La llamada “Escuela Nueva” fue un
movimiento pedagógico heterogéneo iniciado a finales del siglo XIX. La escuela
nueva, llamada también escuela activa, surge como una reacción a la escuela
tradicional y a las relaciones sociales que imperaban en la época de ésta. Se
constituye en una verdadera corriente pedagógica, en una propuesta educativa de
nuevo perfil, quizás cuando al finalizar la primera guerra mundial, la
educación fue nuevamente considerada esperanza de paz. Pese a que sus orígenes
son más remotos, el movimiento encontró su mayor auge en tiempos bélicos, por
lo que su ánimo renovador de la enseñanza es característico, además de
fundamentar gran parte de sus planteamientos en la psicología del desarrollo
infantil. Para algunos estudiosos llegó a ser como una revolución copernicana
en la educación. En la opinión de Ferriere los pedagogos de la escuela nueva
fueron poseídos por un ardiente deseo de paz y volvieron a ver en la educación
el medio más idóneo para fomentar la comprensión entre los hombres y entre las
naciones, la solidaridad humana; desarrollar el amor fraternal sin importar
diferencias de nacionalidad, de tipo étnico o cultural; que el impulso de vida
se impusiera por fin sobre el instinto de muerte; que se pudieran resolver de
manera pacífica los conflictos entre las naciones y entre los grupos sociales.
De esta manera, la nueva educación tendría que ser capaz de formar a los
individuos para la paz, la comprensión y la solidaridad.
Según el movimiento de la Escuela Nueva era
importante denunciar y modificar los vicios de la educación tradicional:
pasividad, intelectualismo, magistrocentrismo, superficialidad,
enciclopedismo, verbalismo con el propósito de definir un nuevo rol a los
diferentes participantes del proceso educativo. Así pues, tenemos que la noción
de niño en este modelo debe estar basado en planteamientos del desarrollo, y el
acto educativo debe tratar a cada uno según sus aptitudes. No hay aprendizaje
efectivo que no parta de alguna necesidad o interés del niño, ese interés debe
ser considerado el punto de partida para la educación. Respecto a la relación
maestro – alumno se transita de una relación de poder-sumisión que se da en la
escuela tradicional a un vínculo marcado por una relación de afecto y
camaradería. Es más importante la forma de conducirse del maestro que la
palabra. El maestro será pues un auxiliar del libre y espontáneo desarrollo del
niño. La autodisciplina es un elemento que se incorpora en esta nueva relación,
el maestro cede el poder a sus alumnos para colocarlos en posición funcional de
autogobierno que los lleve a comprender la necesidad de elaborar y observar
reglas.
En este sentido, si se considera el
interés como punto de partida para la educación, es innecesaria la idea de un
programa impuesto. La función del educador será descubrir las necesidades o el
interés de sus alumnos y los objetos que son capaces de satisfacerlos. Están
convencidos de que las experiencias de la vida cotidiana son más capaces de
despertar el interés que las lecciones proporcionadas por los libros. Se trata
de hacer penetrar la escuela plenamente en la vida; la naturaleza, la vida del
mundo, los hombres, los acontecimientos serán los nuevos contenidos. En
consecuencia, si hay un cambio en los contenidos, debe darse también un cambio
en la forma de transmitirlos, así que se introdujeron una serie de actividades
libres para desarrollar la imaginación, el espíritu de iniciativa, y la
creatividad. No se trataba sólo de que el niño asimilara lo conocido sino que
se iniciara en el proceso de conocer a través de la búsqueda, respetando su
individualidad.
A pesar de que sus principales
representantes mantenían diferencias sustantivas, tanto en sus concepciones
sobre la educación, sobre el niño, sobre la naturaleza social de la institución
escolar, como en el contexto político y sociológico en que se desarrollaron
cada una de las escuelas pertenecientes al movimiento, existen correspondencias
significativas entre ellos. Entre los representantes más destacados de esta
nueva corriente pedagógica se encuentran: Rousseau, Pestalozzi, Tolstoi, Dewey,
Montessori, Ferrieri, Cousinet, Freinet, Piaget. Claparede y Decroly.
Extraído de
Cerezo, H. (2007). Corrientes pedagógicas contemporáneas. Odiseo, revista electrónica de pedagogía,
No nos olvidemos de José Ingenieros y el capítulo 10 de "Las fuerzas morales".
ResponderEliminarLo pueden ver acá http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/fuerzas/10.html