La web2.0, que
permite la interacción entre personas, es una herramienta más a la hora de
repensar el modelo educativo ¿Seguiremos con la educación “bancaria”? ¿Qué
aportes se pueden hacer, para construir una sociedad mejor?
En el marco un modelo educativo participativo y emancipador,
se pierde la clásica frontera entre profesores y estudiantes, en donde unos se
limitan a ser simples emisores y otros receptores de conocimientos, para
convertirse ambos en dinamizadores de un proceso de desalineación, que
progresivamente los convierta en sujetos de cambio de sus realidades políticas
y sociales.
En la clásica educación bancaria se establece la ignorancia
del educando. En ese modelo educativo vertical se obstaculiza la auténtica
comunicación entre los hombres. En el modelo educativo emancipador se requiere
de un pedagogo que haga el esfuerzo por colocarse en el lugar del otro, por
escuchar con suma atención al otro, y considerar que el otro enseña y aporta
conocimiento. Esto supone, como lo señala Freire, la eliminación de las
barreras que impiden la comunicación con el otro y ser humilde.
Así, el nuevo modelo replantea el papel del educador y su
práctica pedagógica, tal que la relación maestro-alumno sea no asimétrica,
llena de dialogo, donde todos aprenden de todos y, fundamentalmente, de aquello
que se realiza de manera conjunta. Así, se debe superar la contradicción
educador-educando, basado en una concepción integradora, de manera que ambos
sean a la vez "educadores y educandos" en un proceso dialéctico. Es
imprescindible que ese nuevo pedagogo tenga una profunda fe en el hombre, en su
poder creador y transformador de su realidad, convirtiéndose en un compañero
del aprendiz. De esta manera, como lo señalan Giroux, Mclaren, P. y
específicamente Freire, la educación "...
ya no puede ser el acto de depositar, de narrar, de transferir conocimientos y
valores a los educandos”, como lo hace la educación bancaria, y los alumnos
no son dóciles receptores, sino personas activas, investigadores críticos,
siempre en diálogo con el educador, quien a su vez también es un investigador
crítico. Es así como ambos se transforman en sujetos de cambio en un proceso de
crecimiento mutuo.
Todo lo cual supone basar las interrelaciones maestro-alumno
en la honestidad, en el reconocimiento del otro, y conjugar la consecución de
objetivos con el cuidado de la autoestima y la de los demás. Estas
interrelaciones se caracterizan por la eliminación de ideas, atribuciones o
sesgos perceptivos sobre el otro, de interpretaciones sobre el pensamiento
ajeno (modos erróneos de percibir, valorar, o enjuiciar al otro). Este tipo de
interacción se aprende y mejora en el tiempo, y conduce a formas de relaciones
horizontales nuevas, entendidas como una suerte de receptividad y apertura al
otro.
El nuevo educador que trabaja con situaciones y personas en
proceso de emancipación, debe posibilitar situaciones que faciliten el
surgimiento del yo. Su recurso fundamental es la convivencia social, y algunas
de sus tareas esenciales son formar para la lectura de la realidad, generar
espacios de reflexión en el que todos estén incluidos, fortalecer las redes
sociales de base, desarrollar el espíritu crítico del individuo, promover los
valores de solidaridad, cooperación y ayuda mutua. Ese nuevo educador debe
reconocer las diferentes formas de organización social, política y cultural,
respetar la vida y los saberes cotidianos, y aportar a la transformación de su
sociedad, desde la reflexión.
Desde esta perspectiva, se plantea una educación que forme a
un hombre no alienado, a un sujeto con dominio de su vida. Estamos hablando de
una educación como práctica de la libertad, por lo cual se requiere un modelo
pedagógico en el que los seres humanos recuperen su dignidad de participantes
en el hacer y rehacer de su propia cultura, como lo expone.
En ese sentido, hay que prestar un especial cuidado a las
escuelas. Ellas han sido un espacio donde normalmente se aprende a ser
vertical, a través de una educación en la que, consciente o inconscientemente,
se nos forma mediante mecanismos autoritarios de castigos y recompensas,
utilizadas como armas para acabar, si es preciso, con la personalidad del
educando. Ese modo vertical de la educación ha sido descrito en Galeano y Trilla.
Ese modo establece una competencia obligatoria a través de un sistema de notas
y de puntos. Así, en ella no hay precisamente un clima de progreso y
emancipación, el educando padece la opresión de vivir enajenado en función de
lo que otros han decidido por él, experimentando la vivencia de un saber
detenido y aislado del curso naturalmente dinámico de su realidad y de su
historia. Por causa de esa des- educación, llega a constituirse como algo
natural, una relación con los demás seres humanos dentro de formas autoritarias
y verticales.
Extraído de
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORAJose L. Aguilar C.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
BARQUISIMETO – EDO. LARA – VENEZUELA
Volumen 15 Nº 1
Enero-Abril 2011
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