martes, 2 de marzo de 2021

21 aprendizajes para la escuela de 2021

 El valor del rol docente, la necesidad de la escuela para reducir desigualdades, la urgencia de eliminar la brecha digital, la apuesta por el trabajo colaborativo y la evaluación formativa, la prioridad de los vínculos… Esta nota repasa 21 aprendizajes de 2020 para recuperar en 2021.



CRÉDITO: Geralt @Pixabay

El año 2020 planteó desafíos inéditos, que dejaron varios aprendizajes para repensar la escuela en 2021. A partir de las notas que publicamos el año pasado, repasamos algunos de los aprendizajes que nos sirven para encarar el ciclo lectivo que empezará en unos días.

1. Sin escuela se profundizan las desigualdades. “Si hay algo que la pandemia desnudó fue la desigualdad en las condiciones de vida de los hogares y cómo eso impacta en la educación de los chicos. La crisis sanitaria nos está dejando como consecuencia la ampliación de esa desigualdad que ya teníamos y que se hace más grande todos los días”, sostiene Melina Furman en el documento Educar para el país que queremos ser.

2. La brecha digital es una brecha educativa. “Las principales causas de abandono escolar tenían que ver con que los jóvenes necesitan salir a trabajar, con el embarazo adolescente y con el cuidado de hermanos menores o de familiares. Con la pandemia, todo esto se agrava por la falta de dispositivos electrónicos o problemas de conectividad para poder seguir las clases de manera virtual”, explica Angela Tanaka, de Asociación Conciencia.

3. Poner el foco en el bienestar integral de los estudiantes. Frente a la pandemia, varias escuelas hicieron hincapié en acompañar a los alumnos más allá de lo pedagógico. Así lo piensa Gabriela Cartolano, del Colegio Tolkien: “Creo que esto vino para quedarse y para crecer. Una educación diferente, en la que se prioriza el estado integral del alumno, no solo sus capacidades cognitivas, sino todo su ser: espiritual, emocional y físico”.

4. Prever espacios para la escucha. Contar con instancias específicas para poner en común cómo se sienten estudiantes y docentes fue una estrategia valiosa ante la incertidumbre. María Serrano, directora del Colegio Ikastola, ejemplifica: “Organizamos mateadas virtuales con los alumnos, a veces en horario de clase a la mañana y a veces a la tarde. Fueron espacios para charlar, para ver cómo estaban y alentarlos a que no bajaran los brazos”.

5. El aprendizaje depende de un vínculo afectivo. “El docente propone a sus estudiantes un vínculo afectivo, pedagógico y profesional. Este vínculo no es obvio y no sucede en todas las clases. Tiene que ser intencionado, y tiene un propósito evidente: acompañar en el proceso de aprendizaje. Cuando ese vínculo está, los estudiantes empiezan a ‘cruzar’ el puente, se involucran y participan más”, reflexiona Oscar Ghillione.

6. Las tutorías son una herramienta clave para sostener las trayectorias. El rol de los tutores fue fundamental para hacer el seguimiento personal y académico de cada estudiante.  En el Taller Escuela María Asunción Guglielmi, por ejemplo, “cada docente asumió tutorías con grupos pequeños, de unos diez estudiantes, a quienes seguía semanalmente y con quienes fue generando un vínculo más estrecho”, explica el director, Marcos Roca.

7. Una oportunidad para revalorizar la tarea docente. El 86% de las familias valora el esfuerzo que hicieron los docentes para acompañar a los estudiantes durante la pandemia, según los resultados de la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica, a cargo del Ministerio de Educación. Otras encuestas arrojaron resultados similares durante 2020: pese a la preocupación por los aprendizajes, las familias reconocen el trabajo de los maestros.

8. Madres y padres se involucraron como nunca. “La pandemia nos hizo abrir los ojos: independientemente del nivel socioeconómico de cada uno, de si nuestros hijos van a escuela estatal o privada, del lugar del país donde vivimos o de nuestras ideologías, necesitamos trabajar juntos, con los docentes y la comunidad educativa, para poder brindar a nuestros hijos la educación que merecen”, plantea la declaración Familias por la Educación.

9. El trabajo conjunto entre escuela y familia potencia los aprendizajes. Madres y padres fueron protagonistas, como nunca antes, de los procesos de aprendizaje de sus hijos. Sofía De Tezanos Pinto, maestra de primaria, recuerda: “Yo grababa videos para los chicos y para los padres, explicándoles cómo explicarles a los chicos. Fue fundamental enseñarles a los padres cómo queríamos que acompañaran las actividades”.

10. La comunicación construye comunidad. El 2020 obligó a repensar la frecuencia y los modos de comunicarse. “Antes solo nos comunicábamos con las familias cuando pasaba algo, por ejemplo si un chico no asistía a clases. En 2020 lo hemos tenido que hacer con el 100% de nuestra matrícula. Eso nos sirvió para vincularnos desde otro punto de vista y desde otros canales con las familias”, señala Flavia Ricci, directora de una escuela secundaria.

11. La innovación depende de la mirada docente, no de las herramientas. “La innovación está en la mirada de los docentes y en sus creencias. Por ejemplo, ¿creemos que tenemos que trabajar en equipo? ¿creemos que todos nuestros estudiantes pueden aprender? Por supuesto que hacen falta recursos. Pero mientras llegan los recursos, también tenemos que hacer cosas”, afirma Pepe Menéndez, referente en procesos de transformación escolar.

12. La tecnología está al servicio de la pedagogía. En 2020 quedó claro el valor de la tecnología, pero también la prioridad de la intención pedagógica: “Se discute sobre cómo incorporar tecnología en las aulas (o en casa), pero poco se discute sobre cómo las tecnologías pueden ser un acelerador de pedagogías para mejorar los aprendizajes, reducir disparidades y empoderar a los docentes y estudiantes”, plantea un informe del BID.

13. Fomentar la autonomía. La educación remota evidenció la necesidad de potenciar la autonomía de los alumnos. “En el contexto actual, la autonomía es clave, por ejemplo para saber organizarse para estudiar, o para que cada estudiante comprenda mejor de qué manera aprende”, sugiere Agustina Blanco, y resalta la importancia de los procesos metacognitivos y de ayudar a los estudiantes a explicitar sus aprendizajes, “haciendo visible el pensamiento”.

14. Seleccionar contenidos y habilidades prioritarios. La sobrecarga curricular es un desafío común a varios sistemas educativos: a medida que se suman las demandas hacia la escuela, se acumulan presiones por enseñar cada vez más contenidos y habilidades. La pandemia puso en evidencia la necesidad de priorizar, sin perder de vista el valor de la currícula como herramienta para construir “un horizonte común”.

15. Aprovechar las TIC para personalizar la enseñanza. Las plataformas permiten hacer un seguimiento individualizado de cada estudiante, e incluso proponerles tareas diferenciadas. “La pandemia visibilizó herramientas pedagógicas que pueden potenciar la tarea docente, y que lo liberan de algunas tareas administrativas para enfocarse en la personalización de los aprendizajes”, destaca Carla Gamberini, directora regional de Mangahigh.

16. El ABP ubica a los alumnos como protagonistas. Varias escuelas aprovecharon la desestructuración de 2020 para trabajar por proyectos. Especialistas en ABP, Josefina Arrighi y Marisol Maña enumeran algunos rasgos clave: “El alumno como protagonista activo, el docente como guía, la indagación como camino central del aprendizaje, la integración de los contenidos, la evaluación formativa constante y el uso flexible del tiempo y el espacio”.

17. Una buena clase virtual tiene momentos claramente diferenciados. “Algo que funcionó fue planificar las clases online para que tuvieran momentos bien marcados: un momento de inicio en el que se conversa con los chicos para ver cómo están, luego el momento de clase con un soporte visual, otro momento para conversar con ellos, y finalmente el cierre”, cuenta Alejandra Vatrano, directora de primaria.

18. La evaluación formativa se basa en la retroalimentación. Elena Barberà, especialista de la Universidad Abierta de Cataluña, subraya el valor de una evaluación basada en “la retroalimentación y el aprovechamiento que de esta realizan los alumnos y los mismos profesores”. Esta forma de evaluar coloca en el centro el diálogo entre profesor y alumnos en torno al contenido: un intercambio orientado siempre a avanzar en el conocimiento.

19. El trabajo colaborativo favorece la innovación. “Planificar juntos no es fácil pero hay que intentar aunar ideas y trabajar por proyectos. Aprovechar la reducción curricular para amplificar las dosis de interdisciplina. Armar buenas preguntas y poner a los chicos a investigar, conectar temas, hacer propuestas frondosas que se recorren en varios días, no actividades sueltas que se evaporan”, propone Axel Rivas en Pedagogía de la excepción.

20. Acompañar y cuidar a los chicos en el mundo digital. Frente al grooming, el ciberbullying y otros riesgos que se agudizaron con la mayor exposición a las pantallas, los chicos necesitan de nuestro cuidado. “Aunque nos confunde a veces ver que los chicos se manejan muy naturalmente en el mundo digital, necesitan de los adultos para cuidarlos. Muchas veces los cuidamos en un montón de temas, y nos olvidamos de este”, reflexiona Sebastián Bortnik.

21. Es hora de priorizar la educación. La campaña #ALasAulas, lanzada a fines del año pasado, convocó a todos los argentinos a comprometerse para priorizar la educación en 2021, con clases presenciales siempre que las condiciones epidemiológicas y sanitarias lo permitan. “Mientras más gente tome conciencia del gran desafío que tenemos, más soluciones vamos a poder construir entre todos”, afirman los impulsores de la iniciativa.

 

 

 

 

 

Por Alfredo Dillon

Fuente https://agendaeducativa.org/21-aprendizajes-para-la-escuela-de-2021/

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