La complejidad de la
tarea docente requiere de una permanente formación, en esta publicación
transcribo reflexiones del organismo para América Latina de la Unesco, sobre la
formación contínua en la docencia.
En relación con la formación continua o en servicio, la
revisión realizada en el estado del arte sobre las políticas implementadas
indica que la oferta de los programas estatales es amplia y variada en cuanto a
contenidos, modalidades y metodologías. No obstante, adolece de un abordaje
sistemático, no atiende adecuadamente a todos los docentes ni necesariamente a
los que más lo precisan, como tampoco se observan estándares de calidad
suficientes. Asimismo, el análisis de los modelos curriculares y pedagógicos
lleva a concluir que, a pesar de su número y aparente diversidad, los
currículos de formación continua presentan una baja especialización,
predominando, en cambio, los acentos teóricos y las visiones generales.
Actualmente, en varios países de la Región, se observa la intención de impulsar
políticas de formación centradas en la escuela, en las que los colectivos
docentes asumen un papel protagónico y en las que el referente es la práctica
como fuente de reflexión, análisis y aprendizaje.
En el estado del arte se destacan los siguientes nudos
críticos:
a) escasa relevancia y articulación de la formación
continua;
b) bajo impacto de las acciones emprendidas;
c) desconocimiento de la heterogeneidad docente;
d) ampliación de oferta en forma desregulada;
e) poca consideración de la realidad de las escuelas y del
aprendizaje colaborativo;
f) dificultades para la regulación y pertinencia de la
oferta de postgrados.
A continuación, se presentan orientaciones o criterios para
abordar estos nudos críticos de la formación docente continua en los países de
la Región.
1. Asegurar al profesorado el derecho a
una formación continua relevante y pertinente, centrada en la formación
integral y los aprendizajes de los estudiantes
Los sistemas educativos requieren que todos los docentes
accedan a oportunidades de aprendizaje profesional para asegurar su
actualización y capacidad de respuesta a los nuevos desafíos de una enseñanza
orientada a los aprendizajes de todos los estudiantes. La formación continua
del profesorado no debiera quedar supeditada a ofertas eventuales o solo a
decisiones individuales. Cabe al Estado proveer las condiciones que favorezcan
el desarrollo profesional, factor decisivo para la mejora del trabajo docente.
Las siguientes orientaciones apuntan a enfrentar dichos desafíos:
a) Avanzar en la construcción, definición consensuada y
validación de marcos de la buena enseñanza y estándares para el desempeño
profesional de los docentes, orientados a la formación y los aprendizajes de
los estudiantes, que sirvan como referentes para su desarrollo profesional al
mismo tiempo que para la evaluación de su desempeño. La existencia de
estándares contribuiría decisivamente a una mejor definición de la oferta de
formación continua, basada no solo en las visiones y capacidades propias de
quienes la ofrecen, sino en la integración de las definiciones de mejores
prácticas, concordadas y plasmadas en los estándares, con la situación real de
necesidades de las escuelas y los profesores en sus contextos específicos.
b) Tomar en cuenta los resultados de las evaluaciones de
desempeño de los docentes, sean estas de carácter nacional y estandarizado o
realizadas a nivel de cada escuela, con el fin de identificar las necesidades
prioritarias de los educadores en sus contextos escolares específicos.
c) Focalizar el desarrollo profesional docente hacia las
necesidades que demandan los proyectos al interior de las escuelas, promoviendo
como práctica permanente, el análisis de necesidades formativas de los
profesores a través del desarrollo de un ejercicio reflexivo. Esto supone un
conocimiento de las necesidades y una diversificación de la oferta formativa,
incorporando tanto el desarrollo de competencias profesionales genéricas —autonomía,
autoformación, autorregulación, compromiso, disposición al trabajo
colaborativo, responsabilidad profesional— como el dominio de didácticas
específicas. En esta dirección, es fundamental la convergencia de los esfuerzos
del director escolar, de los supervisores y de los responsables del apoyo
técnico pedagógico.
d) Brindar apoyo especializado a los docentes de Educación
Intercultural Bilingüe (EIB), tanto para el conocimiento de la lengua y cultura
indígena como para una adecuada preparación pedagógica y sociolingüística
aplicada desde una perspectiva intercultural.
e) Proporcionar a los docentes herramientas y estrategias
para abordar de mejor forma la dimensión de disciplina escolar en el aula,
considerando un trabajo coordinado con directivos y familias para fortalecer la
convivencia y el clima en la sala de clases y en el centro educativo.
f) Establecer estímulos y condiciones que promuevan la
participación de los docentes en actividades formativas. Es fundamental que
dichos estímulos, que pueden asumir la forma de becas para postgrados y
pasantías o de recursos para actividades en las escuelas, sean destinados a
programas relevantes y pertinentes. Entre las condiciones más determinantes que
es necesario abordar, según la experiencia internacional y la percepción de
directores y profesores, está la asignación de tiempos dentro de la jornada
laboral —velando por no afectar los aprendizajes de los estudiantes— para que
los profesores puedan reflexionar sobre sus prácticas, trabajar en equipo,
investigar, revisar literatura profesional y participar en actividades
relevantes de actualización y formación. Esta asignación de tiempos, bien
gestionada, es un factor decisivo, especialmente para asociar la formación con
el contexto escolar.
Estudios han revelado los alcances de algunas experiencias
de formación continua de amplio potencial que se han realizado como, por
ejemplo, la
Expedición Pedagógica y los Microcentros en Colombia; los
Centros de Maestros en México; el apoyo a docentes en Escuelas en el Caribe
Anglófono; el PLANCAD (Plan Nacional de Capacitación Docente) en el Perú; los
talleres comunales y las pasantías nacionales en Chile; los proyectos de
desarrollo profesional “jurisdiccionales” de la Argentina que propician una
modalidad centrada en la escuela; el programa ”Letra e Vida” en el Estado de
Sao Paulo, Brasil; y el Programa de Desarrollo Profesional de Educadores del
Estado de Minas Gerais, en Brasil. En muchos países, a pesar de la
discontinuidad de los apoyos institucionales, están vigentes Redes de Docentes
interesados en temas como la enseñanza de la lectura, las matemáticas, las
ciencias, el uso de las tecnologías en las aulas y la convivencia escolar.
2. Asegurar impactos significativos de la
formación continua en las prácticas de enseñanza y en los aprendizajes de los
estudiantes
Existe una percepción difundida, tanto en el mundo docente
como de los especialistas, de que las acciones de capacitación y formación
continua tradicionalmente implementadas, mediante cursos y talleres
desvinculados de las necesidades de las escuelas y en que los maestros y
profesores desempeñan un rol de aprendices pasivos, no tienen impacto
suficiente en las prácticas de enseñanza y no contribuyen, por lo tanto, a
mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Esto requiere esfuerzos en la
dirección de las orientaciones siguientes:
a) Colocar el foco en la conexión de las acciones formativas
con las prácticas de trabajo en el aula. El desafío de lograr que todos los
estudiantes aprendan, atendiendo a su diversidad, adquiere creciente
complejidad y los docentes solicitan con fuerza apoyos para poder cumplir su
tarea exitosamente. Toda oferta de formación continua debería asegurar la
conexión con el trabajo en el aula y la recuperación de experiencias y saberes
provenientes de la práctica, como componentes fundamentales de la metodología
de trabajo.
b) Es necesario superar la tendencia a considerar solamente
la asistencia como único requisito de certificación, incorporando la evaluación
del logro efectivo de aprendizajes y la capacidad de traducir los nuevos
conocimientos en el mejoramiento de las prácticas de enseñanza orientadas a los
aprendizajes de los estudiantes. Las certificaciones deben reflejar un
aprendizaje profesional sólido más que una mera participación en acciones
formativas. El acompañamiento y la observación del trabajo en el aula
constituyen herramientas importantes para reconocer la efectividad de las
acciones formativas.
c) Fomentar el desarrollo de comunidades de aprendizaje, a
través de modalidades de talleres en la escuela o entre escuelas, conformando
redes en las que docentes de áreas afines o de un mismo ciclo educativo
reflexionan en conjunto en torno a sus experiencias pedagógicas en la búsqueda
de nuevas estrategias, donde ellos asumen protagonismo en la reflexión sobre su
práctica. Es importante avanzar hacia un modelo de “discusión clínica” que
promueva el crecimiento profesional a través de un trabajo en equipo que
contemple el ciclo de observación, evaluación, reflexión y acción pedagógica.
El aprendizaje colectivo de los equipos docentes contribuye a la producción de
un saber pedagógico que incorpora el conocimiento práctico generado por los
profesores y que debe circular entre las comunidades docentes para el
enriquecimiento de sus prácticas.
d) Apoyar a los equipos docentes mediante el desarrollo de
capacidades para un trabajo interdisciplinario e intersectorial que permita
abordar situaciones personales y sociales complejas del estudiantado que van
más allá de lo estrictamente pedagógico. Esto requiere, a su vez, generar
dispositivos de soporte a las escuelas para abordar estas situaciones
intersectorialmente.
e) Es necesario priorizar la cobertura que deben alcanzar
los programas de formación continua con el fin de atender, en distintos
momentos, a segmentos significativos de la planta o dotación docente. Si se
pretende realmente mejorar las capacidades docentes, es indispensable realizar
una inversión de recursos suficiente en esta materia. El Estado debe definir
qué formación continua es prioritaria para el desarrollo de las políticas
educativas y asegurar su provisión gratuita. Cabe entonces a la autoridad
política definir prioridades provenientes de los énfasis del currículum
nacional y sus reformas y/o de los resultados de las evaluaciones de
aprendizajes o de desempeño docente. La combinación de estos factores es la que
debe permitir identificar con mejor evidencia a los docentes con mayores
debilidades y a las áreas temáticas demandantes de mayor apoyo. Asimismo, es
necesario identificar y priorizar sectores o zonas geográficas donde los
maestros estén menos formados y presenten mayores debilidades.
f) Mejorar, sustancialmente, las condiciones requeridas para
la participación adecuada de los docentes en las acciones de formación
continua, tanto dentro como fuera de la escuela, entregando los espacios de
tiempo para realizarlas durante la jornada laboral o mediante periodos
sabáticos cuando se trate de ofertas de postgrado.
g) Asociar la formación continua a incentivos de progresión
en la carrera docente basados en la calidad del trabajo profesional,
considerando las evaluaciones del desempeño.
h) Considerar los resultados de las evaluaciones de
aprendizaje de los estudiantes para identificar necesidades y definir
determinados énfasis de la formación continua, aunque evitando un
estrechamiento de los objetivos de formación.
i) Valorar la utilización de nuevas tecnologías en las
actividades de desarrollo profesional, lo que permite atender a un número mayor
de docentes, llegar a lugares aislados, facilitar la constitución de redes
profesionales, potenciar el uso de las TICs en el aula y reducir costos.
j) Propiciar la realización de actividades de
experimentación, seguimiento y sistematización de experiencias en los países de
la Región para construir conocimiento acerca de aquello que efectivamente
contribuye a fortalecer la profesión docente y el mejoramiento de los
aprendizajes.
El Grupo de Trabajo de Formación Docente de MERCOSUR ha
propuesto entre sus principios orientadores de las políticas de formación
docente, “el reconocimiento del profesor como productor de conocimiento y
protagonista en su proceso de formación y desarrollo profesional”, cuestión que
está a la base de las estrategias de aprendizaje docente situado y entre pares.
3. Construir trayectorias de desarrollo
profesional distinguiendo etapas en la vida del docente
Las necesidades de los docentes que se inician en la
profesión son distintas a las de quienes se encuentran en un proceso de
consolidación profesional, así como estos últimos tienen necesidades diferentes
a las de maestros y profesores con un alto grado de experiencia docente. Las
siguientes orientaciones responden a esta constatación:
a) Construir las trayectorias de desarrollo profesional distinguiendo
las distintas etapas de la vida laboral, desde los maestros y profesores
principiantes hasta los docentes con mayor experiencia que hayan demostrado
desempeños destacados. Para ello, es necesario profundizar en el análisis de
los patrones de configuración de los cuerpos o colectivos docentes para planear
con mayor sensibilidad las rutas de desarrollo profesional. La formación
continua no debe entenderse en un sentido meramente compensatorio sino como un
elemento esencial, constitutivo de la carrera profesional, incluyendo
diferentes momentos y espacios de desarrollo.
b) Apoyar a los nuevos docentes en su ingreso a la profesión. En la
etapa inicial, los maestros y profesores necesitan de un fuerte apoyo que les
facilite su inserción profesional en contextos escolares específicos
(reconocimiento de las dinámicas escolares, proyectos y programas de la
escuela, etc.), donde asumen responsabilidades para las cuales muchas veces no
se sienten preparados, debiendo enfrentar a menudo una cultura escolar
resistente a prácticas innovadoras. Para este efecto, es deseable impulsar
tutorías o mentorías intensivas considerando, entre otras acciones, la
observación de clases y la reflexión individual y colectiva sobre las
prácticas. Las experiencias de inducción en países desarrollados y algunas
emergentes en la Región, merecen ser analizadas y emuladas donde las
condiciones lo hagan posible. Reconocer que los maestros y profesores nuevos
necesitan apoyo especial obedece a que ellos son los que con mayor probabilidad
pueden abandonar la
profesión. Si bien esto es nuevo para la Región y demanda
altas capacidades institucionales, así como capacidades en el cuerpo docente en
ejercicio, es necesario iniciar el camino para tener esquemas operativos de
inducción a la docencia en el mediano plazo incluyendo en lo posible, la
retroalimentación a las instituciones formadoras.
c) En las situaciones en que no sea posible ofrecer esquemas
de tutoría a los docentes principiantes, pueden proponerse alternativamente programas
de orientación y de desarrollo profesional temprano, bajo la responsabilidad
del equipo directivo y técnico del establecimiento educativo, eventualmente con
el respaldo de instituciones académicas especializadas.
d) Los docentes con mayor tiempo de ejercicio profesional
requieren acompañamiento vinculado con necesidades de actualización y de
innovación, utilización de tecnologías y apoyo relacionado con un posible
desgaste profesional.
e) Asignar a docentes con alto nivel de desarrollo
profesional roles de tutoría o asesorías para apoyar el trabajo de sus pares y,
particularmente, a maestros y profesores principiantes en su incorporación a la docencia. Para el
mejor cumplimiento de dicha tarea, sería deseable el apoyo de instituciones
académicas especializadas en lo referente al desarrollo de habilidades propias
de la acción de tutorías y del aprendizaje entre pares.
f) Considerar en la formación continua, las necesidades de
los docentes en sus diferentes funciones, incluyendo las de directores,
coordinadores y supervisores pedagógicos de las escuelas.
En Argentina, a través del Instituto Nacional de Formación
Docente, se desarrolla un programa de tutorías para profesores noveles; en
tanto en Chile, a través de la Red de Maestros de Maestros y de varias
universidades, se han formado mentores para apoyar a docentes principiantes. En
el Estado de Paraná de Brasil, el Programa de Desarrollo Educativo forma
docentes expertos que orientan el trabajo de redes de profesores, asumiendo
dicha tarea durante dos años.
4. Implementar
mecanismos de regulación de la oferta de formación continua con el fin de
asegurar su calidad y relevancia
Las limitaciones de calidad y relevancia de la formación
continua exigen mecanismos de regulación eficaces por parte de las entidades
públicas. Las siguientes orientaciones apuntan a responder a la exigencia
referida:
a) Avanzar en la consolidación de una institucionalidad
pública de formación y desarrollo profesional capaz de coordinar las instancias
de los diferentes niveles del sistema educativo implicadas en la formación
continua. Los gobiernos de los distintos niveles jurisdiccionales de los
sistemas educativos necesitan contar con instituciones sólidas que permitan
tanto ofrecer programas considerados indispensables para la implementación de
las políticas educacionales como regular la diversa oferta del sector académico
y de organismos privados de capacitación.
b) Elaborar planes de desarrollo profesional para docentes a
nivel nacional, regional, estadual o provincial, consistentes con las
prioridades de la política educacional y con diagnósticos certeros de
necesidades del profesorado, a partir de las necesidades de aprendizaje de sus
estudiantes.
c) Disponer de mecanismos efectivos de control de calidad de
la oferta mediante sistemas de acreditación o certificación que garanticen la
capacidad de brindar una contribución efectiva al desarrollo profesional. En
este sentido, formular criterios e indicadores de evaluación para las distintas
intervenciones procurando un seguimiento cercano durante plazos razonables.
d) Desarrollar las capacidades de las agencias que se
responsabilizan de impartir la formación continua. Es indispensable que los
oferentes conozcan el sistema escolar, así como las realidades y condiciones de
trabajo docente y demuestren respeto por la profesión. Si las
instituciones encargadas de ofrecer programas de formación no reúnen las
condiciones adecuadas y reproducen metodologías tradicionales de enseñanza que
no contribuyen a una reflexión y apropiación crítica del conocimiento, será
inviable cumplir con los requerimientos del sistema escolar y del cuerpo
docente.
Argentina impulsa el desarrollo profesional de los docentes
a través del Instituto Nacional de Formación Docente, organismo descentralizado
responsable de las políticas públicas para la formación de profesores de todo
el país. Su tarea comprende el diseño, construcción de acuerdos e impulso a
dispositivos que cubren a los docentes desde que se inician a la profesión y a
lo largo de trayectorias que procuran el perfeccionamiento de las prácticas
pedagógicas, la innovación y la indagación. Su marco regulatorio contempla la
necesidad de participación de los diversos actores involucrados.
En Brasil, la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal
de Nivel Superior (CAPES), en colaboración con instituciones públicas de
educación superior y con autoridades educativas estaduales y municipales,
mantiene una oferta pública descentralizada y gratuita de educación continua,
especialización, maestría y doctorado.
5. Promover el aprendizaje
colaborativo en el contexto escolar
La falta de consideración de los contextos escolares donde
el profesor se desempeña, limita la efectividad de las acciones formativas, al
mismo tiempo que resta motivación y conduce a una pasividad perjudicial para el
aprendizaje profesional. Las orientaciones siguientes intentan responder a esta
situación:
a) Fomentar que la escuela se constituya en una comunidad de
aprendizaje que comprometa a sus actores. Si se pretende afectar positivamente
los aprendizajes, es necesario colocar el foco en la unidad educativa y en el
conjunto del equipo docente. Al respecto, el mayor desafío es constituir a las
escuelas en comunidades de aprendizaje donde no solo aprenden los alumnos, sino
todos sus integrantes y, de manera especial, los maestros y profesores. Estas
comunidades, al identificar sus necesidades, generan acciones de perfeccionamiento
o capacitación relevantes y pertinentes que permiten resolver situaciones que
obstaculizan el aprendizaje de los estudiantes.
b) Promover un rol activo de los directores y equipos
técnicos de las escuelas, impulsando y liderando el desarrollo profesional, así
como una adecuada organización del trabajo docente en relación con los
objetivos y metas institucionales. Asimismo, es importante que los supervisores
técnicos de los territorios a que pertenezcan las escuelas apoyen el liderazgo
directivo orientado al desarrollo profesional docente.
c) Generar condiciones en la institución escolar que
permitan superar el trabajo aislado del docente en el aula a través de una
acción colaborativa. El desarrollo profesional docente no puede concebirse
aisladamente de las necesidades específicas de cada escuela. La formación
individual de los profesores no es suficiente si no se ofrecen oportunidades de
aprendizaje continuo en los centros educativos. Un concepto que sintetiza lo
señalado, es el de “aprendizaje situado”, que concibe el desarrollo
profesional, sea que se realice en el espacio físico de la escuela o fuera de
él, como constantemente orientado a la solución de problemas que el docente
enfrenta en su trabajo cotidiano para conseguir que todos sus estudiantes
logren los aprendizajes esperados.
d) Integrar, en un sistema de formación continua, el
desarrollo profesional basado en la escuela —con fuerte énfasis en el
seguimiento y acompañamiento pedagógico en el aula— con la oferta de
instituciones académicas acreditadas, de modo de poder responder a las
necesidades del sistema educativo, de las escuelas y de los docentes.
6. Regular la
pertinencia de la oferta de postgrados
La evolución reciente de la demanda docente hacia los
postgrados en varios países de la Región, plantea nuevos desafíos a las
políticas. Las siguientes orientaciones pueden contribuir a abordar dichos
desafíos:
a) Complementar los criterios utilizados en los sistemas de
aseguramiento de la calidad de los postgrados en el campo de la educación,
especialmente de las maestrías, con la incorporación de nuevos criterios
referidos a las dimensiones de pertinencia y potencial de impacto en las
prácticas de enseñanza.
b) Entregar becas a profesores para que estudien en áreas
específicas que el Estado considere deficitarias. La entrega de estos
incentivos requiere ser transparente, considerando tanto los méritos de los
docentes como las necesidades de sus centros educativos, especialmente cuando
atienden población escolar más desfavorecida.
Extraído de:
Estrategia Regional sobre Docentes
OREALC / UNESCO Santiago
Antecedentes y Criterios para la Elaboración de Políticas
Docentes en América Latina y el Caribe
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