El artículo que transcribimos se
refiere al contexto español, pero se trata de un interesante aporte sobre las
responsabilidades en el fracaso escolar.
El eco mediático de las
declaraciones del filósofo José Antonio Marina acerca de la responsabilidad de
los profesores en el fracaso escolar ha abierto nuevamente el debate de la
educación en nuestro país. He explicado muchas veces en Mundiario las posibles
causas de este fracaso escolar y qué soluciones existen para ese escenario;
muchas de ellas consensuadas y debatidas con compañeros de trabajo a los que ni
sindicatos ni Administración escuchan.
La obra de Marina, Despertad al diplodocus, razona sobre importantes
aspectos que, desde la gestión administrativa y la formación de profesores y
directores, podrían mejorar nuestro sistema. En algunos de sus posicionamientos
estoy de acuerdo con el profesor. Sin embargo, el hecho de que algunas de sus
intervenciones televisivas se hayan centrado en responsabilizar a los
profesores de ese fracaso me preocupa. Ojalá la causa del fracaso educativo
fueran los profesores. La solución sería rápida, pero el problema es
intencionadamente complejo.
Que deberían entrar los mejores expedientes universitarios a las
aulas, no lo discuto. Que los futuros docentes deberían superar una clase de
MIR y ser continuamente evaluados, me parece necesario. Que la metodología es
obsoleta y los contenidos poco realistas, es cierto. Pero el señor Marina
olvida lo siguiente en sus últimas intervenciones.
1. Los docentes de la Educación Pública superan una oposición a
diferencia de los profesores de la Concertada y la Privada. Aunque sea una
oposición mejorable en muchas de sus pruebas, los docentes de la Privada y la
Concertada, menos despretigiados socialmente, no la superan, pues son
contratados sin ningún tipo de evaluación intelectual.
2. La Educación pública en España ha sido sensible y generosa
con miles y miles de ciudadanos inmigrantes que necesitaban conocer nuestro
idioma y nuestra cultura, y se incorporaban a las aulas sin ningún tipo de
recursos. A veces estábamos desbordados y no podíamos atender personalmente a
todos los alumnos. Sigue pasando. Colegios concertados y privados nunca
tuvieron esa sensibilidad hacia la inmigración, salvo honrosas excepciones.
Algunos países europeos con excelencia en su educación nos han dejado claro,
con la crisis siria, qué clase de sensibilidad tienen ante la llegada de
inmigrantes. Ninguna.
3. Filósofos y pedagogos como el señor Marina denuncian la falta
de innovación metodológica en los profesores, pero ellos firman contratos con
editoriales para elaborar los libros de texto, uno de los grandes males en la
gestión del aula. Pero un gran negocio para varios lobbies.
4. Las ratios de alumnos conflictivos en situación de exclusión
social es significativamente superior en la Pública que en la Concertada y en
la Privada.
5. El constructivismo, base de la LOGSE, que defienden
conjuntamente el PP y el PSOE se ha convertido en una corriente pedagógica
intocable, un dogma religioso donde no es posible la revisión y la crítica.
Quizá, esa laxitud de la LOGSE hacia valores como el esfuerzo autónomo y la
competencia nos han llevado a esta situación.
6. La sociedad española no respeta a los docentes, pues no los
considera un eslabón fundamental en la formación de ciudadanos. Se trata de un
problema cultural y prejuicioso que valora más las ventajas del oficio que su
utilidad para el ciudadano. La mala prensa que desde la Administración se
infundió a los funcionarios para justificar los recortes nos ha hecho mucho
daño. El aumento de las ratios y la bajada de sueldo han potenciado aún más ese
desprestigio del maestro como educador e intelectual.
7. Marina tiene razón en algo fundamental: la formación del
profesorado en España no existe. Cursos privados, autodidactismo y formación a
distancia son la única forma de mejorar en estrategias metodológicas que jamás
se aplican. En la mayor parte de las ocasiones, los docentes realizan estos
cursos para cumplir con las horas necesarias que requiere el pago de los
sexenios. A diferencia de otros países, los horarios tampoco permitirían una
formación presencial continuada y evaluada de los docentes.
8. Marina tiene razón en otra cosa; al profesor bueno no se le
valora. A los doctores o funcionarios con más de una titulación o con idiomas
no se les premia ni pueden ascender a puestos donde su autoestima se vea
reforzada. Los sindicatos son muy responsables de esta situación, porque ha
prevalecido una lucha por la mejora del Cuerpo de Maestros que promocionaron a
Secundaria y no por la mejora económica y laboral de los profesores de ESO y
Bachillerato. Sé que me busco enemigos.
9. La burocracia ha convertido la labor docente en una labor
administrativa donde los profesores dedican inútilmente horas de su vida
personal a informes, programaciones, baremaciones y un largo compendio de
papeleo que nadie revisa ni inspecciona, en vez de dedicar esas horas a
elaborar nuevos temas y métodos para sus alumnos.
10. Algunos pedagogos separan habilidad metodológica de
intelectualidad. A Marina le oí decir una vez que un buen profesor no es aquel
que sabe mucho, sino aquel que sabe enseñar. Esa sentencia nos ha perjudicado
muchísimo. El respeto social, fundamental para un ambiente óptimo en las aulas,
se origina cuando los padres reconocen que el profesor de su hijo es un
sabio. Ser un intelectual y ser profesor deben ser virtudes conjuntas y la
sociedad debe ver en los docentes un referente moral del conocimiento. Los
alumnos, me consta, son sensibles al profesor que sabe mucho y lo demuestra.
11. Ante el fracaso escolar por cuestiones como las que hemos
referido, muchos pedagogos han querido inventar la pólvora creando grupos de
estudio, gestoras y seminarios para buscar nuevos enfoques educativos que
subsanen estos fracasos, en vez de responsabilizar a la Administración de la
inflación de asignaturas y la mala distribución y gestión de los recursos.
Educar en las emociones, el bilingüismo o la llegada de las tablets a las aulas
se han convertido en una panacea para muchos profesores. Pero no es así, los
fracasos siguen siendo estrepitosos, porque la burocracia del sistema y su
composición tecnocrática anulan la rentabilidad de cualquier innovación.
Necesitamos a los mejores en la enseñanza, necesitamos un modelo
de escuela pública y un modelo de escuela privada, un currículo actualizado,
silencio y disciplina que vengan impuestos desde casa para poder disfrutar
enseñando y aprendiendo, necesitamos recursos, muchos recursos en Primaria,
para aquellos alumnos que tienen dificultades en edades tempranas, necesitamos
itinerarios realistas con talleres y materiales para muchachos que estén en
riesgo de abandono escolar y necesitamos a los docentes colaborando en la
gestión política de la enseñanza.
12. Los profesores se han relajado porque están frustrados por
la mala educación que los niños reciben en casa y porque la sociedad y la
Administración no los valoran lo suficiente. No ganan incentivos. No promocionan.
Los cambios continuos de interinos y plazas en expectativa dificultan la
realización de proyectos de centro, y el fácil acceso a las carreras docentes
para alumnos que han acabado con una nota baja su Bachillerato ha devaluado la
calidad intelectual y formativa de la carrera y sus preparadores. En Medicina,
no sucede. Acceden los mejores y el prestigio de la sanidad en nuestro país es
reconocido internacionalmente.
13. Marina olvida que la división en Pública, Concertada y
Privada ha convertido la educación en España en una forma de desigualdad social
cada vez más significativa. Un derecho universal como la educación está creando
conciencia clasista a través de tres formas de dirigir los recursos
económicamente. La pérdida de valores y el escepticismo de los padres hacia la
escuela han arraigado ya y la educación en casa se ha relegado a maestros y
profesores que se ven superados por esta realidad. La falsa
"gratuidad" de lo público que vocifera la izquierda y el inmovilismo
que han practicado PP y PSOE han obligado a que las clases medias dependan de
academias, concertados, profesores particulares y clases extraescolares para
cerciorarse de que sus hijos reciben educación de calidad en aquello que les
interesa. Aunque sea mentira.
Autor
Manuel García Perez
Doctor en Filología
Hispánica por la Universidad de Murcia y licenciado en Antropología por la
UNED, Premio Nacional Fin de Carrera (2000), es el coordinador del área de
Sociedad y Cultura de MUNDIARIO. Docente, investigador y escritor de narrativa
juvenil, su última obra es el poemario Luz de los escombros. Es columnista y
crítico de MUNDIARIO.
Una cosa es el diseño con tiralíneas en el despacho a modo de laboratorio teórico y otra la realidad polifacética de infinidad de aristas y perfiles. El señor Marina prestigioso intelectual, ¿no participó en la elaboración del "magnífico" plan de la LOGSE?. ¿Dónde ha quedado eso?. ¿Qué fue del proyecto de los Centros de Profesores que coordinaban los maravillosos grupos de trabajo experimentando nuevas vias de docencia?. ¿Por qué los inspectores analizan cuidadosamente memorias que no pueden cumplirse y ellos lo saben?. Es que ¿los sindicatos se preocupan de la enseñanza o de mantener suficientes liberados que vivan lejos de la tiza?. ¿Se sigue usando tiza?.....
ResponderEliminar