jueves, 6 de octubre de 2011

Reflexiones sobre la nueva formación del profesorado

La formación inicial del profesorado es un tema de reflexión ¿En qué contexto formamos los nuevos docentes? Considerando algunas características como la baja consideración social sobre la Educación, y el paradigma de la diversidad, se infiere que es de valorar estas nuevas necesidades y la educación emocional.






En la mayor parte de los países más desarrollados la clave para mejorar el rendimiento del alumnado y la calidad del sistema educativo estriba en la buena selección, formación inicial y permanente del profesorado, así como su continua incentivación y motivación. En la presente colaboración, el autor analiza estos factores e incide, desde la reflexión, en el postulado de que el profesorado necesita una formación inicial y permanente adaptada a las nuevas necesidades de nuestra sociedad.

Reflexiones sobre la nueva formación del profesorado
Juan Antonio Planas Domingo
Presidente de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España
En la mayor parte de los países más desarrollados la clave para mejorar el rendimiento del alumnado y la calidad del Sistema Educativo estriba en la buena selección, formación inicial y permanente del profesorado, así como su continua incentivación y motivación.
Los países que han obtenido los mejores resultados en los distintos informes PISA, Japón, Corea, Finlandia o Singapur, coinciden en seleccionar muy bien a sus futuros profesores, entre los estudiantes que presentan mejor expediente y después de una rigurosa entrevista donde demuestran sus competencias emocionales y docentes.
El último informe McKinsey titulado: “Cerrando la brecha al talento: atraer y retener al tercio más alto a la enseñanza” insiste en la importancia del profesorado para elevar la calidad de la educación. En un trabajo realizado sobre los sistemas educativos de más de 50 países pone de manifiesto que los sistemas educativos de mejores resultados
reclutan, forman y retienen el 100% de sus cuerpos docentes del tercio superior de cada cohorte educativa y los seleccionan con otras cualidades personales.
Tal como manifiesta la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) abandonan la Universidad sin titulación alrededor de 90.000 alumnos por cada curso, que supone más de un 40% de abandono con respecto al total. Una cifra muy superior a la media europea del 16%. Las cifras de abandono escolar en todas las etapas educativas e incluso en la propia Universidad inciden en la necesidad de un cambio profundo en la metodología docente, en la orientación educativa, en la formación inicial y permanente del profesorado, en los currículos educativos y en los espacios y tiempos escolares. También en la necesidad de mejorar la orientación profesional y académica y en la coordinación entre las diversas etapas educativas.
En ese sentido habría que tener en cuenta iniciativas exitosas de otros países tales como: “Teach for America” de EEUU, “Teach fist” de Gran Bretaña o “Beca: vocación de profesor” de Chile; consistentes básicamente en captar y becar a los mejores alumnos para que se formen en otros países y después se dediquen a la educación.
Desde septiembre de 2009 se han puesto en marcha las titulaciones de grado de Maestro de Ed. Infantil, de Maestro de Ed. Primaria y de Profesor de Ed. Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas.
La formación inicial del profesorado de Educación Secundaria plantea que después de realizar un título de grado en cualquier especialidad se realizará un máster de 60 ECTS. Estos másteres para el profesorado en Secundaria sustituyen a los antiguos Cursos de Aptitud Pedagógica (CAP). El gran cambio es que el nuevo profesorado de educación secundaria necesita realizar prácticas reales en los centros educativos. Para ello se seleccionan determinados centros y profesores para que sean los tutores de dichos alumnos.

Nuevas necesidades
El profesorado necesita formación inicial y permanente adaptada a las nuevas necesidades. Todavía no se está realizando una formación psicopedagógica de calidad que dé respuesta a los problemas que se encuentran nuestros docentes en las aulas. La realidad de la sociedad actual cambia muy deprisa y nos tememos que las aulas universitarias no siguen ese mismo ritmo. No es lo mismo dar clase a un grupo homogéneo que a otro heterogéneo, con diferentes capacidades y rendimiento tanto por debajo como por arriba. Es necesario conocer problemáticas que antes no existían o se desconocían, como los alumnos disruptivos, la desmotivación, el déficit de atención, la hiperactividad, las ludopatías, la anorexia, la bulimia, el ciberbullying o la drogadicción. También precisan formación en temas tales como: materiales específicos para trabajar en esa diversidad, agrupamientos más flexibles, las nuevas tecnologías aplicadas a la educación, evaluación, mejora de la tutoría, medidas para mejorar la convivencia en la comunidad educativa, etc. Lo que está claro es que precisan de soluciones y experiencias prácticas que ya se han puesto en marcha en los centros educativos.
El propio ministro de Educación y anterior presidente de la CRUE, Ángel Gabilondo, plantea la necesidad de una formación pedagógico-psicológica seria en forma de competencias docentes, para atender la compleja realidad de la situación de las aulas contemporáneas. “Es importante una formación rigurosa en psicología evolutiva y del aprendizaje, y que ofrezca recursos didácticos motivadores y de atención a la diversidad”.
Según el estudio La situación de los profesores noveles 2008, promovido por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Fundación SM, la mayoría del profesorado considera que los docentes noveles tienen una “buena preparación profesional” (56,4%), y aportan nuevas ideas a los centros (58,7%), mientras que un 20,2% cree que su capacidad para mantener el orden en clase es “insuficiente” y una cuarta parte (25,2%) que desconocen el sistema educativo y sus problemas. Al 55,9% del profesorado no le parecía bien el vigente modelo de acceso a la docencia, mientras que el 62,7% creía que debería cambiar “para tener en cuenta las nuevas funciones que se exigen al profesorado”. Por otra parte, el 40% de los profesores de Secundaria, y el 27% de los maestros de Infantil y Primaria, consideraba que habría que cambiar la formación inicial incluyendo un curso selectivo teórico-práctico después de superar la oposición, o ser contratado por un centro privado.
En cuanto a su formación inicial, el 64,6% pensaba que “no había relación entre lo que le pedían en las oposiciones y lo que era enseñar”. Tal y como se refleja en las conclusiones del estudio, una posible explicación vendría dada por “los cambios sociales acaecidos en los últimos tiempos, “que en ocasiones han llevado a una mayor permisividad de los alumnos por parte de sus padres, y a un menor respeto hacia el profesor”. No es fácil adaptarse a las nuevas demandas sociales, y más en tiempos de cambios tan rápidos. Ahora la sociedad es más exigente con los docentes, y no sólo les pide que eduquen en conocimientos, sino que se adapten además a los nuevos problemas en matearía de educación sexual, violencia e integración, y sienten que las familias no colaboran lo suficiente”. Según ha manifestado Álvaro Marchesi, “las nuevas generaciones son más difíciles de enseñar porque les cuesta más aprender, atender y estarse quietos, pero tienen otros valores que no tenían los anteriores, como una mayor capacidad de trabajo en equipo y el control de las nuevas tecnologías. Hoy la enseñanza es más difícil que antes y lo será mas en el futuro”.

Educación emocional
Por otro lado, una de las piezas fundamentales que no se están teniendo en cuenta en la formación del profesorado, tal como mantienen especialistas como Rafael Bisquerra o Carlos Hue, es la Educación Emocional. Tanto los alumnos como los profesores deben tener una sólida formación en este ámbito. Gran parte del malestar docente y de los problemas de convivencia se deben a que tanto los profesores como los alumnos no están gestionando adecuadamente los conflictos tanto personales como relacionales. Por ello, este tipo de formación sería preferible que la impartiesen personas con formación y experiencia psicopedagógica.
La competencia emocional en los futuros profesores debe ser previa al resto de competencias docentes o investigadoras. Si un profesor no tiene habilidades sociales y no posee recursos para dinamizar un grupo, llevar a cabo una entrevista o resolver un conflicto de convivencia, todo su bagaje intelectual y científico le va a servir de bien poco. A nuestro parecer en la formación del profesorado debería primar sobre todo este tipo de aspectos ya que en las titulaciones de grado de cualquier especialidad apenas se tienen en cuenta estas competencias. Incluso abundando en este tipo de competencias, es imprescindible que cualquier profesor tenga la suficiente madurez emocional para dedicarse a esta compleja tarea de educar.
En ese sentido el planteamiento que hacemos desde la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) es se puede aprovechar la formación psicopedagógica y experiencia docente de los profesores en activo de Educación Secundaria y sobre todo los orientadores para coadyuvar en la formación inicial y permanente del profesorado tanto de ed. infantil y ed. primaria como de educación secundaria. Hay que rentabilizar los efectivos actuales y ampliar su número para poder hacer efectivo realmente este papel de incidir en la formación del profesorado. Hay que tener en cuenta que los orientadores pertenecemos por oposición al cuerpo de profesores de educación secundaria y estamos a tiempo completo en los centros educativos en contacto directo con el alumnado, sus familias y el profesorado, e incluso una buena parte del colectivo lleva años realizando formación en los centros de profesores y recursos o en instituciones sin ánimo de lucro dedicadas a la formación.
La COPOE propone tanto al Ministerio de Educación como a las distintas universidades y comunidades autónomas que tengan en cuenta a los orientadores para formar a esos futuros tutores de prácticas (profesores que ya están en ejercicio) y de igual manera a los futuros profesores aspirantes. Los orientadores además de formación psicopedagógica y didáctica disponemos de más flexibilidad horaria debido a las pocas horas lectivas asignadas. Si se potenciara la presencia de dos o tres orientadores en los institutos y algunos más en los equipos de orientación psicopedagógica, uno de ellos podría dedicarse a la formación de esos futuros tutores y a colaborar en la formación de los profesores aspirantes.
Una de las posibles fórmulas que proponemos es la de destinar a los orientadores que han aprobado las oposiciones en la última convocatoria de refuerzo a algún Departamento de Orientación o E.O.E.P., de tal manera que durante un curso tendría la ocasión de formarse en la compleja tarea de la orientación, pero además permitiría que otro orientador destinara parte de su tiempo en la formación del profesorado tanto inicial, como permanente e incluso a la formación de los profesores tutores de las prácticas.
Estamos comprobando que tras los dos años de implantación del máster de formación del profesorado, hay demasiadas peticiones del alumnado que piden una formación más relacionada con el quehacer docente y que sea menos teórica. Desde nuestra Confederación insistimos en que las Administraciones educativas deben velar para que la formación de su profesorado sea lo mejor posible. Este máster no puede servir para solucionar problemas de docencia de determinados Departamentos Universitarios.
Coincidimos con planteamientos realizados por parte de profesores con reconocido prestigio como Joaquín Gairín Sallán o Mario Martín Bris de otorgar más relevancia a los aspectos psicopedagógicos y a la experiencia práctica. Lo que es indudable es que un asunto tan primordial para la mejora de la calidad del sistema educativo, no puede caer en el error de perpetuar el anterior CAP. Si la formación se convierte de nuevo en algo teórico alejado de la práctica diaria volveremos a fracasar. No puede supeditarse este asunto a un reparto de poder entre los distintos Departamentos Universitarios que incidan de nuevo en conocimientos específicos propios de la titulación de grado. El futuro profesorado precisará de experiencias directas y ejemplificaciones concretas de la compleja tarea de enseñar tal como dinamizar un aula, llevar a cabo una entrevista, motivar a los alumnos, o resolver conflictos en el aula. Es difícil que personas que no están trabajando directamente en los colegios de Infantil y Primaria o en los centros de Educación Secundaria puedan ofrecen en exclusiva esta formación tan práctica.


Fuente
Comunidad Escolar

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