Cristina Jiménez López, maestra especialista de audición y lenguaje en el CEIP Alcázar y Serrano (Albacete), propone algunas soluciones para reducir los problemas que surgen en el proceso de enseñanza-aprendizaje con el uso de la mascarilla.
Las expresiones faciales son parte de nuestra propia comunicación.
Mostramos más información sobre lo que estamos diciendo a través del lenguaje
no verbal que a través del oral. De hecho, muchos estudios señalan que más de un
90% del mensaje se transmite a través del lenguaje no verbal. Los movimientos,
nuestra posición corporal, el tono y el volumen de nuestra voz, las muecas que
realizamos con la cara y con la boca nos dan mucha más información que la
propiamente dicha.
Problemas de comunicación con mascarilla…
La necesidad de usar
mascarillas como medida de prevención de la transmisión del coronavirus está
dificultando el trabajo en los centros educativos. Aunque el trabajo de los
maestros especialistas en audición y lenguaje se ve más afectado que el del
resto de compañeros, no quiere ello decir que el resto de docentes no tenga
dificultades en su trabajo diario. Compartiendo experiencias, hemos comprobado
que la iniciación de la lectoescritura que se realiza en los últimos cursos de
Educación Infantil y en los primeros de Educación Primaria se ve obstaculizada,
ya que los alumnos no pueden visualizar la posición correcta de la boca para
emitir los distintos fonemas. Felicitar con la mirada, sonreír con los ojos,
dar nuestra aprobación con un vistazo, mostrar nuestra desaprobación con la
mirada… son nuevas estrategias que estamos aprendiendo a utilizar.
Otro problema se presenta en los alumnos de nueva incorporación con
desconocimiento del idioma, ya que la audición del vocabulario se ve afectada.
Y también me gustaría hacer especial hincapié en aquellos alumnos que presentan
algún tipo de déficit auditivo. ¿Cómo pueden leer los labios? ¿Cuánta
información están perdiendo? ¿Cómo sabemos qué conocimientos están llegando a
adquirir?
¿Cómo solucionarlo?
Ante estos problemas de comunicación que surgen con el uso de la
mascarilla, toca reinventarse y nos toca sacar de la chistera todo el ingenio,
imaginación e ilusión que teníamos guardado. Pero, ¿por dónde empezamos? La
educación emocional, la enseñanza en el manejo y uso de las TIC y conocimientos
académicos. Esos son los tres pilares básicos por los que comenzar a trabajar
y, efectivamente, el primero de ellos es la educación emocional.
Cuando comenzaron las clases nos encontramos muchas reacciones distintas
ante la misma situación: el rechazo, el miedo, la histeria… Como principal
objetivo en los primeros días de clase nos propusimos enseñar a manejar las
emociones, a expresar los sentimientos, a controlarlos, escucharlos y atender
su necesidad de apoyo emocional.
Afortunadamente, llegaron las mascarillas semitransparentes a los
centros. Fue increíble la experiencia cuando llegué a la clase de Educación
Infantil con aquella mascarilla: “¡mira, una boca!”, gritó uno de los alumnos
de cinco años.
La nueva situación social en la que nos encontramos ha hecho que la
creatividad sea nuestra mayor aliada en las aulas. Como especialista de
audición y lenguaje, he readaptado muchas de las actividades que hacía para
poder ajustarlas a la nueva normalidad. Así, por ejemplo, para trabajar las
praxias hemos hecho fotos frente al espejo y las hemos convertido en tarjetas.
De esta forma, aunque llevemos la mascarilla puesta, los alumnos pueden ver la
posición correcta del aparato fonador. Otra de las actividades que hemos
adaptado ha sido la lectura de cuentos, decidimos grabarlos desde casa para
después poder proyectarlos en clase.
Otro punto fuerte que estamos sacando de esta situación es que estamos
incorporando mucho vocabulario de la lengua de signos. Para los alumnos está
siendo muy divertido y sin duda, les ayuda a memorizar el vocabulario, a
mejorar su atención y a la vez a aprender conceptos básicos de una lengua que
mucha gente desconoce. Al mismo tiempo, estamos creando una sensibilidad
especial ante la comunidad sorda que, a su vez, se traslada indirectamente a
las familias y a toda la comunidad educativa.
Y, ¿qué hacemos con el aprendizaje cooperativo? Pues, seguimos
trabajándolo pero adaptándolo a la nueva realidad: hemos hecho un barrido de
todas las dinámicas propias de esta metodología seleccionando aquellas que
podíamos adaptar a la nueva disposición de las aulas y cumpliendo siempre las
normas de seguridad frente a la pandemia.
La formación permanente
La crisis
sanitaria provocada por la Covid-19 no nos va a parar. Ahora más que nunca
debemos estar al tanto de todos los recursos, plataformas y herramientas
educativas para hacer llegar a nuestros alumnos toda la información del centro
de forma digital.
La respuesta educativa adaptada a las necesidades de cada uno es otro de
los aspectos clave para realizar un buen trabajo. Actualizarnos en nuevas
metodologías es primordial. Actualmente la disparidad de distintos niveles de
competencia curricular se ha acentuado aún más, ya que durante los meses de
confinamiento muchos han sido los que se han visto limitados en su aprendizaje
por la brecha digital. Nuevas corrientes educativas como el Diseño Universal
para el Aprendizaje (DUA) hace que el foco se centre más en la propia
elaboración de materiales que en la dificultad del alumno para aprender. Todas
estas corrientes educativas emergentes nos plantean siempre una respuesta
educativa centrada y adaptada a las distintas capacidades de los alumnos.
Por último, otro aspecto importante es el intercambio de información
entre el profesorado. Mantener contacto y comunicación con otros centros
educativos, nos abre un campo de posibilidades para compartir y mejorar.
Intercambiar opiniones, experiencias, hasta materiales hace más enriquecedor
nuestro trabajo.
Por Educación 3.0
Fuente
https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/problemas-de-comunicacion-mascarilla/
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