su aprendizaje
no tiene ninguna utilidad ni le va a servir para nada.
Falta de autoestima: el alumno tienen
un autoconcepto de si mismo negativo, ha perdido la confianza (en si mismo).
Miedo: la indefensión aprendida provoca
miedo en el alumnado ante la realización de tareas, miedo por hacer mal las
cosas o porque los resultados no sean satisfactorios.
Estas
causas muchas veces son extrínsecas
al propio individuo y aparecen en el
proceso de enseñanza-aprendizaje suscitado por el propio docente.
Cada
vez es más frecuente encontrarnos a
alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo. Este alumnado, dadas sus características, es
el más propenso a desarrollar
indefensión aprendida en el aula. Se encuentran en una situación de
desventaja respecto al resto y los docentes en muchos casos no tienen las estrategias adecuadas para dar respuesta a sus necesidades. Alumnos que tienen un rendimiento inferior a
los demás y/o son incapaces de seguir el
ritmo de aprendizaje que exige el docente.
Se establecen situaciones que llevan al fracaso escolar, a la
desmotivación, a la frustración frente a tareas que cada vez son más difíciles
de realizar y que en muchos casos es debido
a la metodología empleada por el docente que induce a desarrollar la
indefensión aprendida en el alumnado. La desesperanza creada en estos alumnos
les lleva a abandonar los estudios antes de tiempo y a lo que es peor, a
sentirse inferiores respecto a sus compañeros, a ser mal vistos, a ser
considerados los torpes del grupo e incluso los que retrasan el avance de los
demás.
Pongamos
un ejemplo concreto, alumno que presenta una disgrafía catalogada en el DSM IV
como un trastorno en la expresión escrita. Este alumno recibe la burla de los
demás ya que no se entiende lo que escribe. A lo largo de su escolarización se
le han intentado aplicar varias medidas
correctoras. La metodología utilizada y la evaluación siempre ha sido la
tradicional, centrada en los resultados.
Se ha pensado por parte de los docentes que su dificultad impedía la
adquisición de los objetivos establecidos sin haber tenido en cuenta la
posibilidad de un cambio metodológico y del tipo de evaluación.
Extraído
de:
LA
IMPORTANCIA DE GESTIONAR LAS EMOCIONES EN LA ESCUELA: IMPLICACIONES EN EL
PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE.
ANDRÉS
ALAGARDA MOCHOLÍ.
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