La Educación cumple una función esencial en el llamado Estado de Bienestar, de la misma manera que la salud laboral. La siguiente publicación se aboca a estos temas.
El Estado de Bienestar (EB), proceso histórico en el
contexto de la sociedad burguesa europea de principios del siglo XX hasta la
fecha, ha sido objeto de las más variadas discusiones de orden teórico y
político. Estas discusiones tienen como punto de referencia los cambios en el
aparato productivo, la reconfiguración y la transformación del Estado liberal
del siglo XIX. Desde esta perspectiva, se ha desarrollado un fervor por la
estabilidad del EB en aras de la socialización de los beneficios económicos del
sistema.
Titmuss, señaló en la década de los sesenta, que el EB es un
grupo de manifestaciones, en primer lugar, del deseo de la sociedad de sobrevivir
como una totalidad orgánica y, en segundo lugar, del deseo expreso de todas las
personas en el sentido de contribuir a la supervivencia de algunas personas.
Detrás del concepto del EB, hay un proceso histórico en el
que se expresan las distintas posiciones de los actores sociales. Al respecto,
se consideran cuatro puntos relevantes que subyacen en la formación del EB:
a) el cambio desencadenado por la aparición del capitalismo
industrial en el siglo XVIII;
b) la aparición de sistemas sociales alternativos con la
entrada del siglo XX;
c) el cambio de interpretación del funcionamiento de la
economía y del papel del sector público en la década de los treinta; y,
d) el factor ideológico en mano de los partidos gobernantes.
Este contexto le exige al Estado, desde su suelo ético e
histórico, el establecimiento de las condiciones para un nuevo orden laboral y de
distribución de bienes, sin estar aislado de la formación económica que se teje
(o construye) en la sociedad.
Así, el EB no puede ser entendido sólo en términos de los
derechos que concede, también se debe tener en cuenta cómo las actividades del
Estado están entrelazadas en la provisión social con las del mercado y el papel
de la familia.
La trayectoria histórica enseña una serie de intereses
políticos que marcan la diferencia entre cada una de las regiones económicas
avanzadas, es decir, desde el Estado liberal hasta llegar al EB; los países han
tenido que atender los fallos de mercado y de la familia con particularidades
que marcan algunas diferencias en lo que concierne al gasto y la equidad
individual. Frente a esta perspectiva se resume que el EB está constituido, por
una parte, por el marco político consistente en el consenso para que los
representantes de los trabajadores negocien con los empresarios y bajo la
supervisión de las burocracias estatales, los marcos referenciales del
crecimiento económico y por otra parte, por el componente netamente económico
consistente en la creación de las estructuras sociales por las cuales se canalizaba
una importante masa de recursos económicos que, funcionando como salarios indirectos,
aumentaban en forma real el nivel de vida de los sectores asalariados.
Sobre la socialización del trabajador a las condiciones de
la producción capitalista, Harvey supuso décadas atrás el control social de
fuerzas físicas y mentales sobre bases muy amplias. La educación el
entrenamiento, la persuasión, la movilización de ciertos sentimientos sociales
(la ética del trabajo, la lealtad a la compañía, el orgullo nacional o local) y
tendencias psicológicas (la búsqueda de identidad a través del trabajo, la
iniciativa individual o solidaridad social), todo esto desempeña un papel y está
íntimamente mezclado con la formación de las ideologías dominantes cultivadas
por los medios masivos, las instituciones religiosas y educativas, las diversas
ramas del aparato estatal, y afirmado por la simple articulación de su experiencia,
por parte de aquellos que hacen el trabajo.
En este sentido, Offe planteó en 1990, una visión completa
del asunto al afirmar que:
El Estado de Bienestar
ha sido el resultado combinado de diversos factores (…) El reformismo
socialdemócrata, el socialismo cristiano, elites políticas y económicas conservadoras
ilustradas, y grandes sindicatos industriales fueron las fuerzas más
importantes que abogaron en su favor y otorgaron esquemas más y más amplios de
seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo,
expansión de servicios sanitarios y educativos y alojamientos estatalmente
subvencionados, así como el reconocimiento de los sindicatos como
representantes económicos y políticos legítimos del trabajo….
Así, el éxito del EB residió en que unió a los sindicatos,
la agricultura y a los elementos del mercado en un ‘compromiso histórico’. Es
decir, en una alianza socioeconómica en donde cada uno de los integrantes se
comprometía a cumplir con el pacto. Si bien esta coalición fue decisiva, esta
varió según el tipo de régimen que se dio en cada EB.
Así, son variados los contextos de la sociedad que se ven
involucrados en la renovación que implicó la búsqueda del EB impulsado desde
dos grandes frentes: el económico y el político. El ámbito educativo no estuvo
exento a estos cambios y tuvo sus primeras manifestaciones en los movimientos estudiantiles
que, ajenos a intereses políticos, no pretendían más que la búsqueda de una
mejora en el aspecto educativo, social y también económico, dada la débil
situación que mantenían.
La educación como
bienestar social
Nuestra sociedad muestra un gran optimismo respecto a la
contribución clave de la educación en el bienestar social y económico. El
interés por la calidad de la educación en las escuelas es una de las más altas
prioridades en los países que conforman la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico (OCDE). Este interés político por hacer a las naciones,
las industrias, las compañías y los individuos más competitivos y la creencia
de que las escuelas deben hacer frente a los retos de las naciones en un mundo
globalizado ha suscitado un importante movimiento de reforma educativa en
muchos países.
La educación al igual que la salud, constituyen la base del
desarrollo económico de cualquier país, por lo que estos indicadores
representan un continuo reto para los países en desarrollo. Los recursos
asignados a la educación se reconocen como la inversión más rentable que se
pueda hacer para impulsar el desarrollo de un país. Al respecto, el informe
Panorama de la Educación del presente año (OCDE, 2009) señala en su apartado 2.
‘Beneficios sociales y económicos de la educación’ que entre la población de 25
a 64 años, sucede que a mayor nivel de formación, mayor es la tasa de ocupación,
menor es el desempleo y más elevados son los salarios. Esto implica que cuanto mayor
es el nivel de estudios alcanzado, mayor es también la tasa de ocupación de
hombres y mujeres y menor es la diferencia que separa ambas tasas. Estas
ventajas para el empleo, de los que alcanzan un mayor nivel educativo, son
todavía más notables en el caso de las mujeres: aquéllas que completan la
educación superior tienen tasas de ocupación muy superiores a las de las
mujeres sin estudios o sólo con Educación Primaria. Por otra parte, en los
países de la OCDE, cuanto mayor es el nivel de formación de las personas, más
elevada es su remuneración salarial (OCDE).
El análisis anterior muestra la importancia que tiene la
educación, como motor de desarrollo de los pueblos, importancia que abarca
desde las políticas educativas que el gobierno aplica, hasta las condiciones (académicas,
laborales, salariales, etc.) de uno de los componentes primordiales del proceso
educativo: el docente.
Al respecto de esta figura, se estima medular que los
administradores educativos se den a la tarea de gestionar y propiciar que el
docente encuentre en su entorno laboral con un clima de bienestar integral que
abarque desde las relaciones interpersonales, la comunicación, la supervisión,
el mejoramiento del perfil académico, la infraestructura, la percepción
salarial, para, en consecuencia, tener la posibilidad de obtener el resultado
deseado sobre su tarea educativa.
Extraído de
BASES EMPÍRICAS EN PRO DEL CONSTRUCTOR DE BIENESTAR COMO
PERSPECTIVA DE INVESTIGACIÓN EN EL AGENTE EDUCATIVO
Verónica Isabel Ac Avila
Universidad Anahuac
Mayab Pedro Sánchez Escobedo
Universidad Autónoma de Yucatán