jueves, 15 de diciembre de 2016

¿CÓMO POTENCIAR EL DIÁLOGO EN EL AULA?

Saber dialogar es una capacidad básica de todo ser humano. Pero como toda capacidad necesita de un aprendizaje para poderse llevar a cabo. Hay que ejercitamos nuestros alumnos desde muy pequeños en la escucha atenta, el uso de las palabras adecuadas, la sinceridad, la comunicación espontánea, el respeto … y valorar cómo se ven a sí mismos y respecto a los demás.
En este artículo expongo la importancia de potenciar el diálogo en el aula y de qué manera puedes trabajarlo con los niños.

Hay una frase que me gustaría destacar:
Nadie se educa a sí mismo, las personas se educan entre sí, mediatizadas por el mundo. Paulo Freire
 ¿Qué valores son necesarios para potenciar el diálogo en el aula?
Para lograr un diálogo maduro y constructivo necesitamos:
  • Deseo de participación.
  • Serenidad y atención.
  • Naturalidad y fluidez.
  • Flexibilidad y tolerancia.
  • Actitud empática.
  • Diálogo democrático.
  • Interés manifiesto.
  • Libertad y autonomía.
  • Espíritu crítico.
  • Respeto y reconocimiento mutuo.
  • Cooperación y solidaridad.
  • Autorregulación.
  • Igualdad entre los miembros.
La incapacidad de dialogar provoca otros contravalores como pueden ser la imposición, el individualismo, la insolidaridad, la competitividad, la discriminación, el desinterés, la intolerancia, la antipatía, y el aislamiento.
¿Qué es importante para dialogar?
Es importante que los niños:
  • Entiendan que para convivir debemos estar atentos a los otros, los escuchamos y pensamos que los demás también tienen ideas interesantes, aunque a veces sean diferentes de las nuestras.
  • Entiendan que los conflictos se resuelven dialogando, pero nunca utilizando la fuerza física, ni dominante al otro.
  • Entiendan que hay que saber escoger bien las palabras que usamos para comunicarnos con los demás, ya que:
    • Una palabra cualquiera puede ocasionar una discusión.
    • Una palabra cualquiera puede provocar odio.
    • Una palabra brutal puede romper sentimientos.
    • Una palabra agradable puede suavizar caminos.
    • Una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo.
    • Una palabra alegre puede iluminar el día.
    • Una palabra con amor puede cambiar una actitud.
¿Qué puede dificultar el diálogo?
A veces hay situaciones previas que dificultan el diálogo, algunas de ellas pueden ser:
  • La timidez que tienen algunos alumnos.
  • Que se sientan inferiores respecto a los demás.
  • Que no se sientan aceptados por los compañeros.
  • Que siempre quieran ser los únicos protagonistas.
  • Que lo pasen todo por su filtro sin tener en cuenta los otros.
Estas situaciones las tenemos que tener en cuenta si queremos potenciar un buen diálogo en el aula y buscar metodologías / estrategias para darles respuesta.
Qué favorece el diálogo?
Un buen diálogo favorece:
  • Que los alumnos interaccionen más unos con otros.
  • Que los niños se conozcan más.
  • Que haya un ambiente de paz y armonía en el aula.
  • Que los niños se enriquezcan mutuamente.
  • Que los alumnos se impliquen más con el que se está trabajando.
  • Que se cree el sentimiento de responsabilidad ante los compañeros.
  • Que los niños aprendan en compañía de los demás.
  • Que se cree un ambiente de aprendizaje más adecuado
  • Que los niños mejoren su autoconfianza.
Que nos encontramos en las aulas?
A menudo nos encontramos con un clima de aula que dificulta el diálogo entre los niños, los motivos pueden ser varios:
  • Niños muchos charlatanes que no saben escuchar.
  • Grupos poco cohesionados.
  • Grupos muy numerosos y diversos.
  • Niños que no saben respetar el turno de palabra.
  • Malas relaciones dentro del grupo.
  • Niños que no aceptan otros puntos de vista.
  • Grupos con niños movidos y dispersos.
  • Niños con pocos hábitos de esperar, de escuchar, de respetar a los demás …
  • Alumnos desmotivados y pasivos.
¿Por qué se potencia poco el diálogo en las escuelas?
Considero que en muchas escuelas el diálogo en el aula se potencia poco debido a:
  • La falta de tiempo para invertir en el diálogo, en detrimento de la exigencia de cosas que la escuela actual quiere atender.
  • La dificultad de dialogar en el aula con niños que no han sido educados en esta metodología y que parece que sólo responden callando, obedeciendo, copiando y memorizando.

Cómo podemos potenciar el diálogo en el aula?
Hay una serie de metodologías que nos pueden ser muy útiles para potenciar el diálogo en el aula. Estas son algunas de ellas:
1- Diálogos espontáneos. Son situaciones en las que surge un tema interesante tanto para los niños como para el maestro / a. Hay que aprovechar estas oportunidades, que surgen el día a día, para potenciar el diálogo en el aula.
2- Diálogos en pequeño grupo. Consiste en diálogos en grupo que potencian la participación de todos los niños, sobre todo de aquellos que son más tímidos o manifiestan más inseguridades.
3- Asambleas. Consiste en crear un espacio en el que el grupo se reúne para reflexionar y para expresar opiniones. Es un momento para hacer uso de la palabra y para dialogar juntos, maestros y alumnos. Para conseguir hacer asambleas con éxito puedes tener en cuenta estos aspectos:
  • Siéntese de manera diferente, por ejemplo, en círculo. Así los niños pueden ver y esto favorece el diálogo.
  • Escoja moderadores para guiar la asamblea.
  • Apunte los acuerdos en una libreta.
  • Como maestro / a, limitado a hacer de acompañante. Deja que los niños sean los protagonistas.
4- Espacios de tutoría. Es un espacio muy útil en el que los niños tienen la posibilidad de expresar su opinión, manifestar las propuestas, exponer sus quejas … favorece el intercambio de opiniones y posibilita un espacio de debate y diálogo de aula muy enriquecedor.
5- Juegos de rol. Los juegos de rol hacen posible que los niños desarrollen diferentes roles, papeles o personalidades potenciando que cada niño interprete su personaje. Es una actividad divertida y creativa en la que se trabaja el diálogo de manera diferente.
6- teatralizaciones. Es una actividad en la que los niños inventan un diálogo y posteriormente lo interpretan en el aula. Aparte del diálogo, en esta actividad se potencian otras habilidades como: la expresión escrita y la comunicación, la expresión corporal, la expresión artística, la creatividad …
conclusión
La escuela debe preparar a los niños para relacionarse de la manera más óptima posible: con ellos mismos, con los demás y con el conjunto de la sociedad. Para ello es esencial que los maestros trabajamos el diálogo en el aula, como herramienta principal de convivencia.
Soy consciente de que nuestro trabajo no es fácil y que cuesta encontrar espacios / tiempo para dedicar al diálogo. Pero es necesario que seamos capaces de generar situaciones ricas y variadas que propicien el desarrollo de las habilidades de relación social necesarias para convivir en sociedad.
Si desde pequeños no ayudamos a los niños a corregir los defectos (orgullo, vergüenza, egoísmo, intolerancia …) que les impiden ser dialogantes, de grandes serán poco comprensivos y tendrán pocas habilidades de relación social. Lo que los dificultará la buena relación y convivencia con las demás personas.


Por: Nati Bergadà Bofill
Fuente noticia://i.ytimg.com/vi/sH0gLgoJUGo/hqdefault.jp:https://translate.google.co.ve/translate?hl=es-419&sl=ca&u=http://natibergada.cat/&prev=search


miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿La escuela es culpable?

Los siguientes párrafos tratan de explicar las razones de expresiones muy difundidas en nuestro contexto cuando se refieren a los éxitos o fracasos de la escuela ¿Institución sagrada o desastre?
¿Usted sabe por qué hay delitos en la Argentina? Porque la escuela no forma a los jóvenes en la cultura del trabajo. ¿Usted sabe por qué existe la corrupción? Porque la escuela no forma con valores contundentes de honestidad a los futuros funcionarios. ¿Cuál sería la causa de la pobreza? Que la escuela no forma individuos competentes y emprendedores capaces de competir en el mercado global. ¿Por qué no aumenta la productividad del país? Porque la escuela no ha formado a las nuevas generaciones en la cultura del sacrificio. Quizá ya puede adivinar las causas del desempleo: es que no se forma a los jóvenes con las habilidades que demanda el mercado. Nada, absolutamente nada de todo lo malo que sucede en este mundo deja de ser una consecuencia del desastre atribuido a la escuela. Fíjese cómo conducen los automovilistas y motociclistas, y las picadas de los jóvenes, sus borracheras, lo mal hablados que son. Antes esto no pasaba: chicos y grandes conocían los códigos del respeto y el buen trato, y eso porque la educación funcionaba de verdad. Sin duda, “todo tiempo pasado fue mejor”.
La distancia abismal entre esta posición –que culpa de todas las desgracias del país a los déficits de la educación– y su exacto reverso –la visión de la escuela como una institución sagrada e intocable– da una idea del atolladero en que nos encontramos para pensar la cuestión.
Todos los lectores de este libro, y no sólo ellos, están involucrados en cuestiones educativas. En efecto: en las sociedades actuales la escuela es uno de los sistemas más incluyentes. Salvo casos excepcionales, todos los adultos argentinos fueron a la escuela: algunos comenzaron antes, otros después; algunos permanecieron más tiempo y alcanzaron los diplomas más elevados, otros salieron de ella en forma prematura y sin obtener un título. La mayoría “ha vuelto” a la escuela como padre o madre de los alumnos. Por lo tanto, todos se sienten legítimamente autorizados a “hablar de educación”. Al menos, todos y cada uno tienen una opinión más o menos formada sobre la cuestión escolar.
Pero las experiencias son muy diferentes. Los argentinos no somos iguales, aunque lo seamos formalmente ante la ley; nuestra sociedad presenta desigualdades (a veces muy profundas) y diferencias sociales, regionales, culturales. Las escuelas tampoco son iguales. Por lo tanto, las experiencias y las ideas que cada grupo tiene de la educación también son muy diferentes. Esto no quiere decir que se distribuyan al azar, sino que individuos que comparten ciertas características sociales (posición de clase, edad, género, lugar de residencia, religión, grupo étnico) y frecuentaron escuelas parecidas tenderán a compartir un sentido común en la materia cuando hablen de las cuestiones escolares. Por otra parte, podríamos parafrasear un conocido refrán y decir que cada uno habla según como le fue en la “feria escolar”. No es lo mismo una experiencia exitosa que una fracasada, o una regular que otra excelente. De cualquier manera, si se lo hace con prudencia, siempre pueden identificarse visiones dominantes y dominadas, así como visiones simplemente diversas sobre la educación escolar.
Más allá de esa heterogeneidad, los argentinos percibimos la educación como un factor clave en la sociedad. Si bien hay países donde es vista como un medio para llegar lo más alto posible en la estructura social (según el modelo del emprendedor o self-made man, que se abre camino en virtud de sus méritos), en la Argentina ha prevalecido la idea de la educación como un derecho que tiende a igualar y permite la tan ansiada movilidad social ascendente. Se trata de un derecho que el Estado debe garantizar para que no existan excluidos y para que la formación de los ciudadanos sea la base de una sociedad democrática con mejor calidad de vida para todos.
Ahora bien, los argentinos oscilamos con facilidad entre el orgullo patriotero por las maravillas de nuestro país y un pesimismo exagerado que insiste en convencernos de que somos un desastre. Como no podía ser de otro modo, esa facilidad imbatible para considerarnos los mejores o los peores afecta nuestra visión de la educación, que, por excesivamente esquemática, rehúye la complejidad y los matices. Entre otros defectos, esa visión tiende a establecer comparaciones salvajes con el sistema educativo de otros países, para concluir que somos un “caso único”, del todo excepcional.
Ante semejante planteo, respondemos con buenas y malas noticias: la Argentina actual no es ni perfecta ni desastrosa, y otro tanto ocurre con nuestra educación. Sin embargo, circulan de boca en boca frases que construyen estereotipos sin matices sobre los docentes, los alumnos, los padres, la escuela, la nación, la pedagogía. Son fórmulas que implican profundas simplificaciones y no dejan lugar para los grises ni las relativizaciones. Las escuchamos en muchos medios de comunicación, en los salones de clase, en las salas de profesores, en las reuniones de padres, en la sobremesa del domingo o en la charla de café.
Este libro fue construido contra esas frases y para deshacerlas. Buscamos arrancar las simplificaciones de raíz, porque pensar los problemas y enfrentar los desafíos exige reponer la complejidad propia de un fenómeno que nos interpela cotidianamente y merece ser analizado en múltiples dimensiones: histórica, política, económica, y hasta afectiva y simbólica. Nos proponemos cuestionar muchas creencias sociales sobre la educación argentina. Porque estamos convencidos de que esas creencias, hoy y aquí, constituyen obstáculos para una mejor comprensión y un debate de calidad sobre la educación que tenemos y la que necesitamos. Pueden ser creencias de pocos o de muchos, pero sobre todo son frases que escuchamos con frecuencia y cumplen una función: cerrar un debate. Todo lo contrario de lo que necesitamos y de la apuesta que nos compromete: abrir una discusión con argumentos.
Nuestro propósito es aportar otras miradas, en especial las que ofrece la investigación social. Los científicos sociales (historiadores, sociólogos, antropólogos, economistas) miran las cosas de la educación como si fueran un “objeto” que está ahí para ser analizado, explicado, interpretado e interpelado. Es decir, la relación de los investigadores con las cuestiones de la educación es distinta de la que cultivan quienes “hacen la escuela” en forma cotidiana (maestros, directivos, funcionarios de los ministerios), quienes tienen un conocimiento práctico, útil y necesario para hacer lo que deben hacer.
Es sabido que el diálogo entre los que “saben por experiencia” y los que saben como resultado del trabajo científico nunca es fácil y está plagado de prejuicios y malentendidos. Por eso, contra la soberbia de los intelectuales que suelen darse como misión criticar a otros y justificarse a sí mismos, trataremos de evitar los juicios inapelables, los esquematismos, las condenas injustificadas. Ante las seguridades a prueba de balas, preferimos promover el debate, generar preguntas, hacer comparaciones. Se suele decir que los intelectuales tienen el privilegio de la duda. Podríamos agregar que la duda es como un dispositivo automático, una especie de fuerza que alimenta la curiosidad y la investigación, una insatisfacción con lo conocido cuando pretende una validez universal y para siempre. Nosotros queremos usar y sugerir la duda como un mecanismo protector contra las verdades absolutas que acechan en todas las mitologías.

Extraído de
Alejandro Grimson y Emilio Tenti Fanfani
Mitomanías de la educación argentina

lunes, 21 de noviembre de 2016

EL USO DEL CELULAR INFLUYE EN EL RENDIMIENTO ACADÉMICO DE LOS JÓVENES

Es una herramienta que acerca, comunica y mantiene a los seres humanos al día, pero dependiendo del uso que se les dé a estos dispositivos móviles, puede causar un impacto negativo sobre los estudiantes.

Todos deben tener claro que un celular es un aparato y como casi todas las cosas materiales, no son buenas ni malas si se les da el uso indicado. El uso de estos dispositivos ha causado dolores de cabeza en diferentes instituciones educativas, en las que se escuchan comentarios sobre que los chicos no saben distinguir sus tiempos para estudiar, chatear, prestar atención a clases, hacer tareas, escuchar música o ver videos.
Por esta razón y por las constantes quejas por parte de los padres de familia, la Fundación Universitaria del Área Andina realizó un importante estudio donde analizó la dependencia del uso del celular y su influencia en el rendimiento académico de jóvenes universitarios, mostrando que su creciente uso está desviando la atención y prioridad ante la preparación académica y también impacta el rendimiento estudiantil. Si considera que usted no hace parte de esos jóvenes que les afecta el uso del celular, no sobra preguntarse: ¿Siempre revisa su celular antes de dormir? ¿Constantemente desbloquea el dispositivo móvil mientras está en el colegio para ver algo? ¿Cuándo realiza sus tareas se demora más porque se distrae con el celular? o ¿Siempre está actualizando sus redes sociales y viendo lo que otros publicaron? Si en la gran mayoría de respuestas respondió de manera afirmativa, debe saber que usted ha generado una dependencia por este artefacto.
No es tarde para entrar y modificar su comportamiento, así que establezca horarios para tomar el celular, estudiar, ir a clase y estar en familia. Tenga presente que el celular en un futuro no hará nada por usted y que su éxito profesional depende del desempeño que tenga en el plantel educativo.
¿Cómo se logró la investigación?
Fue desarrollada por la Fundación Universitaria del Área Andina y tras consultar a 462 estudiantes, fue posible establecer que 62,1% de los jóvenes revisa siempre su teléfono móvil antes de ir a dormir, 42,6% lo hace mientras estudia o realiza tareas y 61,3% ignora a otras personas para concentrarse en el celular. Así mismo, evidenció que 112 de los consultados, 23,3%, revisan de manera obsesiva llamadas, correos, redes sociales y mensajes de texto.
La voz del experto: José Gerardo Cardona, Encargado de la Investigación de la Fundación Universitaria del Área Andina
“Actualmente el teléfono móvil ha modificado el estilo de vida de adultos, jóvenes y niños, cuyo fin es el de facilitarnos la vida. El problema actual que tenemos es que en lugar de tener contacto personal, este se realiza por medio de él, causando problemas adictivos y dependencia al uso del móvil llamado ‘nomofobia’”.
Preguntas y respuestas: José Gerardo Cardona Toro, Docente Fuaa UTP 
¿Cómo influye el uso del celular en los jóvenes en su nivel académico?
“El mal uso del celular en los jóvenes influye mucho en el bajo nivel académico, la distracción en clase hace que él pierda la concentración y se pierda de la explicación del profesor. Además pierde la noción de las tareas y ejercicios propuestos. Cuando se hacen en grupos hay discordias con aquellos que han estado atentos”.
¿Cuál es el uso indicado que se le debe dar a estos dispositivos móviles?
“En clase este dispositivo es muy importante, para ello el docente debe estar preparado para el uso efectivo, pues debe conocer las aplicaciones, páginas apropiadas y saber con claridad el objetivo trazado con el uso del dispositivo. La institución debe garantizar una muy buena red de wifi. El docente debe establecer las reglas de uso con claridad y supervisar constantemente que el estudiante esté metido dentro del tema de clase, así evitará distracciones y mal uso del dispositivo”.
¿Se deben prohibir si no se saben usar?
“En clase deben establecerse unas reglas claras y el docente puede permitir el uso siempre que sea para algo con urgencia. Si no hay reglas claras el dispositivo debe estar apagado, pues se ha comprobado que es un enemigo, un “depredador del estudiante”. En los exámenes debe estar apagado, ya que se ha comprobado el tráfico de soluciones a exámenes, el joven toma una fotografía al examen y previamente ha pagado a alguien de afuera que le resolverá el examen y luego se lo enviará”.
¿Cómo se ha modificado el estilo de vida de los jóvenes después de la aparición de estos aparatos electrónicos?
“Demasiado, los jóvenes son otros por su mal uso, diría que son esclavos de este aparato, las reuniones familiares y académicas ya no son las mismas, antes se estudiaba en grupo y en las bibliotecas e incluso en las casas, hoy es más individual el trabajo, por el mal uso de estos aparatos de comunicación, que son extraordinarios pero mal usados. Por ello debe hacer un gran trabajo de concientización del manejo de este gran invento”.




Por: Liliana Marcela Vegas
http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/especiales/jovenes/290279-el-uso-del-celular-influye-en-el-rendimiento-academico-de-los-jovenes#sthash.ZQszIl3c.dpuf


jueves, 17 de noviembre de 2016

ENSEÑAR A PENSAR: EL APRENDIZAJE DEL FUTURO

Probablemente, todos los educadores coincidiríamos en el hecho que los contenidos que transmitimos con afán a nuestros alumnos son cada vez más inciertos. Nos enfrentamos a un cambio económico, tecnológico y, por supuesto, social. Las profesiones y oficios de antaño desaparecen eclipsados por nuevos perfiles profesionales que no podíamos ni soñar. En este contexto debemos preguntarnos: ¿qué tenemos que enseñar?, ¿qué necesita saber un alumno para incorporarse con éxito a la sociedad?

Nuestro fin debería ser formar personas competentes, capaces de movilizar conjuntamente“habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento”(OCDE, 2000). Un reto formidable. Podemos observar que los conocimientos solo son una pequeña porción de este objetivo, por tanto, debemos de fijarnos unas metas encaminadas a consolidar facultades como la atención, la memoria o la concentración, es decir, proporcionar estrategias facilitadoras del estudio.
El aprendizaje fundamental debe ser enseñar a aprender, es decir, enseñar a pensar de forma estructurada: qué tenemos que aprender, cómo tenemos que hacerlo y en qué fase de este proceso nos encontramos. Quizás alguno de nuestros lectores puede estar preguntándose: ¿enseñar a pensar? ¿Pensar no es una actividad natural? Les propongo que resuelvan este sencillo problema: Un bate de beisbol y una pelota  valen 1,10 euros. Si el bate cuesta un euro más que la pelota, ¿cuál es el precio de la pelota? Un 50% de los alumnos de Harvard fallaron la respuesta. ¿Y ustedes? Les sugiero que se aseguren en este enlace.
Habrán observado que el pensamiento automático no es siempre el más eficaz. Por tanto, es un valor de futuro enseñar a pensar de forma estructurada, instruir en la importancia de la  autoregulación para conseguir un aprendizaje más eficaz y duradero.
Vamos a detallar algunas sencillas estrategias:
  1. Fomentar la autoestima del alumnado: solo si el alumno cree que puede desarrollarse académicamente y alcanzar los objetivos marcados, será capaz de enfrentarse al aprendizaje con garantías de éxito.
  2. La motivación (a poder ser intrínseca): los alumnos tienen que desear aprender, tienen que estar dispuestos a esforzarse para conseguir un objetivo.
  3. La emoción: solo si hay emoción puede haber aprendizaje, según nos demuestran los últimos avances de la neurociencia.
  4. La clarificación terminológica: asegurarnos que las palabras que usamos en clase tienen para los alumnos el mismo significado que para nosotros.
  5. La metacognición: es la reflexión sobre el proceso de aprendizaje y la mejor forma de aprender. Se basa en la capacidad de reconocer el objetivo (qué aprender), planificar el método necesario (como hacerlo), aplicarlo, comprobar su eficacia, y validarlo como estrategia útil. Algunos métodos para desarrollar esta competencia pueden ser:
    1. Bases de orientación: resumen de los pasos que tenemos que seguir para resolver un problema o actividad.
    2. Rúbrica: tabla con doble entrada que permite pautar la tarea a resolver y, por otra parte, graduar el nivel de aprendizaje. Podemos acceder fácilmente a bancos o  a generadores de rúbricas, como Rubistar.
    3. La autoevaluación y coevaluación, mediante las cuales los alumnos toman conciencia de sus aciertos y de sus errores.

Construir un sólido esquema cognitivo es la mejor destreza que podemos proporcionar a nuestros alumnos. El conocimiento no tiene fin, debemos entrenarles para que no desfallezcan en este largo trayecto.



Por: Rosa Vásquez
Fuente artículo: http://blog.tiching.com/ensenar-a-pensar-el-aprendizaje-del-futuro/

sábado, 12 de noviembre de 2016

Inger Enkvist: "Hoy las escuelas son guarderías para adolescentes"

"No hay ningún indicio de infelicidad generalizada entre los estudiantes con alto rendimiento escolar"
Su discurso no casa muy bien con los recientes entusiastas de la nueva educación, la que cree que los niños se aburren en clase por culpa de un sistema que no ha cambiado tan rápido como la tecnología. O sea, muchos de los acólitos del educador británico Sir Ken Robinson, los que piensan que los niños ya no pueden permanecer sentados en clase, los que creen que los colegios matan la creatividad, los que abominan de una mínima memorización.
Además, para los que confían en que un pacto educativo de todos los partidos es la panacea para los problemas de fracaso escolar que padecemos, Inger Enkvist no trae buenas noticias: quizás es más cuestión de lo que se respira en el ambiente, en casa, que en la letra pequeña de una nueva ley, como han demostrado los distintos estudios de los que ella se hace eco en La buena y la mala educaciónsobre distintas comunidades de inmigrantes por todo el mundo. Es incómodo pero, ¿por qué los descendientes de chinos lo hacen mejor que los de mexicanos en California con exactamente el mismo sistema educativo?
En España, hace años, la llamaron para escuchar su opinión sobre la ley catalana de Educación. Allí, en el Parlament, habló de resultados de la educación diferenciada entre niños y niñas. Pero un parlamentario de Esquerra le dijo que los colegios femeninos y masculinos en este país eran un símbolo de la Iglesia y de la dictadura. Quizás por eso, porque sabe lo fácil que se embarra aquí el debate, Enkvist se muestra cauta a la hora de abordar algunos asuntos. De los otros... aquí está ella.
Cuando lee o escucha que hay que cambiar la educación porque seguimos dando clase como en el siglo XIX, antes de que existiera Google, una de las frases más recurrentes entre los gurús de la nueva educación, ¿qué piensa?
Eso lo dice alguien que no es educador. En la educación de base, fundamentalmente la obligatoria hasta los 16 años, lo que necesitan aprender los alumnos no tiene que ver con Internet. Necesitan lengua, matemáticas, geografía, historia... Necesitan convertirse en buenos lectores con un amplio vocabulario y una sólida base de conocimientos generales sobre el mundo. Para conseguir esto, Internet es más una distracción que una ayuda. Internet les va a servir después de conseguir esa formación de base. Es magnífico para la persona que ya tenga conocimientos y necesite comprobar un dato o la ortografía de un nombre. Para sacar provecho de la Red, el usuario debe saber formular una pregunta y evaluar la respuesta, y eso no es el caso del alumno promedio. Se podría hablar también de un error de percepción. Hay mucho material en Internet, es cierto, pero el problema del educador de hoy no es tanto tener acceso a materiales para ilustrar lo que deben aprender los alumnos como el problema de la voluntad de hacer un esfuerzo prolongado para aprender.
En muchos países occidentales, por las encuestas de Pisa sabemos que los niños de familias sin recursos económicos apenas tienen oportunidad de llegar a la universidad. ¿Qué está pasando? La educación ha dejado de ser un ascensor social...
Tiene que ver con varias cosas pero se pueden señalar unos factores. El primero sería que, en el Estado del bienestar, los alumnos no sienten la urgencia de antes de estudiar para sobrevivir social y económicamente, y tampoco los padres ven así la situación. Segundo, con el Estado del bienestar se han difundido teorías permisivas en la educación que dicen que los profesores deben aceptar que no haya tanta disciplina en clase. Se dice que el aprendizaje debe ser divertido y, si no es así, los alumnos están en su derecho de rechazarlo. Esas teorías son negativas para todos, pero sobre todo para los que aprenden menos en su casa. Finalmente, esos factores han llevado a que no sea tan gratificante ser profesor, con lo cual los estudiantes más inteligentes e idóneos para ser profesores se dirigen hacia otras profesiones. Los nuevos docentes quizá no tengan la misma capacidad de ganarse a los alumnos con menos interés para los estudios.
En su libro de La buena y la mala educación, describe la educación en barriadas francesas como aterradora, con adolescentes que apenas se sitúan en el mundo. ¿Cómo se ha llegado a eso?
Mi explicación es que grupos de intelectuales han machacado a políticos y profesores diciendo que Occidente sería opresora y que su cultura sería "excluyente". Esto ha creado una duda de si es legítimo enseñar lo que se enseña desde siempre y en particular si es legítimo exigir que personas de otro origen étnico aprendan lo que típicamente contiene el currículum en una escuela occidental. El resultado es que los profesores no exigen un esfuerzo, los alumnos no aprenden y, a pesar de esto, obtienen el aprobado, y los políticos no intervienen porque no se sienten seguros de su mandato para intervenir. Se invierte un dineral en las escuelas pero no se obtienen resultados y se convierten en guarderías para adolescentes. Tras la edad escolar, estos jóvenes están desamparados ante la vida en una sociedad moderna.
Estudiantes aislados
Cuando dice que en esas barriadas de París están desamparados y perdidos en el mundo, ¿podría explicar en qué sentido? Y no pasa tanto con las chicas musulmanas. ¿Por qué cree?
Si los alumnos del origen que sea no adquieren en la educación primaria un vocabulario amplio, unos conocimientos del mundo y una conducta socialmente aceptable, nunca llegarán a «entrar en el mundo del libro». No se acostumbran a ver el mundo desde diferentes perspectivas, como la de un adulto o la de un anciano, de alguien de otra cultura, de otra región geográfica o de otra etapa histórica. Así corren el riesgo de adquirir menos flexibilidad mental... Sin conocimientos previos sobre el mundo y sin un vocabulario que vaya más allá de las 500 palabras e incluya las abstractas, los chicos no entienden ni el telediario. No sólo es que se sientan aislados del resto de la sociedad, es que lo están. A su vez, eso lleva a que todas las noticias les lleguen de sus compañeros en el barrio y eso da por resultado una tendencia a juzgar todo desde la perspectiva del círculo inmediato de amigos y conocidos. Así pueden crecer Estados dentro del Estado, sociedades paralelas. Se trata de un círculo vicioso. El desarrollo descrito es más frecuente entre los chicos que entre las chicas porque las familias tradicionalistas suelen acostumbrar a las chicas al trabajo y al autosacrificio. Además, para ellas, el estudio suele verse como una manera de escapar del control de la familia y, por eso, se esfuerzan más. Finalmente, en bastantes ambientes machistas, suele estar más aceptado que estudie una chica porque suelen considerar que estudiar es algo femenino.
Ahora en España mucha gente fía la solución de los problemas de la educación a que se alcance un pacto de partidos políticos pero, en su libro, describe a comunidades de chinos que lo hacen muy bien en China y también en California. ¿Hasta qué punto el desempeño académico depende de los valores familiares más que del sistema educativo?
La cultura de la casa es muy importante y más importante que el nivel socioeconómico. El ejemplo de los chinos en Occidente no cuaja con la visión de algunos partidos políticos de que todo depende del nivel económico y no del respeto por la educación y de la voluntad de los alumnos y de sus padres.
Si alabamos la educación de los niños chinos en sus familias, los hay que enseguida traen a colación la felicidad y vienen a decir que esos niños no lo son. ¿Hay pruebas de que así sea? ¿Qué deberían aprender en algunas casas occidentales de esa cultura de los padres chinos?
No hay ningún indicio de infelicidad generalizada entre los alumnos de alto rendimiento escolar. Si antes en las escuelas occidentales existía una cultura del esfuerzo sin que nadie dijera que los alumnos exitosos eran infelices, ¿por qué ahora lo dicen?
La empatía es una palabra que se ha puesto de moda en la educación pero a veces da la sensación de que, cuando se conocen las circunstancias específicas de cada alumno, se puede caer en la tentación de sentir pena y exigirle menos de lo que puede hacer. ¿Es así?
Hay unas corrientes educativas que enfatizan la empatía y proponen una educación «del cuidado», terapéutica. Es una corriente fuerte en la educación preescolar y en la educación primaria. Esta empatía puede ser negativa si no se combina con un enfoque en el aprendizaje porque, aunque protege al joven al comienzo, podría dejarle sin conocimientos para la vida adulta.
Suecia es modelo en la introducción del cheque escolar, con el que los padres eligen el colegio que quieren para sus hijos, ya sea privado o público. Y los resultados se ven con cierto escepticismo. ¿Cómo cree usted que ha funcionado?
El cheque escolar fue introducido en una situación muy especial, y por eso lo que ha pasado en Suecia no se puede tomar como un ejemplo general de cómo funciona este sistema. El cheque escolar significa, en el caso sueco, que toda la educación se paga con el dinero de los contribuyentes pero la gestión de una escuela puede ser privada. Sin embargo, los currículos, la ley escolar y las reglas administrativas son iguales para todas las escuelas. Cuando se introdujo al comienzo de los años 90 había un gran descontento con la educación pública, y lo que sucedió fue que se crearon cadenas de escuelas gestionadas por empresas más que por profesores idealistas. Estas escuelas atraen cada vez a más alumnos porque, desde entonces, la situación general de las escuelas públicas ha seguido empeorando debido a varios factores. La situación no se ha arreglado y una de las causas es que la energía del sistema escolar se dirige hacia la integración de los nuevos grupos de refugiados asiáticos y africanos.
La politización
Según explica usted, la educación, al menos en algunos sitios, se ha mezclado con la ideología, sobre todo de izquierdas, como cuando se pone en cuestión el papel de Occidente en el mundo. ¿Cree que también ha desempeñado un papel el nacionalismo como ideología en Cataluña, región que usted conoce bien?
Sí, obviamente. La educación ha sido el instrumento principal para el nacionalismo.
En ambientes tecnológicos ahora no se ve machista poner a las niñas en clases diferenciadas, sólo para ellas, para aprender a programar, por ejemplo. ¿Cree que en España el debate de la educación diferenciada está contaminado por prejuicios de la dictadura y de la Iglesia?
Creo que el tema se ha politizado en España y que se ve conectado con la Iglesia católica. No se toma en consideración lo propiamente educativo.
Si el Estado de bienestar ha conseguido un nivel mínimo en el que no se incita a los más perjudicados a luchar por la excelencia académica, ¿eso cómo se arregla? ¿Cómo se puede motivar a los de más abajo a ser excelentes y, así, en cierta manera, acortar la brecha de la desigualdad?
Haría falta más tiempo para contestar a la pregunta pero, en resumen, sería preciso hacer lo contrario de lo que se hace ahora. No tener promoción automática, ofrecer itinerarios interesantes para los alumnos que se esfuercen, y atraer a excelentes profesores en todos los niveles, y sería muy importante especialmente en la educación primaria.
Ahora parece que andamos todos un poco obsesionados con Finlandia como modelo educativo, pero, si tuviéramos que imitar lo mejor de un país, ¿con qué modelo se quedaba usted?
Mejor que mirar hacia cierto país es asegurarse de que funcionen cuatro factores: los alumnos deben aceptar que estudiar significa esforzarse, los profesores deben estar cuidadosamente seleccionados y tener una formación sólida, los padres deben apoyar la educación escolar de sus hijos y tener confianza en los profesores y el Estado debe establecer currículos y tipos de exámenes adecuados para asegurar la calidad del sistema educativo.

NOMBRE: Inger Enkivst ESTADO CIVIL: Casada, dos hijos y cinco nietos EDAD: 68 años (2 de diciembre de 1947, Värmland, suecia) SU FRASE:"De un buen profesor no te olvidas jamás" SU LIBRO: Es autora, entre muchos otros libros, de 'La buena y la mala educación' 



·        Por BERTAG. DE VEGA
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