lunes, 4 de junio de 2012

El peso de la formación pedagógica y la formación en la disciplina a enseñar

¿Cómo debe ser la formación inicial docente? ¿Se debe basar en estudios pedagógicos o en la disciplina a enseñar? Se trata de una vieja discusión, que ahora tiene nuevos ingredientes, además si se llama “inicial”, significa que no es final, que supone que es sólo el comienzo.



La tradición de la formación de los profesores de escuela básica (maestros) difiere en gran medida de la de los profesores para el secundario. En la primera, se partió de una lógica pedagógica y se enfatizó la enseñanza de la didáctica. En la segunda, la mayor importancia la ha tenido siempre lo disciplinar y generalmente el lugar y el peso de la formación pedagógica ha sido tardío y secundario.

Estos énfasis diferentes se correspondieron con las distintas racionalidades que organizaron tradicionalmente estos niveles educativos. La escuela primaria tuvo como eje organizador el proceso de adquisición de los elementos instrumentales de la cultura por parte de los niños, mientras que la escuela secundaria ha basado su organización en la lógica de las disciplinas (Braslavsky).

Con el incremento de los años de obligatoriedad de la educación, estas distinciones han desaparecido a tal punto que en la actualidad se entiende como un solo tramo, el de la educación básica, el período que va desde el ingreso a la escolaridad hasta el egreso del secundario.

Esta realidad, sumada al conocido hecho de la disminución del capital cultural personal de los ingresantes a las carreras de profesorado, ha incentivado un movimiento que tiende a superar las viejas dicotomías entre formación pedagógica y formación disciplinar. Es decir, se tiende a reconocer cada vez más la existencia de un tronco profesional común que debe ser respetado.

En general, se acepta que los docentes de primaria deben tener una mejor formación en todo lo referente a las disciplinas del currículo mientras que los docentes de media necesitan ser formados en todo lo referente a las cuestiones pedagógicas para el abordaje en el aula de las disciplinas que han elegido para enseñar (Martin).

Para resolverlo, la decisión habitual ha sido alargar la duración de la formación docente inicial. Ya sea porque la opción se hace antes -y entonces incluye algo de educación secundaria-, o porque se acorta la formación docente específica pero se exige más escolaridad para ingresar; en resumen, para poder ir a enseñar hay que tener más años de escolaridad (Martin).

Pero el incremento de los años de escolaridad y su impacto en la reestructuración de los contenidos de la formación no ha alcanzado para replantear viejas concepciones acerca de la formación. Todavía no está presente en las nuevas propuestas una concepción de la formación inicial precisamente como inicial, es decir, como parte de una trayectoria profesional en la cual en esta etapa (la de pregrado) corresponde solo dar las bases para que luego se siga aprendiendo.

A la hora de organizar las propuestas formadoras, se sigue pretendiendo que el “perfil del egresado” refleje las competencias de un profesional maduro. Parte del conflicto por la duración de la carrera -y por ende por su costo- se podría resolver reconceptualizando estas cuestiones.


Extraído de
Los desafíos de la política educativa relativos a las reformas de la formación docente
Inés Aguerrondo
Trabajo presentado en la Conferencia “El desempeño de maestros en América Latina y el Caribe: Nuevas Prioridades”
Brasil, Brasilia, 10-12 de julio de 2002.


1 comentario:

  1. Somos un equipo de profesores que hacemos investigación en nuestro IFD, nos interesa compartir proyectos, bibliografia y trabajos de investigacion, y asi difundir y enriquecer nuestra tarea docente

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