jueves, 20 de septiembre de 2012

Conocimiento liberador, emancipador

Estamos en la actualidad ante una opción, conocimiento libre o propietario, esto excede el simple cobro de derechos de autor, o como se lo quiera llamar, está relacionado con la educación liberadora ¿Qué implicancia tiene en la Educación la “competitividad”?


Intentaremos ir más lejos que los planteamientos alrededor del concepto de conocimiento libre, que nos remite fundamentalmente a los cuatro principios establecidos por la comunidad de software libre, a saber: la posibilidad de copiar, usar, modificar y divulgar el conocimiento.

Particularmente, un conocimiento que no permita cultivar la cultura, que no permita que la sociedad se auto-regenere desde su propio quehacer, es un conocimiento ajeno, es un conocimiento que nos va enajenado, es decir, es un peligro para nuestra realidad. Los procesos pedagógicos que normalmente subyacen en ese modelo son del tipo educación bancaria, en el que el alumno es un depositario de conocimiento y el educador el que deposita, lo que puede conllevar a procesos de alienación, entre otras cosas. La educación bancaria nos limita la posibilidad de creación de nuestros propios conocimientos, fomentando la reproducción, sin análisis ni comprensión, de los temas que se nos están enseñando. Es un tipo de proceso que se inspira en prácticas educativas que mantienen a los individuos como consumidores pasivos de conocimientos. La educación bancaria nos aleja de la comprensión de nuestras realidades sociales, concibe la educación como una relación unidireccional en la que unos enseñan y otros aprenden. Se adquiere así la falsa idea de una división de clases, donde hay unos que son sabios y otros ignorantes.

Es necesario romper con la concepción de un conocimiento petrificado, y sustituirlo por la idea de que un conocimiento es parte de un proceso, donde surge una relación de retroalimentación entre todos los actores sociales que forman parte del proceso. Un proyecto emancipador impulsa el reconocimiento de las capacidades de los sujetos, promueve una conducta ética de difusión del conocimiento y el establecimiento de relaciones horizontales. Para ello se debe imponer la educación como práctica de la libertad. Esto le permitirá al hombre responder a los desafíos que el mundo le va presentando, transformándolo y dotándolo de su propio espíritu. El modelo pedagógico debe estar sometido constantemente al cambio, a la evolución y reformulación. Si el hombre es un ser inacabado, y es el centro y motor del proceso educativo, es obvio que el modelo educativo tendrá que seguir ese ritmo. Por ello, el proceso educativo debe considerar la capacidad creativa y transformadora del hombre, la naturaleza social del acto de conocimiento, y la dimensión histórica de éste.

Un conocimiento emancipador es un conocimiento pertinente, construido desde abajo, bajo formas participativas emergentes. Así, no consiste en consumir conocimiento creado en otros espacios y para otros espacios, se trata de la construcción colectiva del conocimiento a partir del conocimiento existente. Esto requiere de un nuevo modelo educativo que promueva el trabajo colectivo, su anclaje en lo local, que enriquezca el quehacer de la sociedad, que promueva la endogenidad en el proceso de construcción del conocimiento.

Un conocimiento emancipador es un conocimiento vinculado a un proceso de aprendizaje colectivo, por lo cual no puede privatizarse y debe servir para generar espacios de vida sustentable. Es decir, debe ser un conocimiento que permita la concepción de un mundo equitativo orientado a mejorar la calidad de vida, a la paz, y particularmente, a cubrir las necesidades de la sociedad (espirituales, materiales, etc.). La sinergia generada a partir de esa forma de producir conocimiento debe dar la posibilidad a un consenso sobre propuestas de vida social, articuladas a través de redes sociales orientadas a la consecución de fines legítimos basadas en la confianza interpersonal y en valores de reciprocidad, honestidad, compañerismo y solidaridad.

Un conocimiento emancipador establece la necesidad de que el conocimiento sea libre, lo opuesto a la idea de su mercantilización, ya que, como hemos dicho antes, el conocimiento es un bien público. Esto es necesario para encaminar un proceso de recuperación de nuestra matriz cultural, entendida como el espacio donde nacemos, hacemos y nos hacemos. Un conocimiento emancipador requiere de procesos de aprendizajes autónomos, entendidos como procesos de búsqueda del saber realizados en un ambiente gobernado por la autenticidad de esos procesos. La autonomía se plasma tanto en las virtudes generadas de la práctica en la búsqueda del saber, como por el autocontrol que se da en esos procesos. Esto solo será así si la educación se basa en una práctica cuyo elemento fundamental es la aspiración de aproximarse a la verdad.

Para alcanzar un conocimiento emancipador debemos romper con el actual modelo educativo, secuestrado por élites académicas, por formas burocráticas de gestión, por tecnócratas educativos. Fuenmayor señala que es necesario sabotear el modelo actual creando focos de resistencia, problematizando el proceso educativo, y a partir de allí, establecer formas de relación libre con el conocimiento, en las cuales podamos usarlo, pero a su vez, reflexionar sobre él, verlo con un espíritu crítico, que nos permita cuestionarlo, reconstruirlo, desaprenderlo, y particularmente, insertarlo en nuestra cotidianidad, para promover la autopoiesis cultural. Así, estamos hablando de un conocimiento que permita problematizar el mundo donde vivimos y darle sentido a los objetos que conocemos.

Ese nuevo modelo educativo requiere de dinámicas sociales de construcción endógena de conocimientos que consideren:

a) Espacios de aprendizaje colectivo, de socialización del conocimiento, que coadyuven a la construcción de un modo de quehacer social autóctono desde lo local. Estos espacios serian también de decisión sobre ese qué-hacer social

b) Espacios de control, ya que no es solamente necesario la decisión de qué hacer, sino que también es necesario controlar ese quehacer, evaluar ese hacer, por lo que se requiere conocimiento específico para esas tareas de control y sobre “ese hacer”.

c) Formas de encuentro y diálogo entre el conocimiento exógeno con el acervo local, con las vocaciones locales, con el conocimiento ancestral y local, para generar el arraigo cultural requerido del quehacer social. Esa forma de anclaje social le da sustentabilidad en el tiempo y espacio a ese hacer social.

d) Formas de socialización del conocimiento derivado de los procesos de aprendizaje por ese hacer, reconociendo y haciéndolo parte del acervo local.



Los escenarios presentados nos dibujan un conocimiento con características particulares: un conocimiento para la paz, para construir formas de bien-estar mundial y no para la guerra;  que pertenece y es patrimonio de la humanidad, que es de interés público; un conocimiento incluyente, originado por el encuentro de saberes (saberes originarios saberes de expertos, etc.). Todo ello requiere de una cultura de libre circulación de los saberes y de los conocimientos. También requiere de nuevas formas de construcción del conocimiento, tales como las redes sociales.



Las redes sociales son definidas en Aguilar como espacios de aprendizaje colectivo, donde a partir de los distintos aspectos discutidos en común por los diferentes actores sociales (especialistas, tecnólogos, etc.) se descubren interconexiones e influencias de saberes, en forma tal que cada disciplina/actor aproveche, no sólo los conocimientos, sino la manera de pensar y encarar los problemas habituales de los demás, en un marco de colaboración, solidaridad, etc.



La interacción de disciplinas planteada, que exige discusión y crítica, conduce a un aprendizaje colectivo que permite que ideas y enfoques típicos de una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a otras. También permite la emergencia de conocimientos autóctonos, derivados de las necesidades de las propias redes. Las redes sociales deben trabajar sobre problemas prioritarios para su entorno, convirtiéndose en equipos interdisciplinario de discusión, debate y construcción. Esta forma integrada de construcción de conocimiento es una modalidad poco compatible con el modelo educativo que se nos ha impuesto. La competitividad, base primaria del modelo educativo clásico, se opone a la participación en un equipo de iguales, donde es difícil determinar la paternidad de las ideas y hay que tener gran capacidad de re-aprendizaje y des-aprendizaje.





Extraído de
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
Jose L. Aguilar C.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
BARQUISIMETO – EDO. LARA – VENEZUELA
Volumen 15 Nº 1
Enero-Abril 2011

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