¿Cuáles son las consecuencias del acoso escolar? ¿Qué efectos se producen sobre el acosado? ¿Y sobre el acosador? ¿Qué concusiones podemos sacar sobre el problema? ¿Qué acciones llevar a cabo? ¿Cómo prevenirlo? ¿Qué hacer para evitar el bullying?
Los niños víctimas de acoso escolar presentan, en general,
bajo rendimiento escolar, su autoestima decrece a tal grado que llegan a
aceptar las diversas formas de acoso aún siendo conscientes de que los están
sometiendo a altos niveles de agresión física y psicológica. Esta es la
situación de estudiantes que son rechazados por sus compañeros en las
actividades escolares y que son víctimas de acciones crueles, frecuentes por
parte de los mismos, sin que ni en su colegio ni en su familia se detecte dicha
situación. La vida de estos niños se hace más difícil cuando también son
víctimas de reproches por parte de sus padres y de sus profesores debido a su
bajo rendimiento académico.
Los efectos negativos del acoso escolar son bien reconocidos
a nivel mundial. La agresión constante efectuada por pares en la escuela genera
problemas de salud y de bienestar, con efectos duraderos. También se ha
encontrado que el comportamiento de intimidación está asociado con el aumento
de síntomas psicosomáticos; los intimidadores tienden a ser infelices en la
escuela; los estudiantes intimidados se sienten solos, teniendo todos ellos un
mayor número de síntomas psicológicos y psicosomáticos.
En un estudio realizado en Chile en el cual participaron
8131 estudiantes de educación media, 47% de ellos reportaron haber sido
matoneados en el último mes y de éstos el 30% reportaron sentimientos de
tristeza y desesperanza durante dos o más semanas en el último año. Los
estudiantes de séptimo y octavo reportaron más probabilidad de matoneo que los
de noveno, pero los de noveno reportaron más altos niveles de soledad,
dificultades para dormir y pensamientos suicidas que los estudiantes de séptimo
y octavo grado. Los hombres tienen más probabilidades que las niñas de reportar
acoso escolar, pero las mujeres tienen más probabilidad que los muchachos de
reportar síntomas de depresión, como sentimientos de tristeza y desesperanza,
soledad, dificultades con el sueño y pensamientos suicidas.
Estudios, como el realizado por Rigby, indican también que
la tendencia a victimizar a otros o a otras en la escuela, predice con certeza
la conducta antisocial y violenta del adulto. Así, los agresores también
necesitan ayuda para el desarrollo de su autoestima, de su autoconfianza y la
internalización de límites en sus comportamientos.
Los estudiantes que son víctimas de acoso escolar se
encierran cada vez más en sí mismos y se deprimen llegando a presentar altos
niveles de rechazo a la escuela (por temor a los compañeros, al trabajo escolar
o a algún profesor), sin que en general sean detectadas las causas de su
rechazo a la escuela e incluso llegando a ser víctima de violencia
intrafamiliar por esta actitud. Así mismo, en múltiples ocasiones, el acoso
escolar puede conllevar a conductas de agresividad y de violencia. Maidel
indica que un niño víctima de acoso escolar puede, como consecuencia,
manifestar ansiedad, tristeza, estrés, miedo, apatía, angustia, rabia
reprimida, dolores de cabeza o estómago, disturbios del sueño, pérdida del apetito
o aislamiento, y que muchas de estas consecuencias persisten por el resto de la
vida.
Otros estudios muestran contundentemente que las víctimas de
acoso exhiben profundo malestar psicológico, del cual la tendencia suicida es
una manifestación. Muestran que, en general, los adolescentes que están más
expuestos a este tipo de conductas presentan más síntomas depresivos que
quienes no son víctimas de las mismas.
La actitud intimidatoria decrece con la edad pero es posible
que cuando el niño o niña ha crecido ya se le haya hecho un daño irreparable en
su personalidad y ya no tenga reverso, dándole trabajo adicional al sector
salud desde la escuela, en la cual se están aumentando significativamente los
problemas de estrés que ya la sociedad en sí genera, debido a los retos que les
impone desempeñarse en ella con competencia.
Estrategias para
prevenir y evitar el acoso escolar
En las dos situaciones, tanto de víctima como de acosador,
el niño necesita ayuda y debe ser apoyado por sus profesores y sus padres para
superar el problema, que en ambos casos conlleva a comportamientos sociales que
terminan afectando su nivel de desarrollo individual y social. Es recomendable
mejorar los procesos de comunicación entre el niño y sus padres, entre el niño
y sus profesores y entre la escuela y los padres, pues son estos procesos de
comunicación los que permiten orientar el desarrollo social del niño,
posibilitándolo para analizar y evaluar elementos positivos y negativos de sus
relaciones con los compañeros de escuela y de su entorno extraescolar. Se debe
tener en cuenta que la importancia de los amigos aumenta con la edad, dejando
en segundo orden a los padres.
La escuela puede identificar las situaciones de acoso a
través de la programación de actividades académicas, recreativas y de
integración en los descansos. No se trata de hacer grandes estudios nacionales.
Se trata de que los directivos y docentes de cada establecimiento educativo
estudien e identifiquen las situaciones de acoso, para que así puedan tomar medidas
y establecer normas de convivencia que, en todo caso, deben ser explicitas,
cambiantes y propias del entorno y las características de cada establecimiento
educativo. Asimismo, se deben implementar actividades en las cuales el respeto
por el otro, la colaboración y la construcción conjunta de saberes conlleve a
la apropiación de una serie de conocimientos que permitan el bienestar, el
desarrollo de competencias académicas y sociales y la capacidad de los alumnos
de proyectarse hacia el futuro.
Una escuela de calidad no solo debe preocuparse porque sus
estudiantes obtengan buenos resultados en las pruebas nacionales e
internacionales, sino que debe posibilitar los procesos de desarrollo
individual y social integral del niño. Este tipo de escuelas propone y
desarrolla procesos integrales de formación en cada una de sus actividades,
generando espacios de comunicación entre estudiantes, padres de familia y
profesores, y la posibilidad de identificar comportamientos que se constituyen
en situaciones de acoso escolar, determinando el papel que los estudiantes
desempeñan en cada una de ellas. Por ejemplo, en el desarrollo de trabajos en
grupo se puede determinar si uno o más niños son víctimas de exclusión en la
escuela; así mismo, la observación del comportamiento de los estudiantes en los
descansos escolares es fundamental en la determinación de su papel en el
fenómeno de acoso escolar: acosador, acosado, indiferente o motivador.
Una estrecha relación entre la escuela y la familia del
alumno, tendiente a posibilitar la construcción de un ambiente escolar apto
para el desarrollo de competencias académicas, conlleva a la obtención de
mejores niveles de logro en áreas como la matemática y el lenguaje, el ambiente
familiar en el que el niño cuenta con el apoyo de sus padres en las actividades
escolares no solo favorece el rendimiento académico de los alumnos, sino que
también presentan una menor participación en el porcentaje de niños víctimas de
acoso físico, verbal y social. Los niños que cuentan con un buen apoyo de los
padres también tienen un menor nivel de participación en el porcentaje de niños
que actúan como acosadores.
Padres que hablan con sus hijos sobre las actividades
escolares al final del día. sobre qué le agradó al niño y qué no, son padres
que determinaran con facilidad el rol que el niño está ejerciendo en la
escuela, y que podrán establecer relaciones constructivas con la escuela para
el desarrollo integral del niño como un ser que contribuye positivamente a la
sociedad.
Por otra parte, la violencia intrafamiliar genera
condiciones para que el niño sea víctima de acoso escolar. Estudiantes que
tienen dificultades en los procesos de comunicación con sus padres y que
sienten rechazo y falta de amor de algunos de los miembros de su hogar, se
asocian con mayores situaciones de victimización en la escuela. Estos
resultados se obtienen al analizar estadísticamente la base de datos utilizada
en los estudios de Cepeda et al.
"Es importante
que el niño sepa que los padres no toleran una actitud agresiva con sus
compañeros de estudio, desde la guardería, hay que dejarle ver al niño que no
puede pegar, ni insultar, ni herir los sentimientos de otro niño"
(Sánchez J.). "Enseñarles a
compadecer al otro es crucial y hay que recompensar siempre la amabilidad y las
buenas acciones. También es eficaz registrar al niño agresivo en actividades de
equipo, como deportes". En todo caso, el niño debe tener claro que
cuenta con el apoyo de sus padres.
Para evitar que el niño sea víctima de cyberbullyíng, a los
padres, educadores y demás miembros de las comunidades educativas les
corresponde la tarea de concientizarlos en cuanto a las consecuencias de sus
actos, reales o virtuales, generando posibilidades de discusión sobre el tema,
estando alerta ante cualquier situación que pueda indicar la práctica de esta
conducta, vigilando las practicas de los adolescentes frente a la tecnología, y
estableciendo explícitamente por parte de los responsables de las mismas que
estas prácticas no son aceptadas socialmente.
Conclusiones
El acoso escolar se ha vuelto una práctica frecuente en las
escuelas de todo el mundo. Afecta, además del desarrollo escolar del
estudiante, su salud física y mental, disminuyendo su rendimiento escolar e
incrementando la presencia y la intensidad de enfermedades físicas y mentales
como ansiedad, depresión y adicción a las drogas. El acoso se está convirtiendo
en un problema de salud pública que puede llevar incluso al suicidio.
No hay suficientes políticas públicas que prevengan el acoso
escolar. Los docentes y directivos de la educación no están preparados para
identificar, prevenir y solucionar las situaciones de acoso a que se ven
enfrentados los estudiantes de todas las edades y de todos los grados en las
escuelas tanto estatales como privadas, lo que permite que este problema crezca
cada día. Lo peor es que, en múltiples ocasiones, c uando un padre se queja
ante la autoridad competente en la escuela, no solamente no se le presta
atención, sino que se incrementa el rechazo hacia su hijo. Por otra parte, la
gran mayoría de los padres no están preparados para enfrentar este problema, no
están alerta ante el comportamiento de sus hijos, si están más callados que de
costumbre, si están deprimidos, etc.., por lo tanto cuando se detecta que un
niño es victimario o víctima de acoso, casi siempre es demasiado tarde.
Es necesario que se desarrollen estrategias a nivel de las
escuelas y de los medios de comunicación que permitan identificar los síntomas
del acoso escolar para que se blinde a los niños y niñas, con el fin de que
estas situaciones no lleguen a afectar su vida futura. Asimismo, como se
concluye en diversos estudios, se deben desarrollar acciones para que se
minimicen las situaciones de acoso en las aulas y en los espacios comunes,
volviéndolos lugares y ambientes seguros para el sano desarrollo emocional,
social e intelectual de todos los estudiantes.
Autores
EDILBERTO CEPEDA-CUERVO Profesor Asociado. Departamento de
Estadística. Universidad Nacional de Colombia
GLORIA CAICEDO SÁNCHEZ Asesora. Viceministerio de Educación
Preescolar. Básica y Media. Ministerio de Educación de Colombia
En Revisto Iberoamericana de Educación n." 61/3-
15/03/13
Organización de Estados Iberoamericanos poro la Educación la
Ciencia y la Cultura