¿Qué idea sostenemos de la Docencia? ¿Se trata de una actividad que puede desarrollar cualquier persona que conozca determinados contenidos? ¿Qué relación tiene esto con la formación docente? ¿Qué paradigmas se han sostenido a lo largo de la historia en cuanto a la formación docente?
Formación y Docencia:
un encuentro deseado
Hablar de formación docente, más que concebirla como simples
cursos, capacitaciones, implica retomarla como una filosofía, una actitud de y
hacia la vida, en tanto que conlleva tomar en cuenta, en un primer momento, la
concepción que tengamos de docencia y por ende de los enfoques formativos que
se le atribuyan a dicha profesión.
Inclusive uno de los acontecimientos que determinó, en
cierta medida, el comienzo de la era de la formación docente, fue precisamente
el cambio de concepción que política y socialmente se ha tenido de la docencia.
Anteriormente la docencia no se le atribuía el grado de
importancia que hoy en día se le reconoce, era vista como una actividad que
cualquier persona podía desempeñar tan sólo con tener un dominio disciplinar.
Sin embargo, cuando a la docencia se le “empieza
a concebir como una actividad polivalente, compleja, dinámica, socialmente construida
por la cual se requiere de una formación específica dentro del campo didáctico”
(Ríos), es cuando el encuentro entre los términos de formación y docencia
empieza a consolidarse con miras a una fusión teórica que permita dar cuenta de
los procesos cognitivos, procedimentales, actitudinales, emocionales, sociales,
políticos que permean a la práctica docente.
Así, podemos determinar que la concepción de docencia por sí
sola representa también su grado de complejidad, situándose como una profesión
inacabada que inmiscuye y determina, al mismo tiempo que la determinan, múltiples
relaciones que la posicionan en una situación específica.
Por lo tanto, tenemos que si la concepción de docencia ha
transcurrido por diferentes etapas, de igual manera ocurre con las políticas de
formación docente, en la que han predominado distintos escenarios y enfoques,
mismos que hoy en día nos permiten hablar de las tradiciones que históricamente
han caracterizado el devenir de la formación docente. Ello como consecuencia de
la revalorización social y académica que experimentó la docencia, dando
comienzo así con las demandas de una profesionalización de la docencia, esto
es, la realización de las actividades necesarias que permita poseer los
conocimientos, así como habilidades cognitivas y prácticas para un óptimo
desempeño docente (Ríos).
La profesionalización docente ha transcurrido por diferentes
etapas y momentos que ha permitido, como ya se mencionó anteriormente,
clasificarlas y ubicarlas en diferentes tradiciones de acuerdo con las
políticas y concepciones a las que se haya respondido. Por ello es que Maribel
Ríos menciona que:
… la formación docente
es un proceso unido a las concepciones educativas que son contextualizadas por
la situación histórica del país; a la visión de los administradores de la
educación superior; a la política educativa de la enseñanza superior y que se
ve afectado por los avances pedagógicos-didácticos que se reflejan en la
curricula del proceso formativo.
Respecto a las tradiciones por las que ha transcurrido la formación
docente, Davini establece tres grandes tradiciones: la tradición normalizadora-disciplinadora;
la tradición académica y la tradición eficientista, siento esta última la
tendencia que posee más apertura. La tradición normalizadora-disciplinadora se
instituye en el siglo XIX con la conformación de los sistemas educativos
modernos. Dicha tradición, menciona la autora, “se dedicó al disciplinamiento de la conducta y la homogeneización
ideológica de grandes masas poblacionales”. Por ello no es gratuito que
durante esta época y en esta tradición “el
profesor era el encargado de impulsar y concretar en la comunidad las campañas
de salud pública y diversas acciones de control social” . En esta tradición
es cuando se funda la idea del “buen docente”, priorizando el “saber hacer”, es
decir el manejo de materiales y rutinas escolares, teniendo con ello el
predominio de una visión utilitarista de la formación docente (Davini).
Respecto a la tradición académica, la formación docente
recae en el conocimiento que los docentes deben poseer de la materia que
enseñan, asimismo se reconoce la formación pedagógica débil, superficial e
innecesaria que caracteriza la formación de algunos docentes. Partiendo de lo
anterior, lo prioritario de esta tradición académica de la formación docente se
enfocó a que los docentes “tuvieran profundos
conocimientos disciplinarios de la materia que se enseña” (Davini). Otro
aspecto importante de esta tradición fue la ayuda y legitimación brindada por
parte de la filosofía positivista que empezó a fundarse de manera contundente
en esta tradición atribuida a la formación docente.
Por último, otra de las etapas de la tradición de la
formación docente corresponde a la tradición eficientista, la cual –según
Davini postula la necesidad de seguir el prototipo de las sociedades desarrollista,
de ahí que una de las bases que defiende esa tradición recaiga en una idea
progresista y desarrollista de la formación docente, dicha idea propició que
una de las directrices que permearon el desarrollo de la escuela se basara en
el perfeccionamiento de los docentes.
Si trasportamos estas tres tradiciones de la formación
docente a nuestro contexto, tendríamos de igual manera tres tradiciones de la
formación docente, las cuales no distan en mucho respecto a las planteadas por
Davini. Las tradiciones que plantea Maribel Ríos son la formación tradicional,
cuya principal base se sitúa en la teoría conductista concibiendo la labor
docente como la transmisión de conocimientos, siendo el docente el eje central
de los procesos educativos desarrollados; la tradición de la formación
tecnológica que se suscita en los años setenta en donde la formación docente
que se caracterizó por la inserción del estudio científico, uniformizándose los
contenidos de los distintos programas y estrategias de formación docente; es en
esta tradición cuando empieza hablarse de los modelos formativos basados en
competencias. Por último la tradición de la formación crítica en la cual la
formación toma rumbos del desarrollo de la autocrítica, motivando la reflexión,
toma de conciencia en tanto permita generar los cambios sociales estructurales
que permita la transformación de la sociedad.
Sin embargo, es importante que dentro de estas tradiciones
que se han generado en la trayectoria de la formación docente, construyamos una
nueva trayectoria que nos permita enfatizar el sentido humano de la docencia
Extraído de:
Formación docente continua… en busca de la redignificación
profesional
Magaly Hernández Aragón
Maestra en Educación, campo Formación docente por el
Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma
“Benito Juárez” de Oaxaca (ICEUABJO). Profesora de Asignatura en la
Licenciatura de este Instituto.
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