Con todo
respeto, Roberto, pero no coincido contigo donde expresas: “… conocer es una
operación intelectual más compleja que el aprendizaje continuo, aunque lo
implique.” Leer el artículo de Roberto en:
(http://insurgenciamagisterial.com/aprender-a-aprender-o-aprender-a-conocer/)
Estoy
convencido que es justo lo contrario: Aprender implica una complejidad integral
holística que se expresa en un cambio de actitud (16 dimensiones). La operación
intelectual ‘conocer’ es parte constituyente de todo cambio de actitud pero no
lo trasciende. Un cambio de actitud, como expresión esencial de un aprendizaje
implica el ‘conocer’, pero es más complejo que solo esto.
Comparto
un artículo que escribí al respecto:
CAMBIO DE
ACTITUD Y APRENDIZAJES SIGNIFICATIVOS
Gracias
Maribel y Jilma por sus comentarios muy significativos.
En la
historia de la psicología del aprendizaje se pasa necesariamente por las diferentes
corrientes de la misma psicología, como ciencia. Más particularmente, de cara
al ‘aprendizaje y su facilitación’ se debe indicar la importancia de cada una
de ellas. Haré una referencia a ellas, sin pretender ser exhaustivo, sin
profundizar, ya que este espacio no lo permite.
El
reconocimiento del aprendizaje como un fenómeno, en esencia, relacionado con
las características personales, se refleja en las diferentes expresiones del
movimiento de la ‘escuela activa’ (Dewey, Claparede, Decroly,…), donde el
aprendizaje se centra en los intereses y la actividad personal de sus
actoras/es. Es esto un aporte, que el día de hoy, en Nicaragua y el mundo,
sigue siendo de ‘urgencia’ para tomar en cuenta: en un aprendizaje de calidad
es indispensable la participación activa (protagonismo) y el partir del interés
propio de quienes aprenden.
El
conductismo, clásico (Pavlov, Watson) y operante (Skinner, Mager), como
reacción frente a la introspección (Wundt, Ruby, Robinson) como único método
para estudiar la ‘mente’ aporta significativamente en la comprensión de
fenómenos relacionados con el aprendizaje, sin embargo, sin darle su visión
integral. Tal como lo indica su nombre, identifica el aprendizaje con cambios
en la conducta. El estudio del aprendizaje sólo es posible, según los
conductistas, a través de la conducta observable. Para modificar la conducta
proponen todo un complejo sistema asociativo de respuestas y estímulos
(recompensa y castigo,…). En la actualidad, la conducta (la intención
conductual) sigue siendo uno de los componentes fundamentales de toda ACTITUD.
Realmente, la actitud de una persona hacia determinado fenómeno se refleja en,
entre otros componentes, su (intención de) conducta hacia el mismo, sin embargo
nunca puede ser considerado el único componente a tomar en cuenta.
Como
reacción ante el conductismo, surge la teoría cognitiva y busca una
fundamentación centrada en los procesos humanos. En este contexto, Piaget
identifica cuatro períodos de desarrollo cognitivo. Lo cognitivo es
indiscutiblemente otro de los componentes de toda ACTITUD. El nivel de
conocimiento que tiene una persona sobre un fenómeno, seguramente permite
perfilar con mayor claridez su actitud ante el mismo.
La
psicología de la Gestalt (Wertheimer y otros), así como las teorías del procesamiento
de la información (Gagné), de la psicogenética (Piaget), del desarrollo
cognitivo – aprendizaje por descubrimiento (Bruner) y del aprendizaje
significativo (Ausubel, Novak) aportan muchos elementos para comprender mejor
‘lo cognitivo’ y poder contribuir y facilitar, a través de este componente, un
cambio de actitud.
Igual hay
que mencionar las teorías relacionadas con el aprendizaje mediado (mediación
pedagógica). La teoría de origen socio-cultural (Vigotsky) destaca el papel que
juega la interrelación sujeto – medio social en el desarrollo
del aprendizaje. Vigotsky considera la construcción del conocimiento como
una actividad social y colaborativa, donde el aprendiz construye su propia
comprensión junto a otras personas. Incluye el concepto de Zona de Desarrollo
Próximo, refiriéndose a contextos apropiados y significativos para una
construcción óptima del conocimiento.
Retomando
lo anterior es que se crea ‘el constructivismo’, como una teoría de
conocimiento, más que como una teoría de aprendizaje. La construcción del
conocimiento desde la acción protagonista y la inter-acción con el ambiente
constituye su esencia. El aprendizaje significativo, por su puesto, es parte
integrante de su planteamiento. Su origen se ubica claramente en la teoría cognitiva.
No siempre llega a considerar el aprendizaje como un cambio de actitud
integral, ya que, tal vez más en la práctica que en la teoría, se limita al
componente cognitivo, aún reconociendo la importancia de la inter-acción. Lo
anterior se puede deducir de definiciones como: “El constructivismo es un
proceso inacabado en el que el individuo discurre en la dialéctica del proceso
cognitivo e interactúa con la realidad y su objeto de estudio para atribuirle
un significado.”1 , “En pedagogía el constructivismo es una corriente de la
didáctica que para sus postulados didácticos supone una teoría del conocimiento
constructivista.”2
Desde
estos aportes, donde se interrelacionan los aspectos del aprendizaje
socio-cultural y la capacidad personal de interpretar y re-interpretar en un
modelo dinámico e inter-activo un sistema de reglas, valores y normas podemos
identificar el componente ético en un proceso de aprendizaje. En el proceso de
construcción de nuestras interrelaciones en el medio donde nos desarrollamos,
vamos compartiendo, negociando y acordando todo este sistema de valores y
normas, el cual también caracterizará nuestra ACTITUD.
No se debe
dejar de mencionar el impacto de nuevos conceptos – aún discutibles –, y como
consecuencia nuevas prácticas, como: inteligencia múltiple (Gardner) e
inteligencia emocional (Goleman). Estos conceptos y nuevas prácticas, igual
como la teoría humanista (Rogers, Maslow), aunque no sea una teoría de
aprendizaje propiamente dicho, nos visualizan otro componente muy importante de
toda actitud: lo afectivo. La medida en que un fenómeno ‘me afecta’, también en
esta medida va a incidir en mi ACTITUD ante el mismo, sea positiva o
negativamente. Las teorías humanistas hacen mucho énfasis en el carácter
personal del quehacer humano, partiendo de sus necesidades, sus deseos y
motivaciones.
Desde esta
breve e insuficiente reseña histórica queda claro que pretendo visualizar el
aprendizaje como un cambio de actitud, y no simplemente como un ‘cambio de
conducta’ o una ‘acumulación de conocimientos’. Para poder interpretar lo
que implica esto, es necesario analizar el concepto de actitud. En la
literatura (psicología) se llega a definir toda actitud como una constelación
de fundamentalmente tres componentes que interactúan:
1.
conductual (intención de comportamiento)
2.
cognitivo
3.
afectivo.
Ya en los
párrafos anteriores identificamos un cuarto componente: lo ético, basado en la
importancia de la interrelación de toda persona, en todo momento de
construcción de aprendizajes, es decir en todo momento de su vida, con y en su
ambiente, con y en su contexto, integrando tanto lo social como lo ecológico.
En este sentido se trata de visualizar aquel aspecto de toda ACTITUD que
expresa los valores y las normas que se comparten como todo un proceso de
negociación y se constituyen en un sistema propio.
Planteo la
necesidad de considerar también un quinto componente para poder visualizar bien
la ACTITUD de una persona ante un determinado fenómeno: lo psico-motor. Me
refiero a todo lo que constituye el conjunto de habilidades y hábitos,
destrezas y aptitudes que surgen desde una combinación perfecta de nuestras
capacidades motoras, tanto finas como gruesas, y los procesos internos que
permitan desarrollar y regularlas. ¿No es así que nuestra habilidad en el
trabajo con la computadora, o relacionada con la informática en general, incide
en nuestra actitud ante ella misma? No se debe confundir el componente
psico-motor con el conductual. Se trata de dos fenómenos muy relacionados,
igual como se relacionan también con los demás componentes identificados, sin embargo
con un potencial de incidencia diferenciado.
Al
pretender un CAMBIO DE ACTITUD, igual es importante trabajar la capacidad de
elegir, de identificar su preferencia, de ‘querer’… me refiero a la voluntad, a
la capacidad de decidir. En este caso se trata del componente volitivo de toda
actitud. Al trabajar nuestra voluntad, como característica personal, se
contribuye a la definición y la perfilación de la actitud. Este componente se
relaciona con las teorías humanistas mencionadas anteriormente, ya que consideran
el ejercicio de la elección consciente y el deseo como algo importante e
inherente al SER. Por consiguiente, este componente volitivo se debe
interpretar en relación a toda la problemática motivacional y la
intencionalidad de nuestro quehacer, que es mucho más amplio que sólo una
‘conducta’ y se fundamenta desde nuestras necesidades.
Por
supuesto estoy haciendo una ‘esquematización’, o más bien ‘estructuración’ del
fenómeno ‘actitud’ y debemos de integrar un enfoque holístico que implica que
toda actitud en nuestra vida es única, integral e integrada. Sólo nos sirve
esta estructuración para el análisis teórico. Sin embargo, también puede tener
una ‘utilidad práctica’ bastante accesible. Es decir, si logramos, en una
determinada situación, ‘descomponer’ la actitud e identificar tanto sus
componentes fuertes como débiles, entonces estaríamos visualizando pistas por
dónde entrar para lograr un aprendizaje (cambio de actitud) de mayor calidad.
Además de
la ‘fuerza’ de cada componente inter-relacionada de una actitud, también es
necesario valorar su ‘orientación’. Determinado componente, en unos casos,
posiblemente contribuye a la composición y expresión de una actitud
constructiva ante un fenómeno, en otros casos podría ser que más bien su
contribución sea en sentido contrario. Un ejemplo: la ‘tendencia de conducta’
puede estar influenciado por tradiciones (p.ej. la auto-medicación), que, sin
embargo, en un contexto particular, podría perjudicar a la persona misma. En
este caso, es necesario valorar cómo (¿a través de qué otros componentes?)
podemos incidir en un cambio de actitud (aprendizaje) que también conlleve el
cambio de ‘tendencia de conducta’.
Es
inherente a toda persona la búsqueda activa de un equilibrio interno. Para
sentirnos tranquilas/os, necesitamos de ‘coherencia’ entre los diferentes
componentes. Al encontrarnos con contradicciones internas, nuestra reacción
espontánea, consciente o no, consiste en ir construyendo un nuevo equilibrio,
haciendo activamente adecuaciones en los componentes afectados. Otro ejemplo:
el fumador que sabe muy bien que fumar es dañino para la salud propia y ajena,
se justifica refiriéndose a su abuela de 85 años y quien ha fumado toda su
vida; un argumento sin sentido. O sea: disminuye el peso de sus ‘conocimientos’
sobre lo dañino que es fumar, compensándolo con otro razonamiento, aunque sea
sin sentido. Posiblemente en este caso, el componente ‘clave’ por donde incidir
no sea el componente cognitivo, sino podría ser el afectivo, demostrando la
afectación directa de su conducta en sus seres queridos más cercanos. Una vez
que siente esta afectación (y le duele, le afecta de verdad también),
posiblemente el paso hacia la toma de decisión (lo volitivo) está más cercano y
podría llevar a un cambio de conducta (dejar de fumar). Todo este proceso debe
llevar a un cambio de actitud integral, con consecuencias para cada uno de los
6 componentes mencionados anteriormente.
Considerando
la característica de toda actitud que ésta es esencialmente personal, lo
anterior implica que también en el proceso de aprendizaje debe haber espacio
para la ‘personalización’ de los procesos de aprendizaje (procesos de cambio de
actitud), sin negar, y más bien, fortaleciendo el carácter social del mismo.
Será justamente el intercambio entre actitudes tan diferentes, tomando en
cuenta la caracterización de los diferentes componentes y su interacción que
las constituyen, que garantizará un proceso mucho más productivo y fructífero.
Formemos grupos, en los cuales se integran miembros con su fuerte en diferentes
componentes para que la inter-acción se convierta realmente en un inter-cambio:
un cambio de actitud (aprendizaje) provocado por la inter-acción entre personas
con intereses comunes, respetando la diversidad que les caracteriza y más bien
profundizando en un verdadero proceso de inter-culturalidad.
Autor
Herman Van de Velde
Herman Van
de Velde herman.vandevelde@gmail.com Estelí, Nicaragua.
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