Cómo definir la
inteligencia emocional
Tras revisar las distintas definiciones de inteligencia
emocional; una definición de inteligencia emocional podría ser: “La inteligencia emocional sería la habilidad
para manejar los sentimientos propios y de los demás, una forma de interactuar
con el mundo, de controlar una serie de variables sobre nuestro comportamiento
y de reaccionar adecuadamente con esa información para guiar el pensamiento y
la acción de uno mismo y de los demás.”
Esta inteligencia emocional es necesaria para el desarrollo
de emociones que son imprescindibles para la supervivencia en la sociedad en la
que el ser humano se encuentra inmerso, y del uso que se haga de ésta,
dependerá el éxito o fracaso en distintos aspectos de nuestra vida.
Inteligencia
emocional y competencias sociales
La inteligencia emocional tendría tres pilares básicos sobre
la que se asienta: la capacidad de identificar y discriminar nuestras propias
emociones y las de los demás; la capacidad de manejar y regular esas emociones;
y la capacidad de utilizarlas de forma adaptativa.
El primero de los tres pilares, quedaría representado por
las competencias emocionales de conciencia de uno mismo, como son el
auto-conocimiento, la valoración emocional y la confianza en uno mismo; y la alfabetización
emocional (refiriéndose a la honradez emocional, la energía, el conocimiento,
el feedback, la intuición, la responsabilidad y la conexión).
El segundo de los pilares se corresponde con las
competencias emocionales de autorregulación y motivación. Aquí nos encontramos
con las competencias relacionadas con la autorregulación, la integridad,
responsabilidad, apertura, flexibilidad de ideas, innovación y creatividad; y
con la agilidad emocional, la cual sirve para edificar nuestra autenticidad,
nuestra credibilidad y nuestra flexibilidad, ampliando nuestro circulo de
confianza y nuestra capacidad para escuchar, asumir conflictos y sacar el
máximo partido posible del descontento positivo.
Con respecto al último de los pilares, se puede entender por
medio de un conjunto de competencias emocionales relacionadas con la empatía y
las habilidades sociales. En primer lugar, las competencias vinculadas a la
empatía son la comprensión de los demás, el desarrollo de los demás, la
orientación hacia el servicio y el optimismo. Además, existe un conjunto de
competencias relacionadas con las habilidades sociales, como, por ejemplo, la
influencia, comunicación, gestión de conflictos, liderazgo, catalización del
cambio, colaboración y cooperación, y habilidades de equipo. Por otro lado
también nos encontramos con la profundidad emocional y la alquimia emocional.
Con la primera se trata de armonizar la vida y el trabajo con el potencial y las
intenciones que le son peculiares, poniendo en ello su integridad, su empeño y su
responsabilidad. En cambio, el segundo nos permite ampliar nuestro instinto y
nuestra capacidad de creación aprendiendo a fluir con los problemas y las
presiones, y a competir contra el futuro educando nuestras facultades para
percibir mejor las soluciones y oportunidades ocultas.
Inteligencia
emocional para lograr el éxito personal y profesional
El éxito en cuanto a lo personal y social no tiene tanta relación
con la inteligencia general, con el CI, ni con los resultados académicos
obtenidos, puesto que una persona puede alcanzar el éxito personal si consigue
tener buenas competencias en cuanto a habilidades sociales se refiere. Estas
habilidades son múltiples, nos podemos encontrar con las siguientes destrezas sociales
básicas: Reconocer la presencia de los demás, iniciar la conversación, mantener
la conversación, sintonía, sincronización, Incorporación a la conversación de
forma correcta, reciprocidad y contagiar a los demás el estado de ánimo.
Con respecto al trabajo, la inteligencia sí que se considera
más relevante en un primer plano para conseguir el éxito, puesto que ésta te
ayudará a conseguir los títulos, las credenciales necesarias para poder optar a
determinados puestos de trabajo. A partir de esta obtención de títulos, entran en
juego factores de tipo emocional, ya que nos encontramos en una sociedad donde
abunda el personal altamente cualificado. Las empresas tienen más demandantes
de empleo que ofertas de las que disponen, por lo que para elegir a los
afortunados que pasarán a formar parte de la empresa se tendrán en cuenta estos
factores de tipo emocional anteriormente mencionados.
Por otro lado, el famoso éxito es muy subjetivo, ya que
depende de la concepción que tenga cada persona acerca de tener éxito en la
vida personal y laboral. Cada persona puede considerar que tiene éxito en su
trabajo sea éste del tipo que sea o requiera una mayor o menor inteligencia,
depende de los objetivos que previamente se haya planteado esa persona y de si
estos se han satisfecho positivamente.
Cómo mejorar la
inteligencia emocional
Existen una serie de ámbitos de actuación para desarrollar
la inteligencia emocional:
• Detectar
pensamientos, cambios fisiológicos y comportamientos erróneos para encauzarlos satisfactoriamente.
Debemos aprender a comprender la importancia de conocer nuestras respuestas emocionales,
adquirir posibilidades de actuar sobre ellas, manejar y superar emociones
destructivas, desarrollar nuestra auto-confianza y auto-motivación y realizar
una auto- modelación.
• La
reestructuración cognitiva en las respuestas emocionales. Por ejemplo con la terapia
racional emotiva de Albert Ellis que proporciona una toma de conciencia de tu
auto-doctrinamiento en creencias irracionales y su sustitución activa por
creencias más racionales, para aprender a resolver problemas.
• Técnicas de
autocontrol emocional. Son necesarias en caso de conflicto y en aquellas
situaciones en las que las emociones parecen tener un mayor peso que nuestras
cogniciones.
• Estrategias
para superar los problemas que se nos presentan en la vida. El uso de determinadas
técnicas puede favorecer nuestro mundo emocional.
La inteligencia emocional
en la educación para el desarrollo integral de los alumnos
La inteligencia emocional posee una gran aplicabilidad, con
lo que la educación es un campo de investigación donde existe gran cantidad de
trabajos. Los estudios de investigación que se han realizado en este campo, se
focalizan en analizar la evolución de la inteligencia emocional en los alumnos,
su importancia en el aprendizaje, en el desarrollo intelectual y en la autorregulación.
Por otro lado es importante destacar el desarrollo de
programas para el fomento de la inteligencia emocional en los niños,
centrándose en aspectos tales como el reconocimiento de emociones, la empatía y
las competencias emocionales. Estos programas surgen debido a que
tradicionalmente se ha hecho un mayor hincapié en las funciones cognoscitivas
que en el desarrollo de la competencia social y de Inteligencia Emocional,
resaltando por este motivo la necesidad de educar en emociones en el futuro.
No es posible que solo fomentando la inteligencia académica
se desarrolle integralmente un alumno, debido a que para que este sea posible,
también deben desarrollarse otro tipo de inteligencias además de las cognitivas
según Gardner: las inteligencias personales. Estas, a su vez se podrían dividir
en dos, en la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapsíquica. La
inteligencia interpersonal consistiría en la capacidad de comprender a los
demás, establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos
y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta. Mientras, por
otra parte, la intrapsíquica sería la configuración de una imagen exacta y
verdadera de nosotros mismos, que nos haga capaces de utilizar esa imagen para
actuar en la vida de un modo más eficaz.
Conclusiones
En nuestro actual sistema educativo no se tienen en cuenta
con la misma importancia todos los ámbitos, ya que comúnmente se desea
potenciar el desarrollo intelectual mediante la superación de pruebas académicas,
las cuales miden tus conocimientos sobre distintas áreas. En la mayoría de los
casos no se lleva a cabo una metodología en la que se intente favorecer el
desarrollo de la inteligencia emocional de los alumnos, centrándose solo en el
puro rendimiento académico. El desarrollo de este tipo de inteligencia no solo
mejora las habilidades del alumno para interrelacionarse en los distintos
contextos de su vida, sino que también nos ayuda a mejorar el clima en la
clase, donde existirá un ambiente de trabajo más colaborativo, pudiendo
utilizar la educación en valores de una forma más eficaz.
Se debería de realizar una enseñanza más individualizada,
donde se tuviera en cuenta a la persona en su conjunto y no solo a sus
resultados académicos, es decir, educar integralmente a los alumnos. Con un
mayor acercamiento a nivel personal entre docentes y estudiantes la
comunicación interpersonal sería más fluida, implicándose el profesor en mayor
medida en los aspectos personales del estudiante. Esto favorecerá el desarrollo
de las competencias y las características descritas en el desarrollo del
trabajo, aumentando a su vez el desarrollo emocional de los alumnos.
Creo que a nivel administrativo e institucional sería de
gran ayuda la inclusión en el curriculum de contenidos relacionados con la
temática, es decir, que se imponga en cierta forma como obligatoria la
educación emocional de los alumnos. También creo que sería de utilidad la
asignación de un menor valor a las calificaciones obtenidas en determinadas
pruebas, en aquellas en las que tras la realización se decide el futuro del
alumno (selectividad, por ejemplo), y valorar en mayor grado el esfuerzo
realizado durante todo el curso, es decir, llevar a cabo una evaluación más
continua. Esto provocaría que los docentes no se preocupasen exclusivamente de preparar
a los alumnos para que superen esas pruebas, sino que estarían más pendientes
en otros aspectos de la educación de los estudiantes.
En nuestro sistema educativo se busca preparar al individuo para
la vida laboral inculcándole una serie de contenidos que debe conocer, pero no
las habilidades sociales para desenvolverse en ese futuro mundo laboral.
Además, se busca una competitividad con respecto a los demás sistemas
educativos, poseer a los alumnos más capacitados “intelectualmente”, ya que lo
más importante en nuestro sistema educativo es la calificación numérica
obtenida y no el conocimiento aprendido.
Las consecuencias de este tipo de sistema, son la existencia
de un gran número de personas, sobre todo jóvenes, excesivamente formados para
desempeñar un puesto de trabajo. Al existir tanta demanda de empleo y tan poca
oferta de trabajo, el aspirante que se hace finalmente con él, sería el que más
habilidades sociales posee, el más estable emocionalmente, el que tenga un
mayor control sobre las relaciones, en definitiva, el que mayor inteligencia
emocional tenga. Además dependiendo de su inteligencia emocional (sin dejar de lado
el resto de habilidades que el empleado posea), dependerá la evolución de la
trayectoria que la persona tendrá en la empresa.
Autor
Moreno Lucena, Álvaro. Universidad de Granada
En ReiDoCrea. Revista electrónica de investigación Docencia
Creativa. Volumen 2. Páginas 212-218
No hay comentarios:
Publicar un comentario