sábado, 16 de diciembre de 2017
¿Aumentan los casos de Bullying escolar?
Adriana Puiggrós, especialista en educación, habló en el programa La Mañana de NTN24 sobre el aumento del acoso en Argentina. Aseguró que “el ‘bullying’ existió siempre, lo que ha crecido afortunadamente es la denuncia”.
jueves, 14 de diciembre de 2017
NUEVAS VIOLENCIAS SOCIALES, ¿QUÉ DICE LA ESCUELA?
En nuestra sociedad, la sociedad neoliberal de rendimiento, el
sujeto de rendimiento parece libre, ejerce violencia sobre sí mismo y se
autoexprime hasta límites insospechados.
La violencia escolar, plasmada en el acoso, el ciber-acoso, las
agresiones físicas, la disrupción en el aula y en otras formas visibles, hoy se
hace intolerable para el conjunto de la comunidad educativa y para la sociedad.
Cada vez que se hace público algún hecho de este tipo en los medios de
comunicación la repulsa colectiva es generalizada. Todos reconocemos que muchas
de estas violencias en la escuela son reflejo de las que se dan en la sociedad
de forma habitual. Pero no son esas las que quiero considerar en este breve
artículo. Hay otras violencias un tanto invisibles, poco analizadas y sobre las
que la sociedad actual y la escuela dicen muy poco o nada, pero son
protagonistas en ellas. Esas provienen del exterior de nosotros mismos o que
nosotros mismos provocamos sobre otros.
Aunque la violencia parece que permanece constante, cambia en
sus manifestaciones. Hemos pasado por diferentes estados a lo largo de la
historia: el de la violencia de las sociedades arcaicas basada en la muerte; la
sociedad donde los soberanos ejercen la violencia sangrienta como castigo a los
súbditos por transgredir la ley; en la modernidad la violencia brutal se va
retirando y haciendo cada vez menos visible, “se esconde pudorosa”, a la vez
que se completa con el asentamiento de las sociedades disciplinarias y sus
medios de represión y control. En nuestra sociedad, la sociedad neoliberal de
rendimiento, el sujeto de rendimiento parece libre, ejerce violencia sobre sí
mismo y se autoexprime hasta límites insospechados.
Son muchos los autores que analizan hoy las características de
este tipo de sociedad con su violencia invisibilizada, que en la “sociedad de
rendimiento” produce el “sujeto de rendimiento” (Byung-Chul Han), responsable
único de su propio éxito o fracaso, empresario de sí mismo, autoexplotado en la
máxima precariedad, que se asiente en el sistema capitalista en su fase de
neoliberalismo extremo. Es importante tenerlo en cuenta, porque sus
manifestaciones se dan de forma similar en la institución escolar, como veremos
más adelante.
Hasta hoy, la violencia física, que ha sido dominante, establece
una relación dialéctica entre yo y el otro, el amigo y el enemigo, el igual a
mí y el diferente-distinto, que lleva con frecuencia a la anulación-eliminación
del otro. Hoy la violencia se centra en la modificación de nuestra
subjetividad; ya no es material, es anónima; no es física es psíquica; no es
negativa es positiva, es anónima, sistémica y coincide con la propia sociedad,
por eso se hace oculta. Es una violencia autoproducida en el interior de la
subjetividad humana, mucho peor que cualquier otra porque no se tiene
conciencia de ella y, lo peor, la víctima se cree libre.
Estas formas de violencia predominan en la denominada “sociedad
de rendimiento” neoliberal donde lo importante son los resultados. En ella se
da la exigencia de permanecer en el éxito constante a través de mecanismos que
llevan a sentirse requeridos a ser triunfadores, de competir con los demás a
base de sacar lo máximo de sí mismo y autoexigirte para, siendo empresario de
ti mismo, cubrir las expectativas del rendimiento social que se te exige. Los
efectos son las enfermedades psíquicas del siglo XXI, entre otras están el
agotamiento, el estrés o la depresión con sus efectos, con la autoagresión que pueden
producir hasta llegar al suicidio. Un titular de hace unos días d’El Diari de
l’Educació nos decía que el 42% de los ingresos en las urgencias psiquiátricas
de en el Hospital San Joan de Déu (Barcelona) en 2015 son por conductas
autolesivas.
Esta violencia aparece invisibilizada porque es estructural y
sistémica. El sistema de vida producido en el seno del capitalismo salvaje
actual lleva consigo la pulsión de muerte, que incorpora a sí mismo todas las
formas de violencia, hoy también las internas ejercidas sobre nosotros mismos.
Es un orden simbólico impuesto que la invisibiliza para que se perpetúe la
dominación y la sumisión. Así se hace muy difícil que las víctimas tomen
conciencia de esa violenta relación de dominio y lleva a la producción de la servidumbre
voluntaria en las que se acepta acríticamente la sumisión al poder, al amo, a
la autoridad, al sistema, al mercado o como quiera que lo denominemos, en sus
viejas y nuevas formas de sometimiento.
También se manifiesta en la violencia que produce el miedo.
Somos las víctimas de un miedo bien producido y administrado por el poder para
clavarlo en nuestra subjetividad y en la vida cotidiana para que le pidamos que
garantice nuestra seguridad a costa de nuestra libertad. El miedo hoy es un
entorno que todo lo envuelve. Forma parte del medio en que vivimos. Es el miedo
al fracaso, el miedo a no encontrar un trabajo digno, el miedo a no poder tener
una vivienda en condiciones, el miedo a envejecer porque no se sabe qué será de
las pensiones, miedo al otro (al vecino desconocido, al diferente, al
inmigrante…), a una vida precaria, a no dar la talla, miedo a un futuro
incierto, a no saber competir, a no tener un currículo competitivo, a caer en
la pobreza, a no poder dar a los hijos lo que necesitan, el miedo al cambio
climático, al colapso de una sociedad en quiebra, el miedo a nosotros mismos…
Se aprovechan de todas las posibles amenazas para inculcar e inocular el miedo
en nuestro interior. El desmantelamiento premeditado del Estado del bienestar
está produciendo un malestar permanente ante las incertidumbres de un estado
permanente de precariedad vital. Así hemos entrado, dice Paul Virilio, en el
“nuevo gobierno de la inseguridad social”, y que “la gran violencia producida
por el miedo es que impide vivir y ese es el peor de los asesinos”.
No pretendo hacer un desarrollo exhaustivo, pero nos quedan
muchas violencias que presentar y analizar. Entre otras están: la violencia que
niega los derechos humanos más básicos, cuyas víctimas son los más débiles de la
sociedad; la violencia de género, que hay que combatir cada día con más
decisión; y la violencia ecológica con sus correspondientes efectos de la
violencia que el ser humano ejerce sobre la naturaleza: catástrofes naturales,
extractivismo, agotamiento de los recursos. Ante un futuro tan incierto, la
infancia es la máxima víctima de la violencia ecosocial.
Queda pendiente la pregunta sobre la respuesta que da la escuela
a este tipo de violencias invisibles que, sin duda, también se dan en el ámbito
educativo escolar. Algunos creemos que es donde se aprenden y así se modula el
“sujeto neoliberal de rendimiento”. Es posible que no se sea consciente de
ellas o que queden en un segundo plano ya que las que nos importan son las
violencias visibles (acosos de todo tipo y otras) que nos escandalizan a todos
y en las que todos hemos puesto nuestro máximo empeño en erradicar. Pero de
esto hablaremos más adelante.
Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/14/nuevas-violencias-sociales-que-dice-la-escuela/
Por: JULIO
ROGERO
Maestro de educación primaria, miembro del Movimiento de
Renovación Pedagógica Escuela Abierta de la Federación de MRP de Madrid. Ha
pasado por todas las etapas del sistema educativo. Los diez últimos años en
programas de Garantía Social con jóvenes en riesgo de exclusión social.
Colabora con diversas revistas educativas
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