Si bien el término “constructivismo” está ligado en las
escuelas a una metodología ¿En qué consiste en realidad? ¿Cuál es el rol que
asigna al estudiante? ¿Y sus responsabilidades? ¿Cuál es el compromiso del
docente?
Recientemente hemos estado observando
cómo un vocablo aparece, cada vez con más frecuencia en el discurso de los
educadores. Esta corriente pedagógica contemporánea denominada
"constructivismo", es ofrecida como "un nuevo paradigma educativo”.
La idea subyacente de manera muy sintética, es que, ahora, el estudiante no es
visto como un ente pasivo sino, al contrario, como un ente activo, responsable
de su propio aprendizaje, el cual él debe construir por si mismo. Como todo
aquello que se divulga con la intención de que sea masivamente
"consumido", se corre el riesgo de usar la expresión
"constructivismo" de manera superficial y no considerar las
implicaciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas que derivarían de
sustentar un diseño del proceso enseñanza-aprendizaje sobre bases
constructivistas. Al respecto, Eggen y Kauchak indican que las discusiones
sobre la mejor manera de enseñar han absorbido las energías de los educadores
desde el comienzo de la educación formal; tan es así que han existido diversas
controversias y disputas al intentar responder esta pregunta. En la actualidad,
existe la creencia, en muchos profesores, de que el modelo constructivista es
la panacea para los problemas de la educación.
De acuerdo a las ideas constructivistas en
educación todo aprendizaje debe empezar en ideas a priori. No importa
cuán equivocadas o cuán correctas estas intuiciones de los alumnos
sean. Las ideas a priori son el material que el maestro necesita para
crear más conocimiento. No obstante, no debe olvidarse que en todo
acto de enseñar estamos imponiendo una estructura de conocimiento al
alumno, no importa cuán velada esta imposición se haga. Como maestros
podemos ser gentiles, pacientes, respetuosos y cordiales en nuestra
exposición y aún así estamos imponiendo una estructura de conocimiento. Si
enseñamos, por ejemplo, la teoría sociohistórica de Vygotsky, imponemos una
serie de conceptos que el alumno no tendrá la oportunidad de validar por
sí mismo a no ser que se convierta en el facilitador de un grupo. La imposición
de estructuras de conocimiento no es lo que hace un mal maestro. Un
mal maestro es aquél que impone nuevo conocimiento en forma separada de lo
que el alumno ya sabe y de ahí crea simplemente aprendizaje reproductivo
en los educandos y los priva del uso completo de su capacidad cognitiva
más importante; aquella de transformar su propio conocimiento.
El constructivismo es primeramente una
epistemología, es decir una teoría de cómo los humanos aprenden a resolver los
problemas y dilemas que su medio ambiente les presenta, es una teoría que
intenta explicar cual es la naturaleza del conocimiento humano, o por decirlo
mas crudamente es simplemente una teoría de cómo ponemos conocimiento en
nuestras cabezas. El constructivismo asume que nada viene de nada. Es decir que
conocimiento previo da nacimiento a conocimiento nuevo. La palabra
“conocimiento” en este caso tiene una connotación muy general. Este término
incluye todo aquello con lo que el individuo ha estado en contacto y se ha
asimilado dentro de él, no solo conocimiento formal o académico. De esta
manera, creencias, prejuicios, lógicas torcidas y piezas de información
meramente atadas a la memoria por asociación y repetición, son tan importantes
en el juego del aprendizaje como el conocimiento más puro y más estructurado
que pudiéramos pensar.
En el corazón de la teoría
constructivista yace la idea de que el individuo “construye” su conocimiento. ¿Con
qué lo construye? Pues con lo que tenga a su disposición en términos de
creencias y conocimiento formal. Así como el buen arquitecto levanta con piedra
y lodo bellas construcciones, así el buen aprendiz levanta bellas 'cogniciones'
teniendo como materia prima su conocimiento previo (prejuicios y creencias
incluidos). Nuestras construcciones mentales son fundamentalmente una creación
de reglas, modelos, esquemas, generalizaciones o hipótesis que nos permitan
predecir con cierta precisión que va a pasar en el futuro. Hacemos, por
ejemplo, construcciones mentales de la personalidad de aquellos que nos rodean
y frecuentemente estamos cambiando estas construcciones adaptándolas a lo que
vamos viendo en esas personas.
El constructivismo, en un plano más
humilde, vino al mundo para hacernos ver que nuestro conocimiento
es construido imperfectamente desde bloques que solo pueden catalogarse
como reflejos o creencias. En el constructivismo no hay ideas “puras”. La
cognición humana no es el edificio perfecto de ideas básicas que se combinan
con lógica impecable para formar ideas más complejas. Todo lo que pasa en
nuestras cabezas es en esencia un mundo personal que sorpresivamente se adapta
al mundo exterior. Todo lo que se genera en la cognición humana es producto de
una combinación de sentimientos, prejuicios y juicios, procesos inductivos y
deductivos, esquemas y asociaciones, representaciones mentales que juntos nos
dan elementos para resolver nuestros problemas. Este “juntar” es construir
estructuras de significado y la manera de 'juntar' es altamente personal, algo
que realmente no se puede enseñar sino que se tiene que dejar al individuo a
que lo construya y una vez que ha construido monitorear si esta clase de
construcción tiene paralelo en el mundo real.
El constructivismo como corriente
pedagógica es revolucionaria por que le roba el aura de misterio que rodeaba a
todo maestro como '”bastión de la verdad”, “mensajero de la idea” o '”veneros
de verdad”. El constructivismo parece decir a los maestros todo lo opuesto: En
efecto este concepto esta cambiando nuestra visión del proceso enseñanza aprendizaje
y no de manera sorpresiva desde un punto de vista histórico. El constructivismo
aparece como metáfora del conocimiento en un mundo donde la explosión del
conocimiento rebasa con mucho la capacidad del cerebro humano. El maestro
tiene que humildemente tomar su lugar de sargento en la batalla del
conocimiento y dejar vacío el lugar del general. Hombro con hombro hay que ir
con los alumnos al campo de batalla y humildemente reconocer que el docente
está expuesto a los mismos peligros que los alumnos en el campo del error, la
diferencia es que, como todo sargento, simplemente ha peleado mas batallas.
Para el alumno el constructivismo viene
a corroborar lo que prácticamente ha conocido desde siempre pero no era algo
fácil de revelar o hacer explicito en un ámbito donde la autoridad del maestro
era indiscutible. El constructivismo en un grito de batalla para que el alumno
deje su papel sumiso de receptor de conocimiento y adquiera responsabilidad en
su propia formación intelectual. Es un reto abierto a la supuesta autoridad del
maestro y una aceptación tacita de que en el mundo de las ideas solo se
reconoce la autoridad del conocimiento. Esto no es nuevo por supuesto. Los
griegos fueron tan constructivistas como cualquier científico, artista o
político de este siglo e igual lo fueron los hombres y mujeres del
Renacimiento. Lo que es nuevo, maravillosamente nuevo, es que el elitismo del
pensamiento se está perdiendo.
Muchas cosas “románticas” se han dicho
acerca del constructivismo que ajustan a la imagen que queremos ver en el
hombre moderno. Se piensa mucho en la libertad del individuo para
construir su propio conocimiento, y esto suena melodioso a los oídos
postmodernistas. Es cierto que construimos nuestro propio conocimiento pero no
en esa libertad completa que la imagen casi publicitaria del
constructivismo alguna vez conlleva. Construimos destruyendo, cambiando y
acomodando aquellas estructuras de conocimiento que se nos han impuesto en
nuestras actividades de aprendizaje. No construimos de la nada, construimos
con los fragmentos de aquello que nos fue impuesto.
Construimos no como queremos sino en las
condiciones dictadas por las imposiciones de nuestro propio proceso de
aprendizaje. En los más fantásticos logros cognitivos, en la estructura
magnífica creada para las explicaciones de un problema científico,
podemos encontrar los ladrillos de estructuras impuestas que fueron en
algún momento destruidas o transformadas, pero al mismo tiempo proveyeron
el material para levantar un nuevo edificio. En cierta forma todo aprendiz
que intente lograr estas altas metas educativas es en esencia un
iconoclasta. Todo aprendiz tiene que destruir para construir, pero
no destruye como quiere, este es un punto muy importante, destruye las
estructuras que le han dado. Aquí el maestro tiene una misión que es tan
difícil como es sublime… tiene que fomentar el análisis crítico de las
ideas con el mismo fervor que las construye y las impone en los alumnos.
Por ejemplo, en esta exposición acerca
de las corrientes pedagógicas contemporáneas se tratan de imponer algunas
ideas en su estructura de conocimiento. No porque se trate de imponer
ideas debe considerarse que, el que escribe, es un mal maestro o expositor. De
hecho, el que escribe, es un buen maestro porque trata de hacer esta
imposición en un contexto en el cual esta imposición se conecte con lo que
ustedes como lectores ya saben. Aquí tiene en sus manos una serie de ideas
que si las dejan como están se volverán dogmáticas sin importar que estén
de acuerdo o en contra de lo que se ha explicado en esta exposición
escrita. Siempre se puede ser dogmático a favor o dogmático en contra. En
la medida en que los alumnos generen estos conceptos de su propia manera,
con sus propios ejemplos y sean capaces de proveer su propia teoría del
aprendizaje constructivista, entonces el dogmatismo desaparece y una meta
educativa de gran valor se manifiesta, la construcción del conocimiento.
El constructivismo ha tomado la mente de
todos los educadores actuales. En todas partes se hacen manifiestos
constructivistas muchas veces sin entender del todo el compromiso docente que
este concepto implica. Este concepto ha ocupado las mentes pedagógicas más
brillantes del planeta como Bruner, Freire, Piaget y Vygotsky, las cuales
fervientes y metódicas se adhieren con determinación al concepto. El
constructivismo parece ser la culminación de una serie de ideas pedagógicas muy
anheladas que se han presentado en la historia de la humanidad y que, con apoyo
de la filosofía y los desarrollos de la psicología cognitiva, le han dado un
estatus incomparable en la vida profesional de millones de maestros. Este
acuerdo de pensamientos, ya que no es realmente un acuerdo en la práctica, alrededor
de un concepto educativo es un fenómeno sin precedentes en la historia de
nuestra profesión de maestros.
Extraído de
Cerezo, H. (2007). Corrientes pedagógicas contemporáneas. Odiseo, revista electrónica de pedagogía,
Algo familiar en el entorno educativo, citar el término "constructivismo", como exorcismo mágico que permitirá enseñar y aprender.
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