El “estrés malo” se hace presente en todos los ambientes, cada vez con más intensidad. Como docentes, debemos conocer de qué se trata, ya que también puede afectar a los alumnos ¿A qué se llama “estrés”? ¿Qué tipos podemos distinguir?
En la actualidad, el término estrés es comúnmente usado por
casi todas las poblaciones, sin distinguir etapa del desarrollo, condición
económica o estatus social. Dentro del sistema educativo esta realidad se
mantiene, vinculándose al fracaso y bajo rendimiento escolar.
Cabe resaltar, según Naranjo que:
Todas las personas
necesitan aprender a prevenir y controlar el estrés. Quien no lo hace, puede
poner en peligro su salud y su tranquilidad, mientras que quien conoce y pone
en práctica acciones adecuadas para prevenirlo y afrontarlo puede disfrutar de
un estilo de vida más sano y más satisfactorio.
En ello radica la importancia de sensibilizar a la población
estudiantil al respecto, buscando crear conciencia de los beneficios en la
salud integral al conocer técnicas y estrategias para su prevención, esto como
una herramienta fundamental para fortalecer procesos de autoconocimiento en
donde impere la constancia –y quizás– una estrategia más para afrontar
problemáticas tan severas en las instituciones educativas nocturnas, como lo
son la repitencia, la deserción, el ausentismo y la desmotivación, aspectos
claves para ser incluidos en la gestión educativa.
Un referente para abarcar la temática de estrés es Selye y
los estudios realizados con sus pacientes; de ellos, se marca la necesidad de
abordar en el ser humano, aspectos que trascienden meramente el plano
fisiológico. Berrío y Mazo destacan que “los
enfermos a quienes observaba, indiferentemente de la enfermedad que sufrían,
tenían síntomas comunes y generales como agotamiento, pérdida del apetito, baja
de peso, astenia, entre otros síntomas inespecíficos”, dando el inicio del
estudio de un tema, el cual ha sido visto como un problema de salud pública,
pues tiene un gran impacto en la vida cotidiana de todos los seres humanos en
los diferentes contextos en donde se desarrolle, incluyendo el educativo.
Al buscar una definición de estrés, se llega a una de las
situaciones muy comunes de las ciencias sociales al querer definir un concepto,
su basta complejidad; es por ello, que “(…)
el estrés no puede definirse desde una concepción unívoca, sino que debe
comprenderse como un conjunto de variables que funcionan de forma sincrónica y
diacrónica, dinamizadas a lo largo del ciclo vital (…)” (Berrío y Mazo).
El estrés se puede ver como la respuesta de un organismo
ante múltiples situaciones que le afectan positiva o negativamente, produciendo
su actuar; en el sistema educativo se ve fácilmente vivenciado por la población
estudiantil durante la elaboración de pruebas escritas y orales, donde por su
inadecuado manejo suele repercutir en resultados incongruentes con el tiempo y
los esfuerzos realizados para la comprensión de los temas abordados en clases.
El estrés es una fuerza, cuyo fin, es permitir la movilidad mediante una
energía intrínseca e extrínseca con repercusiones visibles para la persona.
Según Bautista y Ré, el estrés “… es la reacción / respuesta tensional de la persona a través de todas
y cada una de sus dimensiones”; está implícito en todos sus quehaceres,
afectándole constantemente el área física, social, emocional, cognitiva,
espiritual, vocacional académica. Además, puede ser incrementado por aspectos
como la carga académica y su calidad de las relaciones humanas, especialmente
en ambientes frecuentados en forma regular como lo son centros educativos.
Así pues, el estrés si no es manejado adecuadamente por las
personas se puede convertir en una fuente de vulnerabilidad, especialmente en
el estudiantado. Por lo tanto, desde una gestión de la educación visionaria y
preocupada por el bienestar de la población estudiantil, se deben contemplar
las estrategias pertinentes para evidenciar los principales factores estresores
vivenciados por ellos y desarrollar, de esta manera, esfuerzos para
fortalecerles técnicas y estrategias para su adecuado manejo.
Tipos de estrés
Existen diferentes clasificaciones para el estrés; algunas
van a depender del grado de intensidad experimentado, otras de las
repercusiones ocasionadas en la
persona. De acuerdo con Selye, mencionado por Landy y Conte,
se clasifican básicamente de dos maneras: la primera, es el estrés positivo
–conocido en inglés como eustress cuyo fin es producir retos en la persona de
donde se obtiene la energía para proponerse y alcanzar metas; la segunda, corresponde
al llamado estrés negativo -en inglés se conoce como distress caracterizado por
ser una situación estresante, la cual perdura en el tiempo y tiene
consecuencias nocivas para la salud.
Otra de las formas más reconocidas del estrés, mencionada
por Sandín, es el estrés crónico, el cual:
… consiste en
problemas, amenazas y conflictos relativamente duraderos que la mayor parte de
la gente se encuentra en sus vidas diarias. Muchos de estos estresores crónicos
se relacionan con los principales roles sociales, y consisten, por ejemplo, en
dificultades en el trabajo, problemas de pareja o complicaciones en las
relaciones entre padres e hijo.
Asimismo, se destaca el estrés por sucesos menores que hace
referencias a situaciones de la cotidianidad, en donde se resalta:
… la acumulación de
experiencias negativas aparentemente de poca importancia: en el curso de un día
una persona puede, por ejemplo, discutir con su esposo/a, llegar tarde a una
cita importante, ser mal atendida en el supermercado, tener problemas para
aparcar el coche, no encontrar un documento importante y quedarse temporalmente
sin dinero … (Sandín)
Se reconocen más clasificaciones de estrés que las
mencionadas anteriormente; sin embargo, por los propósitos del presente
escrito, se deja a conciencia de la persona lectora la necesidad de profundizar
–si es de su interés– en la
temática. Lo fundamental es conocer su existencia para
desarrollar estrategias de prevención que beneficien al estudiantado.
Ahora bien, dentro de las instituciones educativas, desde su
gestión, se hace importante reconocer la existencia del llamado estrés
académico, el cual se origina dentro del contexto educativo por la combinación
de la carga académica con aspectos como la familia, el trabajo, el tráfico,
entre otros, lo cual agota las reservas del estudiante, repercutiendo en una
serie de consecuencias como diferentes enfermedades de toda índole, repitencia
y desmotivación escolar.
Se resalta que este tipo de estrés aumenta conforme el
estudiante vaya subiendo de nivel académico, por las cargas de trabajo que se
intensifican y dificultan conforme se pasa de grado, pero también porque
coinciden con etapas de la vida en la que el ser humano debe enfrentarse a
muchos cambios, tales como separación o mayor autonomía de la familia, la
incorporación al mercado laboral, la conformación de una pareja, la adaptación
a un medio poco habitual como suele ser la secundaria, en donde existe una
mayor población estudiantil, así como del profesorado. Estos hechos producen
crisis circunstanciales y del desarrollo, las cuales es necesario reconocer
para su abordaje en las gestiones propias del actuar institucional de calidad.
Extraído de:
Gestión de estrategias para la prevención del estrés en el
ámbito educativo: Un análisis desde la disciplina de Orientación
Wilbert Porras Quirós
Ministerio de Educación Pública San José, Costa Rica
Marianela Araya Marín
Ministerio de Educación Pública Limón, Costa Rica
Laura Fallas Fallas
Escuela Liceo María Auxiliadora San José, Costa Rica
Muy buen articulo gracias lo planteare en mi clase del Profesorado. :)
ResponderEliminarInteresantísimo este artículo, es un tema que a los padres nos preocupa de verdad.
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