El cerebro
sufre las consecuencias negativas de un bullying, si el acoso escolar se
presenta en una etapa crítica de la vida: los 7 a 12 años. El impacto puede
dejar consecuencias terribles en el cerebro de la víctima.
¿Qué es el
bullying? Para describirlo como tal, al menos debe existir uno de los
siguientes elementos: intimidación repetitiva, violencia física, crear chismes
negativos o favorecer el aislamiento social hacia una persona. Para el
agresor, el bullying no es un proceso aleatorio, está presente en él, con
antecedentes de autolesión, irritabilidad, enojo constante e inmadurez
intelectual buscando siempre la justificación divertida de los actos en contra
de sus víctimas.
En México las cifras oscilan entre un
77 a 92% de escolares que alguna vez sufrieron de acoso escolar.
¿Qué
factores favorecen al bullying? Salones escolares pequeños, con ambiente
escolar negativo, edades menores de 16 años, ambiente con mayoría de población
varonil y antecedentes en casa de los acosadores de depresión, baja autoestima
y aislamiento social. Un nulo involucramiento por parte de los padres a los
problemas de sus hijos así como la baja escolaridad de los progenitores. Es
decir, la mejor enseñanza que puede tener un acosador la encuentra en su propia
casa.
Quien hace
bullying busca con intensión molestar a alguien, con una conducta repetitiva
procurando ejercer un control de poder social. Los varones suelen ejercer el
bullying de manera directa, con violencia y a través de la búsqueda de
humillar. Las mujeres, suelen intimidar de forma indirecta a través de chismes
e historias.
Un
artículo reciente publicado en la prestigiada revista Am. J. Psychiatry,
en el que se analizó una población europea a través de 58 años, se identificó
que las personas que tuvieron en su infancia antecedentes de acoso escolar
tienen como consecuencia cambios negativos en la vida adulta, siendo el cerebro
el principal organo afectado.
El
bullying favorece en la víctima la posibilidad de padecer ansiedad,
dificultades académicas, disminución de la empatía y autoestima, actitudes
sumisas, falta de confianza, y paradójicamente existe también la posibilidad de
favorecer la agresividad y la inducción de conductas provocadores.
Las víctimas de bullying tienen una
historia común: tener crisis de ansiedad, una personalidad antisocial y
favorecer la decisión de suicidio.
En estos
pacientes, se tienen cambios a nivel genético, el ADN sufre modificaciones en
regiones clave para su duplicación o copiado, los telómeros, unas estructuras
relacionadas con el material genético se modifican o pierden, con la
consecuencia de que algunas células cambian su capacidad de adaptarse al
estrés, favoreciendo un envejecimiento temprano. Existe una proclividad de
búsqueda de satisfactores inmediatos por parte del regiones relacionadas a
eventos placenteros en el cerebro, por lo que el inicio de algunas adicciones
se ven favorecidas. El estrés psicológico se perpetúa como aprendizaje en
etapas críticas por parte del hipocampo. Aprender con dolor y miedo son los dos
principales saboteadores en la etapa escolar.
En el
cerebro se producen modificaciones anatómicas que inciden en los cambios
conductuales de las victimas de bullying. Debido a que la agresión es
constante, el cerebro introduce códigos de resistencia inadecuados. La amígdala
cerebral detona la gran mayoría de los estímulos como negativos: de la apatía,
a la irritabilidad pasando por el llanto. El giro del cíngulo asocia
interpretaciones inadecuadas de los rostros, en consecuencia, las víctimas de
bullying les cuesta trabajo reconocer el dolor ajeno y además de no interpretar
correctamente el suyo. El estrés psicológico se perpetúa como aprendizaje en
etapas críticas por parte del hipocampo. Aprender con dolor y miedo son los dos
principales saboteadores en la etapa escolar. Este cambio cognitivo es lo que
es más difícil de olvidar y a su vez, el más fácil asociarlo a otras
experiencias que nada tienen que ver en la vida adulta. A nivel neuroquímico,
la disminución de serotonina en el cerebro es gradual y va afectando poco a
poco, hasta reconocer que la depresión es un estado normal y cotidiano. Una
amígdala cerebral sobreactivada y un hipocampo disminuido en su función son una
combinación terrible: una persona que emite conductas inmediatas con
disminución de la capacidad para aprender de los errores. Una disminución
de neurotransmisores de serotonina, dopamina y GABA condicionan la depresión y
la ansiedad.
¿Qué hacer ante el bullying?
- Propiciar amistades de calidad. La dopamina y
oxitocina fortalecen el sistema de recompensa del cerebro, mejorando
el autoestima.
- Propiciar las habilidades para solucionar
problemas: la terapia cognitiva es necesaria para fortalecer el
conocimiento y otorgar una mejor explicación de los hechos.
- Favorecer el intelecto: el conocimiento y
estudio promueven redes neuronales que son el andamiaje de una salud
mental adecuada.
- El apoyo de los padres es fundamental para
escuchar, acompañar y buscar la resiliencia. Este proceso es la principal
antítesis para mejorar la neuroquímica cerebral.
- Comunicación constante: el factor psicológico
y social es necesario para evitar que el bullying siga siendo el problema
que ahora representa.
Por. Eduardo Calixto
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-bullying-una-experiencia-negativa-en-el-cerebro/1111179
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