Un modelo de ciudadanía y de sociedad democrática basado en
la colaboración, el apoyo mutuo, la compasión y la participación precisa
situaciones de socialización y aprendizaje colaborativos y participativos. Nos
referiremos a continuación a aquellas condiciones que, desde un enfoque
pedagógico, permiten avanzar mejor en esta dirección. En concreto, lo haremos
en relación a la construcción colaborativa de ciudadanía y a la participación
como medio y factor de ciudadanía activa.
Si, de acuerdo con Begoña Gros, la construcción colaborativa
del conocimiento supone entenderlo como una continuidad entre lo individual y
lo grupal en el aprendizaje, la construcción colaborativa de ciudadanía supone
entender los procesos de aprendizaje de esta como una continuidad entre el
aprendizaje individual -a través de la internalización-, el aprendizaje en
colaboración y el aprendizaje humano de carácter fundamentalmente social, cuyo
significado es intersubjetivo y se sitúa en una tradición o cultura.
La historia de las teorías sobre el aprendizaje humano
muestra un recorrido que, analizado desde una perspectiva pedagógica, evidencia
un desplazamiento del interés por cómo adquirir el conocimiento entendido como
algo externo, que está fuera del que aprende, hacia un interés cada vez más
elaborado por cómo construir el conocimiento entendido como algo que no está
fuera ni es ajeno al aprendiz. Los desarrollos teóricos actuales sobre el
aprendizaje humano, y en especial los de la última década, muestran que el
conocimiento no solo es construido en interacción -entre sujeto que aprende y
medio, o entre sujetos que aprenden-, sino que lo es gracias a la participación
social del que aprende, mediante acciones y prácticas en el contexto de aprendizaje.
Para sintetizar estas dos posturas, seguiremos el análisis
de Begoña Gros, al referirse a la distinción entre la metáfora de la
adquisición y la metáfora de la participación en relación con el aprendizaje
humano o, en otras palabras, al debate entre los partidarios de las teorías
cognitivas y los de la teoría situada del aprendizaje. Los teóricos del
aprendizaje situado sostienen que el conocimiento es parte y producto de la
actividad, el contenido y la cultura en la que este se desarrolla y se utiliza.
Así pues, la actividad y el contexto son factores esenciales en el aprendizaje
de manera que, en el caso del aprendizaje de competencias éticas y ciudadanas,
podemos afirmar que el buen aprendizaje de tales competencias puede entenderse
como un proceso de enculturación, que dependerá de la comunidad o cultura de
prácticas sociales en las que la persona está inmersa. De este modo, en el caso
de la educación para la ciudadanía, el aprendizaje que fijaremos no será tanto
el relativo a la adquisición del conocimiento que explican las teorías de corte
cognitivo, sino el derivado de la participación en los contextos y prácticas de
convivencia, vida y aprendizaje, ya sea en la escuela, en la familia o fuera de
ellas.
Son las acciones y las prácticas que envuelven nuestra
actividad cotidiana -la participación social al nivel que sea-, y no los
conocimientos adquiridos, las que permiten aprehender y fijar lo aprendido.
Aprender ciudadanía es participar en el proceso social de construcción de
conocimiento sobre la
ciudadanía. Se trata de un aprendizaje que se construye en la
relación, como proceso interactivo que tiene lugar en las actividades
compartidas de la comunidad.
-y de acuerdo no solo con los partidarios de la perspectiva
del aprendizaje situado, sino también, y como muy bien señala Begoña Gros, con
los planteamientos sobre el aprendizaje de John Dewey-, nuestra propuesta sobre
educación y aprendizaje entiende aprender y hacer como acciones inseparables, y
la pertinencia del contexto como factor clave del aprendizaje eficaz. Por ello,
los contextos que promueven construcción colaborativa del conocimiento, al
margen del conocimiento del que se trate -escolar, académico, social, o del
tipo que sea-, son buenos espacios para la construcción de una ciudadanía
basada en el apoyo mutuo, la confianza activa y la convivencia. Este
tipo de contextos suponen un buen espacio para construir ciudadanía
colaborativa, que probablemente es la que más necesitamos actualmente en estas
sociedades nuestras que procuran profundizar en los valores de la democracia y
la participación activa.
Extraído de
Educación y ciudadanía en sociedades democráticas: hacia una
ciudadanía colaborativaMiquel Martínez Martín
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone
Coordinadores
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