El término
de metacognición lo introduce en el campo de la psicología John H. Flavell en
la década de los 70 partiendo de sus estudios referidos a la memoria. Pese a lo
apuntado en otras disciplinas como la lingüística se habla ya de por estas
fechas de "metalenguaje" aludiendo a un lenguaje natural o formal que
tiene por cometido describir el lenguaje.
La
metacognición de acuerdo con la definición clásica se refiere a dos dominios:
conocimiento de los procesos cognitivos y regulación de los mismos. Veamos esta
idea partiendo de la definición que realiza Flavell sobre la metacognición, el
investigador aludido afirma que ésta se "refiere al conocimiento que uno tiene sobre los propios procesos y
productos cognitivos, o cualquier otro asunto relacionado con ellos... La
metacognición se refiere, entre otras cosas a la supervisión activa y
consecuente regulación y organización de estos procesos en relación con los
objetivos cognitivos sobre los que actúan, normalmente al servicio de una meta
u objetivo concreto". A finales de esta década y comienzos de la
siguiente este autor plantea una nueva distinción entre conocimientos y
experiencias metacognitivas.
Ann Brown define
a la metacognición como el control efectuado de una forma deliberada y
consciente de la propia actividad cognitiva. Partiendo de esta propuesta
podemos afirmar que las actividades metacognitivas suponen mecanismos de
autorregulación y de control que le sirven al sujeto cuando se muestra activo
en la resolución de problemas. Según Brown la eficacia demostrada en la
resolución de problemas presupone el conocimiento de una forma explícita del
funcionamiento cognitivo. A similares conclusiones llegan Brown, Campione y Day
cuando apuntan que el autoconocimiento es un prerrequisito para que tenga lugar
la autorregulación. Destacar, por último, en este estado de cosas que para
Brown el papel más importante en la metacognición lo desempeñan la
planificación y regulación de los procesos y resultados del aprendizaje. En
este apartado se va a incluir la planificación, esto es, el establecer toda una
serie de metas u objetivos, el predecir de alguna forma los resultados del
proceso, al tiempo que el asignar toda una serie de recursos y tiempos para
cada una de las partes del proceso; el control que supone la evaluación del
proceso, implicando, incluso, los oportunos cambios en la planificación; y
finalmente la evaluación fruto del comparar el resultado con el proceso y los
objetivos marcados.
Muchos
sentimientos y pensamientos experimentados por un estudiante mientras intenta
hacerse cargo de su aprendizaje pueden ser descritos como metacognitivos, darse
cuenta de que no comprende, aumentar deliberadamente su concentración para
bloquear las distracciones ambientales, o usar conscientemente sus recuerdos
para progresar en su aprendizaje. Lo que convierte estos pensamientos y
sentimientos en metacognitivos en lugar de simplemente en cognitivos no es
fácil de describir. Las descripciones son difíciles porque la metacognición es,
por su propia naturaleza, un “concepto borroso”, que se hace incluso más
borroso por un corpus global de investigación proveniente de investigadores de
muy variopintas disciplinas, y para muy variopintos propósitos.
Nuestro
propósito en esta breve exposición es clarificar la ambigüedad que rodea el
concepto describiendo las características de la metacognición que han
permanecido relativamente constantes a través de diferentes disciplinas y
propósitos desde que el trabajo pionero de John Flavell dio forma al concepto,
y cuyo llamamiento a la investigación ha servido de inspiración para su estudio
a no pocos autores.
Detengámonos
por un momento para incidir en mayor medida en la contribución del autor
aludido, Flavell. El
desarrollo de la memoria parece ser para este autor, en gran parte, el
desarrollo de una estructuración y almacenamiento de datos inteligente, de
inteligentes operaciones de búsqueda y recuperación, y de una monitorización y
conocimiento inteligentes de esas operaciones de búsqueda y recuperación – una
especie de “metamemoria”, quizás. Tal es la naturaleza del desarrollo de la
memoria.
Tradicionalmente
se hace una distinción entre metamemoria y metacognición. A menudo la metamemoria
es definida como el conocimiento de la memoria y del proceso de la memoria, y
la metacognición es entendida como el conocimiento de la cognición, la
monitorización, y control de actividades cognitivas.
Si no se
analiza atentamente la definición de metamemoria, esta distinción puede
mantenerse. Sin embargo, si uno acepta la definición de memoria como “cognición aplicada”(Flavell), la
distinción se ve obscurecida de forma considerable. En cuyo caso, la definición
de metamemoria se convierte en conocimiento sobre cognición aplicada, lo cual
aparentemente es simple metacognición. Para dificultar más aún la distinción
entre ambos términos, Flavell describió como parte de la metamemoria el
conocimiento de las variables que interactúan y afectan a la función de la
memoria. Estas variables son: persona, tarea y estrategia. La variable de la
persona incluye el conocimiento propio y de otros como almacenadores y
recuperadores de información, y la habilidad de “monitorizar e interpretar” la
memoria propia en situaciones de memoria específicas. Una vez más, lo que es
definido como metamemoria se presenta de forma confusa con lo que se define
como metacognición. Por lo tanto, la convención adoptada por nuestra parte en
esta Tesis es que la metamemoria no es distinta de la metacognición, más bien,
es un caso de metacognición donde el objeto del pensamiento es la memoria.
Pasamos a exponer las bases y definiciones empíricas sobre el
particular. Un rasgo sustancial en el al concepto de metacognición es la noción
de pensar los propios pensamientos de uno mismo. Se puede pensar sobre lo que
uno conoce (conocimiento metacognitivo), lo que uno hace conscientemente (habilidad
metacognitiva), o sobre cual es el estado cognitivo o afectivo de uno
(experiencia metacognitiva). Para diferenciar el pensamiento metacognitivo de
otro tipo de pensamientos, es necesario considerar la fuente de estos pensamientos
metacognitivos. Los pensamientos metacognitivos no surgen de la inmediata
realidad externa de una persona, más bien su origen está ligado a la
representación personal de esa realidad, lo cual puede incluir lo que uno conoce
sobre la representación interna, cómo funciona, y cómo uno siente sobre ello.
Por lo tanto, la metacognición ha sido a veces definida como pensar sobre el
pensar, cognición sobre la cognición, o usando las palabras de Flavell
“conocimiento y cognición sobre el fenómeno cognitivo”.
En la
descripción de Flavell a la que aludimos, la idea de la metamemoria envuelve la
estructuración y almacenaje inteligentes, y la monitorización inteligente
sugiere que los pensamientos metacognitivos son comportamientos mentales
deliberados y planeados, intencionados, dirigidos a una meta, y orientados
hacia el futuro, que puede ser usado en el logro de una tarea cognitiva.
La idea de
un pensamiento planificado y dirigido a una meta, aplicada a los pensamientos
de uno para desarrollar una labor cognitiva encaja perfectamente con la
concepción de Piaget de operaciones formales. Durante esta etapa del desarrollo
cognitivo, las habilidades del adolescente comienzan a variar de las de los niños.
Flavell escribió: “Lo que se logra realmente en el periodo de los 7-11 años, es
la cognición organizada de objetos concretos y hechos per se (p. ej. colocarlos
en clases, seriarlos, situarlos en correspondencia, etc. ). El adolescente
también ejecuta estas operaciones de primer orden, pero hace algo más, algo
necesario que es precisamente lo que convierte su pensamiento en formal más que
en concreto. Toma el resultado de estas operaciones concretas, las proyecta en
forma de hechos, y luego procede a seguir operando en ellas (implicaciones,
conjunciones, identidad, disyunción, etc.). Las operaciones formales, entonces,
son realmente operaciones ejecutadas sobre los resultados de operaciones
previas (concretas). Piaget tiene en mente este atributo de “hechos sobre
hechos” cuando se refiere a las operaciones formales como operaciones de
segundo grado u operaciones de segundo orden”.
Inhelder y
Piaget proporcionaron una ulterior
elaboración en operaciones de segundo grado: “…Esta noción de operaciones de
segundo grado también expresa la característica general del pensamiento formal
- va más allá del marco de las transformaciones producidas directamente por la
realidad empírica (operaciones de primer grado) las subordina a un sistema de
operaciones hipotético - deductivas - p. ej. , operaciones que son posibles”.
Por lo tanto, las operaciones de primer grado, que son pensamientos sobre una
realidad empírica exterior, se pueden volver el objeto de pensamientos de mayor
orden en un intento por descubrir no necesariamente lo que es real sino lo que
es posible. ”El pensamiento formal es tanto pensar sobre pensar como una
inversión de relaciones entre lo que es real y lo que es posible”. Refiriéndose
al trabajo de Inhelder y Piaget, Flavell escribió: “otra manera de conceptuarlo
sería diciendo que la operación formal constituye una especie de
metapensamiento, es decir, pensar sobre el pensamiento mismo, más que en
objetos del pensamiento. Los niños ciertamente no son incapaces de ésta y otras
formas de metacognición.”
Algunos años
después del inicio de sus investigaciones sobre la metamemoria, Flavell reconoció el prometedor camino abierto por
esta “nueva área de pesquisas de desarrollo cognitivo”. En ese momento,
trabajos sustanciales que serían luego reconocidos como básicos en la
investigación metacognitiva ya habían sido presentados por otros autores. Y sus
áreas de interés incluían temas tan diversos como “comunicación oral de
información, persuasión oral, comprensión oral, comprensión escrita, escritura,
adquisición lingüística, atención, memoria, solución de problemas, cognición
social, y varios tipos de autocontrol y autoinstrucción” (Flavell). Este
trabajo sobre la metamemoria se sumó significativamente al paradigma del
procesamiento de la información que había emergido recientemente a través de
las teorías de investigadores. Fundamental para este nuevo paradigma
psicológico era la conceptualización del pensamiento como el fluir de la
información dentro y fuera de un sistema de estructuras mentales. Las preguntas
concernientes a cómo las estructuras se desarrollan con la edad, y cómo el
almacenamiento y recuperación son controlados atrajeron la atención de un buen
número de investigadores.
El modelo de
Flavell de metacognición y monitorización cognitiva se desarrolló a partir de
respuestas a muchas de estas preguntas. De acuerdo con este modelo, la
habilidad de una persona para controlar “una amplia variedad de empresas
cognitivas ocurre a través de las acciones e interacciones de cuatro clases de
fenómenos: conocimiento metacognitivo, experiencias metacognitivas, metas, y
acciones o estrategias”. El conocimiento metacognitivo se refiere al
conocimiento del mundo almacenado “que trata sobre las personas como criaturas
cognitivas y sobre sus diversas metas, acciones, labores y experiencias”.
Consiste en el conocimiento y creencias de uno sobre tres factores generales:
su naturaleza propia o la naturaleza de otros como procesadores cognitivos; una
tarea sus demandas, y cómo esas demandas pueden encontrarse bajo condiciones
variables; y las estrategias para lograr la tarea (es decir, estrategias
cognitivas invocadas para progresar hacia metas, y estrategias metacognitivas
invocadas para monitorizar el progreso de las estrategias cognitivas). El
conocimiento metacognitivo puede influenciar el curso de las empresas
cognitivas por una deliberada búsqueda de la memoria o por un proceso cognitivo
no - consciente y automático. El conocimiento metacognitivo puede conducir a
una amplia variedad de experiencias metacognitivas, para Flavell experiencias
cognitivas o afectivas conscientes que acompañan y atañen a las empresas
intelectuales.
La
metacognición comprende “monitorización activa y regulación y orquestación
consecuentes” del proceso cognitivo para alcanzar metas cognitivas.
Monitorización, regulación, y orquestación pueden tomar la forma de comprobar,
seleccionar e inferir, autocuestionamiento e introspección, interpretación de
experiencias que continúan, o simplemente haciendo juicios sobre lo que uno
conoce o no para la consecución de una tarea. Junto a las ideas de
monitorización “consciente” y “activa”, regulación y orquestación de procesos
de pensamiento, está la posibilidad de que pensar sobre el pensamiento de uno,
a través del uso repetido, puede volverse automático, y por lo tanto
no-consciente.
El uso por
parte de un estudiante, por ejemplo, de la sencilla estrategia de incrementar
la concentración puede ser una elección consciente y deliberada, o puede ser
una respuesta automática no - consciente desarrollada a través de años de
atribuir repetidamente al aprendizaje de materias difíciles mayor esfuerzo. Si
es automático y no - consciente, ¿ilustra el uso de esta estrategia un proceso
metacognitivo o es simplemente cognitivo?. En un momento dado, su respuesta
puede haber sido deliberada y consciente. ¿Son los pensamientos que una vez
fueron metacognitivos, pero que desde entonces se han vuelto automáticos por el
uso continuar aun siendo metacognitivos? Los procesos cognitivos automáticos
pueden englobar conocimiento y cognición sobre el fenómeno cognitivo de uno
mismo al igual que los procesos metacognitivos.
En todo
caso, al ser la gente más consciente sólo de los productos de los procesos
automáticos no - conscientes que de los procesos mismos, es difícil si no
imposible para la gente informar sobre ellos.
Por tanto
surge la duda de si se debe usar o no el término metacognitivo para describir
pensamientos que fueron metacognitivos en un momento pero que se han convertido
en automáticos y no – conscientes. La respuesta a esta cuestión es en este
momento un tema a debatir. Ciertamente, la naturaleza automática y no -
consciente de estos pensamientos contrasta con un destacado rasgo de la
metacognición, esto es, la opinión según la cual los procesos metacognitivos
engloban la consciencia de uno mismo como actor en su medioambiente y como un
“deliberado almacenador y recuperador de información”. Parece razonable, por
tanto, adoptar la convención acuñada por muchos investigadores y reservar el
término metacognición para pensamientos conscientes y deliberados que tienen
otros pensamientos como objetivo. Siendo conscientes y deliberados, los
pensamientos metacognitivos no sólo son potencialmente controlables por la
persona que los experimenta, sino que son también potencialmente informables y
por lo tanto accesibles al investigador. Esta convención será la adoptada por
nuestra parte en esta Tesis.
Realizadas
estas aclaraciones podemos a continuación aludir a otras contribuciones en la
definición de la metacognición que nos ocupa no menos relevantes para nuestra
tesis.
Sumándose a
la contribución de Flavell a la metacognición, Kluwe clarificó más el concepto
identificando dos atributos generales comunes a las actividades calificadas
como metacognitivas: el sujeto que piensa tiene algún conocimiento sobre su
propio pensamiento y el de otras personas; el sujeto que piensa puede
monitorizar y regular el curso de su propio pensamiento, es decir, puede actuar
como el casual agente de su propio pensamiento. Por lo demás usando una
distinción hecha anteriormente por Ryle, Kluwe atribuyó el primer atributo al
conocimiento declarativo, “datos almacenados en la memoria a largo plazo,” y el
segundo atributo al conocimiento procedural, “procesos almacenados de un sistema”.
Kluwe ayudó
a hacer una distinción más aguda entre lo que es y no es metacognición – algo
no siempre determinado fácilmente, como sugería la anterior polémica sobre el pensamiento
automático y no - consciente. Los datos almacenados en la memoria a largo plazo
y los procesos almacenados de un sistema que pueden ser encontrados tanto a
niveles metacognitivos como cognitivos. Según Kluwe, a niveles cognitivos, los
datos almacenados pueden corresponder simplemente al campo del conocimiento,
que se refiere a lo que una persona conoce como los “dominios de la realidad”
(conocimiento sobre matemáticas, interacciones sociales, historia personal), y los
procesos almacenados pueden consistir simplemente en procesos de solución (es
decir, procesos dirigidos a la solución de un problema específico).
Los procesos
que “monitorizan la selección y aplicación tanto como los efectos del proceso
de solución y que vuelven a regular la corriente de actividad resolutiva”
representan, según Kluwe el conocimiento metacognitivo procedural. Kluwe usa el
término proceso ejecutivo para denominar este tipo de conocimiento
procedural. Los procesos ejecutivos engloban la monitorización y regulación de
otros procesos del pensamiento, y por lo tanto, se corresponden con las
habilidades metacognitivas de Brown y las estrategias metacognitivas de Flavell.
Los procesos de monitorización ejecutiva son los “dirigidos a la adquisición de
información sobre el proceso de pensamiento de una persona” (Kluwe). Engloban
las decisiones de una persona que ayudan a:
identificar
la labor en que uno está trabajando en el momento,
comprobar el
progreso actual de ese trabajo,
evaluar ese
progreso,
y predecir
cuál será el resultado de ese progreso.
Los procesos
de regulación ejecutiva son aquellos que están “dirigidos a la regulación del
curso del propio pensamiento”. Engloban las decisiones de uno que ayudan a
señalar los recursos que uno tiene para la labor presente, determinar el orden
de pasos a tomar para completar la tarea, y para establecer la intensidad o la
rapidez con que uno debe cumplimentar la tarea.
Por tanto, las
distinciones generales entre conocimiento procedural y declarativo y las distinciones
más finas entre lo que es metacognitivo o no en cada clase de conocimiento han
ayudado para ulteriores definiciones de la monitorización cognitiva y
metacognitiva. Quizás de forma más destacada Kluwe ha ayudado a enfatizar la
importancia de la investigación metacognitiva como un medio para alcanzar un
mayor conocimiento de los humanos no sólo como organismos pensantes sino
también como organismos auto - regulativos capaces de asesorarse a sí mismos y
a otros y de dirigir su conducta a metas específicas:
Es
importante que los seres humanos se conozcan a sí mismos como agentes de su
propio pensamiento. Nuestro pensamiento no es algo que simplemente suceda, como
un reflejo, es causado por la persona que piensa, puede ser monitorizado y
regulado deliberadamente, está bajo el control de la persona que piensa.
El que las
personas puedan monitorizar y regular su pensamiento, cómo y cuándo pueden
hacerlo, y si hay mayores probabilidades de éxito gracias a la monitorización y
regulación dependen de la tarea, de las demandas exigidas por la tarea, el
conocimiento que se tenga sobre esa labor, y los tipos de estrategias
cognitivas que pueden aportar para elaborar dicha tarea. Es igualmente
importante cómo uno se auto - asesora como organismo autorregulatorio, como “agentes de su propio pensamiento” (Kluwe.
Por ejemplo, muchos piensan que son terribles solucionando enunciados
matemáticos, porque creen que cualquier enunciado matemático les eludirá
siempre. Están poco motivados para buscar una solución, e incluso menos
motivados para monitorizar y regular sus intentos. También muchos se ven
sobrepasados por el estrés y la ansiedad siempre que se les pide que actúen
delante de un grupo de estudiantes, haciéndoseles casi imposible monitorizar y
regular su actuación. Por lo tanto la valoración del estado afectivo de uno
mismo sirve de portal a ulteriores valoraciones que conciernen a la tarea, sus
demandas y al conocimiento necesario para lograr completarlo, así como a las
estrategias para completarlo. Estos estados de motivación personal a menudo “determinan el curso de la adquisición de
nuevas estrategias y, más importante, la similitud entre transferencia de
estrategia y la cualidad del auto-conocimiento de la naturaleza y función del
proceso mental” (Borkowski).
La noción de auto
- eficacia encuentra eco en Paris y Winograd quienes creen que la mayoría de
los investigadores reconocen ahora una definición de la metacognición que
“captan dos rasgos fundamentales de metacognición – autoestimación y
auto-administración de la cognición”. Las autoestimaciones son las reflexiones
personales de una persona sobre su conocimiento y habilidades, y sus estados
afectivos que repercuten en sus conocimientos, habilidades, y características
como aprendices. Tales reflexiones contestan preguntas sobre “qué sabes, cómo
piensas, y cómo y cuándo aplicar conocimientos y estrategias (Paris, Winograd,
1990). La auto-administración se refiere a las “metacogniciones en acción”, es
decir, a los procesos mentales que ayudan a “orquestar aspectos que solucionen
un problema”. Centrarse en la autoestimación y auto-administración ayuda en la
conceptualización de los aprendices como individuos que necesitan ser
englobados activamente en la orquestación de la construcción de su conocimiento.
Con esta
breve revisión sobre la definición de la metacognición teníamos la intención de
proporcionar una síntesis de los procesos de pensamiento que han sido asociados
a este término. Ciertamente se podría decir mucho más sobre este particular.
Esperemos que esta síntesis de la literatura al respecto haya mostrado que lo
que comenzó en 1970 como un concepto confuso ha evolucionado con los años hasta
ser definido de una forma más precisa y que el mismo puede ser localizado en
multitud de campos de la investigación psicológica. Aunque no todos los
investigadores estarán de acuerdo con algunos de los más confusos aspectos de
la metacognición, parece haber consenso general de que una definición de la
metacognición debe incluir al menos estas nociones: el conocimiento del
conocimiento de uno, procesos, y estados cognitivos y afectivos.
Extraído de
Estrategias metacognitivas y de aprendizaje: estudio empírico sobre el
efecto de la aplicación de un programa metacognitivo, y el dominio de las
estrategias de aprendizaje en estudiantes de E.S.O, B.U.P y Universidad
Memoria para optar al grado de doctor presentada por
Pedro Mariano
Bara Soro
Bajo la
dirección del Doctor: Esteban Sánchez Manzano
No hay comentarios:
Publicar un comentario