martes, 3 de septiembre de 2013

Rol Docente: Su importancia social



¿Qué debe hacer un docente en momentos de confusión como los actuales? ¿Aceptar como verdaderas, las ideas de “inclusión” presentadas? ¿Naturalizar la fragmentación social? ¿Ignorar la descomposición social? En los siguientes párrafos, la autora hace referencia al rol docentes ante esta emergencia.


Rol docente: tarea de "salvación" pública
Quebradas las narrativas de inclusión, mal suplantadas por los relatos de fragmentación, se avivan los sentimientos de soledad y desamparo. El sujeto en este contexto debe luchar solo para encontrar un sentido y en su fracaso crece la evasión tanto en la diversión superflua como en el suicidio. En la vivencia de soledad aumenta la violencia en virtud de que el sujeto cree depender sólo de sí mismo para defenderse. La violencia genera el des-vínculo; el desvínculo, el caos. El caos es la antítesis de la vida. El caos es muerte, disolución del conjunto por ausencia de la Ley que, andamiada en los valores, une fraternalmente a los sujetos en un proyecto social.

Es en este marco que Edgar Morin se "atreve" a definir al rol del educador como misión:
... Freud decía que hay tres funciones imposibles por definición: educar, gobernar, psicoanalizar. Y es porque son más que funciones o profesiones. El carácter funcional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un funcionar o. El carácter profesional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un experto. La enseñanza tiene que dejar de ser solamente una función, una especialización, una profesión, y volver a convertirse en una tarea de salvación pública, en una misión...

En su argumentación el autor recupera el Eros (el amor) como condición indispensable de toda enseñanza, y alude a la confianza en sí mismo y en los otros, y a la creencia en las posibilidades de la cultura y de los sujetos. Creencia en la capacidad de reconstruir y reconstruirse mutuamente.

P. Bourdieu nominaba al fracaso escolar como "mortalidad escolar", consecuencia nefasta del "malentendido" entre docentes y alumnos, paradoja de un espacio que pensado para dar vida, condena por ausencia de comprensión, a la muerte.
Adjetivar como "vivo" a un niño implica en el discurso escolar que se lo considera inteligente, creativo. Ser "vivo" es sinónimo de comprender la situación y actuar de modo acorde. El término pierde toda connotación peyorativa cuando ese comprender y ese actuar están andamiados por la ética.

Pensar en la enseñanza como una tarea de salvación pública remite al concepto de la vida. Hablar de salvarse es hablar de vivir. Y vivir, tal como hemos venido sosteniendo apoyados en diversos autores, es atribuir sentido a la existencia. Y de eso precisamente se trata la tarea de enseñar. La labor docente confía en su posibilidad de desfragmentar los mensajes para hacer comprensible el mundo. Se propone favorecer a través del diálogo la comprensión crítica necesaria para que los sujetos en formación puedan intervenir activa y responsablemente en el mundo. La tarea de enseñar es ayudar a otros a incluirse en la escena pública a partir de una voz fecunda en argumentos válidos y valiosos. Ayudar a recordar lo importante, a desechar lo superfluo, a detectar las contradicciones, a elucidar los conflictos cristalizados como dilemas.

Los griegos equiparaban el olvido a la muerte. Muertos estaban aquellos que obligados a beber en la Fuente de Lhete, perdían la memoria. Muertos. Sombras condenadas a vagar sin rumbo. Perdidos. Darse por perdidos es la antítesis de sentirse a salvo. La vida es esperanza. La muerte es desesperanza que va de la quietud al movimiento sin finalidad. ... la descomposición (social) se ve sobre todo en la desaparición de las significaciones, la evanescencia casi completa de los valores... (Castoriadis).

Entonces, el primer paso que inicia el movimiento de un enseñante es recordar su finalidad, su posibilidad de contribución, su importancia, más que nunca en los tiempos donde pareciera que el disvalor ha venido para quedarse. Recordar el poder que implica recordar para volver a construir. "...Entre todas las creaciones de la historia humana, una es singularmente singular: aquella que permite a la sociedad cuestionarse a si misma..." (Castoriadis)

El cuestionamiento remite a la reflexión. Reflexionar sobre la finalidad de nuestros actos es abrazar una causa, construir una ilusión para sí y para los otros, con los otros.
Recuperar la ilusión es recuperar el prestigio. El prestigio no es lo dado sino lo sentido. El prestigio docente es sinónimo de la ilusión de creer que el cambio es posible, que su contribución al conjunto social es importante. Esa confianza en el poder de su acto de trabajo es la que lleva a seleccionar los qué enseñar, a elegir los más adecuados cómo, a preocuparse por la coherencia entre la finalidad y las estrategias, por el proceso y el contenido del trabajo de enseñar.

La voz del narrador recupera las historias, las anuda, las liga, para formar al sujeto social acorde al tipo de sociedad que considera deseable. El contenido no es aleatorio, es fundante. Pero la selección no puede perder de vista la finalidad: favorecer la lectura del mundo de modo crítico para posibilitar una acción reflexiva y responsable orientada por los valores que le dan sentido al concepto de comunidad.

La complejización del saber construido llevó necesariamente a la especialización, y el deseo de su democratización, a la creación de espacios y personas particularmente formadas para ello. Escuelas y maestros, de modo sistematizado, asumieron el rol del sabio de la tribu. La responsabilidad, ayer concentrada en una persona, se configuró como tarea de muchos con el mandato de armonizar para favorecer la comprensión.
Pero el sueño de armonía devino en pesadilla de fragmento. Y el fragmento hirió de muerte al significado. Muchos creyeron que cantidad era sinónimo de calidad, confundiendo selección con superficialidad y al intentar emprender el viaje cargando sobre sus hombros todo el "peso" de los detalles por considerarlos fundamentales para poder llegar a destino, el exceso de carga les impidió el movimiento. Teoricistas que olvidan el eidos político de la educación.
...(es necesario) proceder a una revisión de los saberes enseñados con el propósito de reforzar su coherencia y unidad... tomar como objeto constante de reflexión la relación nueva que puede y debe ser instaurada entre lo que es necesario mantener del pasado y la adaptación no menos necesaria al futuro... (Bourdieu).

La superposición de saberes escasamente articulados obturó la comprensión y con ello el sentido de la tarea de enseñantes y aprendientes. La abundancia de los qué enseñar fue relegando al olvido la importancia del para qué, arrastrando a los actores al sufrimiento de moverse en un laberinto en el que acecha la "muerte" del entendimiento. El para qué es el "hilo de Ariadna" símbolo de colaboración y ayuda que permite asumir el riesgo y sostener la esperanza de llegar a lugar deseado. El "hilo de Ariadna" anuda la ilusión.

Bourdieu, preocupado por la educación de los jóvenes en Francia, conciente del papel de la cultura en el proceso de construcción de una democracia inclusiva, proponía
poner un poco de unidad en los saberes transmitidos....buscar la unidad sobre todo del lado de la historia, hacer de la historia la ciencia matricial: historia de las ciencias, historia de las ideas, historia de la literatura, historia de la filosofía, historia del arte... para poder ofrecer a sus estudiantes esta unidad genética que arranque al saber transmitido de la pura contingencia...

Evadir "la pura contingencia" que inhibe la comprensión profunda conlleva necesariamente articular el trabajo de los formadores. Así como la vida física sólo es posible a partir del encuentro con otro, la vida psíquica e intelectual también surge de la colaboración. La empresa de educar convoca a la integración de voluntades. Y la integración sólo es posible en el diálogo fecundo. Diálogo con los pares, diálogo con los alumnos, diálogo social.

Recuperar la naturaleza política de la educación implica recuperar el entusiasmo, término cuya raíz etimológica en-theo ("en dios") sugiere la potencialidad creadora del rol del educador. Creador que realiza su propio ser en el mundo asumiendo el trabajo de darle ser, existencia, a algo nuevo.



Extraído de
ROL DOCENTE: Su importancia social
Prof. Mg. CRISTINA NOSEI
Profesora en Historia. Magíster en Evaluación, Universidad Nacional de La Pampa Especialista en Análisis Institucional y Animación Sociocultural de la Universidad Nacional de Salta. Profesora Adjunta de las cátedras Didáctica y Práctica Educativa, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam.

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