miércoles, 10 de diciembre de 2014

Inteligencia emocional-social


¿A qué se llama “Inteligencia emocional”? ¿Cómo se relaciona Con la “Cultura corporal”?  ¿Cuál es la importancia de conocernos a nosotros mismos?  ¿Para qué preocuparnos por la inteligencia emocional en la escuela?

Es Bar-On quien propone el término de Inteligencia Emocional-Social (IES) y la define como un conjunto interrelaciona do de competencias, habilidades y facilitadores emocionales y sociales que determinan la eficacia con la que nos entendemos y nos expresamos, cómo entendemos a los demás y nos enfrentamos a las demandas del día a día. Este modelo posee gran interés en la medida que combina habilidades cognitivas propias de la s definiciones de IE como habilidad con facetas emocionales relacionadas con la IE como rasgo. La persona emocionalmente inteligente es, por lo general, optimista, flexible, realista y exitosa a la hora de resolver problemas y hacer frente al estrés, sin perder el control.

Bar-On sugiere 15 subescalas para definir la IES. De éstas, diez son consideradas capacidades básicas y se refieren a aspectos esenciales de la IES (autoconciencia emocional, autoconsideración, asertividad, empatía, relaciones interpersonales, tolerancia al estrés, control del impulso, validación, flexibilidad y solución de problemas); y cinco son concebidas como capacidades facilitadoras de la IES (optimismo, autorrealización, alegría, independencia emocional y responsabilidad social
—es esta última la que más nos interesa en este proyecto—).

Estas 15 subescalas se organizan en cinco factores para el estudio de las características emocionales y sociales de los sujetos: intrapersonal, interpersonal, manejo de las emociones, adaptabilidad y escala de estado de ánimo general —todos ellos se estudiará más detalladamente en la descripción de los instrumentos utilizados en este trabajo—.

Por otro lado, dirigiendo nuestra atención hacia otra perspectiva del mismo tema, no podemos olvidarnos de la dimensión física de las emociones, ya que éstas no se pueden vivir desvinculadas del cuerpo. Escriben Bach y Darder al hilo: El contacto físico es una fuente de emociones y de placer a la vez que una necesidad humana básica y universal. A partir de la sensación táctil empezamos a tomar conciencia de nuestra existencia y podemos llegar a sentirnos realmente aceptados e importantes para los demás. El yo psíquico se equilibra a partir del yo físico, y mediante la interacción de los dos se alcanza la autoconciencia.

Sin embargo, en nuestra cultura occidental predomina más que nunca un culto al cuerpo sin una dimensión emocional y afectiva integradora para la persona. Más bien éste es concebido desde una perspectiva degradante, una tiranía homogeneizadora, una fuente constante de desasosiego, de autorrechazo y de odio hacia uno mismo por no conseguir un cuerpo (irreal) que se ajuste a los cánones de belleza impuestos por el mercado estético.

Se trata de una concepción del cuerpo como medio de cultura y foco de control social que nos limita o posibilita (según para qué, o en función del punto de vista de quien habla) en nuestras prácticas diarias, influyendo ferozmente en nuestro autoconcepto y autoestima. Una cultura corporal creada y reforzada por agentes sociales (medios de comunicación, publicidad, moda, deporte, Educación Física, etc.).

Teniendo en cuenta todo lo anterior, para educar emocionalmente primero hemos que aplicarnos nosotras y nosotros mismos la teoría. Es decir, debemos tener una conciencia clara de nuestros procesos emocionales, puesto que:

Quien consigue seducirse a sí mismo es capaz de seducir a los demás. Quien vive con profundidad emocional y desarrolla un estilo afectivo propio atrae a los demás y es capaz de despertar en ellos emociones transformadoras. La motivación y el entusiasmo de los chicos y las chicas son prácticamente inmediatos cuando el profesor es capaz de desarrollar sentimientos de afecto hacia ellos, cuando se les quiere y les ofrece un trato cercano y acogedor. La autoseducción del profesional (…) comporta la seducción del alumnado y genera un clima en el aula que produce efectos inmediatos en el esfuerzo y el rendimiento.

No nos han enseñado a conocernos y, menos aún, a desconocernos, a que nos ocurran cosas que no encajan con lo que sabemos o que era previsible de nosotros. Sería conveniente aprender (enseñar) a desaprender.

La educación emocional en la escuela constituye un área de primordial importancia que no debe ser ignorado, ya que aporta innumerables beneficios para la sociedad: puede ayudar a reducir las depresiones, el alcoholismo, los trastornos alimentarios, la violencia, etc. —por citar sólo algunos que tan presentes se encuentran hoy en día—.

Se hace necesario un currículum verdaderamente interdisciplinar en el que el principal eje sea educar seres humanos, teniendo en cuenta su condición como tales. Abogamos por una Educación que esté dirigida a la realidad del mundo en el que vivimos, teniendo en cuenta el pasado y el futuro, una Educación que no dé la espalda a todos esos problemas de los que se habla sino que, por el contrario, se enfrente a ellos de forma transparente y haga todo lo posible por dar la mejor solución a los mismos. Creemos en una Educación calada de solidaridad y cooperación, donde lo más importante sea encontrar aquello que nos une (que resulta ser mucho más de lo que creemos o nos hacen creer) y no lo que nos separa.



Extraído de:
UNIVERSIDAD DE VALLADOLID
Facultad de Educación de Segovia
TRABAJO DE FIN DE MÁSTER INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES.
EDUCACIÓN, COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL, ECONOMÍA Y EMPRESA
INTELIGENCIA EMOCIONAL Y RESPONSABILIDAD SOCIAL EN EDUCACIÓN PRIMARIA
Autora: Verónica Sancho Arranz
Tutora: María del Carmen Garrido Hornos

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