¿El conocimiento
debe ser usado por algunos, o todos tenemos el derecho de acceder a ellos?
¿Bajo qué condiciones adquiere mayor valor? ¿Cómo se produce? ¿Cuándo un
conocimiento es liberador? ¿Cuándo transforma nuestras realidades? Los
siguientes párrafos se abocan al tema.
El conocimiento ha estado presente desde los principios de
la humanidad, hemos avanzado como especie conforme él ha evolucionado. Pero
también el conocimiento está estrechamente vinculado a la libertad, ya que el
humano aprende, enseña y hace uso de sus conocimientos en la medida de la
libertad que tenga para hacerlo.
Particularmente, el conocimiento es una cualidad humana que
requiere determinadas condiciones sociales y amplios espacios de libertad para
su generación, apropiación, aprendizaje, sistematización, interiorización,
transmisión y aplicación. Su fecundidad en un contexto social adquiere su
máximo valor en tanto se transmita y comparta de forma libre y abierta. Por
eso, cuanta más libertad y sociabilidad existan en ese contexto social más
conocimientos habrá en él.
El problema del acceso al conocimiento es un espacio de
lucha social que ha existido siempre, por su vinculación al poder. Es una lucha
entre quienes ven el conocimiento como patrimonio de la humanidad, con total
libertad para acceder, aprender, enseñar y hacer uso del mismo, y los que no.
Con la aparición de límites artificiales creados por los humanos, como las
patentes y los derechos de autor, entre otros (mal llamados en su conjunto propiedad
intelectual), el conocimiento ha venido perdiendo accesibilidad. En la
actualidad, mientras que el avance de la tecnología por lograr una sociedad
digitalizada y conectada brinda al conocimiento humano nuevas posibilidades de
crecimiento, estos límites artificiales están restringiendo la posibilidad de
aprovechar éste potencial, y posibilitando su manipulación según intereses
particulares/privados. La razón fundamental de esto se debe a la aberración de
hacer de él una mercancía orientada al lucro y a la exclusión, en vez de
considerarlo un patrimonio colectivo de la humanidad.
Construir formas democráticas de construcción y
socialización del conocimiento, desde espacios colectivos, es uno de los
grandes retos de nuestra época, para contrarrestar y resistir al secuestro
actual del conocimiento característico de esta fase del capitalismo. Esta fase
del capitalismo, llamado por algunos autores como capitalismo cognitivo, ha
venido desplegándose bajo diferentes formas a nivel mundial (marcos legales como
la propiedad intelectual, formas tecnológicas como el DRM-Digital Rights
Management-en español gestión de derechos digitales, modelo mundial de
desarrollo científico-tecnológico, etc.), como una de las grandes apuestas de
los imperios dominantes ante la crisis del capitalismo financiero.
Ahora bien, esos espacios de construcción y socialización
del conocimiento deben coadyuvar a la generación de un conocimiento liberador,
emancipador, de lo contrario no estaremos avanzando mucho en la autonomía de
los pueblos. Para ello se requiere de formas de educación, modelos pedagógicos,
que nos permitan transformar nuestra realidad, para lo cual se requiere
concebir al proceso educativo como un proceso de concientización de la
condición social del individuo a partir del análisis crítico permanente del
mundo que le rodea. Esos nuevos modelos pedagógicos deben redefinir las
prácticas docentes, los procesos de aprendizaje, el papel del aprendiz, entre
otras cosas
Tales modelos deben ser distintos a las prácticas tradicionales
que pregonan la supuesta neutralidad de las mismas, para pasar a un modelo
educativo que problematice la vida diaria, que se inserte en la cotidianidad
del hombre. Estas formas de educación deben promover la horizontalidad de las
relaciones humanas, para lo cual son vitales estilos de diálogo que posibiliten
la participación activa de todos, en la construcción de la matriz cultura de la
cual se forma parte. Es importante acotar que esto jamás posibilitará un
adoctrinamiento o manipulación por parte de otros, ya que cada individuo define
su propio ser social en el proceso educativo.
Los espacios de aprendizaje colectivos pasan a ser
componentes vitales de ese modelo educativo emancipador. Son espacios donde el
conocimiento es visto como un bien público, un patrimonio de la humanidad, del
cual todos debemos cuidar, velar y cultivar, para que desde allí, construyamos
procesos autóctonos hacia un modelo de sociedad justa. Ese espacio también
servirá para develar la otra gran mentira de las elites dominantes del
conocimiento, cuando nos dicen que el mismo es neutro, que es aplicable y
usable de la misma forma y en todas partes; así como también permitirá que cada
espacio social se apropie del conocimiento que necesite, y construya con él sus
propias realidades. Ese conocimiento construido colectivamente lleva implícito
una propuesta consensuada de quehacer social, lo que permite, a su vez,
convertir a ese conocimiento compartido en el mejor escudo protector y en la
mejor estrategia para promover dicho quehacer.
Esos espacios de aprendizaje colectivo requieren de redes
sociales orientadas a la consecución de formas de quehacer social basadas en la
confianza interpersonal y en valores de reciprocidad, honestidad y solidaridad,
entre otros. Estas formas de quehacer social fueron caracterizadas por cuatro
aristas:
a) El arraigo que dicho quehacer debe tener en el ámbito
donde existe, a nivel de su cultura, de sus vocaciones, de sus conocimientos
locales y de sus potencialidades;
b) El control que deben tener los actores locales sobre el
conocimiento generado y los procesos de aprendizaje que se van dando;
c) Los espacios de toma decisiones locales sobre el proceso
de aprendizaje y del quehacer social, que garanticen debates y discusiones
sobre la pertinencia del conocimiento que se está generando, sobre los modelos
pedagógicos que se están usando, sobre las formas culturales que se están
formando, entre otras cosas; y finalmente,
d) El enriquecimiento que acontece en el entorno y en los
actores locales, tangible o no tangible. Dentro de los intangibles, uno de los
más relevantes es el conocimiento generado por esta dinámica de construcción
del conocimiento.
Esto rompe con los enfoques clásicos de quehacer social
(muchos de ellos se cobijan bajo el termino de desarrollo), ya que parte del
principio de hacerse a sí mismo (al hombre). En ese hacerse, aparece un
conocimiento construido y compartido colectivamente, el cual no es visto como
una mercancía, sino al servicio de la generación de espacios de vida
sustentable, como un bien público del cual todos velamos y cultivamos. Así, es
libre, enriquecido por y enriquecedor de la matriz cultural en la que estamos
inmersos, coadyuvando a su autogeneración. Los principios filosóficos presentes
en las comunidades del software libre aparecen naturalmente en esta concepción
del conocimiento:
a) El conocimiento debe ser accedido y usado libremente, lo
que permite el encuentro y uso de diferentes fuentes de saberes (conocimientos
ancestrales, científicos, etc.), chocando con el modelo propuesto por las
transnacionales de patentar el conocimiento, cerrar su acceso, entre otras
cosas.
b) El conocimiento debe adaptarse libremente a los modelos
de quehacer locales. Los derechos del colectivo y el control local sobre su
quehacer, son la base de este principio.
c) El conocimiento debe ser compartido libremente con los
demás a través de un proceso de construcción colectiva del mismo. Para lograr
un conocimiento colectivo, se requiere de sólidas redes sociales, basadas en
los principios de solidaridad y compañerismo.
d) El conocimiento adquirido puede ser mejorado libremente,
y esas nuevas versiones del conocimiento deben poder ser compartidas libremente
con los demás, para que así se beneficie el mundo entero.
Pero esa idea de conocimiento para que sea liberador,
emancipador, del individuo, y le permitan romper con las cadenas de su
enajenación, requiere de otro aspecto. Debe ser un conocimiento que permita
aprender y entender el mundo en que vivimos, comprender cómo llegamos a ser lo
que somos, tener una visión holística de nuestras vidas, explicar las causas
históricas del acontecer actual, establecer una narrativa que le dé sentido a
nuestra vida individual y colectiva. Y partiendo de ello, ese conocimiento debe
posibilitar actuar sobre nuestras realidades para transformarlas, y reconstruir
nuestro lenguaje madre como elemento fundamental para el cultivo de nuestra
cultura.
Extraído de
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
Jose L. Aguilar C.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
BARQUISIMETO – EDO. LARA – VENEZUELA
Volumen 15 Nº 1
Enero-Abril 2011