“Son la mejor gente del mundo y sobre todo la
más amable, no conocen el mal – nunca matan, ni roban -, aman a sus vecinos
como a ellos mismos y tienen la manera más dulce de hablar del mundo, siempre
sonriendo. Serían buenos sirvientes.
Con 50 hombres podríamos dominarlos y obligarlos a
hacer lo que quisiéramos”.
Carta de Cristobal Colón a Isabel de Castilla
(luego del primer viaje) – Archivos de Sevilla.
“El Estado asume y promueve como principios
ético–morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas
flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko
(vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj
ñan (camino o vida noble).”
Artículo 8° de la CPE- Bolivia
Por: Alberto Croce, Fundación VOZ, Seretario
Nacional de la CADE
América Latina (y el Caribe- ALC) es un verdadero
crisol de historias, culturas e identidades. Algunas originarias y otras
llegadas de fuera o traídas por la fuerza. Hoy, el continente en el que vivimos
y el que somos, es una fuente inagotable de riqueza cultural extraordinaria en
donde confluyen las de los pueblos indígenas, afros y migrantes de diferentes
oleadas en su larga historia, que excede por mucho los cinco siglos que la
conquista europea contabiliza.
La “América Latina unida”, la “Abya Yala”, la “Patria Grande”,
soñada por nuestros próceres y por la que han dado sus vidas, desde entonces
hasta nuestros días, miles de latinoamericanos enamorados por este proyecto, no
es percibida por quienes la habitan como una mera oportunidad de ampliación de
mercados. Es identificada como un sueño que está anclado en la Cruz del Sur y
desde allí tracciona un futuro diferente para todos los que vivimos en esta
tierra “Pachamama”.
El sueño de América Latina se alimenta de aquel
sueño guaranítico de “la tierra sin males”. Esa utopía originaria que atraviesa
nuestras tierras enredando historias desde el Cuzco hasta el Teyatepec, desde
el Tihuantisuyo al Corcovado, es fuente de sentido y direccionalidad. Es la construcción
o reconstrucción de la Abya Yala que anunciaron los pueblos kunas de Centro
América y que hoy se expresa en esa hermosa Wiphala llena de mensajes para
transmitir y que hacen ondear los pueblos andinos de América pero que se va
haciendo patrimonio común de las luchas populares en todo el continente.
América Latina es una fuente de agua fresca
que salta desde las estrellas y se desparrama suavemente hasta llegar a las
profundidades de las raíces de nuestro continente. Cruz del Sur y Pachamama se
encuentran generando los colores de esa Wiphala, con los sonidos de las quenas
y los atabaquis, los movimientos vibrantes de las capoeiras, la danza melodiosa
de las guaranias, los atrevidos tangos, los provocativos mariachis y los hondos
loncomeos.
Maíz que se convierte en arepas, tacos y chichas
embrujadas. Cacao caliente y “sucos gelados” que encierran el trópico vibrante.
América Latina es una canción que cantamos entre
todos, que vamos hilvanando desde las soledades hasta las multitudes. Canción
que se alza al viento desde el faro central del Machu Pichu, con corazón de
oro, madera y agua dulce.
Todo nos habla de fuerza y de identidad. Una
identidad compartida más allá de las lenguas diversas y los territorios
extensos y fecundos.
América Latina es una región con un futuro abierto
en el mundo. Aquí no está todo dicho ni mucho menos. Desde sus Andes y sus
Pampas, desde sus Selvas y Deltas, hemos parido páginas de literatura singular,
la educación popular, la teología de la liberación. Todas son un grito fantástico
de rebeldía frente a la injusticia, la desigualdad y la exclusión. Nuestro
continente entero es un clamor irreverente llamando a un amanecer nuevo y a la
tierra sin males que no se resigna, a pesar de todo…
EL BUEN VIVIR
Una de
las propuestas que tiene la posibilidad de reunir en pocas palabras muchas de
las dimensiones que señalamos más arriba es la del “Buen Vivir” o el
“Vivir Bien”.
El “Buen Vivir – Vivir Bien” proviene de las palabras indígenas Sumak
Kawsay (en quechua) – Suma Qamaña (en aymara), que
significan vida en plenitud, en armonía y equilibrio con la naturaleza y en
comunidad, por lo que también algunos lo traducen como “el Buen Convivir”.
El Buen Vivir es una manera de vivir, una filosofía de vida, una cosmovisión
integradora de todas las relaciones: con los demás, con la naturaleza, consigo
mismo. Quienes se proponen “Vivir Bien” deciden vivir de una manera diferente,
como veremos más adelante.
En nuestros tiempos, la expresión apareció y se fortaleció oponiéndose
conceptual y prácticamente, a otros conceptos contemporáneos. Uno de ellos, con
el que más se ha confrontado, es el de “Desarrollo”. Este último muchas
veces está ligado al crecimiento económico, casi siempre fundado en una explotación
irracional de los bienes que la tierra nos ofrece y que su propia cosmovisión
denomina “recursos materiales”.
De esta manera, desde América Latina y el Caribe, se levantó una voz muy fuerte
respecto de esta perspectiva desarrollista, que animaba y sigue inspirando a la
mayoría de foros internacionales. “No buscamos el desarrollo, queremos Vivir
Bien”, repetían una y otra vez en los distintos foros los militantes de esta
cosmovisión.
Por otro lado, el Buen Vivir también apareció presentándose como alternativa a
modelos socialistas y capitalistas, procurándo ocupar un lugar propio
proveniente de los anhelos y culturas de los pueblos originarios.
En sus definiciones más radicalizadas, el Buen Vivir privilegia a la naturaleza
sobre la misma persona humana. La prioridad es la vida y ésta está presente en
toda la naturaleza, la “Madre Tierra”, de la que somos parte, no dueños, ni
señores.
Para su mejor comprensión, recopilamos aquí los 25 aspectos que David
Choquehuanca, ex-canciller de Bolivia y especialista en esta cosmovisión,
señalaba como constituyentes de la concepción boliviana del Buen Vivir. (Los
encomillados son textuales de Choquehuanca).
Priorizar la vida
Vivir Bien es buscar la vivencia en comunidad,
donde todos los integrantes se preocupan por todos. Lo más importante no es el
humano (como plantea el socialismo) ni el dinero (como postula el capitalismo),
sino la vida. Se pretende buscar una vida más sencilla. Sea el camino de la
armonía con la naturaleza y la vida, con el objetivo de salvar el planeta y da
prioridad a la humanidad.
Llegar a acuerdos en consenso
Vivir Bien es buscar el consenso entre todos, lo
que implica que aunque las personas tengan diferencias, al momento de dialogar
se llegue a un punto neutral en el que todas coincidan y no se provoquen
conflictos. “No estamos en contra de la democracia, pero lo que haremos es
profundizarla, porque en ella existe también la palabra sometimiento y someter
al prójimo no es vivir bien”
Respetar las diferencias
Vivir Bien es respetar al otro, saber escuchar a
todo el que desee hablar, sin discriminación o algún tipo de sometimiento. No
se postula la tolerancia, sino el respeto, ya que aunque cada cultura o región
tiene una forma diferente de pensar, para vivir bien y en armonía es necesario
respetar esas diferencias. Esta doctrina incluye a todos los seres que habitan
el planeta, como los animales y las plantas.
Vivir en complementariedad
Vivir Bien es priorizar la complementariedad, que
postula que todos los seres que viven en el planeta se complementan unos con
otros. En las comunidades, el niño se complementa con el abuelo, el hombre con
la mujer, etc.
Equilibrio con la naturaleza
Vivir Bien es llevar una vida de equilibrio con
todos los seres dentro de una comunidad. Al igual que a la democracia, a la
justicia también se la considera excluyente, porque sólo toma en cuenta a
las personas dentro de una comunidad y no a lo que es más importante: la vida y
la armonía del hombre con la naturaleza. Es por eso que Vivir Bien aspira a
tener una sociedad con equidad y sin exclusión.
Defender la identidad
Vivir Bien es valorar y recuperar la identidad.
Dentro del nuevo modelo, la identidad de los pueblos es mucho más importante
que la dignidad. La identidad implica disfrutar plenamente una vida basada en
valores que se han resistido por más de 500 años (desde la conquista española)
y que han sido legados por las familias y comunidades que vivieron en armonía
con la naturaleza y el cosmos.
Uno de los objetivos principales del Vivir Bien es
retomar la unidad de todos los pueblos
Aceptar las diferencias
Vivir Bien es respetar las semejanzas y diferencias
entre los seres que viven en el mismo planeta. Va más allá del concepto de la
diversidad .”No hay unidad en la diversidad, sino es semejanza y diferencia,
porque cuando se habla de diversidad sólo habla de las personas”, Este
planteamiento se traduce en que los seres semejantes o diferentes jamás deben
lastimarse.
Priorizar derechos cósmicos
Vivir Bien es dar prioridad a los Derechos Cósmicos
antes que a los Derechos Humanos. “Cuando el gobierno boliviano habla de cambio
climático, también se refiere a los derechos cósmicos, Por eso el Presidente
(Evo Morales) dice que va a ser más importante hablar sobre los derechos de la
madre tierra que hablar sobre los derechos humanos”.
Saber comer
Vivir Bien es saber alimentarse, saber combinar las
comidas adecuadas a partir de las estaciones del año (alimentos según la
época).
Saber beber
Vivir Bien es saber beber alcohol con moderación.
En las comunidades indígenas cada fiesta tiene un significado y el alcohol está
presente en la celebración, pero se lo consume sin exagerar o lastimar a alguien.
“Tenemos que saber beber, en nuestras comunidades teníamos verdaderas fiestas
que estaban relacionadas con las épocas estacionales. No es ir a una cantinas y
envenenarnos con cerveza y matar las neuronas”.
Saber danzar
Vivir Bien es saber danzar, no simplemente saber
bailar. La danza se relaciona con algunos hechos concretos como la cosecha o la
siembra. Las comunidades continúan honrando con danza y música a la
Pachamama,principalmente en épocas agrícolas; sin embargo, en las ciudades las
danzas originarias son consideradas como expresiones folclóricas.
Saber trabajar
Vivir Bien es considerar el trabajo como fiesta.
“El trabajo para nosotros es felicidad”,
Retomar el Abya Yala
Vivir Bien es promover que los pueblos se unan en
una gran familia. Esto implica que todas las regiones del país se reconstituyan
en lo que ancestralmente se consideró como una gran comunidad.
Reincorporar la agricultura
Vivir Bien es reincorporar la agricultura a las
comunidades.Hay que recuperar las formas de vivencia en comunidad, como el
trabajo de la tierra, cultivando productos para cubrir las necesidades básicas
para la subsistencia.
Saber comunicarse
Vivir Bien es saber comunicarse. Se pretende retomar
la comunicación que existía en las comunidades ancestrales. El diálogo es el
resultado de esta buena comunicación
El Vivir Bien no es “vivir mejor” como plantea el
capitalismo. Entre los preceptos que establece el nuevo modelo del Estado
Plurinacional, figuran el control social, la reciprocidad y el respeto a la
mujer y al anciano.
Control social
Vivir Bien es realizar un control obligatorio entre
los habitantes de una comunidad. “Este control es diferente al propuesto por la
Participación Popular, que fue rechazado (por algunas comunidades) porque
reduce la verdadera participación de las personas”.
Trabajar en reciprocidad
Vivir Bien es retomar la reciprocidad del trabajo
en las comunidades. En los pueblos indígenas esta práctica se denomina ayni,
que no es más que devolver en trabajo la ayuda prestada por una familia en una
actividad agrícola, como la siembra o la cosecha. “Es uno más de los principios
o códigos que nos garantizarán el equilibrio frente a las grandes sequías”,
No robar y no mentir
Vivir Bien es basarse en el ama suwa y ama llulla
(no robar y no mentir, en quechua ). Es fundamental que dentro de las
comunidades se respeten estos principios para lograr el bienestar y confianza
en sus habitantes. “Todos son códigos que se deben seguir para que logremos
vivir bien en el futuro”.
Proteger las semillas
Vivir Bien es proteger y guardar las semillas para
que en un futuro se evite el uso de productos transgénicos.
Respetar a la mujer
Vivir Bien es respetar a la mujer, porque ella
representa a la Pachamama, que es la Madre Tierra poseedora de dar vida y
cuidar a todos sus frutos. Por estas razones, dentro de las comunidades, la
mujer es valorada y está presente en todas las actividades orientadas a la
vida, la crianza, la educación y la revitalización de la cultura. Los
pobladores de las comunidades indígenas valoran a la mujer como base de la
organización social, porque transmiten a sus hijos los saberes de su cultura.
Vivir Bien y NO mejor
Vivir Bien es diferente al vivir mejor, que se le
relaciona con el capitalismo. Vivir mejor se traduce en egoísmo, desinterés por
los demás, individualismo y solamente pensar en el lucro. Considera que la
doctrina capitalista impulsa la explotación de las personas para la captación
de riqueza en pocas manos, mientras que el Vivir Bien apunta a una vida
sencilla que mantenga una producción equilibrada.
Recuperar recursos
Vivir Bien es recuperar la riqueza natural del país
y permitir que todos se beneficien de ésta de manera equilibrada y equitativa.
La finalidad de la doctrina del Vivir Bien también es la de nacionalizar y
recuperar las empresas estratégicas del país en el marco del equilibrio y la
convivencia entre el hombre y la naturaleza en contraposición con una
explotación irracional de los recursos naturales.
Ejercer la soberanía
Vivir Bien es construir, desde las comunidades, el
ejercicio de la soberanía en el país . En ese marco se reconstruirán las
comunidades y naciones para construir una sociedad soberana que se administrará
en armonía con el individuo, la naturaleza y el cosmos.
Aprovechar el agua
Vivir Bien es distribuir racionalmente el agua y
aprovecharla de manera correcta. El agua es la leche de los seres que habitan
el planeta.
Escuchar a los mayores
Vivir Bien es leer las arrugas de los abuelos para
poder retomar el camino. Una de las principales fuentes de aprendizaje son los
ancianos de las comunidades, que guardan historias y costumbres que con el
pasar de los años se van perdiendo. “Nuestros abuelos son bibliotecas andantes,
así que siempre debemos aprender de ellos”
Hacia una Educación para el Buen Vivir.
América Latina y el Caribe tienen una larga
historia en la construcción de propuestas pedagógicas innovadoras y muy
potentes. Quizás su punto más alto fue el surgimiento de la “Educación
Popular”, en aquellos círculos de alfabetización que impulsaba el maestro Paulo
Freire. Pero han habido, antes y después, interesantes propuestas pedagógicas
que construyeron una fecunda historia de la educación en América Latina y el
Caribe. [1]
En esta historia, los distintos movimientos y
organizaciones sociales han sido determinantes. Algunos con una trayectoria muy
importante, tanto respecto de sus propias historias, como a la expansión
territorial de sus iniciativas, propuestas y postulados.
El Buen Vivir resulta una cosmovisión de alguna
manera unificante de estas diversidades. Por ello, hablar de una educación para
el Buen vivir es encontrar un punto importante de encuentro para muchas luchas
y causas de la Abya Yala.
Así como el Buen Vivir se construye también en
confrontación con otras corrientes ideológicas contemporáneos, una pedagogía
del Buen Vivir también lo hace.
Quizás el paradigma educativo que hoy aparece como
más confrontado o interpelado por la concepción del Buen Vivir es el de la
“Calidad de la Educación”.
Cuando surge esta propuesta allá por la mitad de
los años 80 , empieza a postular el concepto de “Calidad” y de “Excelencia”
para aplicarlo a la educación[2].
Conceptos que surgieron de ámbitos de la producción y de la gestión
institucional y que, de pronto, empezaban a ser trasladados casi sin escalas al
campo educativo. Junto con estas visiones, aparecían los procesos de
privatización (endógena o exógena) del sistema educativo o de sus partes, la
mirada de que la educación podía ser una mercancía de intercambio en el
mercado, los “ránkings” ligados a los procesos de evaluación estandarizada y a
la idea del “éxito” como gran motivador de aquello que se buscaba para los
alumnos que se pretendía educar. Éxito que se entendía desde lograr que un
alumno pudiera llegar a tener poder y riqueza, valores a los que se ligaba este
concepto. Este tipo de propuesta educativa resulta funcional a modelos
capitalistas y neoliberales que hoy atraviesan América Latina y el Caribe.
En este contexto, proponer otro tipo de educación
se vuelve indispensable. Y la Educación para el Buen Vivir es una de las
mejores respuestas y propuestas que surgen desde las mismas entrañas de nuestra
historia latinoamericana y caribeña.
Por una parte, se apoya en algunos valores y
principios que están en armonía con los que hemos podido conocer algunos
párrafos más arriba. Además suma algunas características propias desde lo
pedagógico que la hacen también muy potente.[3]
La Educación para el Buen Vivir es una propuesta de
educación emancipadora, que busca que los estudiantes puedan cuestionarse
críticamente sus propias visiones y miradas de la realidad e identificar
estrategias para modificarla o transformarla.
Los que proponen la Educación para el Buen Vivir
tienen como meta de sus esfuerzos pedagógicos, el educar a los estudiantes para
que sean personas de bien, o, dicho de otra manera, personas buenas. Personas
que hagan el bien a los que lo rodean, a la naturaleza a sí mismos. Personas
que sean reconocidas por eso y no por ser exitosas en los términos del poder o
del mercado.
Las propuestas de esta educación hoy pueden
encontrarse tanto en la educación formal como también en experiencias de
educación no formal y alternativa. Dependerá de las circunstancias, de las
relaciones de poder, de las situaciones de las comunidades en las que surgen y
de las necesidades de los diferentes colectivos. Las organizaciones y
movimientos sociales han creado a lo largo de los años experiencias educativas
que comenzaron siendo no formales pero algunas veces llegaron a alcanzar el
reconocimiento oficial de las propias autoridades educativas en sus diferentes
países y fueron penetrando la educación formal.[4]
Veamos algunos de los criterios que están
inspirando y orientando esta propuesta:
- Una educación llevada adelante por instituciones con un proyecto
político pedagógico propio. La Educación para el Buen Vivir no es una educación neutra (en
realidad, no existe la educación “neutra”). Postula claramente cuáles son
sus principios, valores y orientación. Respeta la posibilidad de cada uno
de elegir sus propias opciones pero presenta abiertamente cuál es la suya.
- Una educación para todos. Atender a la inclusión educativa es reconocer los derechos de los
sujetos, en igualdad de oportunidades y una intencionalidad de
construcción de caminos para efectivizarlos. Desde el concepto de
ciudadanía, se hace especial énfasis en los derechos a la educación, a la
expresión, a la participación, a la gratificación, a la no discriminación
por cualquier causa, al afecto, al involucramiento de adultos
significativos, a tener un proyecto de vida….
- Una educación contextualizada. El conocimiento se
construye en la interacción con los demás, la naturaleza, las
circunstancias y el auto registro de la experiencia personal. La acción
educativa debe apuntar a estimular estas interacciones. Por esa razón, se
debe intervenir elaborando situaciones altamente significativas, en
situación de identidad con la idiosincrasia de la comunidad local. Tomar
como punto de partida la realidad familiar y barrial que contextualiza el
proyecto educativo. Promover aprendizajes vinculados con el trabajo y la
vida cotidiana, contenidos y saberes contextualizados, cotidianos,
necesarios, reales.
- Una educación donde los sujetos del aprendizaje son
protagonistas. Se reconoce como fundamental el lugar de los estudiantes en el
proceso educativo. La educación que se busca reconoce que todos pueden
enseñar y todos pueden aprender. Confía en el protagonismo de los sujetos
del aprendizaje en la producción de procesos de cambio. Esto conlleva el
desarrollo de acciones de acompañamiento personalizado, la posibilidad de
diferenciar ritmos de aprendizaje y métodos, la concreción de programas
adecuados a las capacidades de cada uno, etc. Supone un fuerte sentimiento
de respeto por los saberes, las culturas, las formas de aprender, los
procesos y la historia de cada persona y de cada pueblo.
- Una educación que recupera la identidad positiva. Esta educación busca
producir un impacto positivo en la subjetividad; intentando desarrollar la
potencialidad de los sujetos. Por esa razón, evidencia mucho esfuerzo para
lograr: trabajar sobre la auto-percepción de los estudiantes; fortalecer
su autoestima; desarrollar en ellos el sentimiento de potencia para enfrentar
nuevos desafíos; trabajar en la construcción de la identidad; conocer el
lugar en el cual se vive; desarrollar la capacidad afectiva; establecer
límites claros que contribuyan a desarrollar la seguridad y la confianza
en sí mismos en los educandos; crear hábitos; enfatizar la dimensión del
cuerpo en los aprendizajes posibles; promover la autonomía, los
aprendizajes auto-gestionarios, el interés, la creatividad y el ingenio.
En este sentido, adquiere nueva significación la evaluación: se la asume como
una ayuda para la auto-regulación, un trabajo para el diagnóstico
permanente, una mediación entre pares, el registro de los progresos
cualitativos en el proceso de aprendizaje, una orientación para el diseño
de nuevas actividades escolares.
- Una educación que recupera la conciencia colectiva e
histórica. Otorga una importancia central al desarrollo de experiencias
áulicas, escolares y organizacionales tendientes a la convivencia
democrática, comunitaria y horizontal. Estas experiencias señalan también
el efecto de empoderamiento que el grupo ofrece al sujeto en el proceso de
enseñanza y aprendizaje, entendiendo que el conocimiento es una
construcción colectiva. Por lo tanto, promueve aprendizajes cooperativos,
comunitarios, tutorías solidarias que reconstruyan los lazos del alumno
con su comunidad, expresiones grupales cooperativas y solidarias,
actividades de resolución cooperativa, actividades tendientes a la
consideración de las dinámicas institucionales donde niños y jóvenes se
encuentran insertos, actividades de auto-gestión comunitaria, etc. Todo
ello inspirado en el sentido comunitario de los pueblos originarios.
- Una educación que recupera valores. Enfatiza el desarrollo de
actitudes solidarias, conciencia crítica, tolerancia, respeto por las
diferencias y esfuerzo por la inclusión de las mismas como riqueza,
cultura local y regional, identidad, paz. Promueve cambios en aquellas
actitudes que impactan negativamente en la posibilidad de inclusión activa
del sujeto en su medio social. Un aspecto considerado como
fundamental es la interacción respetuosa con la Madre Tierra
Pachamama.
- Una educación que parte de los saberes previos. No se trata de una
declamación de discursos comunes; efectivamente, busca partir de los
saberes previos, retomando las prácticas tradicionales para aplicarlas y
mejorarlas. Tales son las condiciones iniciales del aprendizaje: aquellos
saberes previos, valiosos y posibilitadores. Desde este lugar, cobra mayor
relevancia el rescate y la preservación de los conocimientos y tradiciones
regionales, la cultura local, las expresiones recreativas y celebrativas
locales. En el marco de la experiencia áulica se hace referencia a la
consideración de las experiencias de vida, las experiencias escolares
devenidas en una trayectoria facilitadora u obstaculizadora; considerando
que a través de estas experiencias, cada uno ha construido sus propios
conocimientos y esquemas de aprendizaje y desde estos esquemas se atribuye
significado a los nuevos contenidos.
- Una educación que enfatiza el desarrollo simbólico. Enfatiza especialmente
el desarrollo lingüístico; estimula el juego simbólico, el uso de juegos
dramáticos que estimulen el desarrollo de la oralidad, actividades de
interacción con material escrito, diverso tipo de intercambios, etc.
Otorga un lugar fundamental a la discusión sobre las situaciones
problemáticas y al diálogo entre los sujetos del aprendizaje. La intención
permanente es ayudar a que los estudiantes tomen distancia sobre su propia
realidad para interrogarse; pretende, por lo tanto, colaborar en el
proceso de constitución y afianzamiento del pensamiento.
- Una educación que se nutre del trabajo humano. Para el Buen Vivir,
el trabajo es un eje organizador. “Ama Qhilla”, llama el mandato andino.
“No seas holgazán”, o dicho positivamente, “Trabaja”. El estudiante del
Buen Vivir es, fundamentalmente, un trabajador. El trabajo no ocupa el
lugar de “formación para el trabajo” o capacitación laboral, sino de
educación del hombre trabajador. O el trabajador que se educa. No se
piensa en la “inclusión al mundo del trabajo” porque no hay otro mundo que
no sea el del trabajo.
- Una educación para la inclusión. Desde los proyectos
educativos, procura colaborar en la adquisición de competencias,
habilidades para poder participar activamente en los cambios con los que
nos desafía el mundo presente; pretende colaborar en la construcción de
conocimientos generadores y enriquecedores de la comprensión del mundo y
el desenvolvimiento en él, con contenidos globales e integradores. Intenta
ayudar a comprender colectivamente las dificultades para la inclusión
reconocidas en la experiencia personal y del grupo de pertenencia; Se
vuelve necesario poder consensuar estas acciones pedagógicas que
posibiliten el acceso a un saber más amplio, en una línea de continuidad
que no separa la cultura popular y la realidad local de la cultura escolar
y que posibilite la integración social. Esta educación no pierde de vista
que muchas veces es necesario ayudar a los estudiantes a salir de sus
propios límites materiales y simbólicos mediante la participación en
eventos colectivos de pares, en eventos culturales, etc., como estrategias
de apropiación del espacio comunitario y público y estrategias de
inclusión.
- Una educación que enraizada territorialmente: Intenta promover estrategias
viables para mejorar las condiciones de vida, acciones innovadoras,
acciones que favorezcan la vida en todas sus dimensiones, adquisición de
habilidades orientadas al Buen Vivir. La educación debe integrar a
diferentes actores locales, con diversos niveles de participación en el
desarrollo de propuestas puntuales y del proyecto educativo, en general:
familias, niños, miembros de la comunidad, municipios, redes vecinales,
etc. La misma comunidad puede organizar respuestas a sus problemas y
necesidades a partir de la valorización de sus recursos. La escuela
debería colaborar en la capacitación, el crecimiento, la organización y el
desarrollo de grupos y proyectos comunitarios. Por otra parte, desde esta
visión, la responsabilidad del proceso de aprendizaje es compartida por
las organizaciones del barrio, la escuela, la familia, etc. Es necesario
promover formas de articulación circunstanciales y permanentes.
Los Educadores para el Buen Vivir
La educación para el Buen Vivir requiere de
comunidades que educan. No se trata de educadores solitarios o individuales.
Sin comunidad educadora, en cualquiera de sus formas, no es posible esta
orientación educativa.
Esas comunidades están formadas por diversidad de integrantes que interactúan
entre sí.
Entre otros, están los docentes o educadores, con
responsabilidades diferenciadas y que tienen que estar consustanciados y
comprometidos con esta manera de vivir. No se puede formar para el Buen Vivir
como si se tratara de un mero contenido curricular. Los educadores para el Buen
Vivir, sean docentes formales o no formales, tienen un perfil particular dentro
de estas comunidades educadoras, que podemos delinear con los siguientes
rasgos:
- Son animadores socioeducativos. Son quienes generan
conciencia social en la comunidad; quienes recuperan críticamente los
saberes locales y facilitan la apropiación de nuevas tecnologías y
experiencias útiles para el desarrollo del medio. Promueven la
construcción de conocimientos ,enseñan a aprender. Se involucran en la
tarea de construcción de base. Consideran que los espacios de aprendizaje
van más allá de los ámbitos formales: realizan visitas, reuniones y
gestionan espacios informales. Valorizan la existencia y potencialidad de
otros espacios educativos no escolares. Favorecen el desarrollo,
ofreciendo herramientas simbólicas y diferente tipo de interacciones.
- Son personas sensibles y
cercanas. Promueven una matriz vincular afectiva, actitudes solidarias
y participativas. Dialogan y tienen capacidad de escucha. Son personas
cercanas. Ayudan a descubrir las riquezas y cualidades personales,
resaltándolas con estima y respeto, con sinceridad. Rescatan lo positivo y
lo explicitan. Ayudan a reconstruir, reparar y resignificar identidades y
auto-imágenes. Valorizan palabras y acciones de los niños y jóvenes. Son
sensibles a la injusticia. Comparten emociones, vivencian el dolor ajeno
como propio, intentan compensar y contener. Tienen iniciativa, creatividad
y autonomía. Son flexibles, tienen una mentalidad abierta. Pueden
descentrarse, tienen posibilidad de entrar y salir del lugar del
referente. Comparten y ceden protagonismo. Son personas sólidas y
armónicas, coherentes en su discurso y su acción. Enfrentan conflictos,
socializan dificultades. Sus valores son: solidaridad, responsabilidad,
tolerancia y perseverancia. Ayudan a recuperar la esperanza, el futuro y
la dignidad personal.
- Son personas reconocidas
por la comunidad en la que educan. Tienen buena
relación con los miembros de la comunidad y son respetados por ellos. Se
relacionan con las culturas locales. Buscan códigos y formas adecuadas de
relación con el contexto local. Comprenden su contexto y sus realidades
familiares, porque los conocen. Respetan las diferentes culturas.
Desarrollan la capacidad de ver, escuchar, comprender la cotidianidad del
otro que es diferente. Están abiertos a la diversidad.
- Son auto-críticos y con
actitud de vigilancia epistemológica. Tienen capacidad
reflexiva. Construyen espacios de discusión y vigilancia epistemológica,
sometiendo a crítica las acciones y las lecturas que hace de los niños y
jóvenes y sus familias, para no caer en idealizaciones, justificaciones,
reproducciones de prácticas paternalistas, etc. Priorizan los espacios de
reflexión en común. Reflexionan escuchando el aporte de los estudiantes.
Se auto – evalúan y aceptan críticas. Reconocen sus preconceptos sobre la
realidad local y la caracterización de la gente que vive en circunstancias
desfavorables, sus saberes y vivencias que propicien o dificulten la
tarea, su conocimiento de la historia y los valores culturales locales, su
conocimiento de los factores socio-políticos con relación a la situación
de exclusión, sus propios valores, expectativas, prejuicios y déficit,
etc., para lograr mayor honestidad y libertad en sus intervenciones.
Participan en instancias de capacitación permanente y colectiva. Buscan
nuevos marcos teóricos. Buscan profesionalizarse y especializarse. Poseen
actitud investigadora.
- Son personas
comprometidas con un proyecto colectivo. Hacen junto con sus
compañeros un análisis sociopolítico de la realidad. Buscan comprender la
complejidad de la realidad social local. Acompañan y apoyan las iniciativas
que está llevando adelante la comunidad. Están involucrados con el futuro
de los niños. Confían en que los proyectos educativos pueden crear las
condiciones necesarias para el aprendizaje. Promueven el rol de los
dirigentes elegidos democráticamente en la comunidad. Buscan trabajar
participativamente y en equipo. Trabajan en red, registran otros
escenarios de acción, con la comunidad. Tienen voluntad de transformar.
Pueden trascender su formación unidisciplinar y el aislamiento
profesional.. Aceptan determinados riesgos en función del proyecto
colectivo. Pueden animar grupos de aprendizaje. Ayudan a lograr una
experiencia de grupo y de comunicación.
- Son educadores con
habilidades para la planificación participativa. Tienen capacidad
para negociar y para identificar el aprovechamiento de los recursos de la
comunidad. Pueden facilitar la comunicación y la articulación de los
actores locales. Están dispuestos a coordinar esfuerzos con diferentes
actores e instituciones del medio local. Tienen habilidad para mediar.
Facilitan que la comunidad identifique sus problemas y tome decisiones
para resolverlos. Pueden realizar diagnósticos. Tienen conocimientos de
planificación. Pueden operar procesos de monitoreo y evaluación. Respetan
tiempos y plazos. Poseen claridad en cuanto a etapas y tiempos de los
procesos de aprendizaje.
A manera de conclusión
Educar para el Buen Vivir implica acompañar
pedagógicamente una opción política, una cosmovisión y una manera de entender
al ser humano. No se trata solo de un camino metodológico o didáctico activo o
participativo. Es, como vimos, mucho más que ello: abrazar un proyecto político
pedagógico con eje en la propia identidad.
Esta perspectiva encuentra hoy expresiones muy
fuertes en diferentes experiencias educativas latinoamericanas. Desde las
Escuelas Do Campo, del Movimiento Sem Terra del Brasil, los Bachilleratos
Populares de Argentina, la UNIBOL de Bolivia, el Movimiento Pedagógico
Latinoamericano, de los Sindicatos Docentes y las golpeadas y persistentes
Comunidades Eclesiales de Base, desparramadas por muchos rincones de América
Latina y el Caribe.
Pero, además, de manera no siempre muy pública ni
visible, esta educación resiste hoy desde miles de aulas y de escuelas del
continente que no se rinden, no se arrodillan, no bajan los brazos y siguen
creyendo en las utopías, como lo enseñaba a hacer el gran Eduardo Galeano.[5]
Quizás, el icono más fuerte de esta propuesta, no
sea nuevo: es la escuela ayllu de Warisata, en donde educadores formales y
populares en forma conjunta y participativa, construyeron una escuela que dejó
marcas en América Latina allá por los años 30 del siglo XX. Allí, aquellos
sueños del Buen Vivir se hicieron aulas y patios. Y esos sueños persisten hasta
hoy.[6]
“Entonces la capilla se pobló
Con la risa de más de trescientos niños
Ahora no había más santos de cartón
En vez de anatemas
Se escucharon lecciones de amor
Traídas por un nuevo viento
Que se cruzó con la glacial angustia del Illampu.
Era Warisatta Escuela
La campana llamaba a los trabajadores
Los clérigos sintieron que les robaban
La propiedad de aquel tañido.
Los InDios vieron nacer un augurio en los altares
y es que había otro santo demiurgo de la
liberación
Elizardo Pérez llamado.
Avelino fue el primero que asomó a su alma
Entre ambos cantearon
La piedra de la entraña redentora.”
(En Warisata Mía,, Carlos Sebastián Mostajo)
Por
ALBERTO CROCE
Educador Popular y
Maestro.Presidente de Fundación SES. Secretario Nacional de la Campaña
Argentina por el Derecho a la Educación. Coordinador del Programa “Transformar
la Secundaria” en Fundación Voz.
Fuente
http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/276731