domingo, 13 de junio de 2010

Resilencia


¡Qué bueno cuando nos juntamos desde distintas disciplinas, o desde diferentes maneras de vivir y podemos intercambiar puntos de vista, experiencias, diferentes miradas de un mismo problema!...

Hay una palabra resiliencia que viene de una ciencia que no tiene mucha prensa para las cuestiones sociales, médicas o psíquicas; esta ciencia es la Física.

Y esta palabra tiene que ver con la tenacidad, la ductilidad y la cantidad de energía que puede absorber un material mientras está sometido a una fuerza de deformación.

¿Se fijó qué sucede cuando somete una cucharita de plástico a un excesivo calor?...
El ser humano (que no es de plástico) también puede tener esta capacidad.
Los investigadores que se ocupan de los sufrimientos de la gente, observaron que muchas personas, especialmente niños, sometidos a situaciones extremas de destrucción, pudieron superar la situación y hasta salieron fortalecidos.
Estudiaron y se ocuparon de los niños que estuvieron en campos de concentración, en orfanatos y en situación de calle.
Se preguntaron «¿Por qué no se enferman los que no se enferman?»...
En todos los casos, piense usted, en miles y miles de chicos desgraciados, en todos había una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo.

Así que el concepto de Resiliencia es utilizado en salud y en educación. Y, desde otra mirada, se vuelve a comprobar que la capacidad de las personas depende de la interacción con su entorno humano.

Desde el Psicoanálisis sabemos que el reconocimiento del bebé por el papá y la mamá es la base de los otros pilares que necesita un ser humano para desarrollarse sano.
Freud decía que el camino del Psicoanálisis es largo porque es difícil cambiar las circunstancias de la persona, sería menor el esfuerzo si esto fuese posible.

Pero el desarrollo de la resiliencia es posible si se le permite contar con el auxilio de otro humano que genera y estimula las fortalezas de su Yo.

Nuestros niños y jóvenes están expuestos, al igual que los adultos, a agresiones de un medio social que va aumentando la violencia y disminuyendo el equilibrio psicofísico tan necesario para vivir con salud física y mental.

Los adultos lo padecemos, pero los niños nos necesitan como tutores en su crecimiento, igualito a los tutores que necesitan los árboles para que no los rompa el viento o las agresiones del entorno.

A lo largo de tantos años de trabajar con sufrimientos, le cuento estimado lector, que tanto en salud como en educación, cometemos siempre el error de empezar por las falencias, los errores, la patología, en vez de empezar por las virtudes, recursos y fortalezas que tienen las personas o personitas a nuestro cargo.

Si la Escuela enfrenta la tarea de educar rastreando las ocasiones y modos en que el personal todo, sobrellevó y superó problemas, y valoriza los medios que utilizó, ya empezó bien. Esto es salir de la queja e impotencia y mirar lo posible.

Todos estamos sometidos a fuerzas de «deformación» (o destrucción), pero si tenemos cerca congéneres significativos, si contamos con estrategias que nos permitan resolver conflictos, habilidades para resolver problemas y tomar decisiones, entonces nuestro «material humano» va a tener la solidez, tenacidad, ductilidad y energía suficiente para mejorar y embellecer nuestra vida.


Autora
Irene Sofía Rojek

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