Uno de los temas más controversiales en la docencia es la necesaria evaluación de la tarea del docente. En esta publicación transcribo las reflexiones al respecto, llevadas a cabo por la regional de la Unesco para América Latina.
La evaluación de los docentes no ha sido en muchos países de
América Latina y el Caribe un tema prioritario, lo cual no significa que no
exista una práctica o una normativa al respecto. Tanto los supervisores y
directores de centros docentes como los estudiantes y sus familias, muchas
veces con mecanismos no formales, evalúan el comportamiento de los docentes.
Existen mecanismos tradicionales de evaluación docente que aún sobreviven
aunque su efecto regulatorio y sus vínculos con el aseguramiento de la calidad
no son necesariamente efectivos.
La evaluación docente es un tema que produce discusión entre
autoridades educativas y gremios. Su implementación está mediada por
negociaciones que no siempre atienden criterios técnicos de buen desempeño. Las
iniciativas han sido impulsadas por las autoridades y no necesariamente son aceptadas
por el magisterio. La discusión incluye el objeto de evaluación, los actores
que evalúan, los criterios para la evaluación, los instrumentos y
procedimientos, y la relación entre los resultados y los incentivos.
Ciertamente, evaluar la calidad del desempeño docente es un desafío de la mayor
complejidad, lo que explica la diversidad de estrategias utilizadas a nivel
mundial.
Un estudio sobre evaluación del desempeño y carrera
profesional docente en 50 países de América y Europa (UNESCO, 2006) sostiene
que una de las actuales preocupaciones de los sistemas educativos de América y
Europa es la de desarrollar sistemas de carrera docente y de evaluación del
desempeño que contribuyan al desarrollo profesional de los maestros y
profesores y, con ello, a la mejora de la calidad de la enseñanza. Sin
embargo, se reconoce que la evaluación del desempeño docente es un tema
altamente conflictivo, dado que en él se enfrentan intereses y opiniones de los
políticos y administradores, de los profesores y sus sindicatos, y de los
estudiosos sobre la materia.
El estudio destaca el caso de Finlandia, país que se ha
convertido en estos años en el símbolo de la calidad de la educación, donde no
solo no existe evaluación externa de docentes o centros, sino que es un tema
que ni siquiera está en debate. El sistema educativo finlandés se basa en la
confianza sobre el docente y su profesionalidad, así como en el buen hacer de
los centros educativos (UNESCO, 2006).
En América Latina siguen siendo muy escasas las experiencias
en materia de evaluación docente. Al igual que para incentivos, Chile y
Colombia aparecen abundantemente citados en la bibliografía, a los que se
agrega recientemente Perú Esto tiene
cierta lógica, pues los incentivos suelen ser un componente esencial de los
sistemas de evaluación del desempeño.
Chile cuenta desde el año 2003 con el Sistema de Evaluación del
Desempeño Profesional Docente para el sector municipal, que contempla la
evaluación de los docentes cada cuatro años en relación con los criterios
considerados en el Marco de la Buena Enseñanza (MBE). La evaluación se realiza
mediante cuatro instrumentos: autoevaluación; informe del director de la
escuela y jefe técnico pedagógico; evaluación de un docente par de otro centro
educativo; y un portafolio de evidencias escritas y filmadas.
Los docentes que obtienen los mejores resultados –destacados
o competentes– pueden acceder a un incentivo económico (Asignación Variable de
Desempeño Individual, AVDI) por cuatro años, previa aprobación de un examen de
conocimientos.
Los profesores evaluados en las categorías inferiores
–básica o insatisfactoria– reciben apoyo mediante Planes de Superación
Profesional que consideran los puntos débiles identificados por la propia
evaluación. Además, los docentes con resultado insatisfactorio deben volver a
evaluarse al año siguiente y si no superan dicha situación, deben abandonar el
sistema.
Otro caso mencionado en la literatura refiere a Colombia,
donde, desde el año 2002, a partir del Estatuto de Profesionalización Docente,
se establecen tres tipos de evaluación, cada una de las cuales evalúa a los
docentes en distintos momentos de su carrera y con diferentes objetivos
(Vaillant, 2010a):
a) Un concurso en el que se evalúan aptitudes, competencias,
experiencia e idoneidad del aspirante para el ingreso a la carrera; una vez que
se ingresa a través de la prueba, se hace un nombramiento por un año.
b) Una valoración de desempeño efectuada cada año y según la
cual aquellos que obtengan calificación insatisfactoria en dos años
consecutivos son retirados del servicio.
c) Un examen de competencias, de carácter voluntario, para
aquellos que han permanecido como mínimo tres años en el cargo y que permite el
ascenso o la reubicación de nivel salarial para quienes obtengan calificación
sobresaliente.
Aquellos profesores que aspiran a cambiar de escalafón deben
someterse al examen de competencias, relacionadas con: competencias de logro y
acción; competencias de ayuda y servicio; competencias de influencia;
competencias de liderazgo y dirección; competencias cognitivas; y competencias
de eficacia personal.
En Perú, la ley de Carrera Pública Magisterial de 2007
determina que el docente debe pasar por un riguroso concurso que consta de una
prueba, un estudio de su trayectoria profesional y una entrevista personal. El
reglamento de la nueva ley consideró dos tipos de evaluación:
a) Obligatoria, para el ingreso a la carrera y para el
desempeño laboral, que se realiza cada tres años y en caso de desaprobación se
realiza otra evaluación al año, previo proceso de capacitación y seguimiento,
en un tiempo no mayor de tres trimestres al de la evaluación desaprobada.
b) Voluntaria, para el ascenso y para verificar el dominio
de capacidades y desempeños del profesor al postular a cargos del área de
gestión pedagógica, gestión institucional o investigación. Para presentarse a
las pruebas se debe haber aprobado la evaluación del desempeño previa al nivel
al que se aspira. Dada una cantidad de vacantes y según orden de mérito, se obtiene
el puesto solo con la suma mayor o igual al 70%.
En Perú, la evaluación docente es realizada por el
Ministerio de Educación en coordinación con el órgano operador del Sistema
Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa
(SINEACE), establecido en 2003.
En 2007, se promulgó en Perú la Ley de Carrera Pública
Magisterial, que establece un nuevo escalafón horizontal y de ascenso, y
mecanismos de incentivos salariales a partir de la aplicación de un sistema de
evaluación de los docentes. Esta ley establece también la participación de las
familias en el nombramiento de docentes y directivos de los centros educativos.
La promulgación de esta ley fue resistida por el SUTEP y dio lugar a una serie
de prolongadas huelgas nacionales (2007), aunque paulatinamente se ha
registrado una pérdida de la capacidad de movilización del sindicato frente a
estas medidas.
La puesta en marcha de evaluaciones del desempeño en Perú, a
partir de 2006, en el marco de distintas medidas que lanzó la gestión educativa
del APRA, derivó en una etapa de confrontación y conflictividad. La evaluación
del desempeño forma parte de la Ley de Carrera Pública Magisterial y los
resultados obtenidos en esas evaluaciones forman parte de los factores a
considerar periódicamente para el progreso de los docentes en el escalafón
horizontal y para el ascenso en el cargo. La opción de la gestión educativa
parece haber sido avanzar con la política de evaluación del desempeño docente y
la reforma de la carrera más allá de las resistencias del sindicato, apostando
a un desgaste en el largo plazo de dichas resistencias (Chiroque, 2010).
En Trinidad y Tobago, el sistema de evaluación docente
permite la promoción y ascenso a otras posiciones dentro de la carrera docente.
Este sistema contempla una evaluación anual obligatoria.
Cuba es otro de los países de América Latina y el Caribe que
cuenta con un sistema de evaluación docente a cargo de una comisión integrada
por el director, por docentes con amplia experiencia y por miembros del
sindicato. El docente debe pronunciarse acerca de la evaluación realizada y si
no está convencido de los resultados, puede recurrir a una instancia superior
para una revisión. Los docentes con mejores calificaciones tienen la oportunidad
de capacitarse en cursos, licenciaturas, doctorados y maestrías, en el ámbito
nacional e internacional. En Cuba, el sistema de evaluación ofrece estímulos
consistentes en bonificaciones y/o aumento salarial (UNESCO, 2006). Aquellos
docentes que no logran los resultados esperados en la evaluación final, tienen
la opción de recalificarse, es decir, pueden prepararse, intensamente, en las
universidades pedagógicas sin que el Estado Cubano prescinda de sus funciones.
En México, el sistema de evaluación concordado en mayo de
2011 entre la SEP y el SNTE, tiene por objetivo evaluar a la totalidad de los
docentes de aula, directivos y docentes en funciones de apoyo
técnico-pedagógico de educación básica. Esta evaluación permitirá proporcionar
un diagnóstico integral de las competencias profesionales, focalizando los
trayectos de formación continua en las áreas deficitarias que se detecten de
manera de articular un apoyo profesional adecuado para mejorar la calidad de la
educación del país. En concordancia con lo señalado anteriormente, la
evaluación contemplará los siguientes aspectos:
i) aprovechamiento escolar (resultados de evaluaciones
nacionales académicas en escuelas, o instrumentos estandarizados y/o de las
estrategias que correspondan);
ii) competencias profesionales que, a su vez, considera: a)
preparación profesional (exámenes estandarizados que se aplicarán cada tres
años); b) desempeño profesional con base en los estándares que emita la
Secretaría de Educación Pública, y c) formación continua (SEP-SNTE, 2011).
Extraído de:
Estrategia Regional sobre Docentes
OREALC / UNESCO Santiago
Antecedentes y Criterios para la Elaboración de Políticas
Docentes en América Latina y el Caribe
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