En primer término, hay que considerar que el cierre de los centros
educativos y la sustitución de las clases presenciales por la formación on line
y a distancia no tiene alternativa posible. En la situación que nos encontramos
de crisis sanitaria no hay otra salida posible que la de cerrar los centros
educativos y sustituir las clases presenciales por la formación on line. Entre
los efectos negativos del cierre de centro educativos se encuentra que una
parte del aprendizaje podría no recuperarse. Un reciente artículo de Joshua
Goodman, (Profesor de la Universidad de Harvard) muestra que los efectos
académicos de la suspensión de clases a todos los alumnos pueden atenuarse si
hay una respuesta coordinada y no se alarga en el tiempo. Este investigador
muestra que los cierres de centros en Massachusetts por la nieve no ha tenido
repercusiones académicas significativas.
Si el cierre de los centros educativos se alargase por más de dos
semanas, entonces podría tener repercusiones negativas en el aprendizaje de más
largo plazo. Los investigadores David Jaume (Banco de Mexico) y Alexander
Willen de Norwegian School of Economics publicaron en octubre de 2019 en
Journal of Labor Economics un artículo que
mostraba los efectos negativos a largo plazo de las huelgas de docentes en
Argentina. La suspensión de las clases en Primaria en Argentina ha reducido los
salarios de sus alumnos muchos años después en hasta un 3,2% para los hombres y
1,9% a las mujeres. La reducción en el nivel educativo de los alumnos que
experimentaron el cierre de los centros aumentó su desempleo y redujo los
niveles de cualificación de las ocupaciones en las que están empleados cuando
llegaron al mercado laboral con respecto a otras generaciones que no
experimentaron esos cierres.
También el profesor Joshua Goodman, con la también profesora de Harvard,
Amanda Pallais y Julia Melkers, de Georgia Institute of Technology, publicaron
en 2019 un artículo en
Journal of Labor Economics que señalaba que el aprendizaje es mayor con las
clases presenciales que en el formato on line, sobre todo para alumnos
rezagados que necesitan de más refuerzo personal e individualizado. Además,
aunque cada vez con menos intensidad, no todas las familias tienen un buen
acceso a internet y algunos ordenadores pueden ser obsoletos.
Las plataformas digitales, por su parte, tendrán que afrontar un uso
intensivo en un corto periodo de tiempo, situación que no todas las plataformas
pueden soportar con garantías. Entre los aspectos que matizan este primer
análisis, se encuentra que la formación on line provee de un acceso a la
educación en una situación en la que la educación presencial no es posible. Es
decir, que no hay otra alternativa posible. Y también que el uso generalizado
de la formación on line en estas semanas puede ser una buena oportunidad para
hacer un uso más permanente a partir de ahora, de mejorar aquellos aspectos que
hacen que no sea aún de la misma calidad que la presencial y que poco a poco
vayamos perfeccionando las plataformas educativas digitales.
En ocasiones, como la crisis sanitaria que estamos viviendo ahora, no
hay otra alternativa que la formación on line, un formato que ha demostrado en
circunstancias como la actual que es mucho más flexible. El reciente artículo de
este mismo miércoles de Douglas Harris en Brookings también apunta a que el
cierre de los centros educativos ofrece la oportunidad de impulsar, entre los
estímulos fiscales que seguirán a esta crisis, campamentos académicos de verano
contratando a nuevos docentes para apoyar a los alumnos rezagados. Así, los
alumnos desfavorecidos tienen más probabilidad de quedarse en entornos que no
son ideales para el aprendizaje porque sus padres tienen en los que no pueden
trabajar desde casa o tomarse días libres, se podrían ver compensados por el
cierre de los centros y su sustitución temporal por formación on line.
Por
Ismael Sanz
Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario