Respecto a la pedagogía liberadora
resulta una obligación ineludible comentar que fue en los años setenta cuando
el pedagogo Paulo Reglus Neves Freire, conocido mundialmente como Paulo Freire,
marco un avance cualitativo en las ciencias de la educación al proponer una nueva
mirada sobre cómo trabaja la cultura dominante para legitimar ciertas
relaciones sociales. La propuesta liberadora parte de una mirada dialéctica de
la cultura, según la cuál, ésta no solo contiene una forma de dominación, sino
además las bases para que los oprimidos puedan interpretar la realidad y
transformarla según sus propios intereses. Los fundamentos de su propuesta
pedagógica se basan en que el proceso educativo ha de estar centrado en el
entorno de los alumnos.
Freire supone que los educandos tienen
que entender su propia realidad como parte de su actividad de aprendizaje. No
basta con suponer, por ejemplo, que un estudiante sabe leer la frase “Mario ha
sembrado fríjol en el campo”. El estudiante debe aprender a “Mario” en su
contexto social, descubrir quién ha trabajado para producir la siembra y quién
se ha beneficiado de este trabajo. Ese “sistema” le valió el exilio en 1964,
tras haber pasado setenta y cinco días en prisión, acusado de ser un
revolucionario y un ignorante. Su publicación más conocida; Pedagogía del
oprimido, está dedicada a los que trabajan la tierra y a los que se identifican
con los pobres, sufren con ellos y luchan por ellos.
Para tales fines, Freire tuvo que
recurrir a ciertas nociones básicas y hasta entonces escasamente utilizadas en
el lenguaje de la pedagogía, como es el caso del poder, la deshumanización, concientización,
ideología, emancipación, oprimido, opresor, dialogicidad. antidialogicidad,
concepción bancaria de la educación, educación problematizadora, radicalización,
sociedad cerrada, sociedad en transición, democratización, conciencia
intransitiva, conciencia ingenua o mágica, conciencia crítica, educación
liberadora, alfabetización y otros muchos que han contribuido a criticar los
mecanismos más usualmente utilizados en política de alfabetización, en tanto
reducen los procesos de lectura, escritura y pensamiento a meras técnicas
alienantes que no solo ignoran la cultura del oprimido, sino que además
contribuyen a fortalecer las ideologías dominantes. En tal sentido, numerosas
experiencias populares de educación en todo el mundo han basado su método en
los aportes de Freire. De todos los términos mencionados anteriormente valdría
la pena recuperar al menos cuatro de su principal obra: Pedagogía del oprimido,
que orientan y clarifican el análisis de la corriente pedagógica liberadora de
Freire que, sin duda, se constituye como entre los últimos pedagogos que han
analizado la problemática educativa desde un punto de vista integral. Estos
conceptos son:
a.
Deshumanización: Freire
señala la “deshumanización” como consecuencia de la opresión. Esta, afecta no
solamente a los oprimidos sino también a aquellos que oprimen.
b.
Educación
Bancaria: En la educación bancaria la contradicción es mantenida y
estimulada ya que no existe liberación superadora posible. El educando, sólo un
objeto en el proceso, padece pasivamente la acción de su educador, el saber es
como un depósito.
c.
Educación
Problematizadora: La propuesta de Freire niega el sistema unidireccional propuesto
por la “Educación bancaria” ya que da existencia a una comunicación de ida y
vuelta constituyéndose un diálogo liberador.
d.
La
dialogicidad: El diálogo es este encuentro de los hombres, mediatizados por el
mundo, para pronunciarlo no agotándose, por lo tanto, en la mera relación
yo-tú, es la esencia de la educación como práctica de libertad.
El contexto histórico en donde se
desarrolla esta corriente pedagógica contemporánea esta matizado por las ideas
nuevas y revolucionarias que surgen en América Latina en los años sesentas,
además es interesante indagar sobre la formación personal de Freire, quién por
una parte, da cuenta de su formación católica combinada con el lenguaje
liberacionista proveniente de las corrientes progresistas del catolicismo, y,
por otra, utiliza elementos de la dialéctica marxista que le permiten el uso de
un patrón de visión y comprensión de la historia. No obstante, su enfoque
también se nutre de otras corrientes filosóficas, como la fenomenología, el
existencialismo, y el hegelianismo.
En el período en que Freire escribe,
contempla los traumas y dificultades por los que atraviesa la gran mayoría de
los campesinos del norte de Brasil, producto de una educación alienante que
lleva al pueblo a vivir su condición de miseria y explotación con una gran
pasividad y silencio. El pueblo pobre es tratado como ignorante y es convencido
de ello, lo que produce y explica la pasividad con que se soporta la situación
de esclavitud en que se vive. Ante esta realidad, Freire plantea que el hombre
debe ser partícipe de la transformación del mundo por medio de una nueva
educación que le ayude a ser crítico de su realidad y lo lleve a valorar su
vivencia como algo lleno de valor real.
Esta situación descrita no es una
casualidad, Brasil es un país que a lo largo de toda su historia ha estado
sometido bajo influencias de otras culturas. El hombre no había desarrollado
una capacidad de crítica que le permitiera liberarse de su sometimiento
cultural. En Brasil, la colonización tuvo características marcadamente depredadoras,
lo que produjo una fuerte explotación convirtiéndola en una gran "empresa
comercial", donde el poder de los señores dueños de las tierras sometía a
la gran masa campesina y nativa del lugar, otorgándoles trato de esclavos. La
educación de los colonizadores pretendía mostrar a los aborígenes la indignidad
de su cultura y la necesidad de aplicar un sistema educativo cultural ajeno,
que mantuviera esta situación de explotación e indignidad humana. Quizás el
punto más álgido y de despegue de la propuesta de Freire se genera cuando busca
hacer efectiva una aspiración nacional que se encuentra presente en todos los
discursos políticos del Brasil desde 1920: la alfabetización del pueblo
brasileño y la ampliación democrática de la participación popular.
Ahora bien, respecto al discurso
pedagógico de la corriente liberadora, éste se constituye como un método de
cultura popular cuya finalidad inmediata es la alfabetización, y en su
dimensión más amplia como la educación entendida como práctica de la libertad,
en donde se busca transformar el proceso educativo en una práctica del quehacer
del educando. No obstante, la radicalidad democrática de sus postulados ha
desenmascarado también la distancia que todavía existe entre la concepción
teórica y la praxis diaria que tiene lugar en nuestras salas de clase. La obra
de Paulo Freire surge, pues, como toma de conciencia de las fuerzas
socioculturales de su época y como intento explícito por indagar, desde el
campo pedagógico, sobre las causas que frenaban la transformación de su
sociedad. Freire partía de un presupuesto fundamental: “No pienso auténticamente si los otros tampoco piensan. Simplemente, no
puedo pensar por los otros ni para los otros, ni sin los otros. La
investigación del pensar del pueblo no puede ser hecha sin el pueblo, sino con
él, como sujeto de su pensar”. Al centrar su atención en los sistemas
educativos, descubre que el elemento común que los caracteriza es que se trata
de “una educación para la domesticación”. Es decir, el educando no es el sujeto
de su educación. La caracterización que logra Freire de los sistemas de
educación de su época suena por desgracia todavía muy familiar en nuestros
días: “La educación se torna un acto de
depositar, en que los educandos son depositarios y el educador el depositante.
En lugar de comunicarse, el educador hace comunicados y depósitos que los
educandos, meras incidencias u objetos, reciben pacientemente, memorizan y
repiten. He ahí la concepción bancaria de la educación, en la que el único
margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos,
guardarlos y archivarlos”.
Finalmente, en esta corriente pedagógica
se hace patente la deuda que tenemos con Freire en el sentido de haber
concebido y experimentado un sistema de educación, así como una filosofía
educativa, que se centró en las posibilidades humanas de creatividad y libertad
en medio de estructuras político-económicas y culturales opresivas. Su objetivo
es descubrir y aplicar soluciones liberadoras por medio de la interacción y la
transformación social, gracias al proceso de “concientización”. Es importante
mencionar como colofón a esta corriente pedagógica, la posibilidad de precisar
más a fondo la cuestión de si se puede llevar a cabo una labor radical de
educación popular en el marco de instituciones estatales o de proyectos
financiados por el Estado.
Extraído de
Cerezo, H. (2007). Corrientes pedagógicas contemporáneas. Odiseo, revista electrónica de pedagogía,
El legado que nos ha dejado Paulo Freile me abre el camino a la innovación de mi mente
ResponderEliminarGenial lectura como siempre.gracias
ResponderEliminar